viernes, 21 de septiembre de 2007

Entrevista con Aleida Guevara, hija del Che.



''Al héroe lo define la gente que lo rodea''

Oscar Ranzani
Página/12


- Si bien usted era muy chica cuando falleció su papá, pero por lo que pudo reconstruir o por lo que le contó su madre, ¿cómo era Ernesto Guevara como ser humano frente a la imagen más conocida de líder revolucionario? ¿Esos dos aspectos eran indisociables?

- Completamente indisociables. Es decir, para ser el revolucionario que fue tenía que ser un hombre con gran capacidad para amar, un hombre además romántico. Si tú no tienes esa capacidad de entrega, esa capacidad de sensibilidad humana no puedes arriesgar tu vida por un ideal, es muy difícil. Mi papá era un hombre muy consecuente, un hombre muy honesto. Antes de exigirle algo a alguien se lo exigía a sí mismo y ésa fue la norma de su vida siempre. Por supuesto que, en ese sentido, desarrolla toda una perspectiva humana extraordinaria en el trato con otras personas. Podía ser muy exigente como jefe militar pero siempre muy humano, muy justo. Y sus subordinados de muchos años, aun de la guerrilla y de cuando era ministro de Industria, lo recuerdan muchísimo con un cariño extraordinario. A mí me gusta compartir con ellos porque aprendo cada día algo de esa etapa que yo casi no viví. Y es lindo que muchos años después cuando un hombre ha desaparecido físicamente sus compañeros se reúnen el mismo día que cayó en combate para hacer un trabajo voluntario en su honor. Y al final de la jornada de trabajo recuerdan alguna anécdota de las que vivieron juntos. Y así me voy nutriendo de esa parte de mi papá que apenas conocí.

- Se cuenta que su papá estaba dispuesto siempre a realizar la misión más peligrosa y que eso generaba admiración entre sus compañeros...

- Yo pienso que la heroicidad es mucho más. La heroicidad es todo el conjunto humano en sí, es el no creerte que eres un héroe, el no creerte siquiera que eres un ser importante. Eso es más heroico todavía. Si cuando tú dedicas y entregas lo mejor de tu vida a una causa, sin creerte por ello ser merecedor de algo especial, eso te hace un héroe.

- El héroe no se autodefine.

- No, al héroe lo define la gente que está a su alrededor. Y es algo que mi papá dijo hace muchos años y que a mí siempre me ha gustado mucho: es preferible hacerte seguir que no tener que empujar. Y para realizar eso es necesario ser íntegro, ser consecuente contigo mismo. Y eso es algo que mi papá hizo todo el tiempo.

- El hecho de que Ernesto Guevara dejara a sus familiares por un ideal profundo, ¿le despertó una especie de molestia por no poder disfrutarlo usted?

- Cualquier hijo quiere tener cerca a su papá. Eso es una reacción humana y nosotros somos humanos. Pero cuando tú vas conociendo a la persona, cuando tú vas respetándola y admirándola, empiezas a amar a esa persona y la amas tal como es. La empiezas a entender también. Entonces, te das cuenta que quizás para él también fue un gran sacrificio tener que perderse el crecimiento de sus hijos, el convivir día a día con ellos, verlos florecer como seres humanos. Esto pudo haber sido muy duro para él también. Y, de alguna manera, piensas que hay cosas mucho más importantes todavía. Hay tantas cosas que hay que hacer en el mundo, hay tantas necesidades que hay alrededor nuestro que uno dice: ¿cómo empiezo?, ¿qué hago? Y él sabía qué podía hacer y lo hizo. Entonces, a ese tipo de hombre tú lo puedes añorar como papá pero, a la vez, sientes tanta admiración que tu papá haya sido un hombre así, que te compensa.

- ¿Cómo recuerda el momento en que llegó a interesarse por la lucha de su padre? ¿Qué fue lo que más la motivó a conocerlo como hombre político a la distancia?

