viernes, 17 de abril de 2009

Entrevista con Rodrigo Granda, integrante de las FARC-EP: La voz de un soldado del Ejército del Pueblo


Rodrigo Granda, señalado por el gobierno colombiano como el “Canciller de las FARC-EP”, fue secuestrado el 13 de diciembre de 2004 en Caracas, para luego ser trasladado a Colombia, operación en la que participaron corruptos oficiales de la Guardia Nacional venezolana, en conjunto con los aparatos de inteligencia del Estado colombiano y estadounidense. El gobierno narco-paramilitar de Uribe dijo entonces que Granda fue capturado en Cúcuta.
“Las autoridades colombianas –dice el propio Rodrigo Granda- partían del supuesto que al presentarme como terrorista y narcotraficante ‘capturado en la ciudad colombiana de Cúcuta’, se anotarían un rotundo triunfo en su lucha contra las FARC-EP. De ahí sus esfuerzos por hacerme aparecer como el Canciller de nuestra Organización y Comandante de primera importancia en las filas guerrilleras, negándome de paso la condición incontrovertible de sencillo soldado de la revolución.”
El hecho generó una disputa diplomática cuando el presidente Chávez, luego de tener las informaciones precisas sobre el secuestro, reclamó el respeto a la soberanía de Venezuela por parte del régimen uribista. En junio de 2007 el revolucionario fariano fue excarcelado a petición del presidente de Francia, Nicolás Sarkozy.
Luego de una corta estancia en Cuba para hacerse atender por problemas de salud, Rodrigo Granda decidió retornar a la montaña para seguir combatiendo en las filas FARC-EP por los objetivos trazados por esta organización revolucionaria.
Sorteando un sinnúmero de dificultades, producto principalmente del control tecnológico-militar establecido por el régimen colombiano, con apoyo de EEUU e Israel, para vigilar y atacar a la guerrilla y sus integrantes, el contacto con Rodrigo Granda pudo establecerse.
Por fin, gracias a la magia de las nuevas tecnologías de la comunicación, se pudo llevar adelante un diálogo profundo y aleccionador con este soldado de las FARC-EP.
Camarada Rodrigo Granda: ¿Cuáles son tus orígenes? ¿De dónde provienes tú? ¿Cómo te vinculas a la lucha revolucionaria en Colombia?
Soy un colombiano como cualquier otro, una persona del montón, nacido en un pueblito del occidente de Antioquia.
Mi padre fue un hombre multifacético que ejerció como alcalde, como profesor universitario. Era pintor y además fabricaba instrumentos musicales, violines. Podía utilizar sus conocimientos tanto para la cuestión de hacer carreteras o acueductos. Él era un hombre producto también de su época.
En estos momentos yo ya soy un hombre que va para los 60 años. Imagínese entonces mi padre cuántos años tendría si viviera. Estamos hablando de un siglo atrás, de la Colombia aquélla.
Mi madre nació en un lugar aristocrático, de padres terratenientes.
En ese medio ambiente de la Colombia rural es de donde yo provengo.
A la edad de 13 ó 14 años por primera vez salgo a una gran ciudad. Antioquia, como Departamento, estaba, digamos, prácticamente incomunicada porque no habían carreteras, la red vial era mínima. Incluso los vehículos eran muy escasos y lo que se utilizaba eran mulas o caballos para trasladarse de un lugar a otro.
Ese es mi origen, fundamentalmente.
En la cuestión académica yo no tuve la oportunidad de hacer el estudio formal. He sido un autodidacto que me he formado al fragor de la lucha revolucionaria. Primero dentro de la Alianza Nacional Popular que surgió en la década de los 70 cuando al general Rojas Pinilla le roban las elecciones durante el periodo del Frente Nacional.
Como este movimiento no llenaba las expectativas de lo que yo creía y buscaba, ingreso entonces por el año 1972 o 1973 a las filas del Partido Comunista. Más tarde, a medida que fui adquiriendo conocimiento del marxismo leninismo y debido también a que en Colombia se cerraban todos los espacios políticos para uno manifestarse, comencé a mirar con mucha simpatía la cuestión del movimiento insurgente y me llamó poderosamente la atención que las FARC se reclamaban marxistas-leninistas. Entonces, con la militancia política a nivel del Partido Comunista y la cuestión de cierta identidad programática entre estas organizaciones, presionado por situaciones muy complicadas, ingreso a la guerrilla para proteger mi vida.
¿Por qué la ideología marxista-leninista de las FARC te llamó la atención?
Porque yo comencé a leer de dónde procedían los males en la sociedad, cómo era ésta situación de la lucha de clases, qué papel jugaban los Estados y a preguntarme por qué en nuestro país, siendo tan rico, la mayoría de los campesinos, de los obreros, de los estudiantes vivían en la miseria.
En Colombia jamás se ha permitido la protesta. En el año de 1970, cuando Rojas Pinilla le gana las elecciones al señor Misael Pastrana Borrero, el papá de Andrés Pastrana, ese día, a las 12 de la noche, mi casa, en el bajo Cauca, fue allanada y yo fui hecho prisionero por parte del ejército colombiano. Yo era para entonces un muchacho, demasiado joven, y yo no sabía, ni tenía todavía conciencia de lo que se estaba produciendo en el país.
El Estado colombiano consideraba que podía haber algún alzamiento para que la gente hiciera respetar el triunfo de Rojas Pinilla en las urnas.
