sábado, 7 de mayo de 2016
Chevrolet: la “meritocracia” del PRO
Por estos días se puede ver en la tv un comercial de la nueva línea de autos que lanzará la empresa norteamericana, titulado “Meritocracia”. Una proclama que defiende los valores de la derecha neoliberal, encarnada en el PRO.
“Imaginate vivir en una meritocracia, un mundo donde cada persona tiene lo que se merece…” es una de las frases que arroja este comercial que es parte de la campaña que publicita el nuevo auto Cruze II, que el 5 de mayo presentará en sociedad la filial norteamerica General Motor (GM), radicada en la localidad de General Alvear de Rosario.
Un verdadero canto al individualismo, basada en la ideología liberal donde las personas son dejadas a su libre competencia, iniciativas y esfuerzo, donde el mercado premiaría a quienes más “recursos” poseen y más esfuerzos realicen. Nada nuevo por cierto, ya Henry Ford, a partir de sus fábricas en Detroit (EEUU), en 1910, aplicó esta ideología.
De esta manera, en una sociedad de meritócratas, “cada persona tiene lo que se merece…” como dice el comercial. Los más de 120 mil despedidos del sector público y privado en el país, habrían obtenido lo que “se merecen”, seguramente por no haber hecho el suficiente esfuerzo para trabajar más; según Chevrolet, en concordancia con el discurso y la ideología del macrismo. También los jubilados, luego de toda una vida de trabajo, que actualmente cobran $4960 (el haber mínimo para casi el 70% de ellos), no serían merecedores de un sueldo mayor.
Seguramente sus iniciativas y competencias no habrán estado a la altura de las circunstancias. Pero eso sí, es el pueblo trabajador el que recibe, porque se lo merece en la lógica de este neoliberalismo, el aumento en los impuestos, servicios y transporte.
Sobre esto hablaba Cambiemos en su campaña: “A vos te hablo. Con tu esfuerzo, podremos salir adelante”
La mentira del meritócrata
La propaganda sigue afirmando: “…el que llegó, llegó por su cuenta, sin que nadie le regale nada…”
Pero a General Motor vaya si le regalaron. El gobierno de Obama (el nuevo amiguito de Macri), cuando la crisis económica mundial llevaba ya un año, en el 2009, le dió al gigante automotriz 50 mil millones de dólares para salvarlo de la quiebra. Esto pasaba mientras millones de personas en EEUU perdían sus trabajos y sus casas por no poder pagar las hipotecas. La mayor crisis económica en el país imperialista, luego de la crisis de los años 30, tuvo como beneficiarios del Estado a grandes corporaciones y gigantes financieros, mientras el pueblo trabajador norteamericano era literalmente arrojado a la calle (ni que hablar de los trabajadores inmigrantes). El Tesoro norteamericano perdió, después de ese salvataje, casi 12 mil millones de dólares, que GM nunca devolvió.
Es fácil merecer, gracias al trabajo ajeno
“El meritócrata sabe que cuanto más trabaja, más suerte tiene…”, dice la voz en off. Pero en las plantas automotrices del país, los que más trabajan, los únicos que trabajan: los operarios, están siendo suspendidos y en algunos casos despedidos, con la excusa de la crisis económica de Brasil. Crisis que ellos no produjeron, ni sus hermanos de clase brasileros y sí las políticas económicas de la burguesía y el gobierno del PT de Dilma, a quien la “meritocracia” de la derecha ahora quiere voltear mediante un golpe institucional. Porque quiere “tener y poder” cada vez más.
Pero estas suspensiones no comenzaron con el gobierno de Macri, ya en el 2014, en el gobierno kirchnerista, 3 mil trabajadores de la planta de General Alvear eran suspendidos 1 día al mes y en agosto del 2015, 1 día por semana hasta septiembre. En varias otras automotrices del país sucedía lo mismo. Y en las autopartistas otro tanto. Los que se la llevaron con pala, al decir de Cristina Kirchner, durante los 12 años en que gobernaron los nac&pop, también fueron “merecedores” de muchos beneficios, a costa del trabajo ajeno.
La “meritocracia” de los CEOs
El comercial termina con una afirmación, casi triunfalista: “el meritócrata pertenece a una minoría que no para de avanzar y que nunca fue reconocida…hasta ahora”.
Pero como en Brasil, fue el reformismo con sus alianzas con la derecha, la que le abrió la puerta al avance de esa “minoría”. En nuestro país ahora encarnada en un gobierno de CEOs de empresas. Como Isela Costantini que era antes de asumir como funcionaria de CAMBIEMOS al frente de Aerolíneas Argentina (además de presidir el coloquio de IDEAS y ser titular de la Asociación de Fabricantes de Automotores), presidenta de General Motors de Argentina. El que la reemplazó es Carlos Zarlenga, un graduado en economía de la Universidad de Belgrano, quien fuera anteriormente jefe de finanzas para Sudamérica de la empresa estadounidense.
Una larga trayectoria al frente de filiales de GM, lo hizo experto en sostener la alianza del gigante automotriz con las burocracias sindicales, no por nada los diarios llamaron al nuevo auto fabricado en Rosario: “el auto de SMATA”. El CEO le dejó dar la primicia al delegado de la planta, alineado con Pignanelli: “el proyecto Fenix (así llamaron a la fabricación de este nuevo producto) es la segunda generación del Chevrolet Cruze…”
Otra integrante de la minoría no reconocida vendrá a la Argentina para presentar este modelo, se trata de Mary Barra, CEO global de la compañía. Según la revista Forbes, Barra es considerada una de las cinco mujeres más poderosas del mundo, solo superada por Angela Merkel, Hillary Clinton, Melinda Gates, esposa del dueño de Microsoft y Janet Yellen, presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos.
Contra esta minoría que avanza, se levantan los trabajadores contra quienes van dirigidas sus políticas. Ya en el 2015 cerca de 4.000 operarios de la planta de General Motors en la ciudad brasileña de San José dos Campos, en el estado de San Pablo, realizaron un paro de dos semanas, por el despido de 798 compañeros. Fueron necesarios 12 días de protestas y la intervención del Tribunal Regional de Trabajo, que declaró nulos los despidos, para que los trabajadores acordaran poner fin a la huelga.
Cuando vemos que las patronales, con sus gobiernos y en los distintos países, aplican políticas no sólo para no perder sino para cada vez obtener más ganancias a costa del trabajo de millones; se vuelve más concreta la necesidad de la unidad en la lucha y la solidaridad de los trabajadores más allá de las fronteras.
Mirta Pacheco
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