domingo, 23 de septiembre de 2007

Brotes de xenofobia y neonazismo a nivel mundial



Cabezas rapadas de Alemania e Israel son casi inofensivos comparados con Bush y Olmert

Cada tanto aparecen noticias sobre grupos de “skin heads” en Buenos Aires, Berlín, Moscú y Tel Aviv. Son seres despreciables y peligrosos. Pero resultan apenas discípulos de los maestros George Bush y Ehud Olmert.

Por Emilio Marín

Hay diversos grupos de neonazis, más o menos peligrosos. En Buenos Aires los que hacen menos daño son los que, con algunos drinks encima, golpearon duro a un músico que llevaba una remera con el logo de prohibido el nazismo. Son más dañinos los del Partido Nuevo Orden Social Patriótico y el Partido Nuevo Triunfo, el sello mutante de Alejandro Biondini, que hicieron de guardia a los genocidas Emilio Massera y Miguel Etchecolatz cuando fueron citados a declarar en Tribunales. ¿Seguirán visitando en Marcos Paz al ex comisario ya condenado por genocidio? Brotes de xenofobia y neonazismo a nivel mundial / Emilio Marín

Justamente, los que hicieron un daño irreparable a la democracia son los neonazis que alguna vez revistaron en la Policía y las Fuerzas Armadas, y que casi con seguridad son parte de los que hace un año secuestraron al testigo Julio López. Lo hicieron desaparecer con el modus operandi del tiempo de la dictadura.

La justicia platense que investiga el caso López habría procedido a allanar casas de sospechosos, donde se habrían hallado algunas armas y propaganda del Partido Popular de la Reconstrucción, fundado por el ex coronel y golpista en diciembre de 1990, Mohamed A. Seineldín.

“A vos te vamos a meter la picana hasta el orto”, decía uno de los neonazis a los periodistas en los actos de reivindicación del genocidio en Plaza San Martín, el año pasado. Algunos asistentes vestían uniforme; muchos eran retirados pero otros estaban en actividad. En el acto del 24 de mayo de 2006, por ejemplo, hubo cinco capitanes y tenientes de la Compañía de Comandos de Campo de Mayo.

Una cosa es que los “cabezas rapadas” piensen que Hitler era un buen tipo y nieguen el Holocausto. Y otra, mucho más grave y que cae dentro de la órbita penal, es que grupos unificados con esta ideología secuestren y desaparezcan a un testigo de los juicios por violaciones a los derechos humanos. Esto último, lo reconozcan o no, lo aprendieron del general Jorge R. Videla y el citado Massera o Ramón Camps, para ponerles un par de exponentes más ligados a su dogma del “ser nacional”.

Que nadie se sorprenda de que aquellos cinco comandos fueran fotografiados junto a la fauna videlista en Plaza San Martín, en medio de amenazas y golpes contra periodistas. No eran una flor exótica: hasta 2003 el jefe del Ejército fue Ricardo Brinzoni, procesado por la masacre de Margarita Belén. El abogado del general, Juan Torres Bande, lo era también de Biondini para tramitar la personería electoral frustrada del PNT. Dios los cría y la esvástica los amontona.

El KKK

En los años ´20 y ´30 tomó mucha fuerza en Estados Unidos la banda ultraderechista Ku Klux Klan, sobre todo en estados sureños. Su blanco eran los negros, por lo que sobresalía su racismo. Los llegaban a colgar o quemar no porque hubieran cometido ningún delito sino simplemente porque el suyo había sido venir a este mundo con una piel oscura.

En marzo de este año la agencia EFE tiró un cable informando que las entidades humanitarias estadounidenses, concretamente la Liga Anti Difamación, había reportado que el KKK parecía estar “despertando de un letargo”. Incluso los datos fueron que además del sur, se lo notaba activo en estados donde antes no existía, como Michigan, Iowa, Pensilvania y Nueva Yersey.

Lo notable de la resurrección de estos extremistas es que ahora su blanco no son tanto los negros o judíos, sino los inmigrantes latinos. El otro adorno es que ahora usan abiertamente símbolos nazis.

Evidentemente estos sujetos no son para subestimar. Pero el gobierno de Estados Unidos no puede pretender que es ajeno a ese resurgimiento del neonazismo. Es que toda su prédica contra el terrorismo, apuntando a los islámicos y generando paranoia, de una parte, y su persecución contra los inmigrantes, sobre todo a los latinos, ha generado excelentes condiciones políticas para aquellos grupos de violentos y delirantes.

