lunes, 22 de agosto de 2016
La revista de los genocidas que festejó
Los represores firman con seudónimo y se declaran víctimas de la persecución del kirchnerismo. Usan la publicación para presionar prerrogativas como las domiciliarias. Un relato de los festejos por la derrota de “la viuda”.
El domingo 27 de abril de 2014, los represores del Pabellón 5 del módulo “lesa humanidad” de Marcos Paz, conocidos como los duros, comenzaron a publicar Te cuento... La Semana. Es una furiosa revista digital que en dos años pasó de dos a catorce páginas y se presenta como la voz de los “presos políticos” de varias cárceles del país. Tiene cartas de lectores, la sección “Resistencia”, un chiste como editorial y fotos que aparecen en peligrosa clave de escarnio público. Lejos de parecer pobres ancianos al borde de la muerte, propulsan campañas contra los juicios y coordinan estrategias para obtener prerrogativas como las domiciliarias.
Las tapas son explícitas, temas como festejar la domiciliaria de Eduardo Rodolfo Cabanillas, un “instructivo para documentar y certificar martirios y muertes ilegales en prisión”, y una suerte de llamado a la huelga de hambre de los mayores de 70 años, para poder irse a casa. Pese a que se horrorizaron cuando Barack Obama visitó el Parque de la Memoria del brazo de Mauricio Macri, la revista festejó el cambio de gobierno con un título de tapa breve: “Esperanza”.
La redacción
Las firmas de la revista son conocidas, y cada nombre es seguido de la sigla PP, Preso Político. El director-editor firma “Profesor Carlos A. Sfulcini PP” y fue condenado en 2013 a veinte años de prisión en la causa Guerrieri II, que investigó 27 víctimas del terrorismo de Estado, entre ellos 14 asesinados. El secretario de redacción y todo el “consejo de redacción” usa nombres falsos: JL Afgano PP, Alberto Eduardo PP, Charlie PP, Raúl Pucho PP. Y hay notas firmadas como Cronista PP o Brotweiller PP, ésta acompañada por la foto de un perrazo. Los artículos son firmados por “el doctor Gustavo Demarchi PP”, juzgado en Mar del Plata por crímenes de 1975; por “Alfredo Ignacio Astiz PP”; por Miguel Clements, juzgado en ESMA III; y, por el prolífico ex carapintada Víctor Gallo PP, condenado por la apropiación de Francisco Madariaga.
El 13 de diciembre, la revista festejó el recambio de gobierno. Eliminó de la portada un contador de números invertidos que estaba desde el primer número y puso “un sol por ahora de esperanza”. Cronista PP dio cuenta de los sucesos dentro del penal en la noche del 9 al 10 de diciembre: “Ya todo estaba en silencio siendo las 23:50. Los viejitos ya casi todos se habían guardado, los teléfonos raramente estaban casi desocupados y la televisión aún estaba encendida con pocos televidentes alrededor. Alguien duchándose tardíamente y de repente se escuchan algunos ruidos, golpes, pero no se había caído nada. Parecían hechos voluntariamente. Faltaban pocos minutos para las 00:00, hora en que la reina se convertiría en calabaza (…). Comenzó a sonar la señal de las 00:00 y el caos se desató. Como en aquellas épicas jornadas de 2001 en que las cacerolas se enseñorearon de las ciudades argentinas, todo elemento contundente sirvió para hacer sonar estentóreamente la descarga de tanto tiempo de bronca, como si la injusticia se cobrara con fuertes ruidos, palos de escoba contra los sonoros metales de las escaleras, las manos desnudas golpeando las puertas, tapas de cacerolas a modo de platillos musicales, sartenes contra sartenes, todo fue útil para la batucada de despedida, cualquier cosa que hiciera ruido servía, todo el pabellón en prendas menores haciendo su parte durante diez minutos mágicos. Hasta algún celador asustado escuchó el escándalo y se asomó imaginando algún motín septuagenario, que pronto entendió y se alejó entendiendo lo que pasaba”. Lo que pasaba era que a esa hora Cristina Fernández de Kirchner era despedida por una plaza repleta frente a la Casa de Gobierno. La ex presidenta es para la revista “la viuda” o la “viuda millonaria”.
