sábado, 2 de julio de 2016
¿Qué independencia celebramos?
El 9 de Julio de 1816 las Provincias Unidas del Río de La Plata declararon su independencia de la monarquía española, que la había conquistado y colonizado desde hacía casi 300 años. La “historia oficial” lo considera como el momento fundacional de la soberanía de nuestro país. Pero ¿cómo llegamos al Congreso de Tucumán?
El “Día de la Independencia de Argentina”, que cumple 200 años, fue producto de un complejo proceso. Para comprender el mismo debemos remontarnos mucho más atrás. A fines del siglo XVIII, Inglaterra, era una potencia naval y comercial desafiante, en plena industrialización. La Corona española era consciente de este enemigo de peso. Debido a su lento impulso económico, la casa de los Borbones decidió implementar en el último cuarto del mismo siglo, una serie de reformas en sus posesiones americanas. Entre las más destacadas se encontraban la creación del Virreinato del Río de La Plata y su división en Capitanías e Intendencias en 1776, convirtiéndose Buenos Aires en capital virreinal; el desplazamiento de los “criollos” de la administración y en particular de cargos de mayor responsabilidad, en favor de funcionarios españoles especialmente formados para dicha función y en detrimento de la autonomía política criolla; y la creación de un aparato militar unificado tanto para España como sus posesiones americanas, amenazadas por Inglaterra y su avidez de mercados, materias primas y fuerza de trabajo. A esta situación la Corona española tuvo que sumar la presión imperialista de la Francia napoleónica (a la que luego volveremos).
Los sectores dominantes de la oligarquía terrateniente y comercial, de Buenos Aires y el Litoral, fueron los grandes beneficiados de estas nuevas medidas. El puerto de Buenos Aires se volvió el eje de la economía debido a la implementación del Reglamento del Libre Comercio que le brindaba la posibilidad de vender y comprar mercancías de ultramar, aunque con la intermediación de España ya que mantenía el monopolio comercial. Cambios que no fueron tan beneficiosos para el Interior de las provincias del Virreinato, que no se ajustaron al nuevo centro de la economía, habiendo estado estructuradas en función de los intereses del anterior eje: el centro minero del Alto Perú (actual Bolivia).
Andando el tiempo y reformas en marcha, se suceden las Primeras Invasiones Inglesas en 1806, la cual fue repelida, no por ese ejército imperial unificado, sino por los sectores subalternos (jornaleros, vendedores ambulantes, artesanos, peones, lavanderas, costureras, mozos de pulpería y esclavos) de Buenos Aires alzados en armas, mientras el virrey Sobremonte optó por “cuidar” las Cajas Reales llevándoselas a Córdoba con la salvaguarda de todas las tropas de caballería, aunque debió devolverlo por las presiones del Cabildo (fueron finalmente entregadas a las tropas británicas y se depositó en Londres). Un Cabildo Abierto lo destituye. Surge la figura de Santiago de Liniers como nuevo virrey, la Corona y su “seguridad” empieza a desgastarse. Para febrero de 1807 las tropas inglesas intentaron una nueva expedición que no llevaron hasta el final. Para julio del mismo año, 9000 ingleses desembarcaron nuevamente, más decididos a hacerse de la cuenca del Plata. Nuevamente los sectores subalternos ahora organizados en “milicias urbanas” expulsaron la invasión. Estas segundas invasiones inglesas –como las primeras– fracasaron estrepitosamente.
La conmoción aun perduraba y se acentuó al llegar las nuevas, no buenas, de que España había sido invadida por Francia y la familia real estaba presa. Napoleón Bonaparte nombró rey de España a su hermano mayor, José. En España, comenzaron los levantamientos contra los franceses y la formación de juntas “insurreccionales” fieles a Fernando VII (a quien le correspondía alzarse como rey). Estas se formaron espontáneamente en América como en España (siendo la Junta Central de Sevilla la primera en levantarse), sin embargo la fragilidad del orden colonial se expuso totalmente y solo faltaba la noticia final que llegó a mediados de mayo de 1810 sobre la derrota absoluta de España frente al asedio de las tropas francesas. La respuesta rioplatense a la crisis imperial fue la conformación de un gobierno propio, el 25 de mayo de 1810. Tanto este gobierno como los que le sucedieron (hasta 1816) le juraron fidelidad el Rey de España.
Quién gobierna y en nombre de quién
Los sectores dominantes económicamente, de la tierra que hoy se denomina Argentina, eran por un lado, la oligarquía terrateniente y comercial de Buenos Aires que fue la gran ganadora con la creación del Virreinato del Río de la Plata; y por otro la oligarquía del Interior. Si pensamos de conjunto el proceso revolucionario de 1810 hasta la declaración de la Independencia en 1816, vemos que dicho proceso no afecto la estructura de la sociedad.
Si bien hubo participación muy consciente hasta de esclavos que huían de sus amos para enrolarse en el “ejército revolucionario” por la libertad, en pugna con el ejercito realista, y hasta aspectos radicales como la política de Castelli en 1811 sobre la liberación de los indios y su igualdad como ciudadanos o la Asamblea Constituyente de 1813 (que en parte representa el triunfo de la política de Mariano Moreno) y sus propuestas de libertad de prensa, libertad de vientre, extinción de tributo y supresión de títulos y signos de nobleza, la estructura de la sociedad no se transformó en absoluto. Los que detentaban el poder económico, lo siguieron conservando.
Al principio dijimos, que la oligarquía bonaerense y del Litoral tuvo grandes beneficios por el comercio, tanto para comprar como para vender, aunque con la intermediación de España que conservaba el monopolio comercial. Si bien la Corona en algún momento tuvo que permitir el libre comercio del Virreinato con Inglaterra, fue un reflejo para hacer tiempo a retrasar su propia crisis.
La oligarquía porteña quería la independencia para hacerse del control del Estado y tener absoluta autonomía política, su objetivo fue derribar a esa capa de mandones de alto rango (virreyes, gobernadores, etc.) que protegían los intereses materiales de España y así poder establecer contactos comerciales directos con Europa. Para la oligarquía del Interior la revolución era un modo de escapar del centralismo virreinal que lo dejo sin ganancias y sin la posibilidad de formar parte de la casta de funcionarios. Aunque también la expondrá a las decisiones de Bs. As., que en auge económico no pudo ver que la relación con Inglaterra perjudicaba a algunas pequeñas producciones ante la llegada de las baratijas inglesas.
A la par que se desarrollaban las discusiones políticas acerca de la forma que debía tomar el nuevo gobierno, las guerras civiles entre criollos y realistas se intensificaron y amenazaron a la ex colonia desde el norte y el oeste. Era necesario actuar.
El Congreso se realizó en base a un acuerdo entre las élites porteñas y las del Interior (excepto las provincias influencias por Artigas) pero los sectores populares no tuvieron ningún tipo de participación. La independencia duró muy poco, los sectores de la incipiente burguesía (fundamentalmente ganaderos y comerciantes porteños) afianzaron la dependencia de Gran Bretaña.
Nadia Petrovskaia
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