viernes, 7 de septiembre de 2007
Cuba: Decidida a construir y defender el Socialismo
07/09/2007
Discurso de José Ramón Machado Ventura, miembro del Buró Político del Partido, en ocasión del acto central por el aniversario 50 del Alzamiento del 5 de Septiembre de 1957 en Cienfuegos
Combatientes del 5 de Septiembre y familiares de los caídos;
Compañeras y compañeros:
Cienfuegueras y cienfuegueros:
Ante todo, cumplo la encomienda de transmitirles el saludo del Primer y Segundo Secretarios de nuestro Partido, y la ratificación de su confianza en que los cienfuegueros estarán a la altura de los muchos retos que tienen por delante.
El compañero Raúl esperaba decírselo personalmente, pero fue necesario que permaneciera atendiendo las importantes tareas en que está inmerso, algo que todos comprendemos y apoyamos, pues independientemente de su presencia física y como acostumbra a decir nuestro pueblo, Fidel y Raúl siempre están junto a nosotros.
Rememorar el extraordinario golpe de audacia, valor y sacrificio de los combatientes del 5 de Septiembre, más que un deber constituye un importante acicate para cada revolucionario y una valiosa enseñanza para las nuevas generaciones.
Aunque por diversas razones la acción no alcanzó el principal objetivo, demostró la falsedad del supuesto apoyo monolítico de las fuerzas armadas al dictador; estremeció los cimientos de la tiranía e infundió nuevo aliento a quienes la combatíamos en la Sierra y el llano.
La sublevación aquel amanecer de las milicias del Movimiento 26 de Julio, los marinos revolucionarios de Cayo Loco y el pueblo cienfueguero, constituye una página de gloria en la historia de luchas de nuestro pueblo.
A cincuenta años de esa acción heroica, nuestra gratitud eterna a quienes ofrendaron la vida; a sus madres y demás familiares que aún sufren dolor infinito por la pérdida del ser querido.
El reconocimiento de todos los cubanos a los veteranos de aquella gesta, a nuestro pueblo combatiente, que con su esfuerzo, sacrificio y conciencia revolucionaria, es hoy confirmación y garantía de que la sangre derramada en las calles cienfuegueras y en toda Cuba no fue en vano, con la convicción de que el mejor homenaje a nuestros muertos es continuar la obra que ellos iniciaron.
Dionisio San Román, caído en aquella gloriosa jornada, y el compañero Julio Camacho Aguilera, aquí presente, representan a los mártires y sobrevivientes de una acción pródiga en ejemplos de cumplimiento cabal de la palabra empeñada con la patria.
Apenas 16 meses después, el primero de enero de 1959, Cienfuegos fue tomada definitivamente por el pueblo y ha sido desde entonces y para siempre dueña de su destino.
Algunos recordarán que la primera conmemoración del 5 de Septiembre tras el triunfo revolucionario fue presidida por el entonces Comandante Raúl Castro, pues como él explicó en esa ocasión, el compañero Fidel se encontraba en Oriente impulsando la recién aprobada Ley de Reforma Agraria.
Ese día Raúl afirmó: "Ya hemos cumplido un siglo de sacrificios, pasemos pues ahora cincuenta años de Revolución".
Cuando está muy cerca de cumplirse ese medio siglo, ni el más pesimista puede negar que han sido grandes y para bien los cambios ocurridos en Cienfuegos.
Sin desconocer lo mucho que resta por hacer y deficiencias que ustedes conocen mejor que nadie, en la provincia hay ejemplos de cómo trabajar para vencer los retos que impone la muy difícil situación internacional actual, a los que se suman los derivados de nuestras insuficiencias y errores.
No es necesario insistir en el alcance y trascendencia del discurso del Segundo Secretario del Partido el pasado 26 de julio.
