lunes, 29 de agosto de 2016

Salarios y distribución del ingreso durante el kirchnerismo: hora de balance



Gráfico 1



Gráfico 2



Cuadro 1

La derrota electoral del kirchnerismo en las elecciones presidenciales del último año significó el fin de una experiencia política de doce años que requiere una serie de balances específicos todavía pendientes.
En particular, desde sectores afines al kirchnerismo se ha transmitido la idea de un incremento de los salarios y la participación asalariada que habría confirmado un pretendido paralelismo histórico entre kirchnerismo y peronismo. En efecto, las estadísticas oficiales arrojaban, para el año 2013, una distribución similar entre trabajo y capital que, a grandes rasgos, había sido alcanzada históricamente en 1954 y 1974, durante gobiernos peronistas.
La Cuenta de Generación del Ingreso (CGI) es una de varias cuentas nacionales elaboradas por los estados para el estudio de la realidad económica y social de acuerdo a lineamientos internacionales estandarizados. En particular, la CGI apunta a dar cuenta de la distribución del ingreso entre las distintas clases, principalmente entre empresarios y asalariados, además de cuentapropistas. A este respecto, la nueva base 2004 de las cuentas nacionales, incluida la CGI, fue sujeta a diversas críticas, dado que la misma se implementó con demasiados años de atraso, sin un mayor desarrollo de la metodología empleada, e incluso no se presentaron las estimaciones para años previos al año base que permitan un mejor encadenamiento de las series con la base anterior del año 1993 y análisis de más largo plazo.
En el presente trabajo realizamos una estimación alternativa, más bien un ejercicio alternativo que difícilmente pueda tomarse como definitivo, de la participación asalariada en el ingreso, cuyos resultados difieren de los que se desprenden de la CGI base 2004 elaborada por el INDEC.

