jueves, 16 de abril de 2009
Asesinato y robo, conmoción y un perfume extraño que me ahoga...
La “fuerte ola de inseguridad” que en los últimos tiempos dicen que se extiende, en Argentina, se cobró una nueva víctima.
En un clima enrarecido a pocos días de unas elecciones legislativas tan feroces como no se hubo visto hasta el momento, el discurso de la “inseguridad” toma fuerzas.
Por un lado la aparición de “mesías importados” de Colombia, por otro, la instigación a partir de los medios de información orales y escritos trabajando incesantemente por la baja de imputabilidad de la edad de los menores llevándola a partir de los 14 años y ahora, justamente, un menor de 14 años comete un crimen repudiable que me pregunto si no será programado…
El crimen se produjo en la provincia de Buenos Aires, en Lanús, zona sur del conurbano bonaerense, precisamente en la populosa barriada de Valentín Alsina. Cuna de nacimiento y militancia de quien fuera intendente de Lanús, el “chatarrero” Manuel Quindimil, histórico bastión del peronismo, dueño de una cintura envidiable capaz de situarlo como enemigo político de un candidato a presidente, pero que una vez en el poder habría de contar con “todo el apoyo político necesario” de Manolo.
El asesinato de un hombre produjo una “mini rebelión de clase media” como impecablemente describiera los sucesos de hace pocas horas el compañero Carlos Dilitio, en un momento muy puntual de la Argentina.
Nuevamente la histeria de la clase media bonaerense irrumpió en escena, los medios se aglutinaron en el lugar de los hechos y mostraban a los exaltados “justicieros” rompiendo la cara del fiscal que se acercó, ante los sucesos, al domicilio de los afectados; rompiendo la cara también de un miembro de la intendencia municipal hoy dirigida por Darío Díaz Pérez, así como los vidrios de los patrulleros y el amague de linchamiento al asesino.
Ante la presencia del funcionario municipal golpeado, todas las voces se hicieron una: “Darío, hijo de *, la * que te parió”.
Un periodista pudo hablar con algunos vecinos que aseguraron que una parte residual del aparato “manolista” aprovechó la situación, partidizando el tema.
El vecino además explicó que muchos de los presentes que se mostraban indignados eran nada más ni nada menos que los conocidos como “transas” o sea, los vendedores de droga de la zona que tienen su base de operaciones en la plaza sita en la avenida Perón y Paso de Burgos, frente a la Iglesia San Juan Bautista, a pocas cuadras del escenario del crimen.
Hace muchos años que allí se comercializa la droga, miembros de la familia Quindimil, nieto, sobrino, están vinculados a ese sucio negocio y quienes “trabajan” para ellos gozan de una impunidad sin límites, bastaría con recorrer la zona para encontrar el negocio en plena actividad.
Los fines de semana multitud de jóvenes se aglutina en la plaza mencionada mientras otros desfilan en autos carísimos, motos importadas de alta cilindrada, ciclomotores, muchos de esos conducidos por menores, con música a altísimo volumen y patrulleros de la comisaría 3° haciendo sonar sus sirenas, compartiendo el momento de jolgorio juvenil, mientras el “negocio” se desarrolla con total normalidad en el mismo lugar.
Ahora la “desgracia” les tocó de cerca, esta mañana los medios mostraban a una señora declarándose “cristiana” por lo tanto no estar de acuerdo con la pena de muerte, “simplemente” pedía que al asesino “lo mutilen de a poco, que le corten un brazo, después una pierna, que lo vayan cortando de a pedacitos para que sufra, porque como cristiana se que la muerte es una bendición, un regalo de Dios, que no merecen los asesinos” (sic).
¿No estamos acá frente a una histérica apología del horror? Atención con esto que no es un detalle menor.
Otro vecino preguntó ¿“por qué a nosotros no nos cuidan, por qué solo cuidan a los piqueteros”? ignorancia funcional que olvida que a los piqueteros jamás se los cuidó sino que hasta se los fusiló, encarceló, procesó y persiguió, desde sus inicios como organizaciones de masas.
Los mismos vecinos – hoy es tema central el crimen de Valentín Alsina- están convocando a una marcha para esta tarde.
Marcha contra la inseguridad porque “nos están matando como hormigas” y aclarando que “a nosotros no nos importa un carajo el dengue, nosotros queremos seguridad, que no nos maten más”.
Del tema droga como instigador puntual, ni se habla. Los “transas” continúan su tarea, ahora pidiendo “seguridad”, no existe juez, fiscal, comisario ni pelagatos alguno que se aboque a reclamar el fin de ese negocio que mueve millones y aniquila a tantos jóvenes, a la vez que provoca todo tipo de delito.
Siempre se corta el hilo por lomás delgado, en este y en todos los municipios. El discurso de la seguridad se instala con fuerza, Francisco De Narváez, el primer extranjero –colombiano- “naturalizado” argentino para poder militar en política, asegura que él puede acabar con la inseguridad, para ello sólo hay que acompañarlo. Y yo sinceramente creo que sí, que puede acabar con muchas cosas…
Y lo peor de todo es que los hechos que se van sucediendo día a día, sin dudas lo acercan a su proyecto que intuyo y sin temor a equivocarme,que es un proyecto de exterminio social.
En marzo se realizó una llamada Marcha contra la Inseguridad, que contó con la presencia y oratoria “impecable”, entre otras, del rabino Bergman, quién elaboró un discurso terrorífico invitando a los jóvenes a la resistencia civil, imperdonable para un miembro de la comunidad religiosa. Esa marcha convocada fue nazi-fascista rotunda, repudiable, respondía a los esquemas elaborados con fines políticos innegablemente “derechos”.
Argentina marcha hacia una larga y triste noche de espanto, que por favor la cordura aparezca, que alguien tome la decisión política necesaria para que se pueda instruir a la parte del pueblo idiotizado y contaminado por proyectos elaborados que sólo traerán más delincuencia y más espanto.
Desde el poder es hora de dejar los discursos ambiguos, la derecha avanza, se une, ¡¡¡dense cuenta que trabaja coordinada de adentro y de afuera!!!.
Es hora de tomar posicionamientos claros, terminar con la flojera política, acabar de coquetear con la derecha y con la izquierda porque la primera ya sabemos qué representa para el pueblo.
Presten atención que tenemos al monstruo a la vuelta de la esquina. Y ese sí que sabe, está muy seguro de qué es lo que pretende y está dando señales clarísimas.
No detener este avance macabro es convertirse en cómplice de lo que vendrá, la historia sabrá dar cuentas de los actos que se cometan pero también dará cuenta de los que no.
Ingrid Storgen.
Abril 16 de 2009. Mientras un viento norte implacable vuelve para quedarse…
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