jueves, 13 de agosto de 2015

Pablo Romanazzi: “Las inundaciones son permanentes y ni siquiera hay sistemas de alerta para salvar vidas”



El ingeniero de la Universidad de La Plata lleva décadas alertando sobre el déficit estructural que produce inundaciones recurrentes en la Provincia de Buenos Aires. Aquí habla de las obras ausentes y las responsabilidades políticas del desastre que viven Luján, Salto, San Antonio de Areco y otras localidades.

Pablo Romanazzi es docente e investigador de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de La Plata en el área de Hidrología. Hace décadas se dedica a estudiar la relación compleja y traumática que existe entre las lluvias y el entramado urbano. Sin embargo los alertas que junto a su equipo realiza hace años no son escuchados o, siendo escuchados, no son atendidos. Los ocho años de Scioli en la gobernación, otra tanta cantidad (y a veces mucho más) de los intendente en los municipios y, de conjunto, casi treinta años de gobiernos peronistas en territorio bonaerense, están marcados por la desidia y el desinterés frente a una cuestión estructural que sigue matando y dejando sin nada a miles de bonaerenses.
- En abril este diario te entrevistó cuando se cumplieron dos años de las terribles inundaciones de La Plata. Ahora volvemos a conversar frente a nuevas inundaciones pero en otras regiones.
- Impresionante. Pero esto es así. Es permanente. Va a ser permanente y dinámico.
- ¿Cuál es el diagnóstico que podés hacer de la situación que se vive por estas horas?
- Primero tenemos que ver que esto que estamos viendo ahora no tiene precisamente que ver con lo que hemos visto hace dos años y medio en La Plata. El mecanismo de inundación es diferente ya que acá estamos hablando de cuencas inmensas, de miles de kilómetros cuadrados. La cuenca de Luján, por ejemplo, tiene unos dos mil kilómetros cuadrados. La de Areco es un poco más chica. Lo que hay es un gran área receptora de precipitación que, para saturarla, tiene que llover muchísimo. No es que una sola tormenta provoca lo que ahora estamos viendo, sino que es una cadena de tormentas que se acumula en varios días y produce esta gran masa de agua.
Ahora bien, esto no es algo inédito ni mucho menos. Te diría que esto ya es algo habitual verlo en la llanura bonaerense. En Luján pasó algo similar en octubre del año pasado. Y como siga este régimen meteorológico vamos a tener todos los años este tipo de inundación.
- Vos dijiste varias veces que, por un lado, están las obras no realizadas pero también está la ausencia de sistemas de alertas que permitan anticiparse a las lluvias. ¿En este caso podés afirmar lo mismo?
- Por supuesto. Es más, a diferencia de lo que pasó en La Plata en 2013, paradójicamente en las zonas inundadas ahora existe la posibilidad de una anticipación mucho mejor, con lo que es más fácil prevenir estas situaciones y sus efectos. Porque si se instrumentara en cada una de las cuencas una tecnología que hoy permite poner medidores de lluvia, medidores de nivel en los ríos y armar un Sistema de Alerta Temprana (SAT), posiblemente dos o tres días antes se podría tener toda la emergencia preparada para cuando viene la crecida. Y eso, comparado con lo que cuestan las obras que hay que hacer, no significa plata.
Sin embargo ese tipo de políticas necesarias se caen por mezquindades a veces incomprensibles.
- ¿Estas propuestas ustedes siempre las elevan a los gobiernos para que las tengan en cuenta?
- Claro. Nosotros en 2012 trabajamos con la Dirección de Hidráulica de la Provincia de Buenos Aires, proponiéndoles instrumentar estos sistemas en todas las cuencas, en todo el noreste de la provincia, desde La Plata hasta el Arroyo del Medio que es la frontera con Santa Fe. O sea que estaban comprendidas todas las cuencas que están inundadas ahora. Hicimos el expediente pero, cuando pasó a Contaduría General de la Provincia, quedó parado por “falta de fondos”.
- ¿Y de cuánta plata se trataba?
- En ese momento no pasaba de tres o cuatro millones de pesos. Eso, para una provincia, es un vuelto.
- ¿Por qué esas zonas se inundan mucho más que antes? ¿Es sólo porque lleve más o es por las propias transformaciones del territorio realizadas en los últimos años?
- Las dos cosas. Las transformaciones que se hicieron en estos años en esas zonas no están para nada planificadas. Cada distrito lo hace por su lado y, si bien la provincia tiene el poder de policía para aprobar o desaprobar, todo eso siempre termina llegando tarde.
- En ese sentido, ¿cómo incide la proliferación de barrios privados a lo largo de estos años en esas zonas?
