martes, 7 de abril de 2015

Fernández, Kicillof e Itzcovich esconden a los pobres



Los altos (y no tanto) funcionarios del gobierno cada vez más nerviosos por las evidencias sobre la manipulación de las estadísticas públicas. No sólo encubren el “dibujo” de las cifras oficiales, sino el ajuste en curso que arroja a cada vez más personas debajo de la línea de la pobreza.

En septiembre de 1994, la investigadora del Conicet Susana Torrado criticó la tasa de desocupación oficial. Sentenció: “el Rey está desnudo”. Se refería a que la tasa de desocupación en alza dejaba ver el ajuste neoliberal en curso durante el primer gobierno de Carlos Menem.
Enterado de la crítica, Domingo Cavallo, ministro de Economía de ese entonces, le respondió “que se vaya a lavar los platos”. La respuesta “científica” del ministro Cavallo no sólo destilaba una gran dosis de misoginia frente a la crítica de la investigadora, sino que denotaba la desesperación oficial frente a la evidencia de los hechos: el “modelo” de la convertibilidad era una máquina de crear desocupados.
¿Qué nos dice que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, el ministro de Economía, Axel Kicillof y el director interventor del INDEC, Norberto Itzcovich, hagan agua al defender la interrupción de la publicación de los índices de pobreza?.
La última publicación de los índices oficiales de pobreza e indigencia se realizó el 29 de octubre de 2013. En esa oportunidad el INDEC presentó cifras para el primer semestre de 2013 que indicaban que 4,7% de las personas (3,7% de los hogares) estaban en situación de pobreza y 1,4% eran indigentes (1,5% de los hogares) en los 31 aglomerados urbanos relevados por la Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
La mentira oficial es tan ostensible que, en las regiones históricamente más relegadas del país, las estadísticas públicas registran prácticamente la eliminación de la pobreza y la indigencia.
En el noroeste del país (Gran Catamarca; Gran Tucumán-Tafí Viejo; Jujuy-Palpalá; La Rioja; Salta; Santiago del Estero-La Banda), la incidencia de la pobreza, de acuerdo a los datos oficiales, afectó a 4,3% de las personas (3,6% de los hogares). La indigencia fue prácticamente eliminada con tasas cercanas a cero. Lo mismo se repite en el noreste del país (Corrientes; Formosa; Gran Resistencia; Posadas). Allí, aunque la pobreza comprendía a 8,7% de las personas, la tasa de indigencia fue menor a 2%.
En el Gran Buenos Aires la pobreza también se estaría extinguiendo. En el primer semestre de 2013, afectaba a 4,7% de las personas (3,7% de los hogares) y la indigencia a 1,6% (1,7% de los hogares), siguiendo siempre la ficción oficial.
La realidad es bien distinta. Según datos elaborados por la Comisión Técnica de ATE del INDEC, en el primer semestre de 2014, la pobreza alcanzó a 25,5% de las personas en los aglomerados urbanos relevados por la EPH. Esos datos contrastan ampliamente con el “dibujo” de la intervención del INDEC.
Que varios altos funcionarios no puedan responder seriamente frente a la simple pregunta de “¿Cuántos pobres hay?” deja en evidencia que la realidad está cada vez más alejada del “relato”.

Argumentos disparatados

El oficialismo argumenta que la implementación del nuevo Índice de Precios al Consumidor Nacional Urbano (IPCNu) no permite continuar con la estimación de la incidencia de la pobreza y la indigencia, dado que el lanzamiento de la nueva metodología no fue acompañada por la estimación de canastas utilizadas para esos cálculos.
La discontinuidad de la publicación de los índices condujo a funcionarios de primera línea del gobierno, como Aníbal Fernández o Axel Kicillof, a decir todo tipo de disparates.
Para el ministro de Economía el índice de pobreza “es una medida bastante estigmatizante”. El funcionario también atacó al 10% de los trabajadores (los sindicatos hablan del 15%) que pagan el impuesto al salario. Muchos de los trabajadores que pagan ese impuesto tienen ingresos cercanos a la canasta familiar estimada en $12.200 por la Comisión Técnica de ATE del INDEC para diciembre de 2014. Hay que decir que la canasta familiar es una medida de lo que se necesita para llegar apenas con lo justo a fin de mes. El ministro sí que conoce el oficio de “estigmatizar”.
Los argumentos disparatados de los altos funcionarios requirieron de la “rueda de auxilio” de Norberto Itzcovich, el director del INDEC. Con la autoridad que le da ser el jefe de la patota que recorre los pasillos del organismo estadístico, publicó una nota en Ámbito Financiero (un diario de gran trayectoria “progresista”) en la que dice que hay muchas formas de medir la pobreza. Es cierto. Tanto como que el método utilizado tradicionalmente por el INDEC bajo su dirección, si no sufriera la manipulación, registraría 25,5% de personas pobres en los aglomerados urbanos, un guarismo que se acerca al 26,9% del segundo semestre de 2006, previo a que la intervención empezara a hacer ampliamente de las suyas. Después de una “década ganada” los guarismos se mantienen prácticamente inalterados.
Como le habíamos respondido a Kicillof, los trabajadores de la junta interna de ATE del INDEC volvimos a hacerlo al Director de la Intervención.