Uno iba ganando conciencia. Va viendo que hay un régimen excluyente y que ese Estado protege a una minoría que todo lo absorbe, que no deja la expresión democrática del pueblo colombiano, que persigue a la gente cuando tiene ideas muy claras de los males que se sufren.
Entonces, la represión es tremenda y en ese sentido uno dentro de la cuestión del marxismo va viendo que realmente la cuestión social se mueve por la lucha de clases, que hay una clase explotadora que manipula, que se hace con el Estado y ese Estado entonces saca sus leyes, saca sus gentes para protegerse, para defenderse y para explotar al resto de la sociedad. Uno va llegando, en el análisis, a la conclusión que sin derribar ese Estado es imposible crear una nueva sociedad. Y el socialismo significa, digamos, salto de calidad en la cuestión de carácter social y eso no se hace con reformas solamente. Eso se hace destruyendo todo un régimen que ha creado la burguesía para su dominación de clase. Si uno se pone a hacer retoques sociales, obviamente que en cualquier país del mundo lo dejan hacer política libremente. Pero si una persona comienza a tener realmente conciencia de que ese Estado hecho por la burguesía hay que destruirlo, pues obviamente que ya uno es considerado enemigo público y lo buscan. En el caso colombiano el Estado lo busca para asesinarlo.
Como integrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo ¿qué puedes decir sobre ésta organización que permita a las personas comprenderla en su verdadera dimensión? Del mismo modo ¿qué significado tienen para ti las FARC-EP?
Las FARC surgen como un movimiento del pueblo y para el pueblo frente a la agresión del Estado.
El Estado colombiano a finales de 1940 declara una guerra contra el pueblo. Las elites del poder en Colombia comienzan a perseguir a los liberales, a los comunistas. Esta gente era asesinada en campos y ciudades. La sangre corrió como ríos en Colombia y frente a esa violencia desatada por las altas esferas de poder, los campesinos, los obreros se organizaron en un movimiento guerrillero. Primero como un movimiento de resistencia y luego, a través de su desarrollo, se convierte en un movimiento que adquiere las dimensiones de Ejército del Pueblo que siempre se va transformando.
No podemos hablar de las FARC como un movimiento guerrillero clásico. En lo fundamental, nosotros le hemos añadido la palabra Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejército del Pueblo para significar que tenemos el embrión de un ejército revolucionario, con un mando único, con todas sus estructuras a nivel nacional, que pueda contar con armamento de apoyo, que pueda tener armamento antiaéreo, que tenga ingenieros, pilotos de barco, pilotos de aviones, que tenga especializaciones en todos los órdenes. Entonces ya no se puede hablar de una guerrilla clásica, sino más bien de un ejército. Algo muy parecido a lo que hizo Ho Chi Minh en Vietnam. Es la construcción de un verdadero Ejército del Pueblo.
Este Ejército del Pueblo a nivel de las nueve conferencias que ha hecho y de los plenos del Estado Mayor, ha tenido un proyecto muy claro desde el punto de vista político que se inicia con el Programa Agrario de los guerrilleros. Pero este mismo programa se ha ido nutriendo cada vez más hasta crear una plataforma y un nuevo programa para llevar adelante cambios sociales en profundidad en el país. Por decirte algo: en cuanto al modelo de desarrollo económico nosotros estamos en contra del neoliberalismo, en contra del desarrollo capitalista del país; pero nosotros consideramos que podemos avanzar hacia una revolución que permita, digamos, el tránsito al socialismo y más allá del socialismo a una sociedad nueva, al comunismo. De igual manera, por ejemplo, consideramos que el ejército colombiano, el ejército oficial, debe ser reconvertido y volver a los orígenes de lo que fue el ejército en la época de Bolívar, estructurado para cuidar la soberanía nacional, para garantizar la felicidad y estar al servicio del pueblo.
Necesitamos también una nueva reforma educativa y urbana en el país. Se requiere una nueva forma de hacer política a nivel internacional, respetando la autodeterminación de los pueblos, su soberanía. Buscamos la integridad latinoamericana y caribeña.
Pensamos en la más amplia democracia para nuestro pueblo. Requerimos una reforma a la justicia que impida lo que se ha hecho hasta ahora, es decir amparar la impunidad en el país. Creemos que los crímenes de lesa humanidad y los crímenes de Estado deben ser castigados.
Debemos buscar un arreglo al problema del narcotráfico en Colombia que se expande y perjudica a la juventud, no solamente de América Latina, sino de países como Estados Unidos y muchos de Europa.
Nuestra concepción en cuanto a un nuevo Estado revolucionario es absolutamente nítida.
En el fondo del conflicto colombiano está el problema de la tierra. En este momento nuestro país tiene 45 millones de hectáreas de tierra que pudieran ser cultivadas, de las cuales solamente 17 millones están dedicadas algunas a la ganadería y otras a los cultivos. Los paramilitares se han apoderado de 5 millones de hectáreas del país. Entonces, fíjese usted que las comunidades indígenas, las minorías étnicas y el campesinado han sido desplazados por una política neoliberal que destruye a la economía agraria.