La participación asalariada durante el kirchnerismo

La participación asalariada surge de dividir la masa salarial por el ingreso o el valor agregado bruto a precios corrientes. El monto de la masa salarial puede entenderse como el resultado de multiplicar el número de asalariados y el salario anual promedio a precios corrientes.
En el gráfico N°1 profundizamos algunas cuestiones referidas a la CGI base 2004. Se ha tomado la masa salarial (remuneraciones, MS en el gráfico) y se la ha dividido por el número de asalariados (N) de la misma cuenta, obteniéndose los salarios anuales promedio nominales (W) para cada año, implícitos en la misma. La variación conjunta neta de ambos componentes, asalariados y salario promedio, explicará así de forma aproximada la variación anual de la masa salarial nominal.
De este modo logramos una descomposición de la CGI y de los determinantes de la masa salarial y la participación asalariada en el producto, con especial atención a la variación implícita de los salarios que contiene la CGI. En efecto, lo que surge en forma clara es una sobreestimación del salario nominal promedio (W), dadas las variaciones anuales implícita en la cuenta, que en definitiva afecta los niveles de participación y que se encuentran desconectados del coeficiente de variación salarial oficial (CVS, o IS durante los últimos años) y de los incrementos salariales efectivamente negociados entre sindicatos y empresarios. En cuanto a la distorsión acumulada, cabe mencionar que en 2005-2013, dejando de lado la anomalía enorme de 2014, la tasa de variación del salario implícita en la CGI fue en promedio del 25,9 % contra un 21,9 % del CVS. Así, por ejemplo, en el año 2008, según las cuentas oficiales de distribución del ingreso, el salario nominal promedio (W, valores de la variación en negro en el gráfico) creció 32,6 %, un dato difícil de sostener, mientras que el coeficiente de variación salarial (CVS, valores en blanco) fue del 22,4 %. En aquel año un oficialista Hugo Moyano cerraba tempranamente un 19,5 % de aumento para Camioneros con la finalidad de establecer una pauta de negociación salarial para el resto. La fijación de la pauta de 19,5 % fue ampliamente acatada por la dirigencia sindical, incluso festejada por el también oficialista diario Página/12. La inflación anual acumulada en mayo 2007-abril 2008 respecto a mayo 2006-abril 2007 había sido del 26,6 % mientras que el nivel de precios de abril 2008 era un 32,9 % superior al del mismo mes del año anterior (IPC-CqP). Los empleados bancarios negociaron un aumento por el mismo porcentaje del 19,5 %. El incremento en Comercio fue del 20,0 % en tres cuotas. UPCN y ATE acordaron 19,5 % de incremento salarial. Maquinistas y ferroviarios, acordaron un 21,6 %. UTA un 19,5 %, según el gobierno, o un 22,0 %, según el mismo gremio. En el mismo porcentaje de 19,5 % establecido por la pauta oficial se ubicaron otros gremios como la UOCRA o taxistas. En Alimentación, el incremento fue en una cuota de 20,0 % a partir de mayo. Algunas excepciones fueron los docentes nacionales con un 24,0 % y la UOM con un 32,0 % en categoría operario simple (y 27,9 % en el resto).
Como corolario cabe destacar que la masa salarial (MS) de la CGI en el año 2014 solo se habría expandido 19,8 %, lo que habría supuesto, considerando una hipotética tasa nula de crecimiento en el empleo asalariado, que el salario promedio nominal se expandió solo 19,8 %, un sinsentido similar al ya señalado del año 2008, con un coeficiente de variación salarial que en 2014 llegó al 32,8 %1. Las paritarias de ese año estuvieron, obviamente, muy por encima del 19,8 % implícito en la CGI (siempre con el supuesto de nula creación de empleo para dicho año). Los incrementos en Comercio fueron del 27,0 % y en Bancarios del 29,0 %. En la administración pública nacional UPCN y ATE obtuvieron aumentos del 28,1 %. El gremio de Camioneros, del 33,0 %. Los gremios de Alimentación y Gastronómicos lograron un 35,0 %, mientras que Ferroviarios y UTA alcanzaron incrementos del 28,0 %. Los docentes nacionales negociaron finalmente un aumento del 28,7 %.
En definitiva, el cuadro que surge difiere marcadamente cuando, para obtener la masa salarial, descartamos la variación salarial implícita en la CGI y utilizamos el CVS (gráfico N° 2) en conjunto con la variación del empleo asalariado de la misma CGI, dado el sesgo mencionado de la variación nominal de los salarios implícitos en las cuenta oficial.
Podemos distinguir tres etapas en el período 2004-2014 en relación a la distribución primaria o funcional. Entre 2004 y 2008, la participación asalariada se mantuvo estable (30,6 % del VABpp), dado que el empleo creció a un promedio del 4,5 % y el costo laboral real un 2,6 %, prácticamente idéntica magnitud conjunta que la tasa de variación del producto (7,4 %). Durante una segunda etapa, que se extiende a lo largo del trienio 2009-2011, la participación asalariada se incrementó y estabilizó en un mayor nivel (33,4 % del VABpp). El producto se expandió a una tasa promedio menor del 3,0 %, básicamente por la caída de 2009. El ritmo de crecimiento del empleo asalariado también se redujo a un 1,9 % promedio, mientras que el costo laboral real incrementó su tasa de variación promedio al 4,1 %, para una variación conjunta del 6,0 % que, al superar la del producto, significó un alza en la participación asalariada. En tercer lugar, durante el último trienio (2012-2014) el producto se estancó con una tasa promedio del 0,0 %, al tiempo que el empleo siguió reduciendo su ritmo de crecimiento hasta un 1,1 % promedio. No obstante, esta variación positiva, más la variación positiva del costo laboral real del 3,4 %, significaron un nuevo incremento de la participación asalariada (39,6 % del VABpp), ciertamente lejos del tan mentado 50 % que finalmente las cuentas oficiales reflejaron para el año 2013.
Ha sido una característica clara del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner un creciente alejamiento de la dirigencia sindical en términos políticos. El crecimiento de la participación asalariada en desmedro de las ganancias comenzó a despertar cuestionamientos de algunos sectores empresarios sobre el rumbo económico y político. Desde el gobierno se intentó profundizar el condicionamiento sobre el movimiento obrero intentando establecer tímidamente algún porcentaje como pauta en las negociaciones paritarias, o incluso atacando gremios con un alto nivel de combatividad, como el caso de los docentes o los trabajadores del subterráneo.
Dicho incremento en la participación se presentaba, no obstante, con salarios reales estancados. El quiebre entre el gobierno y buena parte del sindicalismo fue claro, con la desventaja para el gobierno de no lograr garantizarle a los empresarios una mayor participación en el producto, misión que el nuevo gobierno macrista pretende cumplir en forma inocultable.

