domingo, 5 de abril de 2015

Pablo Romanazzi: “Si hoy cae una tormenta como la de 2013, otra inundación es inevitable”

El especialista en hidráulica de la Universidad de La Plata lleva décadas alertando sobre la situación estructural de la región en la que hace dos años se vivió la peor inundación de la historia, con 89 muertos y cuantiosas pérdidas. La Izquierda Diario conversó con él sobre el estado de las obras realizadas y las posibilidades de próximos desastres.
La Izquierda Diario publicó hace dos días una extensa entrevista a dos mujeres que perdieron a sus padres en la inundaciónque el 2 de abril de 2013 azotó a La Plata. Allí ellas denunciaron un crimen social perpetrado por el Estado, con al menos 89 víctimas, y una perversa trama de encubrimientos en pos de “achicar” la lista de muertos y eludir responsabilidades. Y también denunciaron la falta de obras para evitar que esto vuelva a repetirse.

Pablo Romanazzi es ingeniero y docente de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata en el área de Hidrología. Hace décadas se dedica a estudiar la relación compleja y traumática que existe en la región entre las lluvias y el entramado urbano. Sobre todo en los últimos años, donde se vivieron tres inundaciones importantes, siendo la del 2 de abril de 2013 la más devastadora. En el marco del segundo aniversario de aquella inundación La Izquierda Diario conversó con él. Sus alertas de años anteriores a 2013 que no fueron escuchadas o, siendo escuchadas, no fueron atendidas. Las obras que se hicieron o no desde entonces. Las posibilidades de próximos desastres. Y una denuncia al Estado en su conjunto por el desprecio a la vida humana, sobre todo de los más pobres.
- Vos integrás un equipo de investigadores que hace años viene alertando y denunciando las circunstancias en la que se encuentra la región. Una de las conclusiones a las que llegaron es que hace tiempo se da una progresividad en las precipitaciones severas. Así planteado, la tormenta del 2 de abril de 2013, y sus consecuencias en La Plata y alrededores, en términos de intensidad y caudal de agua no debería pensarse como excepcional
- Es así. Desde hace muchos años venimos advirtiendo que progresivamente las tormentas han aumentado su severidad. Eso significa que no sólo son más frecuentes sino que la intensidad con que caen es mucho más violenta. Esto lo comprobamos, por lo menos, desde que se tienen registros fidedignos, con tecnologías que nos permiten capturar esos datos. Estamos hablando de unos treinta años a esta parte.
Lo singular de estas tormentas es que se dan con intensidades muy altas, durante períodos muy prolongados y sin amainar. Y eso termina resultando devastador para una urbe donde prácticamente todo lo que llueve se convierte en una correntada superficial provocando una crecida.
- Ya desde el año 2002 ustedes venían registrando un fenómeno particular en la región, que son tormentas con caídas promedio de 100 milímetros por hora, ¿no es así?
- Entre los estudios de la región que se vienen haciendo en las últimas dos o tres décadas, los episodios del 27 de enero de 2002, el 28 de febrero de 2008 y el 2 de abril de 2013 son muy singulares respecto a cualquier otra tormenta de la que se haya tenido detalle. Y ahí comprobamos ese crecimiento sostenido a nivel histórico de precipitaciones de este tipo.
Pero obviamente con mirar solamente a las tormentas en particular no alcanza, ya que eso es sólo una componente del tema, esas serían las amenazas. También tenemos que darle lugar y estudiar la cuenca que recibe ese caudal de agua.
- ¿Esos estudios que fueron realizando siempre los difundieron y comunicaron, tanto al Estado como a la comunidad?
- Sí, claro. Siempre lo hicimos, y ahora más que nunca. Cada vez que realizamos un estudio donde registramos una tormenta así, tenemos la actitud de divulgarla lo más que se pueda. Primero hacemos un control “interno” de los resultados a nivel académico. Luego lo comunicamos a la presidencia de la UNLP y después lo mandamos a los medios de comunicación y a todo aquel que le interese. Centralmente porque creemos que ese tipo de registros sienta precedente y constituye la memoria de lo que está pasando. Esa data es la base con la que después se toman, o se deberían tomar, decisiones.
Es importante que todos sepan estos datos, ya que la desinformación deja un campo propicio para que otros puedan hacer lo que quieran. Este es un problema grave que no sólo tiene La Plata sino todos los conglomerados urbanos del país y al que no se puede soslayar y mirar para otro lado.
- Sin embargo entre 2008 y la inundación del 2013 ustedes habían realizado un alerta importante que no fue tenida en cuenta
- Desde 1989 venimos realizando diagnósticos en los que demostramos la situación y ya entonces decíamos que el sistema pluvial existente estaba funcionando al 50% de su capacidad, es decir que había sido superado en diseño todo el sistema de conductos para conducir el agua de lluvia por la ciudad. Eso era por el crecimiento propio de la ciudad y porque los desagües no habían sido readecuados como se debía. Algunas de las recomendaciones que hicimos en todos esos años fueron tenidas en cuenta, pero el sistema estructural siguió siendo crítico.