Así lo comprendió nuestro pueblo de inmediato, que vio en él la exposición objetiva y crítica de nuestras realidades y principales problemas, sobre todo los que afectan directamente a la población, y algo muy importante: una estrategia para enfrentarlos con realismo, a partir de las fuerzas y posibilidades al alcance de un país bloqueado y sometido a constantes agresiones por la mayor potencia económica y militar del planeta.
Sin dudas es un paso muy importante, pero ningún dirigente, trabajador, estudiante, ama de casa o jubilado debe pensar que basta con comprender los conceptos generales expresados en el discurso, aunque sean capaces de repetirlos de memoria.
Lo verdaderamente esencial es que cada uno de nosotros analice qué le corresponde hacer en su puesto concreto, en ese pedacito de la sociedad en que actúa, sea pequeño o grande, para transformar en acciones prácticas lo expresado por el compañero Raúl.
Lograremos ese objetivo en la medida que cada compañero razone profundamente y exponga con sinceridad sus criterios, que el colectivo analice con espíritu crítico y creador cada problema, pensando más en los medios a nuestro alcance para resolverlo que en lo que nos falta si se partiera de una situación ideal.
No podemos confundir deseos con realidades ni pensar que va a venir alguien desde otro lugar a resolver problemas que son nuestros.
Y no basta con comprenderlo en el plano teórico, se requiere actuar en consecuencia con una verdad demostrada por la vida muchas veces: la mejor solución a un problema nace de la inteligencia colectiva de los encargados directamente de resolverlo.
La historia es testigo de la permanente disposición de los cienfuegueros a ocupar las trincheras de más peligro, fieles al legado de sus héroes y mártires de todos los tiempos, de su batallón 339 en Girón, de las decenas de miles que participaron en la lucha contra bandidos, la Crisis de Octubre y las misiones internacionalistas.
La sangre derramada por alcanzar la libertad y luego por defenderla con las armas en la mano, se ha mezclado con el sudor vertido en el esfuerzo cotidiano e igualmente heroico en la construcción del socialismo.
La actual es también hora de heroísmos en el trabajo y la defensa, de disposición permanente a hacer cuanto sea necesario para el avance de la Revolución, con el mismo espíritu de quienes la iniciaron y de los que la han llevado adelante generación tras generación. La batalla de hoy está en prepararnos para derrotar cualquier intento de agresión militar del enemigo; enfrentar las dificultades del bloqueo y eliminar nuestros propios errores y deficiencias.
Como se mencionó aquí, la Revolución Energética, en particular el ahorro de combustible, sigue siendo una tarea estratégica para el país, como parte de la decisiva batalla económica en la producción de alimentos, la elevación de la productividad, la recuperación de la industria, la sustitución de importaciones y el aumento de las exportaciones.
La discusión del Plan de la Economía para el 2008 es una importante oportunidad de demostrar hasta dónde cada colectivo ha interiorizado las ideas expresadas por el compañero Raúl sobre cómo enfrentar los retos en la esfera de la producción y los servicios. Debe ser un análisis, a la vez que crítico y creador, realista y presidido por la voluntad de aportar esfuerzo y sacrificio, que sacuda a quienes se escudan en las dificultades y a los insensibles ante las necesidades de la población.
No podemos sentirnos satisfechos hasta sumar a cada trabajador y dirigente administrativo al combate por la eficiencia, por la organización y exigencia sistemáticos como única vía para alcanzar la efectividad en la producción, la docencia o los servicios; a la batalla contra la indisciplina social y laboral, la deficiente contabilidad, el control superficial que es fuente de baja calidad y se traduce en mal aprovechamiento de los recursos, contra procedimientos absurdos que nada tienen que ver con el socialismo, contra las actitudes burocráticas generadoras de rutina, indolencia y esquematismo.
