viernes, 6 de mayo de 2016
Un desplome del consumo que no sorprende a nadie
En medio de los anuncios casi diarios de incrementos en los precios de servicios públicos, combustible, y otros bienes, la caída del consumo registrada por varios indicadores no es una sorpresa.
En una semana que se inició con anuncios de aumentos en el precio de los combustibles (de 10 %), casi al mismo tiempo que empezaron a llegar en la Ciudad de Buenos Aires las boletas con incrementos en el servicio de agua prestado por AySA, los indicadores que muestran un desplome del consumo son la consecuencia lógica del fuerte golpe que viene recibiendo el bolsillo del pueblo trabajador.
El primer día del mes de mayo, se conoció el relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa, que informó para abril una caída interanual del 6,6 % en las ventas de los comercios minoristas. En lo que va del año, el desplome llega a 4,8 % comparado con los primeros cuatro meses de 2015.
En el día de ayer se conoció que en la ciudad de Santa Fe el 80 % de los comercios registró caída en sus ventas durante el mes de abril, en relación al mes anterior. El informe, realizado por el Centro Comercial de la ciudad, señala que el 18,75 % de los comerciantes contó que vendió un 30% menos que en marzo, el 29,17 %, un 20 % menos, y el 31,25 un 10 % menos (en total suman el 79 % de los comercios). En la comparación interanual, respecto de abril de 2015, un 37,5 % de los comerciantes consideró que sus ventas cayeron hasta un 10 %, el 25 % manifestó una disminución de hasta el 20 % y un 9,40 % afirmó una reducción en sus ventas mayor al 30 % durante el último mes. Por si quedaran dudas, se señala que la “persistencia” del actual escenario que viene manifestándose desde hace varios meses.
Para más datos, se está registrando un significativo reemplazo de las marcas líderes por las segundas marcas, como ocurre siempre cuando la economía entra en un severo parate. Según la consultora CCR, las marcas propias de las cadenas de supermercados, que son más baratas, crecieron 20 % en el primer trimestre. Esto, en el marco de un desplome general de las ventas que según esta misma fuente fue para los supermercados del 2 % en igual período (el desplome se eleva a 4 % entre enero y abril).
Salarios “viejos”, precios cada vez más nuevos
La clave de la situación está marcada por un escenario donde al mismo tiempo que los incrementos de tarifas y el empuje a todos los precios motivado por la devaluación ocurrida desde diciembre, los ingresos de la mayor parte de los trabajadores están planchados. Las paritarias de numerosos sectores están empantanadas. Y en el caso de algunos de los aumentos negociados, ya quedaron viejos por el alza de precios. El Smata cerró una paritaria por seis meses con un aumento de 20 % semestral. Esto, cuando hasta el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires admite que entre enero y marzo los precios ya subieron 11,9 %, y abril marcha a ser uno de los meses de mayor incremento de precios desde 2002 según evaluaron varios consultores (salvo que alguna mano dibuje las estadísticas para ofrecer “alegría”). Y si consideramos que los precios habían acelerado su ritmo de aumento ya en noviembre y diciembre del año pasado, ese 20 % quedó viejo antes de arrancar. Incluso las paritarias que lograron mayores incrementos, como la de bancarios (33 %) quedan detrás de un ritmo de incremento de precios que supera hoy el 40 % anual.
Otra estimación conocida ayer, en este caso de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), sostiene que una familia tipo requería en la Ciudad de Buenos Aires un ingreso de 10.580 pesos para no caer en la pobreza, lo que implica un alza de 7,8 % contra marzo, y en el último año una suba de 41,5 %. Según los últimos datos disponibles del Indec sobre ingresos (del segundo trimestre de 2015, ya que el apagón estadístico implementado por Jorge Todesca desde que fue designado por Macri al frente del organismo alcanzó también a este relevamiento), casi 40 % de los hogares se encuentra por debajo de ese umbral en la ciudad.
Las “medidas sociales” que el gobierno viene presentando como paliativo al ajuste, y que son una miseria comparada con la sideral transferencia de recursos para los más ricos, apenas si reponen una pequeña parte del ataque a los ingresos generado por las medidas tomadas desde diciembre.
Este sombrío panorama, se completa con la guerra de números sobre los despidos, mientras se desarrolla en el Congreso la batalla por la ley “antidespidos” que Macri ya prometió que vetará en caso de que sea aprobada. Osvaldo Cornide, de la CAME, elevó ayer a 130 mil el número de despedidos.
En estas condiciones, no sorprende que el “teorema” de Juan José Aranguren (“Si el consumidor considera que el precio del combustible es alto, deja de cargar”) no se limite a la nafta, sino que llegue a todos los terrenos del consumo.
Esteban Mercatante
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario