jueves, 8 de noviembre de 2007

VIVA CUBA SOCIALISTA VANGUARDIA DE LA REVOLUCIÓN MUNDIAL.



7 de noviembre de 2007

MENSAJE DE LA 36

En el Parlamento nacional los Senadores votaban afirmativamente la ley del aborto, y el revisionismo histórico en la Cámara de Diputados hacía que se tomaran a golpes de puños, entre insultos y amenazas a legisladores de los partidos de la burguesía y del oficialismo.
Si se confirmara más tarde que el Presidente de la República, el Doctor Tabaré Vázquez, ejercerá su poder de veto, y que la historia en discusión sólo ha servido para el rating de la televisión, no habrá más remedio que seguir pensando que este Parlamento es de los más inservibles e inoperantes de todos los tiempos.
Poco importaría si los señores y señoras electas por la ciudadanía para controlar al Poder Ejecutivo y aprobar leyes favorables al pueblo.
Les satisface pasar el tiempo de lunes a jueves durante unas horas por la tarde los primeros quince días de mes, y sólo nos referimos a los que asisten con normalidad y no son adictos a faltar sin aviso, aprobando leyes que saben que no van a salir, y en los ratos libres cagarse a trompadas entre puteadas.
Al fin y al cabo si los senadores se entretienen votando leyes que saben que no saldrán, que tiene de malo que en la de diputados hagan como que se pelean y después terminen todos abrazados.
Eso es este Parlamento de mayoría oficialista, y así estamos.
Lo que está mal que después esta misma gente, juzgue, legisle y condene a la violencia en el fútbol, la violencia juvenil, la violencia ciudadana, la violencia en las manifestaciones, cuando ellos deberían ser los primeros en dar el ejemplo.
Esta es la misma gente que define enviar tropas a la ocupación de Haití, impone nuevos y mayores impuestos a los trabajadores y a los jubilados, aprueba las alianzas con los Estados Unidos de Norteamérica.
En el actual momento crucial porque atraviesa la civilización humana, se pone de particular relieve el alcance histórico de lo que ocurrió en Rusia en octubre de 1917.
En esencia, al igual que en el siglo XIX transcurrió al influjo de la Gran Revolución Francesa, los más importantes procesos políticos y sociales de nuestra época llevaron la imborrable influencia de la Gran Revolución de Octubre.
Octubre levantó una potente ola revolucionaria y puso en movimiento las fuerzas intrínsecas del progreso social. Después de octubre Lenin constató con pleno fundamento: “El mundo entero se ha transformado y la burguesía es también otra en todas partes”.
Lenin conductor de la Revolución de Octubre que cambió el curso de la historia universal refiriéndose a este hecho sin precedentes señaló:
“Las cosas resultaron de modo distinto a como lo esperaba Marx y Engels, concediéndonos a las clases trabajadoras y explotadas de Rusa el honroso papel de vanguardia de la revolución socialista internacional, y ahora vemos claro cuán lejos irá el desarrollo de la revolución: ha comenzado la obra el ruso, la llevarán a cabo el alemán, el francés, el inglés y triunfará el socialismo”.
Lamentablemente la reacción mundial del imperialismo y los capitalistas, conspiraron, asesinaron, invadieron, cercaron, destruyeron y llevaron la guerra, compraron y dividieron a los revolucionarios, hasta el socialismo fue derrocado en el primer lugar en que había triunfado.
En todos los procesos revolucionarios surgen los traidores, los débiles, los arrepentidos, los dados vuelta.
No solo en Rusia sucedieron las defecciones, las hubo en la Gloriosa Revolución Cubana, en la Sandinista después, y ahora también lo vemos en la naciente revolución socialista Venezolana.
La traición es hija y amiga del imperialismo.
Desde el comienzo de la Revolución Rusa los líderes imperialistas se comprometieron a asesinar la revolución en su propia cuna.
Contra el que primero que atentaron fue contra Lenin, a quien buscaron asesinar. Lo mismos que durante cincuenta años el imperialismo intentó hacer con el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro.
Sumados a los intentos de magnicidio denunciados públicamente contra el Presidente venezolano Hugo Chávez y el de Bolivia Evo Morales.