De acuerdo a la información del propio portal, esta es una “revista de los `presos políticos` de Argentina al mundo. Este modesto semanario sale a la luz, con la sola pretensión de acercar a nuestros camaradas P.P., información que pueda sernos de interés y/o utilidad, para no sentirnos aislados del mundo exterior, y a la vez, llevar un mensaje de esperanza y algunas notas de humor, que hagan un poco más llevadera la vida.”
La revista tiene secciones, como el “directorial”, un editorial de su director, una sección de cartas de lectores con reproducciones de cartas publicadas en La Nación y de otras “todavía no publicadas”, varias secciones de opinión, una llamada Resistencia y las efemérides con muertos militares. Se publican horarios de misa y de confesionario, cine en el Penal y avisos de la proveeduría San Cayetano, ubicada frente al Complejo Penal II Marcos Paz con una publicitada caja de ahorro. En el final, con entretenimientos y consejos de salud aparece el “chiste”. En uno, hay dos presos y una rata como personajes.
–¿Qué estas cocinando Horacio?
–La última cena, Fede. Mañana los de más de 70 empezamos la huelga de hambre.
El chiste siempre termina con un comentario de la rata. En este caso: “A estos jueces prevaricadores, si no los amenazas con morirte, no te dan la domiciliaria”.
En estos meses de macrismo, se percibe un lobby de las excarcelaciones y domiciliarias, con entrevistas y consejos de abogados. Y una segunda línea más tenebrosa que camina a la reinvención del enemigo interno con juego de asociaciones entre kirchnerismo, militancia y atentados, en un contexto editorial que todo el tiempo mira a Siria y el eje Estados Unidos y Rusia disputando lo que llaman “tercera guerra mundial”.
Chiste: “¿Viste, Horacio, que en Mar del Plata le tiraron piedras a Macri?” “Sí, Fede. Porque no se animó a mentir con los 30.000 y osó decir ¡guerra sucia!”
Rata: La Hebe le mandó la orga, quiere que Mauricio le tenga miedo.
En campaña
La revista cambió después de las elecciones. Luego del ballottage, publicaron una tapa con la palabra “Amanece”. “Catorce días sin contacto con nuestros lectores, catorce días que el país vivió con mucha intensidad y nosotros con demasiada ansiedad”, señaló. “La niebla al fin se disipó y el horizonte se ve más claro. Sólo 11 días nos separan de otra Argentina, una Argentina que por ahora sólo conocemos por su envase pero que para nosotros los presos políticos aparece cargada de esperanza”.
Esta tapa, bien diferente a otras, según dijeron, la usaron “como un mensaje esperanzador”. Y escribieron un suerte de proclama política que con el paso del tiempo parece ir cumpliéndose: “Disfrutemos este primer momento, dejemos que el contador con el número 11, se muestre en 0, dejemos luego que el gobierno pueda atender la emergencia económica, que incluye también nuestros retiros y los haberes que reciben nuestras familias para sobrevivir, démosle los meses de gracia que todo nuevo gobierno espera sabiendo que ya no están manejando el tema quienes querían que estuviéramos en esta situación”.
Para enero, ya tenían la situación más en claro. La edición del 17 mostraba en la tapa la foto del secretario de derechos humanos Claudio Avruj abrazado a los integrantes del Centro de estudios legales sobre el terrorismo y sus víctimas. “¡Los apropiadores de DDHH se retuercen!” titularon. “Las víctimas del terrorismo de Estado entraron a la ESMA”. El vínculo con el gobierno mostró cierta tensión cuando en el 27 de marzo publicaron espantados la imagen de Obama y Macri de recorrida por el Parque de la Memoria: “La moneda de cambio de la democracia. Políticamente incorrecto”.
La desbocada nota de “tapa” de Brottweiller PP dice que “la casa blanca confirmó un homenaje a las víctimas de la `guerra sucia`”. Y en línea con la editorial de La Nación, comparó a las víctimas de la dictadura con los autores de los atentados en Europa. Luego de preguntar si hay “un mundo que se puso al revés”, la misma edición criticó con fiereza al jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta por la organización en la ciudad de Buenos Aires de “una noche por la memoria” en el marco de los 40 años del aniversario del golpe.