El problema del desplazamiento en Colombia es enorme en estos momentos. Hay cuatro millones de desplazados internos y más o menos un millón, un millón quinientos mil personas que han tenido que abandonar el país. En el mismo Ecuador algunos datos, que yo creo son bastante conservadores, hablan que se encuentran allá quinientos mil compatriotas colombianos pasando las dificultades más enormes a pesar del afecto y del cariño que el pueblo del Ecuador les ha brindado. Igualmente sucede hacia Venezuela donde la revolución bolivariana a abierto sus brazos a estos compatriotas nuestros que han sido perseguidos, en el Brasil, otro tanto y muchos de ellos han tenido que irse para Europa a vivir ahora en medio de una crisis mundial tan aguda, pasando penurias infinitas por allí, discriminados por la xenofobia que es absolutamente tremenda en Europa y además perseguidos porque los tildan muchas veces de ser colaboradores de una organización terrorista, porque así nos califica la Unión Europea en una forma infame.
A propósito de esta calificación de terroristas que la Unión Europea y principalmente los Estados Unidos han dado a las FARC-EP, la misma que se ha fijado profundamente en la mente de muchas las personas ¿qué piensa Rodrigo Granda sobre esto?
Esa es una manipulación que no es nueva. Para descalificarnos en la década de los 60 se emplearon los términos de bandoleros, asaltantes de camino, ex presidiarios y gente sin escrúpulos. Así descalifica el Estado colombiano, en este caso, a quienes nos hemos alzado en armas, porque no nos ha quedado otro camino para conquistar la paz y la democracia en Colombia.
Pero fíjese que después de que se cansaron de repetir ese estribillo de bandolero, para la década de los 80 el embajador norteamericano en Colombia, Lewis Tamb acuña el término de narco-guerrilla. Este sujeto que era uno de los hombres que se encargaba de organizar los envíos de cocaína de Colombia, con tránsito en Costa Rica, hacia los Estados Unidos y que luego de venderla allá, la CIA, con estos dineros del narcotráfico financiaba la contrarrevolución en Nicaragua.
La propaganda de los Estados Unidos y el Estado colombiano tratan de fijar este término dentro y fuera de Colombia. Incluso muchos sectores de la izquierda revolucionaria llegaron a creer que era cierto que las FARC era una organización narcotraficante y que ya nosotros como FARC éramos el cuarto cartel mundial de la droga. Eso lo empastillaron, digamos, lo convirtieron como en una pastilla para tomar y esa fue la matriz de opinión que vendieron.
Cuando se les acabó el cuento de la narcoguerrilla entonces comienzan, después del 11 de septiembre de 2001, a decir que nosotros somos narcoterroristas. Fíjese usted que Uribe se somete inmediatamente a la política del señor Bush apoyando la invasión a Irak. Uribe, asimismo, ve perfectamente bien que Israel bombardee la Franja de Gaza y además trata de jugar ese mismo papel. Ellos son los terroristas.
¿Quién bombardeó el sagrado territorio del Ecuador? Ese es un acto de piratería internacional, es un acto de terrorismo hecho por ellos.
Nosotros tenemos muy claro y hemos definido el terrorismo como cualquier acción aislada de las masas con el ánimo de producir pánico. Nosotros no estamos aislados de las masas. Si existimos como Ejército del Pueblo es exactamente por nuestros vínculos con el mismo pueblo, que es el que nos protege. Ninguna guerrilla pudiera existir en el mundo entero como un aparato aislado de las masas.
De pronto se han cometido, digamos, algunos actos que no son los más adecuados y que puedan dar la impresión que es terrorismo. Nosotros creemos que no.
En la formulación teórica general de las FARC nosotros condenamos el terrorismo, venga de donde venga, y tenemos una concepción muy clara: todo con las masas, nada con las masas y nada de aventuras. Entonces, nosotros no caemos en ese tipo de situaciones como una orientación genérica de la dirección de las FARC.
Ahora, “condenar el terrorismo, provenga de donde provenga” ¿no es caer en el mismo juego del discurso de los que detentan el poder, principalmente los propagandistas del pentágono? Digo esto porque generalmente en los discursos de los sectores denominados progresistas, de los pacifistas y de esa gente que políticamente aparece como correcta, se señala que todo tipo de violencia es mala y por eso hay que condenarla. Por ende, todo “terrorismo” es malo, provenga de donde provenga y así esta expresión ha servido para descalificar a las FARC y ha servido también para descalificar a otras organizaciones revolucionarias como por ejemplo ETA, en el país vasco.
Es que por eso hay que ver dos cosas diferentes.
Una cuestión es la utilización de la violencia. No toda persona que utiliza la violencia es un terrorista. Nosotros estamos en la lucha armada como una lucha legítima, como una guerra justa contra la tiranía, como una guerra que debe abrir las compuertas para la toma del poder, para poder hacer los cambios que nuestro país requiere y necesita urgentemente.
A nosotros no se nos dejó ninguna otra vía. Nosotros hacemos uso legítimo del derecho universal a la rebelión y estamos hablando que estamos en la conformación de un Ejército del Pueblo y, claro, nos enfrentamos al aparato militar del Estado. Ahí no puede hablarse de terrorismo. Son dos ejércitos que tienen una confrontación.
Hay que diferenciar además el terrorismo de lo que es el sabotaje. El sabotaje tiene un momento en la lucha revolucionaria que cumple un papel muy importante. Supongamos que se diera una insurrección armada y que haya una fuerte ofensiva militar de la guerrilla. En ese momento es absolutamente justo, digamos, hacer actos de sabotaje para permitir el aceleramiento de las condiciones hacia la toma del poder.
El terrorismo como acciones aisladas viene siendo discutido desde épocas anteriores, como en los tiempos de Lenin, y fue supremamente aclarado en cuanto a que son actos de una persona sin trabajo de masas o grupos aislados sin un trabajo de carácter político. Nosotros somos un movimiento político-militar y condenamos este terrorismo.