Después de la tormenta de 2002 se nos encargó un estudio para dar un diagnóstico con el que encarar una solución. En ese momento preocupaban los daños materiales que dejaba la inundación en zonas como Ringuelet y Tolosa, que forman parte de una especie de olla natural. Pero no habíamos tenido todavía víctimas fatales y menos en la escala que tuvimos hace dos años.
Después de cinco años de trabajo, en 2007 entregamos los resultados. Y apenas asumida la actual gestión municipal (de Pablo Bruera, Nd), vino la tormenta e inundación de 2008. Ahí dijimos a todo quien quisiera escucharnos que había que hacer algo. Ya teníamos disponibles los mapas de inundación de la ciudad, pudiendo determinar cuáles son las zonas críticas y hasta predecir dónde va a llegar el agua en cada esquina de la ciudad, e indicando cuáles son los lineamientos de obras que había que hacer.
Lo único que sabemos es que el municipio cuando recibió el estudio lo derivó a la Dirección Provincial de Hidráulica, porque son quienes tienen poder de policía en la materia. Y que entre 2008 y 2010 se licitaron proyectos de ingeniería para abordar las obras que habíamos recomendado. Pero de 2010 a 2013 no se avanzó más y así llegamos a la inundación del 2 de abril.
- Y desde 2013 a esta parte, después de aquel desastre que se llevó tantas vidas y pérdidas materiales, ¿qué se hizo?
- En todos estos años lo que vimos con claridad fue la falta de compromiso del Estado, no ya de un gobernante en particular, para llevar adelante los cambios que se deben hacer. Obviamente los hechos de abril de 2013 provocaron que se rompiera una inercia de muchos años en los que no se había hecho nada. Hay obras que se empezaron a encarar y que, mal que mal, consideramos que son un puntapié inicial. Lo que esperamos es que se terminen en tiempo y forma.
Básicamente son obras destinadas a aumentar el ancho de las canalizaciones troncales a cielo abierto y algunos derivadotes, como para interceptar los escurrimientos que vienen de la periferia y poder sacarlos directamente hacia e Arroyo El Gato. En la zona norte del partido se empezó a ensanchar los causes de los arroyos naturales. Hay ensanchamiento en algunas zonas del Arroyo Maldonado también. En definitiva se trata de dotar al sistema troncal de evacuación de una capacidad mayor.
Y lo que decimos es que en realidad estas obras vienen a actualizar algo que se tendría que haber hecho hace tres décadas por lo menos. Con estas obras nos estaríamos de alguna manera poniendo al día. Y cuando se terminen habrá que seguir, apenas lo que terminaría es una etapa. Porque estos problemas son de carácter permanente.
- ¿Cuánto falta para que se terminen estas obras básicas?
- Yo creo que se debe estar, en estos momentos, avanzadas en un 20%.
- ¿Y cuánto se hubiera evitado del desastre de 2013 si estas obras hubieran estado hechas previamente, como ustedes sugirieron?
- Nuestro departamento de hidráulica hizo estudios de simulación en junio de 2013 y los análisis dieron que, si estas obras que se están haciendo hubieran estado hechas, el nivel de inundación en los lugares más críticos hubiera descendido unos treinta centímetros. Obviamente muchos van a decirnos “si estaba con 1,90 y pasaría a estar en 1,60 no me cambia mucho”. Sin embargo, en la forma de poder penetrar en una calle, de poder circular y facilitar el rescate, 30 centímetros significa que se puede entrar con un vehículo normal y no con una camioneta, por ejemplo. Es decir que no sería poco.
Pero la cualidad más importante de las obras no es esa, sino que el agua se hubiera retirado en la mitad de tiempo. La inundación del 2 de abril duró, en promedio, alrededor de 13 o 14 horas. Si esas obras hubieran estado terminadas la inundación hubiera durado entre 6 y 8 horas, con todo lo que eso significa a nivel estructural y de vidas humanas. Ante la falta total de preparación a nivel jurisdiccional, la única forma de rescatar a una persona de edad avanzada que había quedado atrapada en su casa era si la familia o los vecinos se acercaban al lugar. Y ahí no es lo mismo resistir 6 horas o pasar toda la noche esperando ser rescatado. Hay casos que sabemos de gente que resistió durante gran parte de la noche pero que no llegó hasta la mañana siguiente e incluso de gente que quiso cruzar las correntadas para ir a rescatar a alguien y murió en el intento.
- Vos decís que si se completara el 80% restante de las obras actuales, recién ese sería el puntapié inicial. ¿Qué obras harían falta realizar posteriormente?
- Las obras son una parte de la solución, ya que van a poder atender a un subconjunto de las tormentas de las que estamos hablando. Pero otra parte quedará afuera, y son precisamente las de mayor severidad como las de 2002, 2008 y 2013. Para ser gráficos, si cae otra tormenta igual a la del 2 de abril no vamos a poder evitar la inundación.
Y yo no veo que se esté actuando en la otra faceta de este tipo de problemas, que es tener un sistema de alerta, un plan de contingencia y tener bien organizada la emergencia. No lo veo ni a nivel municipal, ni provincial ni nacional.
