domingo, 17 de julio de 2016

Supermercados Dia %, despidos siempre



Josefina, trabajadora despedida de uno de los locales de la Provincia de Buenos Aires de la cadena de supermercados denuncia la prepotencia patronal.
En un texto que hizo llegar a la redacción de La Izquierda Diario, la joven trabajadora denuncia los métodos de Dia% contra su personal. E invita a usar este medio para multiplicar esas denuncias.

Empecé a trabajar en Dia a los 16 años por un convenio laboral que tenía mi escuela secundaria con ese supermercado, que nos permitía tener una experiencia laboral antes de egresar. Consistía en trabajar dieciséis horas semanales, dos días cuatro horas, a contra turno escolar, y ocho horas los sábados. Firmamos contrato, nos entregaron los uniformes y prometieron respetar los horarios elegidos. Todo lo demás sería experiencia laboral.
En principio sólo trabajaríamos de repositores y en las cajas, sin obligación de realizar limpieza, ni entrar al depósito, ni limpiar baños.
Pero eso no se cumplió y mis compañeros fueron renunciando. Yo seguí, por necesidad y porque no era desagradable para mí hacerlo. Y fui renovando contratos hasta cumplir la mayoría de edad y egresar del colegio, cuando se terminaron las "pasantías". Pero dos meses después volvieron a llamarme para ser cajera efectiva, y acepté.
Fueron cinco años de trabajar horas de más que nunca me pagaron, de pedir por favor que me dejen tomar un domingo y tener que justificar el por qué, cómo si no tuviera vida afuera del local.
El descanso era mala palabra, estaba mal visto. Te dan quince minutos de descanso “cuando se puede”. El pago es por ocho horas diarias pero nunca me fui a horario, ni pidiendo por favor porque se me iba el último micro, y tenía que volverme en taxi (el valor del viaje era igual al pago de mi jornada).
Nunca tuve mi uniforme completo. Nunca me facilitaron una faja o unos borcegos. Y sin embargo reponía, limpiaba y atendía a los clientes. De los cinco años que trabajé ahí, y en varias sucursales, nunca estuvo el personal completo, siempre fuimos tres o cuatro por turno, atendiendo a unas seiscientas personas, recibiendo de a dos camiones y a las corridas entre las góndolas y la caja.
Los dolores de espalda y piernas no tardaron en venir. Lumbalgias, esguinces y hasta fracturas, que no fueron impedimento para seguir trabajando. Se reponía levantando pesos fatales, sin faja por supuesto, pero había que hacerlo, porque si no cumplías con los tiempos (irrisorios obviamente) te podían rajar.
Un día me fracturé el dedo del pie arrastrando yo sola toda la mercadería que había en un carro al que le faltaba una rueda y se me vino encima. No pude hacer la rehabilitación porque me hubieran echado. Rengueando tuve que volver a trabajar.
En otras dos ocasiones quedé internada por dolores lumbares, con sueros y desinflamantes, y al otro día siempre a trabajar. Cuando volví con un certificado para realizar tareas livianas, porque prácticamente no podía caminar, me dijeron que no hay tareas livianas y que tenía que viajar hasta Avellaneda para que me vea la doctora.
“La doctora” ni me miró, me dijo “andá a trabajar nena, no tenés nada”. Tenía una inflamación en la cintura que me dejaba dura en dos pasos y no me permitía mover una pierna. Así y todo levantaba bolsas de papa y a los cinco minutos estaba atendiendo en la caja y a los otros cinco estaba levantando cajones de leche y a los otros cinco batiéndole cafecito a la encargada que estaba cansada.
Si me preguntan por el sindicato, lo conocí cuando me echaron. Nunca tuve el placer de ir al camping ni a la pileta, no podía estar en el sindicato, “eso es de quilomberita”, opinaban. Y así te van metiendo en un círculo de esclavitud que desde adentro es muy normal: ponerse la camiseta de la empresa y a defender la tienda.
Fueron cinco años de eso. Y no fueron más porque un día vinieron dos personas del área de “legales” (que de legales no tenían nada) y me encerraron junto a un compañero en un cuartito, que admito hace meses no entraba, porque ni el descanso nos tomábamos. Nos dijeron en textuales palabras:
-Chicos, no dan los números, y tenemos la orden de desvincularlos de la empresa
- ¿Porqué a nosotros?
- Es la orden. La empresa y el país no están en buena situación y no tenemos el dinero que les corresponde, por eso venimos a mediar para ver si podemos llegar a un acuerdo que nos convenga a las dos partes.
- El único acuerdo que puedo hacer con ustedes, es que me dejen seguir trabajando.
- No , esto no puede seguir. Tenes que irte hoy.
- Genial, ¿cuánto me ofrecen?
- $ 30 mil
En ese momento no sabia si reirme en sus caras, o mandarlos a la mierda. Opté por la tercer opción.
-¿Qué pasa si no acepto?
- Bueno, si no aceptás te vamos a tener que encontrar una causa. Tengo muchas cosas de las que agarrarme para echarte. Te puedo inventar cualquier cosa.
Así, de un minuto al otro me estaban extorsionando. Obviamente no acepté y hoy en día estoy luchando por que me paguen lo que me corresponde por haber sufrido los tratos que sufrí y haberme ido como me fui.
De más esta decirlo para mí, pero hay personas que todavía necesitan que se lo aclare: no fue Macri el detonante 100 %. Esta empresa juega con las necesidades de la gente hace años, no seis meses. Años. Son explotadores, asustan, aprietan y a costa de eso tienen el permiso de vender a precios bajos.
Puedo asegurar que ningún empleado sale ileso de ahí, ni mucho menos se jubila. No existe el accidente laboral, las vacaciones te las dan y te las cortan cuando quieren, los uniformes son precarios, los descansos no existen, los feriados y domingos se trabaja por obligación, no existe el “me duele” ni el “no doy más”. No existen los problemas psicológicos, ni corporales, ni familiares. Nadie puede darse el lujo de tomarse dos días seguidos.
Lo único que existe es ponerse la camiseta de la empresa y trabajar de rodillas agradeciendo un día más, así cual esclavos, plebeyos, como si nos estuvieran haciendo un favor.
Josefina y otros trabajadores de Dia% y de otros lugares se están organizando. Para enviar tu denuncia y contactarte con ellos, comunicate al WhatsApp +54 9 221 600 5707

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