Ahora, el terrorismo que lo practica el imperialismo, el Estado y la burguesía colombiana es condenable, absolutamente condenable. Nosotros vemos que esto es una de las situaciones que ellos tratan de implementar, ese terrorismo para tratar de aislar a los revolucionarios de la actividad de las masas.
¿Cómo se expresa en Colombia ese terrorismo de Estado? A nivel del paramilitarismo. Estas organizaciones, que son creadas por el Estado colombiano, llegan al campo, se lanzan en contra de la población civil. Si alguien le ha dado un vaso con agua a un guerrillero, inmediatamente le caen los paramilitares, los sacan de su casa, cogen la motosierra y lo descuartizan. Porque ellos parten del hecho que mata a uno y asusta a cien mil. Ésta es la forma en que ellos actúan. Y es terrorismo también cuando bombardean pueblos, cuando bombardean aldeas, cuando encarcelan sin una cuestión jurídica de fondo a miles de compatriotas nuestros y es terrorismo también lo que ellos hacen cuando ponen a nuestro pueblo a morir de hambre en muchas partes.
Las industrias mediáticas al servicio de los grupos de poder han acusado a las FARC-EP de ser una organización dedicada al secuestro. Esta sería razón suficiente para calificarles como terroristas, criminales. ¿Cuál es la postura de ustedes en relación a esto?
Nosotros no hablamos de secuestro. Hablamos de retenciones, en cumplimiento de lo que aquí en las FARC llamamos la ley 002.
Esta ley fue sacada por las FARC cuando estábamos en San Vicente del Caguán y por ella, quienes posean unas utilidades superiores al millón de dólares, sean personas naturales o jurídicas, empresas nacionales o extranjeras, tienen obligatoriamente que pagar un impuesto del 10% para la paz de Colombia.
¿Qué ocurre si en los Estados Unidos se viola la ley impositiva o en Europa? Allá, quien desfalque al fisco o no cumpla las cuestiones fiscales, sencillamente se le mete a la cárcel.
Nosotros somos el germen de un nuevo Estado. Hemos legislado en esta materia que si una persona o una empresa que sabemos que tienen utilidades superiores al millón de dólares, se le reconviene para que cancele ese dinero a las FARC. Si no lo hace, indudablemente puede ser retenida y llevada a nuestras cárceles del pueblo.
Las FARC-EP no tiene estructuras carcelarias determinadas. Por ende las tenemos en la alta montaña. Entonces allí llevamos a la gente. Cancela su impuesto y recobra su libertad. Por eso nosotros no hablamos de secuestro.
Ahora, en la confrontación propiamente militar se producen prisioneros de ambas partes. La mayor cantidad de prisioneros que tiene las FARC, son prisioneros de guerra. Han caído en las ciudades, son la gente que salen a cumplir alguna tarea como correos de la organización o gente que sale enferma y que es retenida en las alcabalas del ejército o que, de una u otra manera, son señalados por los “sapos”, como decimos en Colombia, que les acusan de pertenecer a nuestra organización guerrillera. Entonces, nosotros consideramos que todos estos son prisioneros de guerra. Igualmente, nosotros en combate hemos vencido al ejército colombiano y les capturamos policías, soldados, oficiales, suboficiales, agentes del DAS, agentes de la inteligencia, caídos en operaciones de carácter militar. También agentes de alguna potencia extranjera.
¿Usted recuerda a los gringos que estuvieron en poder de las FARC? Gente que volaba en una aeronave que fue derribada en un área de guerra. Ellos estaban haciendo inteligencia militar, como espías, y, obviamente, fueron hechos prisioneros de guerra.
En Colombia los prisioneros de las FARC están sentenciados a penas de 60, 80 y hasta 100 años, cuando la pena máxima es de 40 años. Pero las acumulan. Así mucha gente, bajo montajes, para lo cual se prestan los jueces y la fiscalía nacional, no tiene ni defensores. Están en condiciones infrahumanas en las cárceles del Estado colombiano. No tienen ningún derecho y de ellos nadie se acuerda. Muchos han sido incluso sacados de sus casas en algunas partes y han permanecido como ignorados, en cierta medida desaparecidos en vida. Hasta ahora nos damos cuenta de algunos prisioneros que los encontramos en cárceles separadas, 5, 6 años que no teníamos noticias de ellos. Entonces esta gente nuestra, la única forma que pueden volver a su hogar natural es por intermedio del intercambio humanitario.
En casi todas las guerras, incluyendo la Primera y la Segunda Guerra Mundial, el conflicto entre Palestina e Israel, los mismos Estados Unidos que canjearon sus agentes por los de la República Democrática Alemana o por soviéticos que estaban en su poder, es más, incluso los Estados Unidos han hecho intercambios para repatriar restos de la gente que estaba en Vietnam, se ha producido el canje humanitario.
Mientras exista la guerra en Colombia es una necesidad para los ejércitos, para el gobierno colombiano y para la organización guerrillera, las FARC, hacer este intercambio humanitario.
Nosotros no hablamos de secuestro, hablamos de retenciones de carácter económico de acuerdo a nuestra ley vigente 002, porque además son el Estado colombiano y son los ricos, los detentadores del poder quienes impusieron la guerra contra el pueblo y las masas. Nuestro pueblo no tiene dinero y la guerra que nos impusieron la tienen que pagar ellos. Son ellos los que tienen la plata.
