sábado, 11 de abril de 2015

El espionaje inglés a la Argentina



Fuera Milani

Salvo por la repercusión escandalosa que ha tenido en la tapa de los diarios, las revelaciones del diario online inglés The Intercept sobre el espionaje británico en la Argentina no son especialmente novedosas. Sin embargo, recuerdan la injerencia permanente y sistemática del imperialismo sobre la vida nacional. De los informes suministrados por el ex espía norteamericano Edward Snowden, que The Intercept ha trabajado desde el principio, se desprende que el JTRIG (Joint Threat Research and Intelligence Group) ha ejecutado en el país operaciones encubiertas en redes sociales e intervenido comunicaciones militares y de seguridad.
The Intercept indica que la JTRIG “ha desarrollado herramientas para plagar Internet de información falsa (…) manipular encuestas online, inflar artificialmente la cantidad de personas que visitan determinadas páginas o amplificar los pedidos de sanción en YouTube para videos con contenidos que no les favorezcan”.
En principio se debe señalar que los servicios extranjeros no operan aquí en territorio hostil; muy por el contrario, tienen la colaboración sistemática del espionaje local e incluso de los gobiernos nacionales. Si se recuerda que durante la guerra de Malvinas se le siguió pagando la deuda externa a Londres, que la banca inglesa seguía operando en el país e incluso que la flota de Margaret Thatcher fue reaprovisionada por buques cisterna que partieron del puerto de Bahía Blanca, se ve hasta qué extremos puede llegar esa colaboración. El vínculo de “Jaime” Stiuso con la CIA y el Mossad no era un asunto personal: la Side vive orgánicamente de esa ligazón con los servicios extranjeros. Jorge “Fino” Palacios, el comisario de confianza de Mauricio Macri, también es hombre de confianza del espionaje extranjero, y el jefe del gobierno porteño llegó al colmo de declarar públicamente que el Mossad le había recomendado poner a Palacios al frente de la Metropolitana. De los cables revelados por WikiLeaks se desprende que la principal fuente de información de los espías extranjeros son los espías locales y también distintos funcionarios del gobierno.
El gobierno K, muy locuaz en otros menesteres, se llamó a silencio. Ocurre que la revelación de Snowden lleva por sí a una pregunta básica: ¿y el general César Milani? La inteligencia militar, que él maneja, tiene un presupuesto de 600 millones de pesos anuales, y recibió un incremento del 30 por ciento en el último ejercicio. La alternativa es sencilla: Milani es un inútil o es cómplice de los servicios extranjeros. Si solo es lo primero, ya alcanza para exigir que se vaya. Es elemental que no puede estar al frente de la inteligencia militar si le pasan elefantes entre las piernas sin que se dé cuenta. Pero queda claro que no se trata sólo de eso: el espionaje de Milani es el del Proyecto X, la persecución a militantes sindicales, de organizaciones sociales, de la izquierda, a periodistas molestos.

A. Guerrero

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