Un paro histórico
La decisión del gobierno macrista de separar de sus cargos a las maestras de Agustín Marreras, el niño asesinado por su padrastro hace un mes, desató una verdadera rebelión docente en la Ciudad. El ministro de educación, Esteban Bullrich, y el mismo Macri, acusaron a la directora y a la maestra del niño de "no haber dado los alertas" sobre indicios de un caso probable de violencia familiar. De esa manera, les trasladaron a las docentes una responsabilidad que le corresponde por entero al Estado: como denunció Ademys, los equipos de orientación escolar y gabinetes psicopedagógicos de los colegios están desmantelados. A raíz de ello, en cada distrito escolar hay sólo un puñado de profesionales capacitados para detectar situaciones familiares complejas, que peregrinan de una escuela a otra. El docente no sólo carga con las consecuencias de la destrucción del sistema educativo -bajos salarios, derrumbe edilicio-, también debe tomar cuenta del derrumbe social que rodea a la escuela pública.
La sanción a las maestras de Agustín produjo el paro docente más masivo de los últimos años en la Ciudad. El "abrazo" a la escuela del niño asesinado, en el mediodía del paro, se transformó en un gigantesco pronunciamiento. "Recibimos chicos mal alimentados, de la Ciudad y también del Gran Buenos Aires. Y les damos viandas igualmente malas e insuficientes", señaló Jorge Adaro, secretario general de Ademys. Un grupo de padres de la escuela comparó la separación sumaria de las dos docentes -aún cuando no se ha podido fundamentar negligencia alguna- con la permanencia en su cargo... de Mauricio Macri, sin que parezca importar que se encuentre procesado.
Las intervenciones del acto pusieron de manifiesto la catástrofe social que rodea a la escuela. Los dirigentes kirchneristas de UTE se encontraron con una movilización que no dejó indemne al gobierno que ellos apoyan.
La sanción contra las maestras de Flores se inscribe por completo en las políticas educativas de "evaluación docente". Los Scioli, Macri o Sileoni sientan en el banquillo al docente, y se autoabsuelven del derrumbe que ellos promueven. El reclamo multitudinario de "que se vaya" (el ministro Bullrich), ha sido la respuesta contundente a la culpabilización de los maestros.
Larreta celebra de antemano el resultado del domingo, montado sobre las ruinas sociales y políticas.
¡Justicia por Agustín! Que vuelvan las docentes sancionadas. Que se vayan Bullrich y su gabinete de vaciadores de la escuela pública.
Marcelo Ramal
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