- Yo siempre lo conocí como un hombre muy humano y mi mamá me lo acercó todos los días. Mamá no hablaba de él así: Si tu papá estuviera haría... No, no. Nunca usó ese mecanismo. De pronto, como si no viniera al caso, ella hablaba de mi papá y dejaba caer algo con todo el peso de la verdad con relación a la actitud de mi papá ante la vida. O nos contaba algo que había pasado en un momento determinado. Y de alguna forma, ella fue sembrando ese respeto y esa admiración a él como hombre. Mamá lo amó extraordinariamente. Lo notas a través de cartas, de fotos, de mirarla a ella cuando habla sobre él. Hay un amor profundo que no pudo borrarse nunca. Entonces, ella fue capaz de llevar ese amor a sus hijos, de educarnos así, de forjarnos así. Pero ella tuvo una gran responsabilidad porque quedó educando a muchachos muy pequeñitos sola pero también quiso que fueran hijos dignos de su papá y que si él estuviera vivo se sintiera orgulloso de sus hijos. Entonces, mi mamá asumió una responsabilidad tremenda, un compromiso moral con mi papá muy grande. Ella fue la que más sufrió todas estas cosas. Si nosotros teníamos un fracaso en la escuela, ella se sentía responsable. Si teníamos una indisciplina, ella se sentía responsable. Es decir, ella quería educar a sus hijos de forma tal que el hombre que no pudo hacerlo físicamente, si estuviera presente, estuviese complacido. Yo creo que mi mamá hizo un trabajo útil porque nosotros somos cuatro hermanos y los cuatro estamos integrados al proceso revolucionario cubano; de una u otra manera pero todos estamos dentro del proceso revolucionario y todos trabajamos junto al pueblo cubano. Y mi papá dijo que él no quería que sus hijos fueran nadie especial, él quería que sus hijos fueran dignos del pueblo donde vivía. Entonces, esto nos da la posibilidad también de cumplir con él. Es decir, no nos exigió mucho más de lo que nosotros podíamos dar como seres humanos: simplemente ser consecuente con tu gente, ser solidaria. Y eso uno lo va mamando desde que nace porque lo vas viendo en tu mamá, en la gente que está a tu alrededor, cómo se comporta con los demás, cómo actúa, cómo era mi mamá, por ejemplo, con sus padres. Eso lo vas aprendiendo desde el primer momento, y después lo vas integrando a tu propia vida, con mayor o menor grado, depende de tu personalidad. La cosa más importante es que cuando ella creyó que nosotros teníamos edad suficiente, comenzó a darnos poco a poco dosis del comandante, dosis del ministro, dosis del economista. Poco a poco ella fue poniendo en nuestras manos escritos de él, documentos, notas de viaje. Entonces, yo me fui identificando con ese papá mío. Y en ese sentido, lo fui aprendiendo a conocer.

- El Che decía que para ser revolucionario lo primero que había que hacer era una revolución. Es decir, que de nada servía el esfuerzo aislado, individual si se hacía solitariamente. Hablaba en relación con la necesidad de que todo un pueblo se movilizara. ¿Cómo piensa esta idea cuando cada vez más gente está desinteresada de la política?

- Una de las cosas que decíamos en distintas actividades con distintos compañeros es que yo no puedo dar una receta a ningún pueblo del mundo de cómo resolver sus problemas. No puedo porque yo no vivo esa realidad. Por lo tanto, sería una falta de respeto de mi parte. Lo único que yo puedo decir es lo que yo he vivido. Para que Cuba sobreviva a esa presión de Estados Unidos, lo único que nos posibilitó eso fue la unidad del pueblo cubano. Cuando un pueblo se une no hay fuerza capaz de detenerlo. Pero eso sí: tiene que tener claros sus objetivos y tiene que olvidarse del yo . Ahora, lo que vale es el nosotros . Y eso puede ser que la gente no lo acabe de entender. Pero hasta que no lo entienda como algo intrínseco no podremos seguir adelante porque nos van a comprar, nos van a dividir, nos van a utilizar y perdemos la fuerza como pueblo. Por lo tanto, la unidad es fundamental: el olvidarse de tus cosas personales y buscar un objetivo común para todos. ¿Cómo lo vas a lograr? Eso yo se los dejo a ustedes. Tienen que ser ustedes los que lo decidan: qué camino tomar. Pero eso sí, sin apoyo del pueblo, no hay posibilidades de triunfo.