El viernes 30 de agosto de 1918, la reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo había sido fijada para las 9 de la noche. Como siempre, en la tabla había varios puntos, cada uno de los cuales era importante para la joven República Soviética que luchaba contra los enemigos internos y externos. Ese día había que examinar los problemas relativos a la construcción de vías férreas para el transporte de combustibles, a la distribución de fósforos, en el país no alcanzaba ni los más indispensable, a la creación del fondo para la alimentación infantil y la apertura de comedores infantiles, al financiamiento de las fábricas productoras de equipos militares para el Ejército Rojo que luchaba en los frentes de la guerra civil. A la hora fijada estaban reunidos todos los miembros del Consejo de Comisarios del Pueblo, sólo faltaba el Presidente. Pero ya se abrirá la hoja izquierda de la puerta y a la sala de reunión entrará rápidamente Vladimir Ilich Lenin.
Todos conocían la excepcional puntualidad de quién no se atrasaba nunca y exigía lo mismo de los demás.
¿Qué podría retener esta vez a Vladimir Ilich?.
Ya son las nueve y él no ha llegado.
Los reunidos están alarmados. Inesperadamente, entra corriendo a la sala del Consejo de Comisarios del Pueblo una mujer que grita:
¡Un doctor! ¡Un doctor!
Traía una noticia terrible: Lenin está herido y lo han llevado a casa desangrándose.
Ese día no se realizó la reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo.
El Comité del Partido de Moscú efectuaba generalmente mítines en las fábricas los días viernes. Según informaba el diario Pravda, el 30 de agosto de 1918, en muchos distritos incluyendo los de Basmanni y de Zamoskvoretski, aquel día debían realizar grandes mítines dedicados al tema de los “Dos poderes”, dictadura del proletariado y dictadura de la burguesía. El primer nombre que figuraba en la lista de oradores era Vladimir Ilich Lenin. En ese tiempo, él a menudo iba a hablar en las asambleas de obreros y no había posibilidad de que, pretextando ocupaciones en asuntos estatales, se negara a ir a un mitin o reunión fabril. El sentido de la responsabilidad, característico en Lenin, determinaba su actitud ante cualquiera de sus actuaciones públicas.
Gleb Krzhizhanovski, uno de sus compañeros de lucha, recuerda: “Vladimir Ilich cautivaba literalmente a cualquier auditorio. No leía nunca sus discursos y conferencias, hablaba guiándose por un pequeño resumen, escrito a veces en un cuarto de hoja. A veces ocurría que iba a su oficina pero él me decía: Espere Gleb Maxímilianovich, ahora me estoy preparando para mi discurso en la ceremonia de despedida de los soldados rojos”.
“Él se preparaba con especial cuidado para hablar ante los obreros”.
En el verano de 1918 la situación en el país era alarmante. Metafóricamente, Lenin la había caracterizado así. “Asistimos a una situación en que las olas embravecidas de la reacción imperialista, de la matanza imperialista de pueblos, embisten contra la pequeña isla de la República Socialista Soviética como dispuestos a hundirla en cualquier instante”.
A fines del verano la situación se había agudizado extraordinariamente. En julio se habían sublevado los eseristas de izquierda que expresaban los intereses de la pequeña burguesía agraria y urbana y conformaban el más grande partido pequeñoburgués de Rusia entre 1901 y 1923.
Desde la plataforma revolucionaria, recorrió un camino que le condujo hasta la unión con la contrarrevolución burguesa y terrateniente. Como medio táctico fundamental hacía uso del terror individual. En 1917 el ala izquierda de los socialistas revolucionarios creó el partido independiente de los eseristas de izquierda. A pesar de los intentos de los partidarios de Lenin por cooperar con los eseristas de izquierda, estos no respondieron. En última instancia se colocaron en oposición al Poder Soviético y fueron organizadores de levantamientos contrarrevolucionarios, de resultas de lo cual el partido de los eseristas de izquierda perdió la confianza de las masas y hacia 1923 se disolvió.
Aplastar su resistencia era aún más difícil, porque en un pasado no lejano les había unido al partido leninista el odio común a la autocracia y al yugo de los capitalistas. Ahora, los defensores de las conquistas de Octubre tuvieron que levantar las armas contra aquellos con quienes antes habían participado juntos en la lucha revolucionaria; juntos habían estado en celdas y prisiones y juntos habían soportado privaciones en el destierro.