¿Cómo se financió Simón Bolívar en la Guerra de Independencia? El ordenaba expropiar a grandes latifundistas, comerciantes, banqueros; incluso expropió bienes de la iglesia. Entonces, nosotros hacemos la ley 002 para que se pague ese impuesto para la paz en Colombia.
En cuanto a la situación de esos prisioneros también se ha espectacularizado y se ha dicho que las condiciones en las que viven son verdaderamente infrahumanas, que pasan encadenados. ¿Qué nos puedes decir sobre eso?
Pues mire usted que hace poco volvió y recobró la libertad, por una cuestión soberana de las FARC, el señor Alan Jara y él explicaba al país y al mundo que nunca fue torturado en las FARC. Que si aquí utilizamos a veces cadenas, indudablemente lo hacemos contra nuestra voluntad y por factores de seguridad en las condiciones de la selva, cuando avanza el enemigo.
Ahora si usted pudiera tomarle una foto a nuestro camarada Simón Trinidad. A él le esposan desde el cuello, las manos, la cintura, los pies y los tobillos y lo hacen para cebarse sobre él. Yo también estuve unos diítas en la cárcel y a mí para moverme incluso de un patio a otro, me ponían una cadena en el cuello, en las manos y en los pies. Y cuando me movían de un aeropuerto a otro, en los helicópteros que además iban llenos de ejército y de señores del INPEC (Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario), me llevaban totalmente amarrado. Ellos no pueden alegar cuestiones de seguridad porque las cárceles colombianas, como la de Combita o la cárcel modelo de Bogotá o la cárcel doña Juana o la cárcel de Valledupar si son verdaderas fortalezas, hechas a imagen y semejanza de las cárceles norteamericanas, construidas por el mismo buró de prisiones de los Estados Unidos, donde hay guardias absolutamente preparados para movilizar la gente al interior y entre una y otra ciudad. Igualmente, estos búnkeres tienen sensores, tienen concertinas, tienen cuestiones eléctricas, tienen cámaras de vigilancia y tienen además enmallados eléctricos. Y sin embargo, a nosotros, a los prisioneros del Estado colombiano, a los insurgentes colombianos, se nos trata con esas cadenas, se nos trata con esas esposas y se abusa de nosotros para tratar de humillarnos.
Ahí el mundo pudo ver las fotos de toda la gente que ha sido liberada. Ninguno ha salido con grado de desnutrición, ni con golpes, ni con heridas producidas a nivel de la tortura como si se ha hecho con guerrilleros de las FARC y del ELN que han perdido a veces un ojo, las manos y algunos han quedado incluso inválidos. Eso no está en el pensamiento de las FARC.
Nosotros respetamos la dignidad humana y tratamos de hacer lo mejor, en medio de las condiciones de la selva, por atender a cualquier prisionero, no permitiendo que se les falte al respeto a sus creencias religiosas, políticas, su modo de pensar. Y así instruimos a nuestros guerrilleros.
Nos diferencia en esto una alta cuestión humanitaria y es esencia nuestra, del humanitarismo revolucionario. Creemos tener, y lo practicamos, principios altruistas. Hemos sido vejados y por eso sabemos que siente una persona cuando se le trata de humillar. No está en los planes nuestros, ni como personas, ni como organización, tolerar estas situaciones para cualquier persona que por uno u otro motivo tenga que estar como nuestro prisionero político o por la cuestión de detención en caso de infringir la ley 002 de las FARC.
¿Rodrigo Granda fue capturado en Colombia o fue secuestrado en Venezuela?
Yo fui víctima de un secuestro de Estado. Ni la fiscalía colombiana, ni ningún juez de la República le han metido mano a este delito abominable, menos todavía cuando se habla que es un Estado el que hace este tipo de cuestiones violando primero los tratados y acuerdos internacionales, fuera de eso violando la soberanía de un país hermano como Venezuela. Todo eso se lo pasó por la faja el señor Uribe.
Entonces, el secuestro esta totalmente demostrado que se produjo en la ciudad de Caracas, el 13 de diciembre del 2004. Eso está absolutamente claro. En su debida oportunidad la Corte Penal Internacional, a la cual nosotros no reconocemos, pero resulta que esos son tratados dentro de Estados y entonces ellos tienen que someterse a la leyes que ellos mismos crearon, hicieron y los tratados que firmaron, esa Corte Penal Internacional tendrá que llamar al señor Álvaro Uribe Vélez a que responda por ese secuestro, como igualmente tendrá que comparecer allí el vicepresidente Santos que bien conoce como fue la cuestión de mi secuestro, el actual Comandante de la Policía, el General Oscar Naranjo y lo mismo que el narcotraficante del DAS, muy amigo del señor Uribe, el señor Jorge Noguera que también supo como planificaron todo esto y está el señor Echavarría, que para entonces era Ministro de la Defensa. Ellos hicieron toda la cuestión de la planificación y de la inteligencia, junto con agentes de la DEA y de la CIA de los Estados Unidos y algunos corruptos de la Guardia Nacional venezolana.
Esa fue una operación multinacional que creían podía pasar impunemente. Usted recuerda que incluso se produjeron algunos incidentes y la frontera entre Colombia y Venezuela fue cerrada por más de dos meses. Inclusive la gente que en Venezuela participó, la de la Guardia Nacional, están siendo juzgados por traición a la Patria y me enteré hace tres, cuatro días que el señor Omar Rodríguez, un periodista que se encontraba conmigo el día de mi secuestro, fue llamado nuevamente por la fiscalía a declarar en la ciudad de Caracas, en la República Bolivariana de Venezuela.
