miércoles, 4 de mayo de 2016
Precios desatados
El aumento de precios en abril fue el más alto en 14 años. Un saqueo generalizado al salario del pueblo trabajador. Los tarifazos son uno de los motores de la escalada inflacionaria.
Cambiemos avanza a paso firme en el ajuste contra el pueblo trabajador. En simultáneo, también avanza de manera contundente el descontento social con las medidas del gobierno.
La escalada inflacionaria se explica por el programa económico adoptado por el macrismo desde su asunción. La devaluación, el levantamiento del “cepo”, la baja de retenciones y los tarifazos varios azuzaron el alza de precios.
La inflación está en el centro del malestar que se extiende entre una mayoría de los trabajadores que cobran salarios que no se actualizan desde el año pasado.
En respuesta a ese malestar, en conferencia de prensa durante la mañana de ayer, Mauricio Macri intentó a dar una interpretación de la situación.
Mientras todos los diarios de la mañana, los que bancan y no bancan al oficialismo, destacaron que la inflación de abril había sido la mayor en 14 años, el presidente soltó frases tales como que “claramente estamos mejorando” o que "venimos haciendo las cosas bien".
Las últimas intervenciones públicas de Macri combinan dosis de negacionismo kirchnerista y desvarío al estilo Fernando de la Rúa.
La cara del jefe de Gabinete, Marcos Peña, cuando el presidente habló irónicamente de una “ley que diga que somos todos felices” es ilustrativa del momento político que atraviesa el primer mandatario.
Camino a las nubes
El día lunes las consultoras económicas dieron a conocer la inflación de abril: la ubican entre 6 % y 8,5 %.
En el acumulado entre enero y abril el aumento de precios alcanza de mínima al 20 %. La inflación anual ya tiene una base del 40 %.
Según el Observatorio de Datos Económicos y Sociales de la CGT que dirige Hugo Moyano la inflación de abril fue 5,02 % y la anual acumula 40,85 %.
Los cálculos privados o de la central sindical no son una “sensación térmica” interesada. Incluso varias de las consultoras que calculan la inflación valoran positivamente la política oficial.
Hasta la inflación que mide la Ciudad de Buenos Aires (insospechada de oposición al gobierno) registró en marzo una inflación del 35 % interanual.
La medición de San Luis, otra de las referencias frente al “default estadístico” nacional, marcó 37,3 % de inflación anual.
Pero considerando que el promedio de inflación entre enero y abril está alrededor de 4,5 % y si este ritmo se extrapola hasta diciembre, la inflación anual podría superar el 60 %.
La mayoría de los analistas señalan que el grueso de la suba de precios de abril se debe a los tarifazos en agua, gas, colectivos y trenes, como así también a la suba de las naftas.
Para el mes de mayo, que recién comienza, impactarán las subas de las prepagas, cigarrillos y nuevamente de las naftas.
La trepada de la inflación de los últimos meses se explica mayoritariamente por aumentos de precios autorizados por el gobierno en su rumbo pro empresarial.
Pero el aumento de las naftas mientras el petróleo cae en el mundo, es directamente una provocación de Juan José Aranguren, el ex CEO de Shell y actual ministro de Energía, en favor de las ganancias de las petroleras.
El gabinete de los CEO’s que adscribe a los principios del liberalismo económico y del mercado autorregulado se beneficia de la “mano invisible” del Estado para saquear el bolsillo obrero.
La semana pasada el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, anunció el Programa Monetario 2016. Su objetivo es “trabajar para mantener la tasa de inflación de 2016 lo más cerca del 25%”.
Con las tendencias actuales, la inflación que se acumularía hasta el mes de mayo prácticamente se habrá comido el Programa Monetario de todo el año.
El negacionismo y el desvarío atraviesa a todo el Gabinete.
Entre la verborragia y la tregua
La semana política comenzó el día lunes con fuertes cruces entre Mauricio Macri y Hugo Moyano.
Es que a pesar que el gobierno intentó disimular el impacto se vio conmovido con la enorme movilización obrera que se congregó en el Monumento al Trabajo contra el ajuste.