- ¿Por qué el Che siempre renunció al poder?

- El problema no es renunciar al poder. El problema es continuar caminando. Fidel no pudo salirse de Cuba, tenía una gran responsabilidad sobre sus hombros y, por lo tanto, tiene esa presión sobre él. El Che cuando habla con Fidel en México, lo primero que le dice es: Si yo sobrevivo a la batalla de Cuba, debo estar libre, entonces, para seguir mi camino . Y mi papá era argentino, era un hombre que nunca olvidó tampoco sus raíces. El se identificó con el pueblo cubano, él se sentía hijo del pueblo cubano pero nunca olvidó sus orígenes. ¿Y qué haces entonces? ¿Te quedas allá en otro pueblo cuando ves al tuyo sufrir, cuando ves que hay necesidades y que tú puedes hacer algo como ser humano por ese pueblo? ¿Qué harías tú? Es lo que hizo él. Es decir, hizo lo que creía que tenía que hacer. No es un problema de poder, es un problema de necesidad. Es un problema de hacer algo más que tú sabes que todavía tiene fuerza, energía para hacerse. Y eso es lo que intentó hacer.

- ¿Cuál es el recuerdo de su padre si tuviera que hablar de la solidaridad?

- Yo siempre digo que lo más importante de mi papá era su gran capacidad para amar. Eso es lo que hace de él un hombre muy especial. No tenía miedo a expresar sentimientos. No tenía ningún temor, ningún problema. Decía lo que sentía y él practicaba lo que decía. Fue un hombre muy consecuente y un hombre que puede convertirse en un símbolo de verdad para ser imitado por muchísimos hombres y mujeres en este mundo.

- ¿Se puede pensar a la Revolución Cubana como un acontecimiento histórico que tuvo dos etapas absolutamente diferentes, es decir, la de la acción armada al 1º de enero de 1959 y la de la transformación política, económica y social de ahí en adelante?

- No, yo no creo que sean dos etapas diferentes sino la continuidad, es el crecimiento lógico. Piensa en un niño chiquito. ¿Dices hay dos etapas en un ser humano cuando está gateando y cuando comienza a caminar? Son etapas lógicas del desarrollo de una persona. Bueno, eso es lo que ocurre en un proceso revolucionario: se toma el poder y después viene la maduración de ese poder que es el proceso más difícil. Porque tomar el poder con un poco de fuerza y unidad se logra, pero mantenerlo, desarrollarlo y perfeccionarlo, ésa es una tarea de titanes, de verdad. Y más en las condiciones en que vivimos nosotros, los pueblos llamados del Tercer Mundo. Entonces, no hay etapas diferentes, en ese sentido. Lo que hay es una continuidad de crecimiento, de perfeccionamiento de un proceso revolucionario que todavía tiene que seguir perfeccionándose y todavía tiene que seguir creciendo.

- ¿Y cómo viven las nuevas generaciones la Revolución y el futuro sin la presencia física de Fidel?

- Igual que lo estamos viviendo ahora. Es decir, Fidel es indiscutiblemente uno de los hombres más lindos de la historia cubana pero yo digo que quizás podría ser catalogado como el resumen de lo mejor del pueblo cubano. Pero del pueblo cubano. No es extraterrestre. Es el fruto de ese pueblo. Y sin ese pueblo, Fidel Castro no hubiera podido llegar a ser lo que hoy es, el estratega que hoy es. Sin el apoyo indiscutible de su pueblo la Revolución Cubana no hubiera podido triunfar y muchos menos perfeccionarse.

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