miércoles, 12 de agosto de 2015
Fuerza de tareas 5. Tercera audiencia: memoria de la dignidad obrera
Durante la tercera audiencia se escucharon los testimonios de 4 sobrevivientes de los CCD de la Armada y Prefectura.
Los compañeros siguieron señalando la estructura represiva de los marinos y la complicidad de la burocracia sindical de ATE Ensenada en dictadura. Pese a este juicio, muchos crímenes de la Armada continúan impunesEn primer término se escuchó a Mario Pelaez, trabajador de Astillero Río Santiago que sufrió secuestro y torturas tres meses antes del golpe de Estado, lo que da cuenta que el accionar represivo, la inteligencia, los medios y el circuito de lugares de detención ya estaban planificados y en pleno funcionamiento previo al golpe.
Con dificultades para movilizarse pero con claridad y contundencia para expresarse, Pelaez contó que desde el ’74 era era delegado del Sector Maniobras en el Astillero, fue detenido de de la casa de sus padres la madrugada del 16 de enero del ’76 y fue llevado al BIM 3, donde sufrió torturas y estuvo 3 o 4 días desaparecido.
El testigo relató que reconoció el lugar porque antes de ingresar a trabajar en el Astillero, en el año ’69, había trabajado en una reforma muy grande de albañilería y pintura que se había hecho en el BIM3.
Lo ingresaron por la calle paralela al paredón y por el portón que estaba sobre calle 126. El lugar donde estuvo detenido era la enfermería del Batallón, en un subsuelo que daba a los fondos del predio, lindando con el Hospital Naval. Allí lo ataron a una cama, con un colchón de goma pluma mojado, le conectaron cables a los pies y comenzó la tortura y los golpes. Lo interrogaban por la bomba la bomba en la Fragata Trinidad por el asesinato de un sargento del Ejército. Luego lo subieron a la planta alta, a una celda que reconoció porque él mismo la había pintado como parte de aquel trabajo.
Recordó que estuvo tirado varios días sin agua ni comida, y que escuchaba gente gritar con la tortura, pero no pudo ver ni reconocer a nadie. Un día lo cargaron tabicado en un móvil y lo llevaron a u lugar al 20 minutos del BIM, del que sólo recuerda que tenía un portón grande de ingreso de vehículos. Otra noche lo vinieron a buscar, lo cargaron en una camioneta y lo tiraron en el Km 500 de Temperley.
También relató que en esos días el Astillero y las fábricas de la zona estaban todas paradas pidiendo su liberación y aparición con vida. “Ese hecho fue el que permitió que yo pudiera volver”, dijo. Y cuando regresó a la fábrica a pedir ser reincorporado e Director del Astillero, Capitán de Navío Enrique Carranza, lo mandó a llamar para que fuera a la oficina a hablar con él. Él se fue a una asamblea y les planteó es que si Carranza quería hablar lo que tenía que hacer era venir a la asamblea. Era viejos conocidos, porque según contó Carranza tenía una costumbre: a partir de las asambleas adentro de la fábrica, que no estaban permitidas, se estaba permitido, nosotros nos tomábamos un tiempo entre lo que era el primer turno del comedor y el segundo turno y realizábamos las Asambleas, entonces Cada vez que terminaba la Asamblea, Carranza lo mandaba a llamar a su oficina lo interrogaba sobre lo que había planteado en la asamblea. Carranza murió impune en 2008 y su conducción de Astilleros y Fábricas Navales del Estado (AFNE), en los períodos ’63/’76 y ’84/’86, le valió el doble rasero de patrón y represor en la memoria de los trabajadores. La patronal y la Armada, en cambio, lo recuerdan como el “padre de la industria naval argentina”.
Respecto a la actividad sindical, el testigo contó que en aquel momento había dos sectores claros en el Cuerpo de Delegados: la burocracia de ATE Ensenada que “quedaba siempre atrás de los conflictos”; y los combativos, no reconocidos y perseguidos por el gremio. Rememoró que ATE Ensenada “defendía al gobierno de Isabel contra los trabajadores, y como yo era opositor y tenía un enfrentamiento con Juan Horvat (Secretario General de ATE Nacional) porque le había ganado una pulseada en la lucha por la Ley 14.250, no hicieron nada por mi liberación”. Puntualmente, Pelaez se había ganado la enemistad del gremio por haber encabezado una reclamo que logró evitar que Isabelita viniera a celebrar la botadura de un buque. “Si venía la idea era no dejarla hablar”, recordó Pelaez.
Pero el señalamiento de la complicidad de la burocracia no fue sólo político, ya que el testigo contó que en una ocasión, mientras estaba detenido junto a Ana María Nievas (delegada de Astilleros) en la comisaría de Ensenada, se presentó el secretario de ATE local, Juan Carlos Marín, y ante el pedido de que interviniera por ellos los sindicó como “Montoneros” ante los captores y se desentendió del tema.
Hoy en día Marín sigue siendo parte de la conducción de ATE en un puesto de Secretario de Finanzas en Nación y en el Centro de Jubilados y Pensionados en Ensenada. Distinta fue la suerte de Pelaez, que tuvo que empezar de nuevo tras ser liberado y hasta recordó que en total sufrió en su casa 11 operativos de la Marina “y me robaron todo”.