Bush hace los planes para construir y fortificar un muro en la frontera con México, invirtiendo millones de dólares y apostando a miles de efectivos armados. Y los neonazis de organizaciones como Minuteman patrullan junto a los guardias estatales. Quienes hayan logrado zafar de esos controles e ingresar a Estados Unidos para ganarse el pan como trabajadores ilegales, se las tendrán que ver con los agentes del servicio de inmigración o “migra” haciendo allanamientos y detenciones en fábricas. La policía luego deporta a esos empleados “hispanos” sin importar su tiempo de residencia ni si tienen hijos nacidos en el país.

En junio último capotó definitivamente el proyecto de reforma inmigratoria que se suponía podía ofrecer algún resquicio para la legalización, en un proceso con muchas trabas y requisitos, para 12 millones de indocumentados.

Esto significa que la Casa Blanca es el principal verdugo de los inmigrantes, a una escala muchísimo mayor que la de los cretinos que antes usaban sábanas blancas para taparse y ahora se tatúan esvásticas.

No es que no haya que denunciar al KKK. Claro que hay que hacerlo. Pero sin perder de vista que el gran nazi está en el Salón Oval, teorizando y poniendo en práctica su doctrina de las “guerras preventivas” y el bombardeo contra países independientes por él llamados “oscuros rincones del planeta”.

Pichones de Olmert

Las denuncias contra acciones violentas y discriminatorias también se alzaron en Rusia. Allí admiradores del Tercer Reich incluso filmaron el asesinato que cometieron contra dos personas, una originaria del Cáucaso ruso y otro de Tayikistán. Muy mediáticos, en agosto último estos criminales subieron el video de su hazaña a Internet.

Según estadísticas de una entidad de derechos humanos rusa, Sová, hasta julio último hubo 36 muertos en el país producto de ataques racistas. Si todas las acciones de estos neonazis duelen en el alma de cualquier ciudadano de cualquier país del mundo, las cometidas en lo que fuera la URSS duelen un poquito más. Es que 20 millones de soviéticos dieron su vida durante la Segunda Guerra Mundial para poder derrotar a Hitler. La debacle del socialismo, culminado por Mijail Gorbachov y Boris Yeltsin en 1991, dio espacio para esa degeneración no sólo política sino también nacional.

La Europa culta, la misma que dio alas al cabo austríaco y permitió que se convirtiera en Führer, asiste también hoy a numerosos actos de racismo. En muchos casos no son partidos marginales sino fuerzas que estuvieron en el gobierno, como la Liga Norte de Umberto Bossi, en Italia, o el actual presidente francés Nicolas Sarkozy, que tipificó como “basura” a los jóvenes de origen magrebí sublevados en los suburbios de París y otras ciudades.

Hasta en Israel detectaron a una banda neonazi a fines de agosto último, que en Tel Aviv atacaba a homosexuales y a trabajadores inmigrantes, árabes, etc. Los detenidos tenían algunas armas y bastante propaganda nazi según AP (1/9). La novedad generó un debate en el Parlamento israelí donde algunos legisladores, alarmados, propusieron la adopción de leyes más duras contra los neonazis de origen ruso, como serían algunos de la agrupación en cuestión.

Pero el premier Olmert no estuvo de acuerdo en generalizar ni en profundizar el debate político, en lo que bien puede ser considerado una medida de autodefensa de su propia figura y su gabinete. En efecto, en esa discusión política muchos podrían decir que los delitos de esos “cabezas rapadas” no eran nada en comparación con el genocidio cometido por el Estado de Israel el año pasado durante su ocupación de El Líbano, que incluyó la destrucción indiscriminada de Beirut. Y qué decir de sus permanentes incursiones militares y bombardeos en Gaza contra la población palestina: el 29 de agosto la artillería israelí disparó contra el campo de refugiados de Jebaliya y mató a tres niños, hiriendo a un cuarto.

La novedad es que el gobierno israelita está considerando declarar a Gaza como “enemigo” y procedería a cortar los servicios básicos de agua, electricidad y el suministro de materias primas.

El Holocausto existió pero -con la misma indignación con que hay que condenar esos crímenes monstruosos de Hitler contra los judíos- hoy se debe decir que las autoridades israelitas se comportan como nazis contra sus vecinos palestinos.

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