Las investigaciones sobre esto continúan y no hay ninguna duda para mí, como no la hay para la mayoría de los colombianos y venezolanos, que estamos frente a un secuestro de Estado.
¿Cuáles son los elementos que permiten afirmar que eso fue un secuestro en primer lugar y luego qué es lo que evitó que Rodrigo Granda sea ejecutado por esos aparatos de seguridad, por los secuestradores?
Yo comienzo por lo segundo. Era evidente que el Estado colombiano quería capturar a lo que ellos llamaban un “pez gordo” dentro de las FARC para presionar la cuestión del canje de prisioneros o la entrega de la señora Ingrid Betancourt o de los gringos a cambio de un alto dirigente de las FARC.
A mi modo de ver, ellos se equivocaron. Pensaron que yo era un hombre muy importante dentro de las FARC y resulta que yo soy simplemente un combatiente como cualquier otro. El día siguiente a mi secuestro, ya las FARC habían nombrado mi reemplazo. No había en eso ningún problema de que se continuara con el trabajo revolucionario que la organización me había asignado en ese momento.
Ahora, los mismos agentes que me secuestraron en Caracas dijeron que ellos venían haciéndome un seguimiento desde hacía bastante tiempo y ya en Ecuador yo había sido víctima de dos intentos de secuestro. Ellos me dijeron que incluso habían gastado en toda la operación, 3 millones de dólares, incluyendo la cuestión ya de la última fase de mi sacada de Venezuela. No me ejecutaron, a pesar de que hicieron esto bajo el nombre de paramilitares.
El gobierno colombiano había mandado unas avanzadas al mando del general Cruz Curtidor, este grupo estaba ubicado en Maracay, en el Estado de Aragua. Fueron capturados por la policía venezolana y entonces ésta gente estaba encargada también de sacarme no de Caracas, sino del Estado de Aragua. Ellos estuvieron detenidos y la respuesta que les dieron a los venezolanos era que estaban tras “Jabón”, el narcotraficante Wilmer Valera que mataron en Mérida. Entonces intervino el régimen colombiano. El gobierno venezolano accedió a soltarlos y después de que los sueltan es que se dan cuenta que estaban también en la operación contra mi persona en Caracas.
Esta situación está absolutamente demostrada en la fiscalía, sino que la impunidad en Colombia es absoluta y más cuando se trata de un jefe de Estado. Por eso se están agotando otros espacios frente a una justicia sometida y controlada por el mismo señor Uribe.
Se me olvidada mencionarle, además, que para el momento del secuestro uno de los hombres que tuvo una participación directa fue Camilo Osorio que para entonces era el Fiscal General de la Nación en Colombia y un hombre vinculado al paramilitarismo. Este hombre es el que ha engavetado durante años todas las investigaciones contra el general Rito Alejo del Río, hoy prisionero, pero que el señor Camilo Osorio había absuelto. Este sinvergüenza, porque no hay otro término más decente para catalogarlo, sigue desempeñando las funciones de embajador de Colombia en México. Pero la fiscalía colombiana le tiene además unas investigaciones en curso por la cuestión de apoyo a grupos paramilitares.
En algunos países de América Latina las industrias mediáticas y determinados sectores políticos vinculados a la derecha están utilizando para atacar a sus opositores o aquellos que no les conviene políticamente, la acusación de ser colaboradores o de tener vínculos con las FARC ¿Qué piensa Rodrigo Granda sobre eso? ¿Podría citar algún caso en particular?
Como en todas las dictaduras, incluyendo las del Cono Sur, partiendo por las que se ejecutaron en Argentina o la de Augusto Pinochet en Chile, siempre han utilizado el mismo método de persecución contra los revolucionarios. Hay colaboración de la policía, de los organismos secretos.
Usted recuerda que para el Cono Sur y, en general, para algunas partes de América Latina se hizo un plan de exterminio de revolucionarios por fuera de las fronteras de donde estos fueran. En aquella época se le bautizó con el nombre de Plan Cóndor para América Latina. Así fueron ejecutados unos chilenos en Uruguay o uruguayos en la Argentina o en Chile.
En Colombia hay lo que se llama una cancillería del terrorismo que, con el mismo criterio que el ejército colombiano, viola la frontera con en el Ecuador, penetra y bombardea ese país, mata a un ciudadano ecuatoriano y a unos mexicanos. Teniendo en cuenta la doctrina del señor Bush que habla de una soberanía limitada, el pequeño führer colombiano, el señor Uribe, se cree con la potestad de intervenir en cualquier lugar del mundo no solamente contra los revolucionarios colombianos, sino contra cualquier persona de otro país que tenga simpatías ideológicas con las FARC.
Pongamos por caso lo que sucede en Dinamarca. Hace poco acaba de concluir un juicio. Esa gente lo que ha hecho es mostrar su simpatía por la guerrilla colombiana y ha cumplido un deber internacionalista de recoger, recolectar algunos fondos para mandar a los luchadores palestinos y a las FARC a la que le donaron creo que unos 1800 o 3800 dólares. Ese es un gesto. Con 3800 dólares no se alcanza uno ni a comprar un fusil, pero es una demostración de solidaridad con todo un pueblo que lucha contra la mayor ofensiva militar contraguerrillera del hemisferio occidental. Y fíjese que a ellos les persiguen, como se persigue por ejemplo ahora en España, en México, en Costa Rica, en la misma Argentina o donde haya cualquier problema. Hasta al mismo Ecuador ha llegado a presionar la cancillería del terrorismo de Estado Colombiano, para expulsar a la gente de las FARC. Afortunadamente Correa se ha parado bastante firme y al no haber relaciones esto se ha frenado un poco.