Y hay ejemplos concretos que demuestran esto. A nivel municipal hubo un despilfarro de compras de vehículos que, teóricamente, son para “cuidarnos” (para la Policía Comunal, NdR). Yo me pregunto dónde van a meter esos vehículos cuando venga una inundación de 1,90 de profundidad. Y sin embargo con el valor de uno o dos de esos autos se puede comprar el instrumental para tener un buen sistema de alerta que diga por ejemplo, aún cuando se está produciendo la tormenta, si va a ser severa o no. Y eso serviría mucho para llevar calma a la población, primero, pero también para permitir tomar decisiones sobre evacuación en zonas críticas con avisos tempranos a esa misma población. Bueno, ese sistema de alerta no está.
Tampoco veo que haya trabajos a nivel barrial donde se lleve un censo acabado para saber bien dónde están las personas discapacitadas, las personas de edad avanzada, las familias con niños, etcétera. Sobre todo en aquellas zonas críticas donde la vivienda se resuelve sólo en planta baja. Las asambleas de vecinos mantienen el tema vigente y la preocupación latente, pero a nivel de gobierno eso no se ve. Pareciera que otros temas y otras necesidades van tapando esto.
Hay cosas que ni siquiera cuestan plata. Por ejemplo publicar un mapa donde se diga que determinadas trazas de la ciudad, que son la vía de evacuación natural del agua, no deben transitarse si hay una inundación. O planificar un sistema de emergencia por el cual el transporte público, en una situación así, se pone al servicio del rescate de personas.
Por eso primero hay que asumir que La Plata es una ciudad inundable. Tuvimos que tener una tragedia como la del 2 de abril, con tantos muertos, para darnos cuenta de que el tema es grave.
Yo pienso que muchos funcionarios políticos que tienen esa responsabilidad, cuando tienen que justificarse por lo que no hicieron razonan diciendo “qué culpa tengo de tener tanta mala suerte”. Una respuesta que no puede estar en boca de quien tiene a cargo toda una ciudad.
- Tenemos el dato de que la Municipalidad de La Plata, después de lo ocurrido en 2013 y con el cuestionamiento generalizado al “boom inmobiliario” indiscriminado de los últimos años, le otorga permisos “excepcionales” a constructoras para que incluso violen la propia ley. Por ejemplo, en una manzana del centro de la ciudad se está construyendo un Hotel Internacional Dazzlers, con patrocinio del municipio, y a los constructores se les permitió eliminar el famoso “pulmón de manzana”. ¿Eso qué peligros puede traer?
- Nosotros hicimos un estudio de simulación donde reproducimos la tormenta del 2 de abril pero con una ciudad en la que cada manzana se transformaba en un bloque de cemento, es decir sin patios ni pulmones de manzana. Y el resultado es que la inundación hubiera sido del doble de agua, por no tener dónde ir más que por las calles.
Con lo cual si la tendencia fuera a eliminar pulmones de manzana y los espacios donde puede acumularse agua, el día de mañana si tuviera una lluvia como la que tuvimos pasaríamos de tener, por ejemplo, 1,50 de inundación a 2 metros.
Si se hiciera un análisis de conjunto no debería haber excepción que valga, sobre todo con estos antecendentes.
- ¿Cuál es tu sensación a dos años del desastre y de las muertes, sabiendo que fuiste uno de los que advirtió que esto iba a pasar y comprobando que se sigue mirando para otro lado en vez de ir por una solución de fondo?
- Todos estos años sentimos que fuimos el pájaro de mal agüero, que siempre anunciamos lo malo que iba a pasar. Y en parte es así, porque sabemos que tener un diagnóstico errado y un mal inventario no es inspirador de soluciones.
Pero esto también debería ser visto como una oportunidad de hacer una ciudad mejor, innovando a nivel arquitectónico y reurbanizándola. Tenemos una ciudad universitaria, centro de materia gris y de desarrollo de ideas. La Plata es cuna de la investigación en hidráulica junto con Santa Fe. ¿Cómo no vamos a poder resolver este problema?
Sin dudas tenemos un problema grave y los que han sido responsables de lo que pasó tendrán que pagar sus culpas. Pero también pensemos en el futuro y en cómo podemos transformar una ciudad que se inunda en una ciudad mejor y más linda.
Nos quisieron decir que en la última década se nos fueron solucionando todos los problemas. Pero claramente en temas de infraestructura no tenemos nada solucionado, estamos en pañales. Las cosas más elementales no las tenemos. Con todo lo que falta hacer y con lo que hay que mantener ya tendríamos trabajo para todos los argentinos.
Tras la conversación con Romanazzi sólo resta recordar que desde el año 1991 la ciudad de La Plata es gobernada por el mismo personal político, sin solución de continuidad. El actual ministro de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, Julio Alak, fue el dirigente menemista y duhaldista que estuvo al frente de la intendencia entre 1991 y 2007. Y desde entonces la Municipalidad está manejada por su hijo político, Pablo Bruera. Los “responsables de lo que pasó”, como dice el ingeniero Romanazzi, son personajes conocidos que, hasta el momento, siguen detentando el poder como si nada hubiera pasado.

Daniel Satur
@saturnetroc

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