martes, 7 de julio de 2015

Cuando Perón gobernó con las Tres A

El 12 de octubre de 1973, Juan Domingo Perón recibía la banda presidencial de Raúl Lastiri (yerno de López Rega) iniciando su tercer gobierno acompañado en la vicepresidencia por su esposa María Estela Martinez de Perón, conocida como Isabel.

La formula electoral Perón- Isabel Perón, había arrasado en las elecciones del 23 de septiembre, convocada a raíz de la renuncia de Hector Campora- Vicente Solano Lima, obligado por un golpe de palacio de la derecha sindical y peronista. Campora fue acusado de conciliar con los Montoneros y de no frenar el proceso social que se expresaba en un extendido movimiento de tomas y ocupaciones de empresas y reparticiones publicas.
El signo del nuevo gobierno de Perón venia preanunciado. Luego de la masacre de Ezeiza, el General acuso a los Montoneros y la izquierda del peronismo por los incidentes, claramente provocados por los matones de la derecha peronista encabezados por Jorge Osinde, que poco más tarde formaran las bandas de las Tres A. En tono de amenaza Perón declaró “Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua” concluyendo “deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales que por ese camino van mal. Así aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro- deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfesables”.
El retorno de Perón al poder se dio en condiciones muy distintas a las de 1945-55, aunque su función fue la misma, salvar al, orden burgués de la amenaza obrera. El país era un hervidero social. El Cordobazo de mayo de 1969 había abierto las compuertas de un ascenso de la lucha de clases de los obreros y el pueblo pobre. La emergencia del clasismo y la radicalización de la juventud ponían en cuestión a la burocracia sindical y a los políticos tradicionales de la burguesía. Mientras tanto el panorama regional hacia fines de 1973, mostraba un retroceso del movimiento de masas y se asentaban dictaduras militares proimperialistas allende las fronteras. Poco después de su victoria electoral, un supuesto comando montonero ajusticio a José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT y hombre muy cercano a Perón.
En este marco Perón intento dos políticas que se complementaban para estabilizar al capitalismo argentino y alejar el peligro revolucionario. Por un lado continuar con el Pacto Social, que había diseñado el Ministro de Economía José Bel Gelbard (afiliado secreto del Partido Comunista) que buscaba aumentar la rentabilidad de la burguesía nacional firmando un acuerdo entre el Estado, la CGT y la CGE, que tenía por fundamento contener las expectativas de los obreros, fijando un aumento de 20 % del salario y la suspensión por dos años de las paritarias; el congelamiento del precio de bienes y servicios y la imposición de un estricto sistema de control de precios. Dicho plan fue cuestionado desde el principio por los sectores más combativos de los trabajadores que nunca abandonaron sus luchas.
El segundo punto de su plan de gobierno fue el de endurecer las políticas represivas del Estado, primero mediante la modificación de la ley de Asociaciones Profesionales que fortalecía a la burocracia sindical frente a las comisiones internas combativas; más tarde luego del copamiento del cuartel de Azul por el ERP, en enero del 1974, mediante la reforma del Código Penal. Pero fundamentalmente la clave de la política represiva del nuevo gobierno peronista fue el de constituir bajo el amparo del Estado y dar vía libre, al accionar de las bandas parapoliciales de la derecha peronista que acuitaban coordinadamente como Triple A. José López Rega, Ministro de Bienestar Social, fue el jefe político de dicha organización y ministro estrella de esta fase del peronismo. Los comisarios Villar, Margaride y Morales, nombrados por Perón parte de su jefatura operativa. El criminal de guerra ustacha, el croata Milo de Bogatich, amigo personal del caudillo uno de sus cerebros. El bonapartismo del tercer gobierno peronista tuvo como voz de mando imponer el Pacto Social y la disciplina fabril a los tiros. De la decisión política de Perón, salio la orden de aniquilar a la vanguardia militante de los trabajadores y la juventud.
La Juventud Peronista encabezada por Montoneros, paso de ser calificada como “juventud maravillosa” a “imberbes y estúpidos” el 1 de mayo de 1974. Aún así apoyaron a Perón hasta el final. Públicamente nunca llamaron a enfrentar el Pacto Social, para no romper “con el gobierno popular”. Cuando la derecha peronista volteó a Campora (quien era quien más cobijo les había dado, no ofrecieron resistencia alguna, con la consecuente perdidas de posiciones dentro del gobierno y el peronismo.A poco tiempo de asumir, en enero de 1974,los diputados de la juventud van a ser expulsados por Perón acusándolos de infiltrados en una reunión televisada. A partir de enero Perón dio su bendición los golpes de estado provinciales que derrocaron a los gobernadores amigos de la Tendencia en Córdoba, Buenos Aires, Santa Cruz y Mendoza. En Cordoba intervino los sindicatos combativos en manos de la izquierda como Luz y Fuerza dirigido por Agustín Tosco o el SMATA encabezado por René Salamanca. En mayo de 1974 Perón recibió con todos los honores al dictador Augusto Pinochet, dando un espaldarazo a la dictadura chilena. De todo, los Montoneros,nunca dejaron de apoyar a Perón, recurriendo a distintas teorías explicativas que casi siempre libraban de culpa al General, hasta que se tuvieron que rendir a la evidencia y aún en esa circunstancia, se negaron a romper con Perón y su política del Frente Nacional y la conciliación de clases.
El 1 de julio de 1974, Perón morirá dejando el poder en manos de Isabel y López Rega, que dieron lugar al desembozado accionar de la Triple A.
Es curioso que el kirchnerismo, quien ancla su relato en la épica de la “jotapé” y el supuesto respeto a los derechos humanos, suele autocriticarse de los enfrentamientos con el General en su tercer mandato, reivindicando la subordinación al bonapartismo y silenciando la complicidad de Perón con los crímenes de las Tres A. Mientras agita el espantajo de la derecha destituyente. Incapaces de aprender de su propia historia convive con burócratas macartistas al estilo Triple A como Pignarelli y represores carapintadas como Sergio Berni.

Facundo Aguirre

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