lunes, 20 de abril de 2009

Dengue: ¿Epidemia natural o ataque bactereológico?


Según destacó la ministra de Salud, “todos los infectados de la provincia de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe son importados; dos nuevas muertes en Chaco” “Así, tanto el gobierno bonaerense como el porteño ofrecieron sendas conferencias de prensa para brindar los últimos datos sobre el avance del mal y especificar las tareas desarrolladas para evitar que el mal pueda tener origen local”. El gobierno de Argentina reconoció hoy que el país está sufriendo un grave brote de dengue, pues hay unos 5.500 infectados en 19 provincias del país, aunque negó que se pueda hablar de una epidemia.
¿Puede ser esto una epidemia real de características naturales o un ataque bacteriológico?

Antecedentes de ataques bacteriológicos por EEUU

La primera acción conocida de la CIA fue en 1962 en que trató de introducir una enfermedad que afecta a tortugas de mar. Desde entonces se ha documentado ataques cada uno o dos años, 25 ataques en 40 años.
Entre los más conocidos y devastadores están la introducción en 1971 de la fiebre porcina que resultó en la matanza de medio millón de puercos, y la introducción en 1980 del dengue hemorrágico que enfermó a 350.000 cubanos y mató a 158.
Uno de los ataques más recientes ocurrió en 1996 cuando un avión de los EEUU sobrevoló Cuba y dispersó un insecto llamado trips palmi que destruyó la cosecha de papas en varias provincias.
Entonces Cuba consideró tener suficientes de pruebas para plantear una acusación ante las Naciones Unidas, la primera desde el convenio de 1972 contra la guerra biológica. Pero no se pudo seguir con el caso ya que los EEUU no accedieron a que la investigación se realizara en territorio estadounidense, y no había tal mecanismo en el convenio. Fue un preludio a la negación de los EEUU el verano del 2001 a firmar un mecanismo de control para el convenio contra la guerra biológica, quiere decir la posibilidad de inspeccionar a fábricas y exportaciones.
La biotecnología despegó en Cuba cuando científicos cubanos produjeron interferón en sólo seis semanas durante una epidemia de dengue que estaba matando a docenas de personas, muchas de ellas niños. Este fue un momento histórico, cuando la biotecnología fue capaz de responder a lo que muchos creían que era bioterrorismo americano.
La sospecha de que el dengue fue introducido en Cuba por la CIA recibió mayor credibilidad tres años después por medio del testimonio del jefe de uno de los más asesinos grupos terroristas cubano-americanos, Eduardo Arocena de Omega 7, durante su juicio por varias acusaciones, incluyendo el asesinato de un diplomático cubano en Nueva York.
Como se reportó por esa época en The New York Times, “el Sr. Arocena declaró en el juicio que había visitado Cuba en 1980 en relación con una misión para introducir algunos gérmenes en el país”. The New York Times no reportó lo que Arocena dijo a continuación: que lo que él había introducido en Cuba en esa misión “produjo resultados que no eran los que esperábamos, porque nosotros pensamos que se iban a utilizar contra las fuerzas soviéticas y fue usado contra nuestra propia gente, y con eso no estábamos de acuerdo”.
El presidente Carter, durante su administración no sólo mantuvo el bloqueo económico sino que consintió que la CIA desatara atentados bacteriológicos contra la isla provocando la epidemia del dengue tipo 2, cuando la actividad epidémica había sido erradicada del suelo cubano.
La Fundación Nacional Cubano Americana, radicada en Miami, que de sus arcas salió el financiamiento para promover agresiones contra los niños cubanos y que muchos de sus integrantes participaron directa e indirectamente en la guerra bacteriológica contra Cuba.
Una de esas agresiones, por ejemplo, la del dengue hemorrágico, provocó la muerte a 101 niños cubanos y afectaciones a decenas de miles de ellos. ¿Manifestó, entonces, la FNCA preocupación por ellos? No. Simplemente, las víctimas fueron objetivos de su “ansia por liberar” a Cuba.

