miércoles, 1 de julio de 2015
El último Perón
El 1º de julio de 1974 fallece Juan Domingo Perón, sus restos son despedidos por una muchedumbre triste en una jornada gris y lluviosa. Su deceso deja el poder en manos de Isabel Perón, quien se va a apoyar abiertamente en las bandas terroristas de la Triple A -creadas por orden del fallecido presidente- y la burocracia sindical.
Rodolfo Walsh supo describir magistralmente el sentir de ese día en la conciencia de los trabajadores argentinos: "El general Perón, figura central de la política argentina en los últimos treinta años, murió ayer a las 13:15. En la conciencia de millones de hombres y mujeres, la noticia tardará en volverse tolerable. Más allá del fragor de la lucha política que lo envolvió, la Argentina llora a un líder excepcional"
Perón fue sin ninguna duda una de las figuras fundamentales de la política nacional durante el siglo XX. Fue el líder de un movimiento nacional burgués que concentró la adhesión de la mayoría de la clase trabajadora. Sin embargo pese al apoyo de las mayorías populares, su función fue mantener intactos los cimientos del país burgués y terrateniente.
Perón apareció en la escena política como uno de los cabecillas e ideólogos del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) que harán la llamada Revolución de 1943, poniendo fin al gobierno conservador de Ramón Castillo. A la cabeza de la Secretaria de Trabajo y Previsión, Perón estableció lazos con los sindicatos reformistas de aquellos años de origen socialista y sindicalista e impulsó leyes progresistas que le permitieron ganar el apoyo de los trabajadores. Expulsado del gobierno del Gral. Edelmiro Farrell por presión de la oligarquía, las masas obreras protagonizaron una histórica huelga general y desde las grandes barriadas del Gran Buenos Aires se avanzó hasta ocupar la capital, hasta entonces inmaculado centro político de la oligarquía, obligando a su liberación y dando lugar al mito fundador del peronismo: el 17 de octubre de 1945.
Vale aclarar que el peronismo siempre buscó evitar que este tipo de acontecimientos se repitiera. Perón se enfrentó a un frente burgués pro-imperialista auspiciado por el embajador norteamericano Spruille Braden, que integraban conservadores, radicales, socialistas y el Partido Comunista. El peronismo constituyó un movimiento nacionalista burgués que logró la adhesión obrera otorgandoles innumerables conquistas sociales y políticas, además de el papel de columna vertebral del movimiento peronista.
Integrando los sindicatos al Estado burgués, alentó la formación de una burocracia dirigente, reprimió toda disidencia por izquierda e impuso la idea de que el objetivo central del Estado burgués debía ser lograr la armonía entre obreros y patrones.
Perón logró liquidar la independencia política e ideológica de los trabajadores. Ese fue su principal contribución a la perpetuación del orden capitalista en Argentina. Su nacionalismo consistió en aprovechar la retirada del imperialismo británico para negociar el status semicolonial del país ante el imperialismo yanqui. Pero en septiembre de 1955, cuando el imperialismo norteamericano impulsa el golpe contra su gobierno, Perón es derrocado sin luchar. La única resistencia a la Revolución Libertadora fue la de la clase obrera que enfrentó a los golpistas sin directivas y sin armas debido a la defección de la burocracia dirigente de los sindicatos.
Con su salud deteriorada, Perón retorna del exilio en 1973, convocado como tabla de salvación por las FF.AA y la burguesía, para poner fin a la insurgencia obrera y popular que desde la semiinsurrección del 29 de mayo de 1969 en Córdoba, el Cordobazo, había herido de muerte a la dictadura de la Revolución Argentina. Perón vuelve para desviar ese poderoso movimiento de masas que tuvo a la clase obrera como protagonista y que cuestionó al conjunto del país burgués. Para ello utilizó a las organizaciones guerrilleras del peronismo como Montoneros a fin de contener por izquierda a la juventud, alentándolas como “formaciones especiales” para luchar por el “socialismo nacional” mientras se apoyaba en la burocracia sindical para contener a la clase obrera.
Domingo Perón, se propuso un Pacto Social que favorecía a las patronales para lo que era necesario restaurar la disciplina en las fábricas. Para ello se valió primero del engaño de tinte frente populista con Héctor Cámpora - 25 de mayo-13 de junio de 1973- primero, y tras el golpe de palacio que dio la derecha peronista luego de la Masacre de Ezeiza - 20 de junio de 1973 - , de las bandas armadas de las Tres A.
Perón retornó al poder y dio vía libre a las bandas terroristas de la ultraderecha que tuvieron como blanco privilegiado de sus crímenes a los militantes de la clase obrera y la izquierda -incluidos y sobre todo de su propio movimiento- para restaurar el orden del país burgués.
Al poco tiempo de asumir su tercer mandato, Perón recibió con todos los honores al genocida Augusto Pinochet que acababa de llevar adelante la contrarrevolución en Chile. Y poco antes de morir, expulsó a los Montoneros de la Plaza de Mayo calificándolos de "estúpidos e imberbes", amenazando con dejar a los matones de la burocracia sindical "hacer tronar el escarmiento".
Bajo su gobierno y mucho más, luego de su muerte cuando el poder quede en manos de Isabel, los crímenes desembozados de la Triple A y el anticomunismo visceral serán sello de marca del gobierno peronista.
Perón solía decir frente a los embates insurgentes de la clase obrera en los tiempos combatientes de la resistencia peronista, que entre la sangre y el tiempo elegía el tiempo (una elección que favorecía a la burguesía y el imperialismo en sus intentos por derrotar a los trabajadores. Sin embargo, en aquellos años finales de su vida como Presidente, y frente a la insurgencia de la clase obrera, claramente eligió la sangre.
Facundo Aguirre
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