EL CAPITÁN ENRIQUE CARRANZA, JEFE DE AFNE Y PATRÓN DEL ASTILLERO.
El segundo testigo fue el sobreviviente Pedro Niselsky, también trabajador y delegado combativo del Astillero que tras ser secuestrado fue pasado por el circuito Prefectura-Liceo Naval-Unidad 9- Cárcel de Caseros.
Como hicieron otros testigos, Niselsky relató el cierre del Astillero la primer semana del golpe de Estado, y dijo que ante ello siguió con su trabaja alternativo de albañil. Fue secuestrado en su casa de Berisso el 25 de marzo del ’76 cuando había regresado a almorzar. Fue llevado encapuchado en un micro junto a otros detenidos a la sede de Prefectura. Allí estuvo parado y obligado a mantener los brazos en alto con amenazas y golpes a quien los bajara. También relató el traslado en Ferry hasta el Liceo o escuela Naval, donde pudo saber e otros detenidos de Astillero, Propulsora y Swift allí cautivos. Recibió todo tipo de torturas y perdió parte de la audición en el denominado “teléfono”, la tortura que consiste en golpes directos y reiterados sobre los oídos.
Despediod el Astillero mientras se encontraba secuestrado, Niselsky contó que luchó en soledad por su reincorporación, sin apoyo del gremio “ni antes, ni ahora, ni nunca”, dijo. Tal es su caso que con 73 años no se puede jubilar, porque al igual que a otros compañeros no le reconocieron los años de aportes. Agregó que en estos últimos años el mandamás de la fábrica, Vicente “Pachuli” Ignomiriello les había prometido ocuparse de gestionar los casos, pero no hizo nada. “Llevo una cruz roja en la frente”, dijo Niselsky, que señaló que recuperó su libertad recién en 1980. Al final de su relato recordó “una mochila muy pesada que tengo todos estos años”: el caso de su mujer, Reina Leguizamón, empleada del frigorífico Swift secuestrada en junio del ’76 y llevada al BIM 3 con Marta Cáneva. Su cuerpo apareció mutilado en el camino Costa Sur de Magdalena y el caso continúa impune.
EL BURÓCRATA DE ATE ENSENADA, JUAN CARLOS MARÍN, (2do DESDE LA IZQUIERDA) BLANCO EN CANAS Y DISFRUTANDO DE LAS CENAS CON JUBILADOS.
Los dos últimos testigos fueron los hermanos Miguel y Roberto Aguirre, trabajadores del Swift secuestrados el 25 de marzo del ’76, al igual que su hermano Juan, ya fallecido.
Miguel señaló que los tres hermanos fueron llevados encapuchados a la Escuela o Liceo Naval, y que en el viaje eran amenazados de tirarlos al río. Dijo que lo echaron del frigorífico sin siquiera un telegrama de despido y se negaron a reincorporarlo, por lo que se hizo taxista.
Roberto sumó en su relato un paso previo por la sede de Prefectura, antes de encontrarse con sus hermanos en la Escuela Naval. Allí reconoció además a un oficial de apellido “Amaya”, que estaba a cargo de los detenidos y a quien conocía porque de joven lo llevaba con sus hermanos a jugar al fútbol. Señaló la clásica “recibida” que otros sobrevivientes contaron que sufrieron al llegar a la Unidad 9, donde eran puestos en fila y molidos a palos por los penitenciarios y los marinos que los trasladaban. Roberto que también perdió su puesto en el Swuift y en la estación de servicio donde trabajaba, pasó 56 días en esa unidad penal, y sus hermanos 21 meses.
Por los casos de Niselsky y Pelaez está acusado el ex Jefe de la Prefectura Naval Puerto La Plata, Carlos José Schaller, ya condenado por 1 caso de secuestro y torturas cuando era Jefe de Prefectura en Campana en 1974, es decir en en pleno gobierno peronista de la ex bailarina de cabaret María “Chabela” Martínez, respaldada por la actual burocracia sindical de la CGT cuando fue llamada a indagatoria por la causa “Triple A”. En el caso de Peláez también está imputado el jefe de operaciones del BIM 3, Fernando Guitián, el único imputado que hoy cumple detención en la cárcel.
Los hermanos Aguirre no son tenidos como caso en este juicio ni en ninguna otra causa, pese a haber sufrido los mismos delitos, en la misma época y en los mismos lugares que otros tantos compañeros. Por ejemplo, si los hermanos fueron secuestrados en marzo del ’76, ya estaba en su puesto de mando el prefecto Schaller. El oficial “Amaya” nunca fue citado a declarar. Esto es una muestra de lo que queremos significar cuando decimos que estos juicios fragmentados, así planteados, reproducen la impunidad.
Las audiencias continúan el lunes 10 de agosto a las 10 hs, con otra ronda de testigos sobrevivientes. Son Públicas y para presenciarlas sólo hay que acreditarse con DNI en la sede del Tribunal, calle 4 entre 51 y 53.
HIJOS – La Plata
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