No es el caso del ministro de Justicia Germán Garavano, que aparece de modo amigable con reproducciones de notas que dicen que los detenidos de más de setenta años deben irse a su casa “según la ley”. En esa línea aparecen una serie de estrategias donde coordinan todo tipo acciones. Hay una entrevista al médico Mariano Castex sobre los derechos entre salud y domiciliarias, consejos de la Asociación Justicia y Concordia y un llamado a tomar “aquellos casos emblemáticos en cuanto a irregularidades y sacarlos a la luz”. También citan opciones como pedir “directamente la inconstitucionalidad de todo lo actuado y entrevistas personales con jueces de la cámara federal, casación, juzgados federales intentando contactos personales”. En un artículo del comisario retirado de la provincia de Buenos Aires “Claudio Kussman PP” hay un instructivo que convoca: “Guardemos fotos, documentación, videos, grabaciones sonoras, correspondencia postal y digital, recibos, certificaciones, etcétera” para documentar lo que llaman “exterminio”. Esa lógica a través de la cual buscan prerrogativas por “razones humanitarias” es una de estrategia para presentar reclamos internacionales.
En huelga
El 24 de julio los PP festejaron la salida de la cárcel de Cabanillas con una tapa. El jefe del centro clandestino Automotores Orletti era uno de los detenidos de mayor jerarquía. “¿Los jueces comienzan a cumplir con la ley?” se preguntaron. Cabanillas había iniciado una huelga de hambre días antes y escribió una carta que publicó la sección de carta de lectores de La Nación. Recibió muestras de adhesión de otros camaradas de armas que publicaron otras dos cartas en el mismo diario. En las vacaciones de invierno, la sala de feria de la Cámara de Casación Penal le otorgó finalmente la domiciliaria por edad, condiciones de salud y razones humanitarias, en un nuevo encuadre jurídico que entendió que podía irse a su casa aunque no estuviera en fase terminal como marcaba la jurisprudencia.
Bajo el título “Cabanillas rumbo a su casa”, un cronista escribió: “Bajo una lluvia de aplausos, sinceros palmeos en la espalda y el grito de Viva la patria”. Así “el general” Cabanillas “recorrió los últimos metros que separan las celdas de la puerta de salida de la UP 31. El hombre que hace unas semanas se preparó para irse a su casa o encaminarse a la tumba, recibió el mendrugo de lo que significa la prisión domiciliaria para un soldado a quien le han rapiñado sus derechos. El general fue retirado del Pabellón por personal de la División Traslados. Lo antecedía como siempre en estos casos la camilla que oficia de carretón en el que lleva sus efectos personales, algunos de los cuales dejó como recuerdo a sus camaradas de Pabellón”.
También se destacó una carta de lectores que decía “estimados señores sé del esfuerzo que pusieron para lograr la domiciliaria del señor general Cabanillas. Por lo tanto y con todo respeto les solicito desarrollar mi idea en la cual propongo que el mismo día a la misma hora, todos nuestros prisioneros y en forma coordinada y preestablecida inicien una huelga de hambre. Dos mil a la vez y con mucha fuerza, ya la edad es determinante cuando uno cree que está todo perdido. Les ruego lo analicen y que esto ocasionara un grave problema político si se muere alguien. Firma: My R Av. Mil FAA A J Sesin Toro 1”.
En esa misma edición, escribió el ex subcomisario de la policía bonaerense condenado por apropiación, José Félix Madrid, para “hacer saber a las autoridades que corresponden mi negación a ingerir alimentos y medicación hasta la hora de mi muerte o liberación inmediata”.
Y el chiste: “¿Viste Fede cómo vuelan los caranchos?” “Sí Horacio, debe haber un animal muerto en el campo”.
Rata: “¡Que va! Los caranchos se enteraron que los jueces están por firmar una domiciliaria”.
Alejandra Dandan
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