lunes, 20 de abril de 2009

HAITÍ: el hambre es más grave, un año después.


PUERTO PRÍNCIPE, 20 abr (IPS) - Un año después de que los disturbios en Haití por los aumentos en los precios de los alimentos ocuparan titulares en todo el mundo, las condiciones para muchos de los pobres de este país del Caribe se han agravado.
Niñas y niños mueren de desnutrición, y la agricultura, de la que dependen para su supervivencia la mayoría de los 8,7 millones de habitantes, sólo se ha recuperado en parte de las devastadoras tormentas que azotaron este país en el otoño boreal pasado.
La macroeconomía luce engañosamente bien. La inflación registró en marzo uno de los niveles más bajos en varios años. Los precios de los alimentos importados disminuyen desde septiembre, y en los últimos días cayeron por debajo de los niveles de abril de 2008, cuando se desataron los disturbios. Pero nadie celebra esto en las áreas más pobres de Haití.
En el centro de distribución de alimentos calientes en el barrio Delmas, de Puerto Príncipe, cientos de niños y adultos hacen fila para recibir un plato de arroz con salsa de carne.
Este programa de asistencia, financiado por la organización estadounidense What If Foundation, sirve unos 1.500 almuerzos todos los días. Para muchos de los beneficiados, es su única comida. El plan se lleva a cabo desde hace nueve años, y los coordinadores siguen viendo un aumento de las personas en necesidad.
En el norte de Puerto Príncipe, en el barrio pobre de Cité Soleil, personal médico del hospital de St. Catherine Laboure constató un incremento en el número de niños ingresados por desnutrición severa, así como un aumento general de casos de desnutrición en la sala pediátrica.
A fines de marzo, en un hospital de la organización Médicos Sin Fronteras en la meridional ciudad de Martissant, se recibieron dos casos de desnutrición severa procedentes de la sudoriental comunidad de Baie d'Orange.
En ambos, las madres debieron viajar con sus hijos varias horas, primero a pie y luego en autobús, para llegar al sanatorio. Uno de los niños, de dos años de edad, llegó demasiado tarde. Cuando fue internado estaba hipotérmico y sufría dolores intensos, con lesiones e infecciones. Murió poco después.
Una averiguación aleatoria entre los pequeños comerciantes de Puerto Príncipe lleva a esta conclusión: tienen que comprar los productos a precios altos y venderlos más caros aun, y pocas personas pueden adquirirlos para su consumo. Casi no hay ganancias.
"Los precios pueden bajar, pero si las personas no tienen dinero en sus bolsillos, no lo sentirán", explicó el economista Kisner Pharel.
Dos grandes tormentas azotaron este país en agosto y septiembre, matando a unas 700 personas y causando daños estimados en 1.000 millones de dólares, casi una décima parte del magro producto interno bruto haitiano.
Siete meses después, la agricultura de Haití está aún lejos de recuperarse. Se estima que la cosecha de este invierno será 20% inferior a la del año anterior. En algunas áreas, los granjeros han comenzado exitosamente la temporada de cultivo en forma temprana, pero
muchas familias campesinas no tienen la misma posibilidad.
Los grandes lagos dejados por las tormentas persisten en Gonaives, en el norte, y en Miragoane, en el sur, obligando a los viajantes y transportistas a hacer grandes desvíos cuando se trasladan de un lugar a otro. Decenas de hogares, granjas y cultivos permanecen bajo agua.
En Baie d'Orange, la comunidad en la que 26 niños y niñas habrían muerto de desnutrición en un solo mes el otoño boreal pasado, las cosas parecen mejorar. Los agricultores predicen una buena cosecha este año, pero por ahora la desnutrición moderada y severa continúan.
La dificultad de la recuperación puede explicarse también en parte gracias a un estudio divulgado el año pasado por el Programa Mundial de Alimentos y el Centro Nacional para la Seguridad Alimentaria de Haití.
El informe describe estrategias de supervivencia comúnmente usadas entre los 2,8 millones de haitianos víctimas de inseguridad alimentaria. Entre éstas se destacan la venta de animales, la reducción del consumo de alimentos, la tala de árboles para la producción de carbón, el consumo de semillas y de cosechas aún no maduras, todas medidas desesperadas que
pueden contrarrestar cualquier efecto positivo de una caída de los precios o de un crecimiento de la economía.
"Algunas familias viven con menos de 50 centavos por día", dijo el economista Pharel, además influyente comentador de la radio haitiana y presidente de una empresa consultora. "No estamos hablando de pobreza. Estamos hablando de extrema, extrema pobreza. Aun obteniendo crecimiento económico, será muy difícil sacar a estas personas" de esa situación,
añadió.
El economista propuso la introducción en Haití de un programa similar a los llamados Oportunidades, en México, y Bolsa Familia, en Brasil, en los cuales los hogares pobres reciben asistencia financiera a condición de que los hijos asistan a la escuela y sean vacunados, con lo que, en teoría, se reduce el hambre y se mejora la salud pública y el desarrollo mental de
los niños, estimulando la economía desde su base.
Pharel dijo estar cansado de que el gobierno haitiano pida ayuda extranjera. No obstante, coincidió en al menos un punto con la primera ministra Michelle Pierre-Louis, quien participó días atrás en Washington de una conferencia de donantes para Haití: este país necesita una gran mejora en infraestructura para estimular las inversiones, el desarrollo y la creación de empleos.
Los donantes respondieron con la promesa de 324 millones de dólares para los próximos dos años, un tercio más de lo que había pedido Pierre-Louis. Estados Unidos se comprometió con 57 millones de dólares: 20 millones para infraestructura, otros 20 millones para alivio de la deuda y 15 millones para asistencia alimentaria.

Amy Bracken

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