miércoles, 29 de julio de 2015

En medio de la nada, resiste el Catan Lil

Las Coloradas resiste en un pozo en medio de los cerros, rodeada de piedras y coirones, golpeada desde hace siglos por el viento y la nevisca de Neuquén. Es una mancha en medio de la nada, un pétalo azul en amarilla aridez de la Patagonia. Un manojo de coordenadas que esconde la vida pero ubica perfectamente el cobre, el oro y el molibdeno al que se llega sólo tajeando la tierra. Hiriéndole el cuero hasta las venas. Perdido en una inmensidad seca y milenaria, el pueblo fue elegido por una empresa transnacional para extraerle el alma y las vísceras a voladuras y venenos.
Fue el abogado Germán Zuñiga, nacido y criado en Las Coloradas, quien descifró las coordenadas en el Boletín Oficial. Sintió que el Catan Lil –ese río que lleva el nombre de los peñascos perforados– iba a perder el cristal del agua y que su caudal, impregnado de ácidos y químicos, saldría de las canillas de las casas, de las flores de las duchas, de los canales de donde beben los animales, para intoxicarles la sangre.
A unos 300 kilómetros está Loncopué; quintuplica en habitantes a Las Coloradas y la lleva a escribir una historia como la propia: cuando la canadiense Golden Peaks intentó explotarle los yacimientos auríferos, un recurso de amparo suspendió la exploración. La minera se fue pero dejó dos toneladas de suelo contaminado. La Asamblea de Vecinos Autoconvocados de Loncopué (AVAL) junto con la comunidad mapuche Mellao Morales resistieron luego a una mina de cobre china a cielo abierto. Lograron pararla y los pueblos tomaron la calle de la resistencia ahora para la fiesta. El 3 de junio de 2012 el 84% de Loncopué, en un referéndum vinculante, le dijo que sí a la prohibición de la megaminería.

Asambleas e historias

Las Coloradas tiene 1200 habitantes. La separan unos cien kilómetros de sus vecindades más cercanas, Zapala y Junín de los Andes. Esa soledad de entre montañas le evita conocer la vileza del mundo: casi no llega señal de internet, hasta allí no viajan los diarios y se escucha sólo una radio que es la voz oficial de la ciudad más cercana. A veces también esa soledad es desamparo. E inadvertencia. Cuando supieron que la minera se preparaba a explorar el cordón montañoso Chachil, ya tenía la aprobación de la provincia.
Luis Mercurio, que vive en Junín de los Andes, relata a APe que “ésta es una zona de mucha sequía, donde la gente y los animales toman del río Catan Lil y todo el pueblo vive de él. Del río la Municipalidad abastece con un camión tanque a las comunidades mapuches”. El uso del agua para el proyecto minero volverá dramática la vida de ese retazo de tierra apoyado en la cordillera. A la lixiviación del oro con cianuro se suma, en el caso de Las Coloradas, la lixiviación del cobre por medio del ácido sulfúrico. Del Catan Lil saldrá el agua y al Catan Lil volverá, tóxica. “Para explorar, no más, en un solo día gastan toda el agua que consume la totalidad del pueblo de Las Coloradas”, calculó Mercurio.
La Southern Copper pertenece al Grupo México. “Es una Corporación que nació en 1952 en Delaware, Estados Unidos. Posee su domicilio social en 11811 North Tatum Boulevard Suite 2500, Phoenix, Arizona. Sus accionistas principales son la empresa mexicana G–Mex (grupo México) con el 75,1 % del total del capital (…) Posee (en 2008) cuatro minas a cielo abierto en Cuajone y Toquepala, ubicadas al sur del Perú, y Cananea y La Caridad ubicadas al norte de México”. [1]
Uno de los antecedentes más escabrosos es el Proyecto Tía María, en Perú, resistido desde 2011 por una población que ya ha pagado con seis muertos la decisión de que no se contamine el agua que es vida y cotidianidad. Luis Mercurio menciona la represión del brazo armado del estado a partir del que la minera logra mantenerse, todavía, en condiciones de explotación. Y rescata que la asamblea de Vecinos Autoconvocados, que apenas lleva un mes de existencia en Las Coloradas, ya cumpla con cuatro encuentros en franco crecimiento: “el primer día éramos veinte, el segundo, cien”.