Disfraz progresista y ajuste ortodoxo

El oficialismo busca disfrazar de progresista el “dibujo” de las estadísticas. Lo mismo hizo cuando comenzó la intervención del INDEC, acusando a los que denunciábamos la manipulación de ser funcionales al FMI y los bonistas. La verdad quedó expuesta cuando el nuevo IPCNu fue consensuado por el kirchnerismo con el FMI.
A eso le siguió el acuerdo con el Club de París, el CIADI (un tribunal imperialista en el seno del Banco Mundial) y la recompensa a Repsol en agradecimiento por el saqueo petrolero. El gobierno rindió así pleitesía al altar de las finanzas internacionales y a los especuladores en la búsqueda de un retorno a los “mercados”.
La actual manipulación de los índices de inflación y otros indicadores, como así también la interrupción de la publicación de las tasas de pobreza e indigencia, tienen el objetivo de esconder el ajuste ortodoxo que el ministro de Economía se puso al hombro con su “sintonía fina”.
Las consecuencias de la devaluación de enero del año pasado, la inflación, los tarifazos en la mayoría de los servicios públicos y el “ancla salarial” aplicada en las paritarias de 2014 están cayendo sobre las espaldas del pueblo trabajador.
El enfriamiento de la economía es reconocido hasta en las manipuladas estadísticas oficiales. El Estimador Mensual Industrial (EMI) registra una clara tendencia recesiva y en febrero mostró una caída interanual de 2,2%. El Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), en su última publicación de enero, exhibe a la economía estancada.
En el cuarto trimestre de 2014, la tasa de desocupación fue 6,9% cuando un año antes se ubicaba en 6,4%. Son 837 mil trabajadores sin ocupación en los aglomerados urbanos relevados por la EPH. Esas cifras podrían ser más altas. Es que la caída de los ocupados no es reflejada en la tasa de desocupación gracias a la “magia” de la intervención del INDEC.
Con la recesión económica, el año pasado se extendieron las suspensiones y despidos, principalmente en la industria automotriz. Los “indomables” de Lear se plantaron frente a la prepotencia patronal. En Donnelley los trabajadores respondieron al intento de vaciamiento con la toma y puesta en funcionamiento de la planta gráfica. Entre muchos otros casos, hubo luchas contra la pérdida de puestos de trabajo en Calsa, Shell y Honda. Ahora, la gráfica WorldColor está en conflicto en reclamo del pago de salarios y contra el riesgo de vaciamiento.
Es sintomático de la situación laboral el hecho que los guarismos oficiales tomen nota del incremento del trabajo no registrado (en “negro”). En el cuarto trimestre de 2014, el empleo no registrado (en “negro”) se incrementó, llegando al 34,3% de los asalariados. Un año antes era 33,5%.
Con el método inflacionario, gobierno y patronales erosionan el salario. El Observatorio del Derecho Social de la Central de Trabajadores de la Argentina (que responde a Pablo Micheli) en su informe anual de 2014 sobre “Negociación Colectiva, Conflicto Laboral y Mercado de Trabajo” indica para ese año una reducción del salario real de 3,8% en el promedio general. Es la pérdida más importante desde la crisis del 2001.
A no apresurarse con tildarlos de opositores. La CTA de Hugo Yasky ratifica esa realidad. Según el Centro Cifra, perteneciente a la CTA oficialista, la inflación fue 36,8% en 2014, de lo cual deduce una caída del salario real de 4,8%.
En este panorama de pérdida de puestos de trabajo y caída del salario real es lógico que cada vez más trabajadores caigan en situación de pobreza en función de sus ingresos. La gran mayoría de la clase obrera está lejos de alcanzar la canasta familiar. La EPH indica que, en el cuarto trimestre (octubre-diciembre) de 2014, el 90% de los ocupados (es decir, 9,8 millones de personas) tenían ingresos menores a los $12.000. Es más, el 50% de los ocupados (5,4 millones de personas) no alcanzaba a superar los $5.500 de ingresos (menos de la mitad de la canasta familiar).
Como hizo Domingo Cavallo en los ’90, el kirchnerismo se enoja con los números. Para que el “Rey no esté al desnudo” lo disfraza con el ropaje de utilería proveniente de la manipulación estadística.

Pablo Anino
Delegado de la Junta Interna de ATE | Ministerio de Economía
Ana Laura Lastra
Delegada de la Junta Interna de ATE-INDEC | Dirigente de la Agrupación Marrón Clasista

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