domingo, 7 de agosto de 2016
De mal en peor: la CGT y la tregua sindical frente al ajuste
Moyano, Barrionuevo y Caló presidieron un plenario previo al Congreso normalizador de la CGT, cuando se concretaría la reunificación. 54 gremios ausentes y un documento con sabor a poco y nada.
Hugo Moyano, Luis Barrionuevo y Antonio Caló condujeron la reunión que tuvo lugar en Azopardo 802. Desde la pulcra mesa del salón Felipe Vallese de la histórica sede de la CGT, los titulares de las centrales obreras ratificaron el llamado “triunvirato”, integrado por el moyanista Juan Carlos Schmidt (Dragado y Balizamiento); el representante de los “gordos”, Hector Dáer (Sanidad); y el barrionuevista Carlos Acuña (Estaciones de servicio).
El acto contó con algunas ausencias respecto al Congreso Confederal que fijó la fecha de unificación –54 gremios para ser exactos.
Con una clara referencia a las internas existentes, Moyano declaró “es momento de estar unidos. La unidad es una tarea no muy sencilla, espero que el 22 de agosto se sumen las organizaciones que hoy no vinieron”. Aludía a los grupos liderados por Omar Viviani y el ultra-oficialista Gerónimo “Momo” Venegas, quien lideró su propia mesa de unidad sindical paralela – en la sede de las 62 Organizaciones, cita en Independencia al 3000-, con más de cincuenta gremios que lo propusieron como único titular de la CGT.
En el mismo sentido, Barrionuevo, referente de la CGT Azul y Blanca, afirmó que hay que “dejar de lado roscas estúpidas”, y –a modo de confesión de partes- realizó un pedido: “el 22 tiene que ser una fiesta y un ejemplo, y que nadie quiera llevar barras”. Quien supo ser un aliado de fierro de Carlos Menem y Eduardo Duhalde, ensayó en su discurso una enfervorizada defensa del “modelo sindical argentino”. Con esto no se refería a la fuerza de las comisiones internas o los cuerpos de delegados, sino a los aparatos burocráticos que frenan toda tendencia a la lucha de los trabajadores contra el ajuste.
Antonio Caló, quien cerró el encuentro luego de Schmid, apuntó en el mismo sentido: “Vamos camino a la unificación, aunque acá falten gremios”.
Entre los que sí asistieron al plenario de secretarios generales de las CGT Alsina, Azopardo y Azul y Blanca, también se evidenciaron las fisuras. Por ejemplo, Sergio Omar Palazzo, de la Asociación Bancaria, mostró su intención de ser parte de la conducción. Fue propuesto por un sector que apuesta a un “cuarteto” para la conducción. Casi veinte oradores secundaron su posición.
Aunque esto no fue parte de las resoluciones, es algo que no está cerrado. El mismo Schmid había dicho hace pocas horas que todo podía ser negociado si hacía falta.
Poco ruido, pocas nueces
A lo largo de estos meses, la burocracia sindical hizo mucho... para asegurar la gobernabilidad del macrismo. Su quietud ante el veto a la ley antidespidos, los tarifazos y el ajuste, pone de manifiesto sus verdaderos intereses, alejados de los de la mayoría de los trabajadores de país.
Es el descontento social que se expresó en los #Ruidazos, que se ve cotidianamente en sus propias bases, lo que llevó a los dirigentes que se reunieron este viernes a expresar una tibia denuncia en su primer documento unificado, titulado “De mal en peor”.
Aparentemente, los gremialistas tardaron ocho meses en darse cuenta de que hay un “aumento de la pobreza, una brusca caída del consumo y perspectivas económicas y sociales que ensombrecen aún más el horizonte”, así como “un brutal tarifazo de los servicios públicos”, y ataques a la educación y al empleo.
Continuando su “resistencia” –a la resistencia- el Plenario resolvió tres puntos: “la unidad del Movimiento Obrero Argentino”; “un trabajo profundo sobre las representaciones del interior del país”; y “la elaboración de un programa con las principales problemáticas que aquejan al mundo del trabajo” con “acciones gremiales que correspondan en reclamo de las soluciones que requiere la mayoría del pueblo argentino” –las cuales, por supuesto, no especifican.
No viene mal recordar que, hace apenas 4 días, parte importante de esos dirigentes había estado en la Casa Rosada aplaudiendo a Macri cuando éste definió entregarles $ 2.704 millones en concepto de deuda de las obras sociales, un precio bastante alto para mantener la tregua sindical.
Lo que quedó de manifiesto ayer viernes es que lo que verdaderamente parece ir “de mal en peor” es la situación de la clase trabajadora con estos dirigentes al frente de los sindicatos. Resulta imprescindible luchar por recuperar entonces esas organizaciones para la lucha de clase trabajadora.
Jazmín Bazán
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