Diarreas y contingencias

El Padre Martín, cura de Las Coloradas y la doctora Fernanda Hadad, responsable de Epidemiologia Zona IV, son patas fundamentales de sostén para esta asamblea que se promete que la Southern Copper no pasará. “Las Coloradas es una localidad con alta incidencia de diarreas por problemas en la potabilizacion del agua”, dice la médica a APe. “Es la localidad con más tasas de diarreas de Neuquén, comparada con otras localidades del mismo tamaño que no tienen esa incidencia”.
Pero además, la doctora Hadad se indigna porque, en el extenso estudio de impacto ambiental que hizo para la minera la Consultora Ambiental Bucan Morgan SA (al que APe tuvo acceso), se califica de “contingencias” a la posibilidad de “derrame de agua de perforación”, con la concurrente toxicidad, el consumo excesivo de agua, el derrame de combustible y lubricantes en aguas superficiales y los “incendios” por “manejo de combustibles y productos químicos”. El cuartel de bomberos más cercano está en Junín de los Andes, a 100 kilómetros.
La médica envió una nota a la Coordinadora de Salud Ambiental y Subsecretaria de Salud de la Provincia, Irene Roccia. “Entre otros temas, sabemos que Las Coloradas sufre desde hace mucho tiempo problemas serios por la calidad del agua de consumo. Es la localidad de la provincia que mayor tasa de notificación de diarreas tiene y frecuentemente sufre de brote de diarreas”.
Las aguas afectadas “son afluentes del Río Catan Lil, del que se obtiene el agua de consumo para Las Coloradas y para las comunidades Cayulef y Namuncurá. Periódicamente existen problemas de turbidez, debido a las dificultades en los mecanismos de filtración, lo que deteriora la calidad del agua de consumo”. La presencia de la minera generará una contaminación impredecible, asegura y, además, “el importante volumen de agua que se utilizará en las tareas de investigación redundará en quita de agua para el uso de la poblaciones cercanas, que se acrecentará en forma exponencial una vez instalada y en etapa de explotación”.

Veranadas y Sonora

Para el 12 de agosto está programada una audiencia pública no vinculante. La convocatoria parece empeñarse en complicar la concurrencia: tanto Mercurio como Zúñiga describieron que la reunión se hará en un galpón, en medio de un descampado, al que se llega por camino de tierra, entre el viento y la nieve, superando un pico de 1800 metros, después de 50 kilómetros, al pie de un puente. La idea es presentar un amparo cuando pase la feria y lograr suspenderla.
La comunidad mapuche Felipín y sus animales bajan, entradas las primaveras, a las orillas del Catan Lil, al pie de los cerros Chachil. La veranada aprovecha el agua abundante y los buenos pastos de la estación brillante y piadosa. Entre abril y mayo vuelven a la otra tierra, para la invernada. La costumbre, ancestral, es parte de la cultura mapuche. Avasallada por los terratenientes y los estancieros que les cierran los caminos de veranada y sus animales sufren la sed de la sequía. Y ahora la minera vendrá a envenenarles el agua y a volarles los cerros. Para desintegrar esa cultura aluvional que pudo resistir los genocidios y coloniajes de más de cinco siglos. [2]
Hace exactamente un año, desde su mina Buenavista del Cobre en el estado de Sonora, Grupo México –que incluye a la Southern Copper– “arrojó, en un supuesto accidente, 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico al río Bacanuchi, que luego se esparcieron al río Sonora, afectando a más de 22 mil personas”. El portal mexicano Ecoosfera profundiza: “aunque la empresa aclaró en un comunicado que el incidente se suscitó por un atípico temporal de lluvias, las autoridades mexicanas (SEMARNAT) atribuyeron la causa a fallas de construcción en la infraestructura de la empresa, totalmente imputables a Grupo México y no al extraño temporal”. Nadie puede evitar vincular el Sonora con el Catan Lil. [3]
El abogado Germán Zúñiga –que hoy, martes 14 de julio, cumple 30 años y ya lleva en sus espaldas varias luchas en defensa de territorios mapuches– toma para sí las palabras de una sabia del pueblo que definió lo que después sería el grupo en Facebook: “el río es nuestro alimento”. Germán asegura a APe que “el río es fuente de vida, lo usamos tanto para tomar como para pegar un ladrillo; si no está en óptimas condiciones, el pueblo corre peligro de desaparecer”.
Las Coloradas se alza 1500 metros sobre el nivel del mar. Está rodeada de estancias de franceses. Como es el fondo de un pozo, alrededor de las montañas, “no tiene cómo expandirse”. El río está a la mano, a 300 metros. Flanqueado el pueblo por piedras, coirones, vientos de 120 km –que armarían verdaderas tormentas con el polvo de las voladuras–, distancias eternas, cóndores y liebres.
Por suerte, dice el informe de la consultora ambiental Buca Morgan, “la relación con los superficiarios es muy buena. Se trata de la familia Martínez-Sapag, que son los propietarios del campo donde se encuentra (el yacimiento) La Voluntad”.

