domingo, 19 de julio de 2015

Syriza, Nisman y el camino de las PASO



Grecia y el fin de una ilusión. Nisman vuelve para la campaña electoral. Bonadío, héroe de la oposición. El balotaje porteño. Scioli, Macri y una campaña de centro que aburre.

“Ser radical significa atacar las cuestiones en la raíz”. Karl Marx

Decepción a la europea

Eduardo Febbro sentencia en Página12 que “Alemania decapitó las aspiraciones y sueños de la izquierda radical europea”. Hay que señalar que la radicalidad de Syriza se limitó al terreno del discurso. Podríamos decir, parafraseando la política local, que tejió un Relato que abandonaría muy rápidamente.
El mismo periodista se pregunta “¿Hacia dónde va la historia?” y responde, en parte, afirmando que “al primer ministro griego, Alexis Tsipras, no le quedó otra opción: aceptar el dictado de sus acreedores o asumir la responsabilidad histórica de la salida de Grecia de la Zona Euro”.
Pero desde su llegada al gobierno hace menos de 6 meses, lejos de tomar medidas radicales como la nacionalización del sistema bancario, la anulación de las privatizaciones y la reversión de las medidas de ajuste tomadas desde el primer Memorándum, Tsipras apostó todo a la negociación con la Troika.
La “radicalidad” discursiva –ya de por sí moderada- terminó en una lógica de la “negociación posible”. El resultado, como lo afirma Febbro, es “que Alexis Tsipras firmó es la negación puntual de su programa contra la austeridad, a lo que se le agrega una entrega de la soberanía nacional”.
Lo que ha sido sepultado en Europa, a costa de más penurias para el pueblo trabajador griego, es la idea de una izquierda reformista que “negocie” mano a mano con el Capital.
Edgardo Mocca, en el mismo diario, señala que “la fiereza conservadora del neoliberalismo se ha mostrado de modo descarnado en la manera en que Alemania torció el brazo del gobierno popular de Grecia y lo obligó a aceptar bajo la forma de un “acuerdo” la sumisión neocolonial de ese país”. Permítasenos recordar que hace solo dos semanas más del 60% de los griegos rechazaron medidas de ajuste aún menores que éstas. Lo que hubo en Grecia, junto a la imposición de la Troika, fue una capitulación del gobierno encabezado por Tsipas que, a pesar de ese enorme respaldo popular, cedió al chantaje colonialista.
La columna de Mocca habla de Grecia pero solo para hacer mención a la Argentina. Intenta comparar escenarios en función de la campaña electoral. Afirma que “en los días que siguen esa tensión se intensificará entre nosotros. Se pretenderá instalar entre nosotros que es inevitable la crisis y el ajuste”. Sin embargo, el escenario electoral dista de este diagnóstico, elaborado más para cazar incautos que para analizar la dinámica política.

Todos al centro (y aburriendo)

Mario Wainfeld escribe en Página12 acerca del balotaje de hoy domingo en la Ciudad de Buenos Aires y la dinámica de una campaña hacia las PASO que, paradójicamente, carece de dinamismo.
Sobre la incidencia de la elección porteña, dice el periodista: “La diferencia entrambos rivales (…) no debilitaría una victoria de PRO (…) Macri se habrá apuntado un poroto al haber sostenido a su pollo en la interna frente a la senadora Gabriela Michetti”. Agrega que “los sinsabores severos del PRO no moran en la Capital. Ya se produjeron en Santa Fe y en Córdoba, provincias en las que el PRO daba por hecho que gobernaría o cogobernaría en minoría (…) esos reveses sí dolieron y limitan el acervo político del macrismo (…) la proyección nacional del voto porteño dista de ser lineal y automática en un país federal con identidades firmes y plurales sin negar la fidelización de la que se habló líneas arriba”.
Por su parte, “el FpV calcula que su fortaleza electoral finca en la clase trabajadora, particularmente en los estamentos más humildes. Y en varios territorios, la mayoría de los cuales no realizó aún sus elecciones locales (…) para fortificar sus vínculos, construidos en años de gestión, se mejoran instituciones como la Asignación Universal por Hijo o se crean programas nuevos como el Qunita”.
El periodista despotrica contra la idea de que las identidades sociales de clase no existen ni pesan en la elección. Si algo confirma que sí pesan, es el evento junto a empresarios y burócratas sindicales al que asistieron Scioli y Zannini hace pocos días, donde cada comensal pagó entre 10mil y 40mil pesos por cubierto. Una expresión del peronismo que viene, que posiblemente llegará a la Casa Rosada gracias a los designios de Cristina Fernández.
Por su parte, desde Clarín e ilustrando las limitaciones del macrismo, Julio Blanck señala que “el previsible triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad debería ser a partir de hoy la catapulta política que impulse a Macri a disputar voto a voto la próxima presidencia (…) el problema central que hoy enfrenta Macri es cómo reenfocar su discurso y su campaña a la luz de una realidad nueva que se instaló sin demasiado preaviso. Se la ha definido con afán simplificador como “miedo al cambio” (…) En la mesa chica donde se decide la estrategia de Macri sopesan otro dato propio, muy sugestivo: el núcleo más duro antikirchnerista se habría reducido a un 15% del electorado. Es un retroceso de 5 a 10 puntos respecto de mediciones anteriores. Significa que hay más gente por cuyo voto tendrán que pelear fieramente”.
Eso le impone a Macri reivindicar la “agenda social” del kirchnerismo. Según el periodista “Habrá compromisos claros de mantener el sistema de subsidios y ayudas sociales, empezando por la Asignación Universal por Hijo. O se prometerá la continuidad de Aerolíneas Argentinas en manos del Estado, aunque buscando hacerla más eficiente y menos costosa”. Lejos de lo señalado por Mocca, Macri y Scioli se ubican en el centro político, lejos de todo ajuste pero también lejos de todo progresismo.
El intento de ajuste efectivamente vendrá porque así lo pide el empresariado y así lo diagnostican los asesores económicos de los candidatos. Pero no será tema de la campaña. Se trata del famoso eslogan menemista de “si decía lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.

