Pasaron apenas meses en la Argentina vertiginosa y dinámica: Macri pasó de ser comparado con Mandela por el nuevo “periodismo militante” en diciembre pasado, a recibir embates hasta de Cavallo y Mirtha Legrand en los últimos días. ¿Qué sucedió en el medio? Una devaluación de 60% en la moneda, más de 100 mil despidos y un tarifazo a la luz, el agua, el gas y el transporte. En resumen: medidas que provocaron creciente descontento social que se verifica en las calles (y hasta en las propias redes sociales del presidente). Dos movilizaciones multitudinarias tuvieron lugar en abril, con apenas 16 días de diferencia y sendos reclamos al gobierno: el regreso de Cristina Fernández, promovido por una torpe actuación del juez Bonadío y la hábil construcción de épica de la ex presidenta, acostumbrada a doblar la apuesta, y la multitud de las CGT y las CTA por el día del trabajador. Todo ello, ante un gobierno que ha tenido que suspender diversos eventos públicos ante el temor a protestas. Es decir: ante un poder que no domina el espacio público, al menos durante sus primeros meses.
Hay que decirlo: Moyano también tuvo que cambiar. Pasó de inaugurar un monumento a Perón junto al propio Macri, en plena campaña electoral, a fustigar sus políticas económicas en apenas 4 meses. No esperaba el desmoronamiento rápido que las encuestas detectan. No esperaba el poco olfato político inicial del macrismo en Balcarce 50. Pero ello sucedió merced al temprano ajuste, desaconsejado hasta por Durán Barba, y el líder camionero decidió volver a su hábitat natural: el sindicalismo. En el camino quedó su ¿ex? socio Barrionuevo, que sin ir a la marcha de las centrales, tampoco asistió al 1° de mayo de Macri, dejando en soledad a un presidente de por si solitario.
El desgaste también llega a los medios afines al gobierno: la nueva cadena nacional de las excavadoras sirve apenas para pasar el tiempo, pero mide menos que antes. Son los peligros de forzar una construcción mediática a 2500 kilómetros del epicentro del poder político (independientemente del rol de Báez, que deberá ser esclarecido). Así se da un fenómeno inédito: se comienza a buscar la realidad allí donde se pueda detectar, en las pocas voces alternativas que han quedado en pie. Por eso volvió Tiempo Argentino, en forma de cooperativa, y aumentaron las ventas de Página 12. Por eso el periodista Roberto Navarro mide más que canales de aire durante sus punzantes emisiones dominicales con su programa “Economía Política”. Por eso Victor Hugo Morales también retornó a su hábitat, la radio, tras el intento de acallamiento que sufrió. No son casos aislados: muestran que el tono monocorde aburre, y que hay necesidad de otras lecturas. Esto fue detectado hasta por periodistas afines al gobierno, que comenzaron a plantear algunos problemas comunicacionales del macrismo. Sin embargo, a juzgar por lo enunciado previamente, el problema del gobierno de MM de cara a las mayorías no es comunicacional, sino de políticas concretas. En definitiva, de para quien se gobierna.
Las próximas semanas serán cruciales para comprender mejor el nuevo escenario político del país. ¿Se animará el presidente a vetar la ley antidespidos, ante las presiones de los empresarios off shore con los que se reunió recientemente en Olivos? ¿Se animará el sector más envalentonado del poder judicial a embestir directamente contra CFK, esta vez bajo la forma de una prisión preventiva? Hay más preguntas que certezas. El único gran titular que hay a esta hora es el siguiente: el que pasó fue el peor mes de Macri en el gobierno. Si el kirchnerismo reaccionó ante sus momentos más complejos con dinámica política -y, precisamente, con una matriz: redoblar la apuesta, ganar la agenda pública- la fórmula del macrismo ante momentos esquivos en la Rosada no queda del todo claro.
Juan Manuel Karg / @jmkarg. Politólogo UBA y analista Internacional
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