El poder adquisitivo de los salarios (2001-2015)

El incremento de la participación asalariada en esta etapa final del kirchnerismo, ni siquiera fue producto entonces de mejoras en los ingresos de los asalariados (cuadro N°1) sino que, por el contrario, los incrementos paritarios y en la facturación total de la economía, que marcaban un incremento de su participación, se daban en conjunto con una caída del poder adquisitivo del salario, estableciendo así una dinámica en la que los incrementos salariales, incluso sin llegar a cubrir la inflación en términos del consumidor, afectaban de todas formas la participación de las ganancias. Los precios al consumidor, como por ejemplo los alimentos y alquileres, crecieron en mayor medida que los de la totalidad de la economía, aun considerando los subsidios a los servicios públicos.
El cuadro N° 1 requiere algunos comentarios adicionales. En primer lugar, deja constancia que el coeficiente de variación salarial del INDEC, que aquí usamos previamente en lo referido a la distribución y su re-estimación, no está exento de comportamientos anómalos.
Es el caso de la variación salarial de los trabajadores privados no registrados, que aparece en parte sobrevalorada en los últimos años al expandirse a tasas notablemente mayores que el sector privado registrado, en un contexto de creciente empeoramiento de las condiciones del mercado laboral.
En segundo lugar, el comportamiento del salario real no refleja en forma completa las mejoras en las condiciones de vida de los hogares relacionadas con un aumento del empleo que, en definitiva, permite incrementar el número de ingresos totales de los hogares, o las transferencias sociales fiscales netas, incluyendo la ampliación de la cobertura jubilatoria o la AUH, que por definición caen en el ámbito de la distribución secundaria y no en el de la distribución funcional o primaria2.
Si bien a lo largo del ciclo kirchnerista el salario real general ha crecido en buena parte de los años considerados (con la salvedad de 2008 y 2014, y en menor medida 2010), el mismo apenas ha recuperado su nivel vigente en el colapso de la convertibilidad. Con la excepción del curioso caso de los trabajadores privados no registrados (cuyos datos se encuentran siendo revisados por la actual conducción del INDEC), tanto en términos generales como del sector privado registrado, el punto máximo se alcanzó en 2013. En el caso de los trabajadores del sector público, el kirchnerismo significó, por el contrario, la consolidación del ajuste fiscal realizado en 2001-2002, e incluso, desde 2011, un mayor deterioro del poder adquisitivo.
En los años posteriores a 2008 el salario real continuó incrementándose pero a un ritmo menor que el vigente hasta 2007. Ya en 2013 la tasa de incremento fue nula, para luego mostrar una reducción del 6,0 % en 2014, en el marco de una importante devaluación de la moneda y su traslado a precios. En 2015, de acuerdo al cuadro N°1, hasta octubre el salario real se habría expandido 2,5 % respecto al período enero-octubre del año anterior.
La devaluación abrupta realizada por el nuevo gobierno, con su correspondiente traslado a precios, así como los posteriores aumentos tarifarios, implicarán muy probablemente una caída del salario real de, al menos, el 10 % en 2016, caída que seguramente se verá reflejada en un descenso de la participación de los asalariados en el ingreso.
No se ha incluido en la CGI el número de asalariados para el año 2014, probablemente porque se habría reconocido una reducción en el empleo, tema sobre el que ha girado parte de la manipulación estadística oficial. No obstante, sí se ha incluido el monto total de las remuneraciones al trabajo asalariado, tal como reflejamos, en cuanto a su variación, en el gráfico N°1. Por su parte, de acuerdo a estadísticas oficiales, el empleo privado registrado experimentó una tasa prácticamente nula de crecimiento en 2014 del 0,1 %. La evolución del empleo no registrado, difícilmente supere ese registro sino más bien lo contrario.
De acuerdo al Informe mundial sobre salarios 2014/2015 de la OIT, en el 25 % de los hogares de menores ingresos de la Argentina, las transferencias sociales representan más del 20 % de los ingresos del hogar, mientras que en el 25 % de mayores ingresos dichas transferencias representan alrededor del 10 % de su ingreso total (p.47).

Esteban Ezequiel Maito

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