miércoles, 5 de agosto de 2015
Scioli, Aníbal y Domínguez: crisis en el peronismo de la provincia de Buenos Aires
La acusación a Aníbal Fernández de haber sido el autor intelectual del triple crimen de Gral. Rodríguez en agosto de 2008 ha abierto, a días de las PASO, una crisis en el peronismo de la provincia de Buenos Aires y la primera de la campaña electoral. El jefe de Gabinete acusó a su rival en las PASO, Julián Domínguez, nada menos, que de ser el instigador de la denuncia junto al grupo Clarín.
La denuncia, aparecida este domingo en el programa del periodista estrella del grupo Clarín, fue realizada por el ex policía Martín Lanatta, quien cumple condena por haber sido el autor material del asesinato a los tres empresarios, Damián Ferrón, Sebastián Forza y Leopoldo Bina, todos dedicados al muy rentable negocio de la efedrina. Otra de las involucradas en la acusación al Jefe de Gabinete ha sido Elisa Carrió quien prestó su domicilio de Recoleta para que otro de los denunciantes, el ex Jefe de Policía y socio del asesinado Ferrón, José Luis Salerno, pudiera decir que tiene pruebas de que Fernández sería la “Morsa”, el hombre que habría dado la orden de asesinar a los tres empresarios. Los hechos, hasta el día de ayer, se completan con el ataque a la casa de Jorge Lanata y las posteriores elucubraciones de los medios para determinar de dónde provienen los casquillos de bala arrojados en las inmediaciones de la vivienda del periodista líder de PPT.
La acusación volvió a traer al escenario político algo que en La Izquierda Diario hemos denunciado una y otra vez, el repugnante maridaje que existe entre la política burguesa, las policías y el negocio del narcotráfico. Los testimonios que sacó a la luz el programa de Lanata apuntaron a denunciar que el triple crimen habría respondido a una disputa por el control del negocio de la efedrina que comandaba una banda ligada con agentes policiales y la ex SIDE dirigida por Jaime Stiuso. Aníbal Fernández, ministro en ese entonces de Justicia, Seguridad y Derechos Humanos, tenía una relación estrechísima con las fuerzas de seguridad federales y sería el cerebro detrás del entramado delictivo. No podemos saber cuánto hay de cierto en esto y cuánto de operación política. Pero la connivencia entre las fuerzas represivas, los barones del conurbano y el gran delito no es una novedad para la política burguesa de la provincia de Buenos Aires como no lo es tampoco en Santa Fe o en la provincia de Córdoba. Se trata de la podredumbre de todo un régimen burgués y de una descomposición que atraviesa a los principales partidos de la Argentina.
Pero las acusaciones contra Fernández, lanzadas a días de las PASO, impactaron con fuerza en la principal disputa interna que se vive en el país, la de la contienda a la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Esta vez, a diferencia del caso Nisman donde el gobierno cerró filas ante las acusaciones, el interés de cada una de las facciones del kirchnerismo pudo más y en medio del fin de ciclo y la pelea abierta por cómo se reparten las cuotas de poder, llevó al mismo Aníbal Fernández a profundizar la herida abierta acusando a Julián Domínguez, su rival en las PASO, de formar parte de la operación contra su persona en connivencia con el Grupo de Magnetto. Aunque Domínguez desmintió formar parte de la operación el enfrentamiento está al rojo vivo y desnudó la cloaca de la interna oficial donde evidentemente no se escatima la munición gruesa. Alerta en medio de la crisis, el candidato a presidente por el FpV Daniel Scioli, decidió, fiel a su estilo, abstenerse de participar de los actos de campaña de los dos pre candidatos a la gobernación que le han prometido lealtad en la provincia de Buenos Aires. La crisis está abierta y toda interna en la provincia gravita en la situación nacional.
La denuncia no solo hace gran mella en Aníbal Fernández, favorito del kirchnerismo duro y que encabeza las encuestas de las PASO a gobernador. Lleva agua también a la campaña de Julián Domínguez, que cuenta con el aval de la mayoría de los barones de conurbano distanciados de Fernández y además es el candidato con mejor llegada a las patronales agrarias y el establishment. Pero la crisis pega en la línea de flotación al mismo Scioli. Como planteamos en La izquierda Diario “La situación en general conservadora por la tensa estabilidad económica (relativamente artificial) y las ilusiones de la coyuntura electoral, combinadas con una manifestación distorsionada de la relación de fuerzas más general, hacen que el triunfo de los oficialismos y la “continuidad con cambios” predominen en promedio". En un escenario donde se alejaba la polarización deliberadamente construida por el kirchnerismo y el macrismo, el favorecido era Scioli. Semejante crisis política, en medio de un año electoral, y en la provincia más importante del país, podrían esmerilar al bonaerense para acortar las distancias que según las encuestas lo separan de Macri y que no llegue al 45% capaz de coronarlo en primera vuelta. La crisis está abierta, y como saben los estudiosos del peronismo, sus crisis se conocen como empiezan pero nunca cómo terminan.
Ruth Werner
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