El 21 de abril de 1964, hace 45 años, desapareció en la selva argentina el fundador de Prensa Latina, Jorge Ricardo Masetti
El presente latinoamericano, donde sin dudas los niveles de conciencia y organización populares resultan vitales en los cambios positivos que experimenta el continente, no nació de la nada. Hay detrás de cada etapa de luchas un sedimento histórico que no debe ser pasado por alto si en verdad queremos entender y asumir la actual evolución de los acontecimientos. Historia en la cual, por lo general, relucen personalidades que no vacilaron en entregarlo todo por lo que creyeron lo más acertado, consecuente y digno dentro del tiempo vivido. Justo por eso son ejemplos permanentes.
Ese es el caso del periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, el Comandante Segundo del brote guerrillero en la región de Salta. Masseti nació hace ocho décadas, en mayo de 1929, en el Gran Buenos Aires, en el seno de una familia de descendencia italiana.
Fue de los primeros periodistas extranjeros en visitar al grupo guerrillero, que liderado por Fidel Castro, operaba en la Sierra Maestra contra la dictadura pro norteamericana de Fulgencio Batista, y fue desde allí que surgió la estrecha relación con su legendario compatriota Ernesto Che Guevara.
En su testimonio de aquellos días, publicado con el título Los que luchan y los que lloran, y luego del bombardeo militar contra un poblado campesino, se interrogaba Masseti qué hacía él en medio de aquella masacre con el lapicero en la mano, cuando lo que debía era tomar un fusil y luchar contra un régimen asesino y violento como el imperante en la Isla.
Al triunfo de la Revolución, el vertical periodista viajó a La Habana y se convirtió en fundador y director de la Agencia de Noticias Prensa Latina, surgida como uno de los primeros voceros de los pueblos latinoamericanos frente a la tiranía mediática de Washington y sus lacayos regionales.
Sin embargo, el combatiente revolucionario que bullía en su interior le impulsaba a nuevos escalones en la lucha de liberación regional.
En coordinación con el Che, fundó el Ejercito Guerrillero del Pueblo, el cual formaría parte del gigantesco esfuerzo a favor de la independencia regional.
Masetti, convertido en el Comandante Segundo, ingresó con su destacamento en la provincia argentina de Salta en septiembre de 1963, y se internó en la región de Orán, limítrofe con Bolivia, para poner en marcha el proyecto revolucionario.
En marzo de 1964 se produjo un decisivo encuentro con la Gendarmería argentina, la cual se apoderó de un campamento insurgente ubicado en La Toma, detuvo a cinco personas, e incautó provisiones y armas.
Los que no fueron detenidos en esa acción se reagruparon y Masetti ordenó a varios de sus acompañantes desplazarse en busca de alimentos y pertrechos, mientras él marchaba a la selva con la idea de consolidar el foco guerrillero.
El 21 de abril, hace por estos días 45 años, el jefe guerrillero entró en la jungla para no aparecer jamás.
Según su compatriota y también mártir Rodolfo Walsh: “Masetti no aparece nunca. Se ha disuelto en la selva, en la lluvia, en el tiempo. En algún lugar desconocido el cadáver del Comandante Segundo empuña un fusil herrumbrado.”
Su gran premio, podríamos agregar nosotros, es presenciar desde su verde tumba que América Latina no cejó, y que el sueño de liberación es cada días más tangible y cierto.
Néstor Núñez
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