Pero fíjese, por ejemplo, que la cancillería colombiana va con un carta pasos de información a Chile para acusar a ciudadanos de ese país de colaboración con las FARC. El truco que ellos utilizan es primero hablar con las autoridades de cada uno de los países, llevan un dossier completo y a la vez que están hablando con el gobierno oficialmente, por debajo de la mesa filtran la información a los medios masivos de comunicación para presionar a los gobiernos para que capturen gente nacional que está, de una u otra manera, con cierta simpatía de carácter ideológico a las FARC. Eso es lo que está haciendo la cancillería colombiana.
Pero además, Uribe se plegó a la “guerra infinita” contra el terrorismo, entonces ya se cree como una potencia que puede hacer lo que le da la gana en América Latina y en el mundo. Es que este hombre se ha convertido en un delirante, en un loco. Ahora no solamente nos busca en todo el planeta tierra sino que nos aconsejó que compráramos una nave y nos fuéramos para Marte o para Saturno y creo que hasta por allá ya tiene preparado cómo ir por nosotros. Eso es una cuestión ridícula. Él puede venir, ponerse las botas de campaña y penetrar a la selva al frente de su ejército a ver si puede cogernos de la correa y llevarnos ahí a Bogotá esposados, como acostumbra el ejército colombiano.
En Ecuador, por ejemplo, el defenestrado Lucio Gutiérrez ha lanzado una campaña contra el gobierno de Rafael Correa acusándolo de tener vínculos con las FARC y con el narcotráfico ¿Qué conoces sobre este personaje que en un momento apareció como un hombre inclusive de izquierda y progresista?
Hay algunos farsantes que no pueden tener su careta mucho tiempo. Lucio Gutiérrez se presentó frente al pueblo del Ecuador, frente a la izquierda revolucionaria del continente como un revolucionario. Es más, en forma digamos maquiavélica, usurpó el nombre de sociedades patrióticas que fueron utilizadas por los revolucionarios en la época de la Independencia y en muchas partes se hizo pasar incluso como el Chávez del Ecuador y manejaba un discurso de izquierda.
Este es un hombre que para mi tiene obligatoriamente que estar vinculado con organismos de inteligencia de potencias extranjeras. Fuera de eso, su actitud es la de un verdadero provocador.
Yo quisiera contarle a usted que cuando él estaba embaucando al pueblo del Ecuador, hasta a las FARC la embaucó. Personalmente yo tuve dos entrevistas con el señor Lucio Gutiérrez en el Ecuador y con su hermano, Gilmar Gutiérrez. Y después nos vimos con él, con el señor Lucio Gutiérrez -¡qué vergüenza haberme reunido con semejante sujeto!- en El Salvador. Él participó en el foro de San Pablo.
Yo me he tratado de lavar siempre las manos con el más fino y perfumado jabón porque le di mi mano y todavía me huele a traición.
Eso fue lo que él hizo con el pueblo ecuatoriano.
Pues yo no creo que un sujeto de estos tenga ninguna fuerza moral para estar atacando a un gobierno que demuestra que fue legítimamente elegido, como es el señor Correa. Entonces no creo que eso le quede bien a un hombre que usa semejante careta y que habla unilateralmente de cosas que a él no le consta, sino por supuestos. A mí si me constan todas las reuniones que tuve con él.
Desde el 1º de marzo del año anterior y con un sinnúmero de acontecimientos que, en cierta forma, golpearon a las FARC-EP, falsimedia, el régimen de Uribe, el gobierno de Estados Unidos, han señalado que el fin de las FARC está cerca y que están seriamente debilitadas. ¿Es real esto?
Habría que decir como el romancero español: “los muertos que vos mataste, gozan de perfecta salud”.
No es la primera vez que tratan de enterrar a las FARC.
La guerra en el papel, la guerra mediática es absolutamente sencilla. Lo difícil es en el campo de batalla y más en una guerra de carácter irregular como la que nosotros llevamos en este momento. Las FARC-EP se enfrenta a un ejército que tiene 437 mil hombres armas. Un ejército que no recibe los 1800 o 3800 dólares que generosamente nos brindaron esos compañeros solidarios de Dinamarca. Es que en el Plan Colombia, Colombia ha recibido 10 mil millones de dólares de los Estados Unidos y, fuera de eso allí se ha metido otro tanto de la Unión Europea y de Israel.
¿Quién protesta por esa plata que le dan a Colombia? Absolutamente nadie. Ellos han implementado eso para exterminarnos. Entonces los deseos los están haciendo pasar por la realidad.
El plan era exterminar a las FARC para poder seguir el imperio reposicionándose en toda América Latina, en su estrategia geopolítica y geomilitar en la región. Exterminar a las FARC como escollo, ya podían ellos hacer lo que les diera la gana, pero además se podía demostrar que la lucha guerrillera era derrotable y los pueblos jamás podrían formar una guerrilla que pueda tener opción real de poder.
