Entre la militancia, la docencia y la intervención cultural, Vinelli reabre el debate sobre la alternatividad y pone en tensión los prejuicios sobre este tipo de comunicación
En su reciente libro La televisión desde abajo, la periodista argentina Natalia Vinelli, licenciada en Ciencias de la Comunicación y docente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), expone la historia de la televisión alternativa, popular y comunitaria en la Argentina, a partir de una exhaustiva investigación. La autora, que además es fundadora de Barricada TV – www.barricadatv.org, un medio comunitario del Canal 5 de Almagro- brinda lineamientos para entender la transformación televisiva popular, a la vez que propone un pensamiento revolucionario.
Entre la militancia, la docencia y la intervención cultural, Vinelli reabre el debate sobre la alternatividad y pone en tensión los prejuicios sobre este tipo de comunicación. En un contexto en el que el poder mass mediático –en manos de grupos económicos concentrados nacionales y trasnacionales- sigue amenazando como una filosa herramienta de opresión, su obra resulta de lectura imprescindible para la militancia.
-¿Cómo surgió tu interés por la TV?
-Dentro de lo que fue mi carrera universitaria nunca me interesó la televisión como soporte. En los 90, en el marco de una intervención vinculada a la militancia junto con algunos compañeros, comenzamos a relacionarnos en un trabajo político cultural con grupos de cine militante. Entonces me pregunté si alguien lo había hecho antes que nosotros. En ese momento no sabía que eso era una pregunta que me llevaría a hacer una investigación de diez años que, al mismo tiempo, se objetivó en Barricada TV como el resultado tangible de todo ese proceso.
-¿Pensás que son excluyentes las nociones de lo alternativo, lo popular y/o lo comunitario, comunmente utilizadas para caracterizar a la televisión que se produce “desde abajo”?
-No, creo que se complementan. El tema es dónde se pone el énfasis.Sin embargo, hay un elemento que sí define a este sector y que lo separa de las pequeñas empresas comerciales o de los canales públicos, estatales o no estatales, y es la propiedad del medio. Cuando se analiza la propiedad, y ésta es popular y comunitaria, cuando es de una organización social y no hay un patrón ni un empleado, creo que allí ya podemos hablar de este tipo de medios.
-¿Es una tarea educativa construir este tipo de televisión?
-Sí, en los términos de una educación popular no bancaria. Existe un rol concientizador, si se quiere, una función de educación popular, de organización social, intervención política y movilización.Fundamentalmente, es importante proponer otra pantalla que tenga como objetivo más elevado la construcción de una nueva subjetividad.
-Tu libro describe los cambios que se dieron en la TV alternativa durante los años 70s-80s hasta la actualidad. ¿Podrías darnos un adelanto?
-Algunos cambios tienen que ver con coyuntura política, mientras que los tecnológicos se relacionan con el dominio del aire y la tecnología analógica, y hay otros que tienen que ver con los instrumentos legales que regulan esta actividad. Cuando ves en el tiempo son 25 años de intentos. Muchos fracasaron o fueron excesivamente breves, pero eso no los hace una experiencia menor. Me parece que la comunicación alternativa no se mueve en el corto plazo. Todo esto es parte de un proceso general que se da en el marco de la construcción un proyecto político transformador.
-¿Cómo ves el fenómeno en la actualidad?
-A través de la movilización se logró un marco legal que es más amigable con este tipo de medios, pero al mismo, la vigencia de la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual (Ley 26.522) o su aplicación parcial profundizó algunas dificultades tecnológicas y desigualdades de clase entre los medios que tienen dinero y los medios que no lo tienen. La Ley tiene 5 años pero no fue aplicada de manera completa, no se hizo el plan técnico y no se llamó a un concurso que realmente garantizara el 33% para los medios “sin fines de lucro”, como la ley nos menciona.
Hace poco, nos anunciaron que se iban a presentar en los próximos meses concursos para baja potencia y alta potencia, con fines de lucro y sin fines de lucro. En ese caso, pensamos que como parte del campo popular tenemos que asumir ese concurso de manera colectiva. No es poca cosa que potencialmente te pueda ver toda la Ciudad de Buenos Aires.
-¿Por qué es importante que el Estado financie estos proyectos y no solo las organizaciones sociales?
-Al Estado hay que exigirle. No es lógico regalarle a los sectores dominantes, sin ningún tipo de demanda, el financiamiento de este tipo de comunicación, de la misma manera que hay que exigir salud y educación pública, vivienda digna. Es un derecho que el Estado tiene que garantizar. Siguiendo el esquema de pensamiento de la democracia representativa burguesa -y haciéndolo jugar a mi favor-, desde la idea de diversidad, el Gobierno tiene que garantizar que todas las voces puedan acceder al relato público.
-¿Cómo se hace para que no se imponga el proyecto político sobre el proyecto comunicacional?
-La primera cuestión es superar la tendencia a pensar que todo lo que está en comunicación tiene que ser propaganda. Es decir, entender que estos espacios son parte de un planteo de medios y de políticas culturales destinadas a sectores más amplios que un sector de la militancia. En el libro debato mucho esto. Hay pequeños medios construidos, pero no hay medios masivos en manos de los trabajadores y del pueblo. Nosotros tenemos que apuntar a eso, a la construcción de poder popular. La deuda hoy está en lo masivo, ahí es donde hay que perfilar todos nuestros cañones.
-¿Por qué es necesario revertir las imágenes que se muestran en la TV hegemónica?
-Prendés la TV y es una sumatoria de estereotipos constantes, lo cual es político e ideológico, porque tiene que ver con la forma de ser y estar en el mundo, con la construcción de valores: qué es importante, cómo ser feliz. Pensamos que hay que adelantar aquí y ahora el mundo que soñamos y las relaciones sociales que queremos tener entre nosotros.
-¿Es una cuestión de formato o de contenido?
-Creo que es un poco de las dos cosas. Lo primero que modificás es el contenido porque la agenda es diferente, pero también algo de la forma, ya que al no tener patrones ni empleados, la forma de hacer periodismo es distinta. Al haber cambio de roles, se rompe con la “estrella televisiva”. Un integrante puede dirigir, hacer cámara y colocar los enchufes. La forma de funcionamiento del medio que se plasma sobre la pantalla.
-¿Cómo sería este tipo de comunicación en el socialismo?
-Creo que debería tener una función crítica, promover la intervención activa de la gente en la resolución de sus problemas y colaborar en la construcción de esos hombres y mujeres nuevas. Es importante encontrar el lugar de la crítica, de la propuesta, de la intervención, en una lógica democrática participativa revolucionaria.
-¿Entonces, en un país socialista necesariamente tendría que tener más peso la TV alternativa?
-Debería tenerlo. Se puede ir mucho más atrás y encontrar en la figura de Bolívar toda una propuesta alrededor de la comunicación. Él viajaba con una imprenta cargada en una mula porque decía que la prensa era la artillería del pensamiento. Todo esto nos debería servir para pensar cuál es el tipo de TV que tenemos, qué queremos hacer ahora y a qué tenemos que apostar después.
Marina Pérez Damil
Resumen Latinoamericano
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