viernes, 24 de marzo de 2017

La prensa y la dictadura: una estrecha relación bajo la lupa



La prensa gráfica fue un sector clave en la campaña de propaganda militar durante la última dictadura de 1976. Aquí algunos ejemplos.

La prensa fue concebida como un sector estratégico para quienes idearon, planearon y llevaron adelante la dictadura cívico-militar. Fue así desde un principio y centralmente por dos razones. En primer lugar, para ocultar las atrocidades y los crímenes cometidos (si se ocultaban, se garantizaban así evitar críticas y cuestionamientos). Y en segundo lugar, para legitimar el golpe y la posterior dictadura, convirtiéndose en una verdadera correa de transmisión, en una pieza clave en la operatoria de propaganda militar.
Esta estrecha relación no fue producto del azar o puro pragmatismo. Al contrario, hay razones para pensar que, aquí también, hubo un plan sistemático en el que existió el control, la manipulación, la censura, la represión (según una investigación presentada en la Universidad de La Plata la cantidad de trabajadores de prensa y reporteros gráficos desaparecidos es de al menos 172) y la intervención estatal en negocios empresariales.
El 24 de marzo de 1976, el autodenominado “Proceso de Reorganización nacional” dio a conocer el comunicado Nº 19 mediante el cual indicaban que sería "reprimido con la pena de reclusión por tiempo indeterminado el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare comunicados o imágenes provenientes o atribuidas a asociaciones ilícitas o personas o grupos notoriamente dedicados a actividades subversivas o al terrorismo.” Por otro lado, también sería castigado “con reclusión de hasta diez años, el que por cualquier medio difundiere, divulgare o propagare noticias, comunicados o imágenes, con el propósito de perturbar, perjudicar o desprestigiar las actividades de la Fuerzas Armadas, de Seguridad o Policiales”. Inmediatamente después del golpe, el gobierno ideó un mecanismo de censura: antes de pasar por la imprenta, los diarios deberían enviar copias de prueba de su edición completa al gobierno militar para ser aprobada. El mecanismo alargaba tanto el proceso de edición e imprenta que duro apenas un día medio y en su lugar se establecieron determinados principios y criterios, resumidos en 14 máximas, que los medios deberían obedecer.
En el marco de este clima, muchos de los grandes medios gráficos fueron más allá de limitarse a cumplir órdenes y respetar estas máximas. Se convirtieron prácticamente en voceros de las Fuerzas Armadas en el poder, replicando en sus páginas sus argumentos, visión, y hasta el mismo vocabulario. Es imposible mencionar en una sola nota la cantidad innumerable de ejemplos de la nefasta campaña de propaganda llevada adelante por algunos diarios y revistas. Reflejaremos aquí sólo algunos.