Nosotros tenemos esa opción real de poder en este momento. Entonces, ciertamente hemos sido, por ahí, roseados. Porque también diría el romancero español: “mirad mis armas, que remelladas están, porque ellas hieren, pero también han sido heridas”. Si estamos en una guerra hemos recibido, pero también hemos dado. No es lo mejor dentro de una confrontación porque pudiéramos llegar a una salida política dialogada, que ahorre sufrimientos al pueblo colombiano, que evite la pérdida de vidas humanas y de daños materiales que se producen por la desolación que deja cada guerra.
A nosotros nos va a tocar reconstruir el país. Cuatro millones y medio de desplazados en este momento. Digamos, la situación social del país es supremamente explosiva. No hay ninguna inversión social, cuando todos los días el gobierno colombiano está gastando 15 millones de dólares metidos en la guerra. Mientras tanto cierra hospitales, privatiza la educación, la vivienda. Hay dos millones de colombianos sin ella. 30 millones de colombianos no tienen agua potable, 0.5 de personas son dueños del 87% de la tierra. El 90% de la industria, del comercio y de la banca está en manos del 5% de la gente más rica en Colombia. Es decir, en este momento, 250 familias son las dueñas de nuestro país y esta gente es la que ha abusado.
Las FARC, a pesar de esta ofensiva tan violenta que han tenido contra nosotros, estamos más vivos que nunca. Hemos asimilado muchas experiencias, se han creado guerrilleros de nuevo tipo para enfrentar la utilización de una altísima tecnología, con medios ultramodernos en cuestiones de localización de la guerrilla, de seguimientos electrónicos. Toda esta situación no la había afrontado ninguna guerrilla del continente en los últimos años. Esto no se dio ni siquiera cuando la revolución cubana o la nicaragüense. Los adelantos científicos-técnicos han sido empleados para la guerra y contra los movimientos insurgentes, comenzando por el experimento que hacen contra nosotros en Colombia.
Si ellos pudieran derrotarnos en este momento, sería un enorme triunfo para el imperialismo y para las oligarquías de todo el mundo. Pero eso no va a ser posible porque una guerra, que es guerra de todo el pueblo, es prácticamente invencible como estamos seguros que también la resistencia iraquí logrará vencer al ejército más poderoso del mundo y a la coalición que le ayuda.
Camarada Rodrigo ¿cómo ves la situación actual de América Latina? y, en ese contexto ¿cuál es el papel fundamental que van a jugar las FARC?
Bueno, a nosotros no nos gusta opinar mucho sobre la situación general de otros países y movimientos. Pero es evidente que hay unos cambios positivos en el sentido de que se han instalado gobiernos populares. Ahora viene un ejemplo muy grande de la revolución bolivariana de Venezuela, que al igual que en la década del 60, estimula las luchas revolucionarias en nuestro continente. Y frente a una crisis no ya de América Latina, sino del capitalismo a nivel mundial, nuestros países que van a ser duramente golpeados, porque hasta ahora en nuestro continente comienzan a aparecer los efectos de esa crisis, las masas populares obligatoriamente van a tener que ponerse en el movimiento. Entonces se van a producir movimientos de masas muy grandes en todas las partes de América Latina.
Si bien nosotros decimos que la gente debe moverse fundamentalmente por el grado de conciencia para los cambios revolucionarios, no menos cierto es que el hambre, el desempleo, la desesperanza obligan a los pueblos a luchar para poder seguir viviendo. En este sentido, nosotros en Colombia, que hemos llevado el peso de la guerra, pero fuera de eso la confrontación política también al Estado colombiano, vamos a poder tener por primera vez en muchos años, quizás, una combinación de factores insurreccionales y de protestas urbanas, con acciones militares en el campo, con ofensivas guerrilleras.
De darse un cambio revolucionario en Colombia, indudablemente va a afectar a todo el continente. Lo va a afectar positivamente porque otros pueblos también seguirían nuestro ejemplo y verán que la lucha revolucionaria armada, tiene plena vigencia de acuerdo a la situación de cada uno de estos países, de acuerdo a cómo se comporten los gobiernos. Si hay un gobierno tiránico, los pueblos pueden y tienen la obligación de levantarse en armas para sacudirse.
Pero fíjese, que es únicamente en Colombia donde ahora se producen prácticamente las desapariciones, las torturas, el descuartizamiento, los encarcelamientos masivos. En Colombia se han hecho redadas que en una sola noche detienen a 200 personas. Sí, nosotros estamos bajo una máscara de democracia, pero que en el fondo es una dictadura que no tolera la disidencia, que trata de imponer un único modo de pensar. Eso incluso es un lunar para América Latina, en momentos que hay cambios favorables por lo menos hacia los pueblos, que pueden profundizarse. Seguramente las masas, ahora con esto de la crisis, tendrán que exigir reformas y hacer revoluciones en algunos países que posibiliten avanzar en el camino hacia la construcción de una sociedad más justa en América Latina.
Nosotros desde las FARC, obviamente, es uno de los postulados nuestros, buscamos la integración latinoamericana y caribeña. Creemos que América Latina, en el sueño del Libertador, debe convertirse en una Confederación de Repúblicas que pueda hacer frente, con éxito, a los otros bloques de poder que se han desarrollado en el mundo.
Bolívar decía que unidos somos fuertes, divididos somos muy débiles y perecemos. Por eso nosotros creemos que América Latina debe buscar su unidad económica, política, cultural, ecológica, social como retos hacia un futuro no muy lejano.

En algún rincón de la Patria Grande, marzo de 2009.

Dax Toscano Segovia (especial para ARGENPRESS.info)

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