Lo que viene con la minera

Zúñiga teme no sólo a la contaminación del agua y la alteración del paisaje. Sino, además, a la violencia cultural que suelen instalar las grandes explotaciones. “La llegada de obreros trae droga, prostitución, trata de personas”, dice. “Zapala tiene tres casinos; Rincón de los Sauces (la mayor explotación petrolera de Neuquén), está atravesada por los prostíbulos y la trata”. Una nota de La Mañana de Neuquén, acerca del allanamiento de un par de cabarets, describe el entusiasmo comercial de los proveedores del ramo: “Hay muchos hombres, petroleros, que están lejos de su familia y después de 25 días necesitan una alegría. Ésa es la realidad”. Las chicas suelen ser traídas de Paraguay, Santo Domingo, Mendoza, Misiones. Hacia un territorio donde habrá esclavitud segura.
Las Coloradas vive de los salarios estatales. La Municipalidad sostiene a más de 300 empleados entre planta permanente y contratados. No hay otra fuente de ingresos. Salvo planes sociales y bonos para gas, porque no hay reservas y el invierno es feroz.
La inmensidad se burla de los ojos, que tienen tanto límite para ver. La libertad de la fauna es tan envidiable como el poder de los coirones, que pueden sobrevivir al peor sol y a la más exigente de las nieves.

Y lo que se irá

Pero el propio informe de impacto ambiental de la Southern Copper admite que las voladuras y los motores de los camiones ahuyentarán, que los obligarán a desplazarse a otros hábitats, que les desaparecerá el alimento que brota de la tierra. Es decir, tendrán hambre. Puede que coman de la basura tóxica. O que sean atropellados por las máquinas. Morirán, demasiados de ellos.
Los chinchillones, pumas, zorros y cóndores de las cornisas. Las liebres, choiques y guanacos de la estepa. El flamenco austral y el cisne cuello negro del río y las lagunas. Estos y otros que están a las puertas de la extinción, como el cauquén, el zorrino patagónico, la mara o la iguanita araucana. Y ciertas especies humanas no contempladas por el estudio de impacto de la minera. Como los niños y los mapuches.
Todos elevan plegarias al Copahue, que es más compañero que el Lanin y suele despertar volcán ante la amenaza. Y no sería raro que bufara fieramente en estos días. Cuando el Catan Lil arrastra sus peñascos, agujereados por la erosión de la historia.

Silvana Melo
APe

Notas

[1] Informe Especial sobre las Operaciones de Southern Copper Corporation en el sur de Perú.
[2] Odhpi.org.
[3] Ecoosfera.

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