- En el caso del Río Luján todo eso está muy bien documentado por la geógrafa de la UNLP Patricia Pinto, que realizó un trabajo y editó un libro sobre el tema (“La privatopía sacrílega”, NdR). En la zona terminal, cercana al Delta, hay pila de emprendimientos de barrios náuticos que lo que producen es un verdadero “tapón” en la salida.
En otros lados como Areco no tengo una visión, a groso modo, de que eso haya influído tanto. Pero esto es dinámico, como te decía, y hoy puede no influir pero capaz en una década sí.
- Si hoy tuvieras que decir cómo se pueden evitar estos desastres, ¿qué propondrías?
- Primero, de forma urgente, habría que implementar los sistemas de alerta temprana (SAT). Eso ya tendría que estar hecho y funcionando de forma conjunta con Defensa Civil, bomberos y toda la asistencia que se pueda dar a la población. Eso es a corto plazo y no cuesta plata.
Después hay que hacer una planificación (que en muchos casos ya la tienen) y dotar a los comités de cuenca, que ya tienen todos los instrumentos jurídicos, que están identificados perfectamente en los registros provinciales, para que funcionen de forma ejecutiva. El problema que hay en estos momentos es que no se los dota de los presupuestos. Hoy son comités políticos, donde se reúnen los intendentes, charlan y demás pero no cumplen ninguna función técnica ni ejecutiva, no resuelven nada. O sea que habría que revalorizar esos comités de cuenca y dotarlos de presupuesto.
- Hipotetizando (porque no es posible pretender que este mismo personal político se levante un día y se le ocurra hacerlo), si esto se hiciera realmente, ¿en cuánto tiempo una obra de infraestructura de este tipo permitiría evitar los efectos nocivos de estas tormentas sobre la población?
- Obviamente hay que plantear qué se va a hacer con este tema en los próximos 50 años. Pero los planes que nosotros planteamos tienen plazos de ejecución de entre cinco y diez años, que es el tiempo que demanda una obra para que se empiecen a ver sus resultados concretos.
Hay un ejemplo muy claro. En marzo de este año estuvimos aguas arriba de la ciudad de Mercedes (cuenca del Río Luján). Ahí le propusimos al intendente [Carlos Selva del Frente Renovador, NdR] hacer un estudio de factibilidad para poner una presa aguas arriba para evitar las inundaciones en la ciudad. Pero cuando hicimos pie en el lugar nos dimos cuenta que ese mismo intendente había promocionado un barrio en la margen derecha del Río Luján, en un área completamente baja e inundable. Así que uno se pregunta cómo puede ser. Obviamente nos sacaron la foto, “muchas gracias muchachos” y ahí terminó la cosa. Y la construcción de una presa de ese tipo, que está aprobada por la Provincia, puede llevar no más de cinco años.
- Ustedes en sus estudios concluyen que hace más de treinta años que esta situación de lluvias fuertes y recurrentes se da en la región. Es decir que desde hace décadas se podrían haber hecho esas obras y hoy no estaríamos en esta situación.
- Te doy un ejemplo concreto. El primer trabajo que yo hice fue en 1989, cuando volví de estudiar en el exterior, y fue sobre la inundación en la ciudad de Azul, en el centro de la provincia. Ahí hicimos la primera propuesta de obras de retención en la alta cuenca. En 1992 aproximadamente se hicieron los proyectos. ¿Qué se hizo desde 1992 hasta ahora? Nada. Recién el año pasado se empezaron a hacer los primeros movimientos de suelo para hacer una de las tres presas que habíamos proyectado. Pasaron más de veinte años, estaba claro desde el principio qué había que hacer ahí y sin embargo...
- ¿Qué pensás cuando todo eso no se hace y en cada nueva inundación muere gente y se pierden casas, bienes y hasta los recuerdos de la gente?
- Mirá, yo pongo el énfasis en que hay cosas que se pueden hacer de forma inmediata para no terminar siempre diciendo “lo que se podría haber hecho”. Acá es concreto. Que se pongan los sistemas de alerta al menos. A mí lo que me importa ahora es que no se pierdan más vidas, ya ni siquiera los daños materiales, que en algún momento podremos evitarlos también. Pero al menos que hagan algo para evitar más muertes.
Hay muchísimo trabajo por hacer. Se tienen que agilizar estos sistemas y poner en acción a todos los rescatistas, bomberos, Defensa Civil, la Cruz Roja, etc. Hacer simulacros de emergencia por inundación, tener gente organizada y entrenada. Y mientras tanto ir realizando los planes de obras por comité de cuenca. Lo que tienen que hacer es poner la plata. Esto no se puede soslayar más.

Daniel Satur
@saturnetroc

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