jueves, 5 de mayo de 2016
La ex Side, una unidad de negocios (delictivos)
Según los mentideros periodísticos, Macri no encuentra espías de confianza en ninguno de los servicios de inteligencia de ninguna de las fuerzas de seguridad o militares. Por eso habría decidido concentrar toda la tarea de espionaje en el titular de la Agencia FederaI de Investigaciones (AFI, ex Side), Gustavo Arribas
Según los mentideros periodísticos, Macri no encuentra espías de confianza en ninguno de los servicios de inteligencia de ninguna de las fuerzas de seguridad o militares. Por eso habría decidido concentrar toda la tarea de espionaje en el titular de la Agencia FederaI de Investigaciones (AFI, ex Side), Gustavo Arribas. Sin embargo, cuatro meses después de haberlos designado, el gobierno aún no envió al Senado los pliegos de los nuevos jefes de la AFI, tal como lo dispone la Ley de Inteligencia. La razón es simple: tanto Arribas como su segunda, Silvia Majdalani, no tienen antecedentes sino prontuarios. Con ellos, el espionaje estatal queda en manos de una camarilla empresarial delictiva. De espionaje no saben nada, pero se respaldan en el viejo aparato de Antonio Stiuso y Francisco Larcher, apadrinado en su momento por los K y ahora por el macrismo. Son espías todo terreno.
Majdalani está investigada por el fiscal Federico Delgado debido a presuntas maniobras de lavado de dinero y por sus vinculaciones con tres empresas off-shore en Panamá. Tres, a falta de una. Miembro de la bancada del Pro, estuvo durante el kirchnerismo en la Comisión Bicameral de Seguimiento de las actividades de inteligencia, y dejó que ese organismo simplemente dejara de funcionar. O sea que no siguió nada y permitió que los espías K hicieran lo que les diera la gana. No es de extrañar, porque ella misma estuvo (está) entrelazada con las correrías de “Paco” Larcher, ex número dos de la Side (“señor 8”), ex hombre de confianza de Néstor Kirchner y otro que se hizo multimillonario durante la “década ganada”.
Mejor aún es el prontuario de Arribas. Empresario del fútbol, representante de jugadores, es compinche desde hace muchos años de las maniobras fraudulentas en Boca con los pases de jugadores. Es amigo íntimo del Presidente, que lo llama “el Negro”. Radicado hasta hace poco en San Pablo, su empresa más conocida (tiene varias, dedicadas entre otras cosas a negocios inmobiliarios y publicidad) es HAZ Brasil, con la que negocia transferencias de futbolistas. Uno de los abogados de HAZ estuvo imputado por lavado de dinero con los pases de Carlos Tévez y Javier Macherano al Corinthians, pero el caso más sonado, que involucra directamente a Arribas, es la triangulación de la frustrada transferencia de Jonathan Calleri al Inter. Calleri pasó primero por Deportivo Maldonado, de la segunda división de Uruguay, un club pantalla dedicado únicamente a fraguar contratos y lavar dinero. Uno de los actuales socios de Arribas en esos mejunjes, Fernando Hidalgo, para no ser menos que nadie tiene también su empresa off-shore en Panamá.
Sobre el Deportivo Maldonado, la agencia Bloomberg informó que se trata de una sociedad anónima deportiva (SAD) manejada por el empresario británico Malcom Caine. Según Bloomberg, Caine ganó 10 millones de dólares por la compra de tres futbolistas que jamás jugaron en Maldonado. Fue el caso de Calleri, quien, adquirido su pase por ese club-pantalla, iba directamente al Internazionale de Milán sin necesidad de pisar Montevideo. Ese pase, finalmente, se cayó porque la maniobra quedó en evidencia y el Inter temió una sanción de la FIFA. Finalmente, el jugador terminó en el Bologna. En otras palabras: Caine, Arribas, Angelici (¿y Macri?) estafaron a Boca y a la Afip.
En manos de esta gente ha quedado el espionaje del Estado argentino. La ex Side es una unidad de negocios delictivos y, sustentada su actividad en el viejo aparato de espías profesionales (y mafiosos) heredado de la dictadura, señala con ello el grado de descomposición al que se ha llegado. Es necesidad de los trabajadores que se disuelvan esas cuevas de conspiraciones contra el pueblo y negociados clandestinos.
Alejandro Guerrero
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