La preparación en Argentina

En Argentina, las operaciones de todo tipo contra esta nación gozan de un raro beneficio que hace necesario en otros países “operaciones especiales”; ONG´s de la CIA; y un sinfín de artilugios ilegales para que el amo del norte consiga sus objetivos.
Este beneficio se llama “facilismo entreguista”; una rara afección que sufre la clase dirigente del stablishment argentino, y todo el que sube a alguna cuota de poder, que resulta rápidamente contagiado.
Así fueron posibles, por ejemplo, los atentados israelíes contra su propia embajada o la mutual AMIA.
También se facilita, sin reparos legales, la entrada y salida de tropas extranjeras como y cuando quieran. Justo en la zona de la Triple Frontera opera una unidad especial de los marines norteamericanos. Su objetivo militar es el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue.
En 2002, el grupo de elite de la milicia norteamericana casualmente, trabajaba en el control del dengue en la provincia de Misiones, merced a un acuerdo con las autoridades provinciales y bajo la cobertura del Plan Vigía de control y vigilancia de las enfermedades infecciosas, que financió el Banco Mundial y ejecutaba el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación”. En ese marco, los infantes de marina norteamericanos se proponen seguir luego hacia Formosa y finalmente, hacia la Capital Federal. ¿Para propagarla?
El llamado “Componente II” del Plan Vigía está orientado a prevenir enfermedades “prioritarias”, entre las que destaca el dengue, especialmente el de tipo hemorrágico, que puede tener consecuencias letales. El Ministerio de Salud emitió recientemente un documento donde asegura que unos cuatro millones de argentinos se encuentran en situación de “alto” y “muy alto riesgo de contraer la enfermedad”.
En 2003, un despacho de “Misiones on line”, firmado por Pedro Oviedo, daba cuenta de la firma de un convenio entre el gobierno provincial y “un grupo de elite del ejército norteamericano conocido como Marines (que) tiene la delegación más importante de Sudamérica instalada en la ciudad de Lima”.
Según la página de la embajada norteamericana en Perú, se trata del Destacamento Naval de Investigación Médica de los Estados Unidos (NMRCD, es su sigla en inglés), “que fue establecido en Lima, Perú, en 1983 mediante convenio suscrito entre la Marina del Perú y la Marina de Estados Unidos”, aparentemente para investigar “enfermedades infecciosas de interés común”. El NMRCD “es un destacamento del Centro Naval de Investigación Médica (NMRC), con sede en Forest Glen, Maryland, Estados Unidos y constituye una agencia de apoyo a la Embajada de los Estados Unidos en el Perú”.
El NMRCD asentado en el puerto peruano de El Callao cuenta con un sofisticado laboratorio para la detección de las enfermedades epidemiológicas como dengue, tuberculosis, mal de Chagas o fiebre amarilla.
Según el texto, transparente, de la propia embajada norteamericana en Perú “el NMRCD tiene como objetivo la conducción de investigaciones sobre enfermedades infecciosas que afectan la salud humana en Centro y Sudamérica (principalmente en la región andina y la cuenca amazónica), particularmente aquellas de importancia para la actividad militar”. Por si existieran dudas reitera más abajo que la meta número 1 es “determinar y establecer prioridades en cuanto al peligro de que enfermedades infecciosas afecten a fuerzas militares”.
O, más claro aún: “La misión de NMRCD es identificar amenazas infecciosas de la enfermedad de importancia militar en Perú y países circundantes en la región sudamericana y determinar los medios más eficaces de diagnosticar y prevenir estas enfermedades para reducir al mínimo su impacto en las capacidades operacionales del combatiente en la guerra”. Pura ayuda humanitaria, como puede apreciarse.
Un objetivo estratégico que debía “ignorar”, probablemente, Telmo Albrecht, entonces, ministro de Salud de Misiones, que considera el convenio “favorable para la provincia”.
Porque los marines “nos van a aportar todos los reactivos, tecnología y todo lo que el laboratorio de Iguazú necesite para ser un centro de referencia epidemiológico para el diagnóstico”. La “ayuda” comprende asimismo que Débora López, una bioquímica de Iguazú, viaje a Lima para trabajar “durante dos meses en la base militar”.
A cambio, las autoridades misioneras se comprometieron a proveer al NMRCD información “sobre todos los casos posibles de dengue, tanto los positivos como los sospechosos y a qué tipo de cepa corresponden (I-II-II o IV)”, así como “toda la información epidemiológica que tengan sobre casos de la enfermedad que se detecten en el territorio provincial en general y en la ciudad de Puerto Iguazú en particular”. (Puerto Iguazú, casualmente, es una de las ciudades de esa Triple Frontera que desvela a los servicios secretos norteamericanos por tratarse de un presunto “santuario de terroristas”.
Esta no es la primera vez que efectivos militares norteamericanos desembarcan en Argentina con presuntos fines “sanitarios”. A mediados de los ochenta, por ejemplo, se instaló en Azul un laboratorio del ya desaparecido Centro Panamericano de Zoonosis (CEPANZO). Según un médico del conurbano, “ex trabajadores del establecimiento recuerdan que ‘había milicos norteamericanos por todas partes’. Es que en ese centro se realizaron pruebas con virus recombinantes de rabia y viruela, supervisados celosamente por guardia militar estadounidense. El proyecto era secreto hasta que se produjeron fugas accidentales que ocasionaron graves consecuencias en la población”.
La inusitada presencia de efectivos militares estadounidenses en la región; la proliferación de informes -siempre falsos- de acciones de terrorismo internacional desde la Triple Frontera; los infundados cargos contra la comunidad árabe; los continuos ejercicios combinados de las fuerzas militares del Imperio con las regionales con pretextos tan infantiles como el de enseñar a los marinos argentinos a combatir el dengue en Misiones, ¿nunca le resultó sospechosa a nadie?


Carlos Dilitio en Kaos en la Red

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