viernes, 17 de abril de 2015

Estados Unidos-Irán: un acuerdo que augura nuevas crisis políticas



El principio de acuerdo entre Washington y Teherán acerca del plan nuclear iraní es el corolario del fracaso de la política de sanciones del imperialismo. Aunque éstas dañaron severamente a la economía persa, no lograron impedir el avance del plan de enriquecimiento de uranio. La otra alternativa, un ataque militar, implicaba la apertura aventurera de un nuevo frente militar en la región. Obama ha confesado el fracaso de la política de sanciones y la inviabilidad de un ataque militar, defendiendo como única opción las negociaciones con la diplomacia persa. En los hechos, las potencias imperialistas se ven forzadas a reconocer el derecho de Irán al desarrollo de la energía nuclear.
No obstante, el impacto de siete años de sanciones europeas y treinta años de sanciones yanquis también empujaron a los iraníes a la mesa de negociaciones. "Queríamos que, además de las centrifugadoras, también la rueda de la economía volviera a girar" (La Nación, 4/4), dijo el presidente Rohani. El empobrecimiento de las masas iraníes -incluyendo una inflación del 40% anual- es el caldo de cultivo de un fuerte malestar popular contra el régimen teocrático. Aunque los 'conservadores' habrían recuperado peso en la Asamblea de Expertos que designa al ayatollah supremo (ídem, 23/3), la línea 'reformista' de Rohani prevalece y las negociaciones gozan del aval clave del ayatollah Khamenei, una suerte de bonaparte islámico. El levantamiento de las sanciones es también una oportunidad de negocios para el capital europeo y yanqui. Teherán ha llamado a las compañías petroleras extranjeras a regresar al país, aunque éstas vacilan por la precariedad del pacto (Le Monde, 5/3). Una recomposición de las exportaciones, sin embargo, podría acentuar el problema de sobreproducción mundial y presionar aún más los precios a la baja.

Divisiones y contradicciones

El principio de acuerdo constituye una derrota para un sector del partido republicano y para Netanyahu, que intentaron dinamitar las negociaciones. Tanto Israel como Arabia Saudita temen que Irán les quite espacios como potencias regionales. O, como hipotetiza el columnista británico Robert Fisk, que con el tiempo los desplace como "policía del Golfo" de Estados Unidos "como lo fue bajo el reinado del Sha" (Página/12, 4/4). En la coalición contra el Estado Islámico, el principal aporte de tropas terrestres -y también en materia aérea- procede de Teherán. Los choques entre Obama y Netanyahu se extienden a la cuestión palestina, dado que ha vuelto a discutirse la posibilidad de negociar el establecimiento de algún tipo de pseudoestado palestino. Las consecuencias de la operación militar Plomo Fundido de 2014 y el avance de la colonización han transformado a los barrios árabes de Jerusalén, a Cisjordania -donde hubo una ola de huelgas contra los sueldos atrasados impulsada por sindicatos estatales afines a la propia Autoridad Palestina- y a Gaza -nuevamente cercada por el cierre de los túneles y devastada por la invasión- en un barril de pólvora. Bajo el pretexto de que debe incorporarse en el acuerdo el "derecho de existencia del Estado de Israel", Netanyahu ha relanzado una ofensiva para frustrar el preacuerdo firmado en la ciudad suiza de Lausana (en cambio, el diario israelí Haaretz habla de un buen acuerdo).
La relación de Obama con Teherán está lejos de ser idílica. Por caso, la batalla por la recuperación de la ciudad iraquí de Tikrit abrió un contrapunto entre las tropas yanquis e iraníes. Más aún, con el apoyo logístico yanqui, Arabia Saudita dirige una coalición militar de las monarquías árabes (excepto Omán) y Egipto que desarrolla una intensa campaña de bombardeos para evitar el triunfo de la rebelión de los hutíes en Yemen, que están ligados a Irán. Los bombardeos de la aviación saudita han impedido la derrota definitiva del régimen yemení. La rebelión de los hutíes, una vertiente del chiísmo, cuenta entre sus aliados al ex presidente Saleh, que debió dejar su cargo durante las movilizaciones de la Primavera Arabe. Los campos políticos que chocan en Yemen no tienen ninguna progresividad política y apuntalan las tendencias a la desintegración del país. Yemen es una vía de conexión estratégica entre el Mar Rojo y el Océano Indico.

Junio

El 30 de junio es el plazo límite para arribar a una reglamentación del convenio y a un acuerdo definitivo, que en términos generales establece una postergación de las ambiciones atómicas de Irán a cambio de un levantamiento de las sanciones económicas. No está claro cómo se operativizará este bosquejo. Los iraníes quieren un levantamiento total e inmediato de las sanciones, en tanto que las potencias occidentales apuestan a levantarlas gradualmente, conforme Irán cumpla los compromisos pautados. De esta manera, se reservan un grado de injerencia a través del organismo internacional de la Energía Atómica (OIEA). En Estados Unidos, un elemento doméstico puede enturbiar el proceso: los republicanos dominan el Congreso, y anunciaron que "persistirán en exigir un derecho de aprobación sobre cualquier acuerdo final con Irán. Se trata de una propuesta de ley que obligaría al líder demócrata a otorgar al Congreso este derecho" (ídem). Si esta iniciativa prospera, a Obama le queda la vía del veto. En definitiva, la materialización del acuerdo deberá pasar todavía la prueba de nuevas crisis políticas.

Gustavo Montenegro

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