Al macrismo también lo preocupa la oposición que intenta rearmarse. Por eso ataca fervientemente el proyecto de ley “antidespidos” que aglutina a gran parte del arco opositor.
La oposición del Frente para la Victoria, del Frente Renovador, el peronismo disidente, entre otras variantes patronales, no busca derrotar el ajuste. Eso quedó claro en el servicio que le brindaron al macrismo en la votación a favor de la entrega a los buitres. Lo que busca es utilizar el malestar social en función de un rearme hacia las elecciones del año próximo.
Desde el escenario de aquella concentración Hugo Moyano, como principal orador, se encargó de aclarar que no era un acto contra el gobierno. El líder de una de las CGT apuesta a negociar los términos de un ajuste que reconoce como “necesario”.
Es claro que los jefes sindicales no se preparan para derrotar el plan económico anti obrero del macrismo, pero aún así no pueden obviar el descontento en sus bases por la inflación que licua el salario y por los despidos que se cuentan por decenas de miles.
En defensa del bolsillo obrero
Las trabajadoras y trabajadores del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) que organizados en ATE enfrentaron la manipulación y las patotas durante el kirchnerismo, y ahora denuncian el “default estadístico” del macrismo, estimaron que una familia tipo (matrimonio con dos hijos menores) necesitó $17.492 para cubrir los gastos de la canasta familiar en el mes de marzo.
Por su parte, el Observatorio de Datos Económicos y Sociales del la CGT moyanista estimó que una familia tipo necesitó $11.832,30 para no ser pobre en abril. La burocracia siempre le baja la cotización a la fuerza de trabajo.
En ambas estimaciones se trata de ingresos mínimos para apenas cubrir las necesidades básicas y no caer en la pobreza.
Más allá de las diferencias entre ambas estimaciones, la gran mayoría de la clase obrera está bien lejos de obtener los ingresos que le permitan cubrir los gastos de la esas canastas.
Según la Encuesta Permanente de Hogares, en el segundo trimestre de 2015 (no hay datos actualizados por el “default estadístico”), el ingreso de la ocupación principal estaba debajo de $7.900 en el 60 % de la población ocupada.
Esa “herencia” kirchnerista se profundizó. Mientras la inflación avanza, en la mayoría de las ramas de la economía los salarios no se han actualizado.
Para mantener la ventaja que sacaron las patronales desde la asunción de Cambiemos, el gobierno declaró la guerra al salario con los “techos” del 25 % en paritaria. Todavía está por verse si puede imponerlos.
En algunos casos, el oficialismo logró acuerdos semestrales menores al 25 % en paritarias que años atrás venían siendo anuales como Comercio, Uocra o Smata.
Las subas por debajo del 25 % en esas ramas lejos de ser una señal tranquilizadora son una expresión de mayor inestabilidad por el aceleramiento de la frecuencia en la discusión salarial que podría reabrirse en pocos meses.
En otros casos, con la actitud firme de los trabajadores se conquistaron incrementos salariales que quiebran el “techo”, como el caso de bancarios con 32 % o aceiteros que logró el 38 %.
Es cierto que se trata de ramas de alta rentabilidad donde se facilita arrancarle a las patronales una tajada más de aumento.
Tan cierto como que los trabajadores mostraron decisión para defender sus salarios. Pero aun así, estarían cerca de empatar o quedar unos puntos apenas por debajo o por encima de la inflación, dependiendo de su evolución futura.
La izquierda y el sindicalismo combativo participaron en la movilización del viernes pasado con una perspectiva que se orienta en el sentido de derrotar el ajuste.
En su columna independiente exigieron a las conducciones sindicales un paro nacional y un plan de lucha para enfrentar de manera efectiva los despidos y defender el salario.
Es necesario levantar un programa para preservar el bolsillo obrero: paritarias libres y sin techo, paritarios elegidos en asamblea, escala móvil de salarios en función de la inflación, salario mínimo igual a la canasta familiar y el 82 % móvil para los jubilados.
Pablo Anino
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