Nadie ignora la existencia de causas objetivas o subjetivas ajenas a determinado centro laboral, que afectan directa o indirectamente el esfuerzo de sus cuadros administrativos y trabajadores, pero el hecho de que las empresas que participan en el perfeccionamiento empresarial tengan un 50% más de productividad que el resto, demuestra de manera palpable cuántas reservas no se explotan convenientemente.
Nuestro pueblo tiene la responsabilidad histórica de demostrar que el socialismo, además de ser el régimen más humano y justo que existe, puede producir con calidad y eficiencia, incluso en las condiciones de un país bloqueado y agredido como Cuba.
Son muchos los colectivos de obreros, campesinos y trabajadores intelectuales que así lo demuestran con sus resultados, pese a las limitaciones y dificultades por todos conocidas y sufridas cotidianamente, no solo en cuestiones relacionadas con la producción de algo o la prestación de un servicio, sino hasta en cosas elementales para la vida como la alimentación, la vivienda y el transporte, pero desafortunadamente, aunque ya no son excepciones y crece cada vez más su número, aún no constituyen la norma los centros que son ejemplo de trabajo socialista.
Estamos conscientes de que es algo difícil, que requiere tiempo cambiar la forma de pensar de las personas, única forma de variar su modo de actuar.
Por eso tan decisivo como vencer en la guerra económica y prepararnos para rechazar una agresión militar, es perfeccionar nuestras armas en el campo de las ideas.
Los esquemas superados por la vida no se circunscriben al campo de la gestión administrativa; algunos cuadros políticos también se aferran a un estilo, métodos y formas que nunca han sido efectivos, pero lo son mucho menos en los complejos tiempos actuales y ante personas con cada vez mayor nivel cultural y de información sobre lo que ocurre en el mundo y en nuestro país.
Antes de hablar, hay que escuchar con atención y sobre todo tener en cuenta lo que nos dicen, no solo en reuniones sino conversando individualmente con los compañeros.
Cuando algo marcha mal, no bastan las críticas generales. Hay que comenzar por identificar con precisión las causas y los responsables, y a continuación discutir con ellos de forma franca, a partir de argumentos sólidos y con la energía que el asunto requiera.
Antes de exhortar a emprender una tarea, es necesario informar todo lo referente a la misma y explicar las razones que la hacen realmente necesaria, hasta que así lo comprendan todos o al menos la mayoría de quienes deben ejecutarla. Y para lograrlo, lo primero es predicar con el ejemplo.
Es algo que corresponde, en primer lugar, a los cuadros y militantes del Partido, pero también a cualquier revolucionario en el desempeño de determinada responsabilidad, ya sea como dirigente en la base de una organización de masas, social o estudiantil o como funcionario público o de una empresa.
No basta con que la verdad esté de nuestro lado, hay que exponerla de forma convincente y desenmascarar las mentiras de un enemigo que cuenta con poderosos medios de difusión y vasta experiencia en cómo moldear los estados de opinión.
Fidel, hace ya siete años, nos llamó a cambiar todo lo que debe ser cambiado. Con ese espíritu debemos apropiarnos de las ideas expuestas por el compañero Raúl y por el propio Comandante en Jefe en sus reflexiones, con la convicción de que lo único que no admite cambios es nuestra decisión de construir y defender el socialismo.
Las próximas elecciones del Poder Popular serán una nueva oportunidad de demostrar de manera contundente la fuerza de la democracia socialista y la inquebrantable unidad del pueblo, que constituye nuestra más poderosa arma.
En todos los grandes retos que están por delante, Cienfuegos tiene tareas decisivas, como expuso aquí en breve síntesis el compañero Roberto Morales.
Estamos seguros de que el pueblo de esta provincia seguirá combatiendo, junto al resto de los cubanos, con el mismo brío y fervor patriótico que asombró a Cuba y al mundo aquel 5 de septiembre de 1957 y unidos, una vez más, junto a Fidel y Raúl, ¡Venceremos!
¡Viva la Revolución!
¡Gloria eterna a los mártires del 5 de Septiembre!
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