Y un día volvió Nisman

El fiscal muerto vuelve desde las sombras para instalarse como un elemento de la campaña que, difícilmente, logre incidir en la misma. El Memorando de entendimiento con Irán y la ofensiva kirchnerista sobre algunos jueces vienen de la mano.
Falsamente escandalizado Eduardo Van der Kooyescribe que “la fiscal Viviana Fein dictaminará luego de las elecciones que el fiscal Alberto Nisman se suicidó. Descartará la posibilidad de un crimen. La Cámara de Casación, de donde fue desplazado el juez Luis María Cabral, está acomodando sus piezas para declarar la constitucionalidad del Memorándum de Entendimiento con Irán. Como Cristina Fernández pretende, según lo dejó claro en el reportaje que le hizo el periodista Dexter Filkins, de la revista The New Yorker. La Sala I de la Cámara Federal desplazó de la causa Hotesur al juez Claudio Bonadio (…) No es fácil hallar en más de tres décadas de democracia una maniobra tan fulminante y desfachatada”.
Por su parte, en La Nación, Jorge Fernández Díaz, afirmando un contexto de creciente debilidad del gobierno, señala que “en este contexto (…) se inscriben los dos episodios que espeluznan a Cristina. El reportaje de The New Yorker confirmó que la atención mundial sobre el caso Nisman no afloja y que todas las maniobras locales tendientes a sepultar el oscuro pacto con Irán resultaron vanas (…) El segundo hecho fue el escandaloso apartamiento del juez que investigaba el patrimonio familiar de los Kirchner. Muchos creen que la "decapitación" de Bonadio demuestra fortaleza, pero trasunta una enorme fragilidad”.
Desde la vereda oficialista, contesta Horacio Verbitsky, quien señala que “las víctimas del atentado no aceptan la representación institucional de los propietarios del edificio. Apemia, que dirige Laura Ginsberg, pidió la creación de una comisión investigadora independiente y la apertura de todos los archivos secretos (…) Memoria Activa, que apoyó el Memorándum de Entendimiento con Irán cuando lo trató el Congreso, hizo su acto el mismo viernes, frente al edificio de los Tribunales. Su dirigente Diana Malamud dijo que el juicio podría ser histórico si condenara a los poderosos que crearon una mentira oficial para negar la verdad y la justicia.
También recordó los diez años de públicas y reiteradas denuncias presentadas contra Nisman por su falta de investigación y dijo que su muerte dejó en evidencia “la relación delictiva entre el Poder Judicial y los servicios de Inteligencia” (…) Malamud también denunció a la dirigencia comunitaria por complicidad con el encubrimiento y abandono a las víctimas y sus familiares”.
Estas denuncias de familiares de las víctimas no debieran sorprender dada la historia de la DAIA como institución. En otra nota de este domingo Verbitsky ilustra su (oscura) relación con la Dictadura de Videla y cía.
Verbitsky afirma que “una de las líneas centrales de la oposición mediática y política ha sido la canonización de quienes siguen una agenda fijada por ese mismo sedicente republicanismo. Lo intentaron con Nisman, con el supremo decrépito Carlos Fayt, con el subrogante permanente de la Cámara de Casación Luis Cabral e incluso con el juez pistolero Claudio Bonadío. Cada vez tienen menor eco, por falta de materia prima apta para semejante transubstanciación y por desinterés social en el insincero clamor de quienes pretenden entronizarlos en el altar de la República”.
Tal vez sería preciso recordar que todos esos intentos de canonización son el emergente de una continuidad: la de la aristocrática casta judicial que el gobierno no tocó en 12 años. La actual “ofensiva” contra la justicia revista la forma de una “colonización”, alejada de toda reforma radical (o mínima) posible.

Eduardo Castilla
@castillaeduardo

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