Editorial Atlántida: farándula y política golpista

La campaña de prensa a favor de la dictadura militar comenzó antes del 24 de marzo de 1976. Para los primeros días de marzo, la mayoría de los medios gráficos comenzaron a dedicar más espacio dentro de sus ediciones a las noticias y temas que tenían que ver con las Fuerzas Armadas, sus integrantes, sus actividades, etc.
Las revistas Somos, Gente y Para Ti, pertenecientes al grupo editorial Atlántida, son de las que más apoyaron y difundieron la campaña pro dictadura, inclusive antes del golpe. De la mano de Samuel “Chiche” Gelblung inauguraron el estilo de mezclar farándula con política, eso sí golpista. En su último número de 1975, la revista Gente destacó como central una nota titulada “Noche buena con Videla en Tucumán” mediante la cual hicieron la presentación en sociedad de Jorge Rafael Videla, como vocero de los planes de las Fuerzas Armadas.
El 1º de abril Gente publica varias notas que no tienen desperdicio. Por un lado, una nota donde presentan a los integrantes del nuevo gobierno con una foto y un pequeño Curriculum Vitae de cada uno. Allí se refieren a que “las Fuerzas Armadas, por fin, decidieron tomar el poder”. Casi al final afirman que “la nueva situación se inaugura, entonces con los mejores augurios y las más certeras constancias sobre la unidad de las Fuerzas Armadas y la coherencia de sus pensamiento”. Por supuesto que para ellos, el golpe era “inevitable” para “la instauración final de un sistema político adecuado a la realidad y las necesidades nacionales”. Es ese mismo número, aparece una nota bajo el título: “Gente se equivocó” en la que hacen una especie de autocrítica por no haber reclamado desde antes y de manera más explícita el golpe: “fuimos complacientes con el régimen peronista”, hasta que “de pronto advertimos que teníamos la obligación de hacer ideología y pecar por arbitrarios antes que por complacientes”.
En diciembre tanto del 1976, como de 1977, sacaron dos notas con los personajes del año. En ellas mezclan personajes de la farándula, como Gino Bogani, con los miembros del gobierno militar, como Jorge Videla y personajes siniestros, que presentaron como “fundamentales”, entre ellos: Antonio Bussi incluido en esta selección porque “combatió la guerrilla y trajo la paz”, Carlos Suarez Masson, distinguido por su “carácter” y José Alfredo Martínez de Hoz (ministro de Economía) de quién señalan que su meta es la “recuperación del país”.
En 1977 Gente, Somos y Para Ti realizaron un campaña de prensa vergonzosa, utilizando la figura de una niña de 3 años, Alejandrina Barry, hija de dos militantes asesinados en el marco del Operativo Cóndor. Con la foto de Alejandrina sola, las revistas se lanzaron a una descarada campaña. La revista Somos tituló la nota: “Los hijos del terror”, mientras que la revista Gente dijo: “Esto también es terrorismo, Alejandra está sola”. Lo más repudiable es que esas fotos fueron tomadas mientras Alejandrina estaba apropiada por los militares una vez que sus padres, y otros compañeros de militancia, habían sido asesinados. Querían transmitir la idea de que Alejandrina había sido abandonada. En 2010 Barry inició un juicio contra los dueños de Editorial Atlántida, su staff editorial y los jerárquicos. La denuncia apunta a develar que existió una operación de prensa, con notas y fotos para legitimar el terrorismo de Estado mientras ella estaba apropiada por los militares.
Y la frutilla del postre: en mayo de 1982, la revista Gente anunció en tapa una de las grandes mentiras de la dictadura militar: “Seguimos ganando” en referencia a la Guerra de Malvinas. Menos de un mes después se producía la rendición de las tropas argentinas en Puerto Argentino.

Clarín y La Nación: entre el apoyo y los negocios

Clarín y La Nación eran dos grandes medios gráficos y de tradición cuando se produce el golpe, el primero tenía 31 años de existencia, mientras que el segundo 106.
Ambos apoyaron el golpe desde sus inicios. En el primer editorial de Clarín al otro día del golpe se afirmó que “se abre una etapa con renacidas esperanzas” y que “la acción de las Fuerzas Armadas se ha caracterizado por una ponderada decisión de la que ha estado ausente la prepotencia revanchista o la innecesaria utilización de la fuerza”.
En agosto Clarín se refirió a la relación existente entre la prensa y los jefes de la dictadura militar. Se animó a afirmar que “la prensa nacional no tiene dificultades con un gobierno que persigue idénticos fines”.
Por su parte La Nación, no se quedó atrás. Al otro día del golpe publicó un editorial que se llamó “La edad de la razón” en la que criticaban al gobierno de Isabel Perón, justificando la toma del poder por parte de las Fuerzas Armadas, y alababan el proyecto económico del “Proceso”.
En 1979, en el marco de la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), La Nación publica una solicitada de cámaras empresariales y organizaciones civiles de despedida a la Comisión, cuyo título es: “Los argentinos queremos decirle al mundo”. Y, ¿qué es lo que esos argentino querían decir? “Que los ARGENTINOS estuvimos en guerra” y que “todos, absolutamente todos los hombres de buena voluntad que habitan suelo argentino pedimos a las Fuerzas Armadas que entraran a la guerra para ganar la Paz. A costa de cualquier sacrificio”.
En abril de 1977, Videla anunció en conferencia de prensa que los familiares del empresario David Graiver (muerto sospechosamente el año anterior), quienes además eran los accionistas de Papel Prensa, habían sido detenidos y que la Junta Militar había decidido “la prohibición de administrar y disponer de sus bienes”. Ese mismo día, Clarín, La Razón y La Nación, se quedaron con Papel Prensa. Así culminaba una serie de maniobras y negociados iniciados un año antes entre Videla y los dueños y gerentes de esos diarios para asociarse y quedarse con Papel Prensa.
La Nación y Clarín, aún hoy continúan siendo socios del Estado en la única empresa que produce pasta de celulosa para hacer papel de diario en este país y abastece a más de 170 diarios. Una muestra más de que los empresarios no fueron cómplices, fueron partícipes de la política y los negocios de los militares durante la última dictadura. Seguramente esta sea una gran razón que explica porque hoy se encuentran embarcados en una nueva campaña mediática, a tono con el Gobierno nacional, que niega el Terrorismo de Estado durante la dictadura.

Celeste Vazquez

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