El levantamiento fue aniquilado, pero la aventura de los eseristas de izquierda empeoró la situación del Poder soviético, pues se hicieron más frecuentes los actos terroristas contra destacadas personalidades del Partido Comunista. A fines de junio los eseristas asesinaron al redactor del diario “Krasnaya Gazeta”, V. Volodarski. La mañana del 30 de agosto desde Petrogrado llegó a Moscú la triste noticia de que había sido asesinado M. Uritski quien encabezaba entonces la Comisión Extraordinaria “La Checa” de Petrogrado para la lucha contra el sabotaje y la contrarrevolución.
Al Comité de Moscú del Partido Comunista llegaron noticias sobre la preparación de actos terroristas en una serie distritos de la ciudad. Ese día, en la reunión del Buró del Comité del Partido de Moscú se decidió pedir a Lenin suspender el viaje a las fábricas. Su hermana María Uliánova que trabajaba entonces en la redacción del Pravda, tampoco le aconsejaba ir. Cuando el hermano no hizo caso del consejo, ella le pidió que la llevara con él, pero Vladimir Ilich respondió, “Por ningún motivo”.
Ese ía Nikolai Bujarín destacado dirigente del Partido Comunista miembro del Comité Central, almorzó con Lenin y también trató de convencerlo de la necesidad de dejar de lado su participación en los mítines. Pero a pesar de todas estas peticiones, consejos y persuasiones, cerca de las cinco de la tarde Vladimir Ilich se marchó a los distritos de Basmanni y Zamoskvoretski. Su primer discurso lo pronunció en el edificio de la ex bolsa del trigo y fue acogido con los cálidos saludos de los reunidos.
Su segunda intervención fue en el distrito de Zamoskvoretski, en la fábrica que antes perteneciera al fabricante Michelson.
El jefe del estado soviético concluyó su intervención en el mitin fabril con estas palabras: “¡Tenemos una sola salida, la victoria o la muerte!”.
Después de esto en compañía de los obreros con quienes conversaba animadamente se dirigió al automóvil que lo esperaba. Lenin se daba prisa pues a las nueve de la noche lo esperaban en el Consejo de Comisarios del Pueblo. Pero, como ya sabemos, lo aguardaron en vano.
Quienes presenciaron los hechos, relatan lo que ocurrió al término de ese día funesto en el patio de la fábrica de Michelson. Más abajo citamos testimonios documentales de dos de ellos. Las notas de sus declaraciones fueron hechas esa misma noche cuando las huellas del crimen estaban aún frescas.
Stepán Guil el chofer de Lenin declaraba.
Llegué con Lenin a la fábrica de Michelson. Cuando Lenin ya estaba en el local de la fábrica se me acercaron tres mujeres y una de ellas preguntó quien estaba hablando en el mitin. Respondí que no lo sabía. Entonces una de ellas dijo, riéndose: “Ya lo sabremos”.
Al término de la charla de Lenin, que duró cerca de una hora un grupo de unas 50 personas salió corriendo del local donde había sido el mitin y se dirigió hacia el automóvil y lo rodeó.
Tras la multitud venía Ilich rodeado de mujeres y hombres, conversando animadamente. Cuando Lenin estaba ya a una distancia de tres pasos del auto, vi que desde un costado, por el lado izquierdo de aquél, desde atrás de algunas personas y a una distancia de no más de tres pasos, se alargaba una mano femenina con una pistola browning y sonaron tres disparos, después de los cuales yo me lancé hacia el lugar de donde habían disparado. Luego Guil se corrigió, diciendo que había notado la mano con la browning después del primer disparo. La mujer que disparó lanzó el revolver a mis pies y se ocultó entre la muchedumbre.
Stefan Baturin ayudante del Comisario Militar de la Quinta División de Infantería de Moscú: “Cuando el público salió del mitin, me encontraba a 10 ó 15 pasos del camarada Lenin que iba delante de la muchedumbre. Escuché tres disparos y vi al camarada Lenin tendido en tierra boca abajo. Grité ¡Deténganlo, agárrenlo!, y detrás de mi ví a una mujer que actuaba de manera extraña. Cuando le pregunté por que estaba allí y quien era ella respondió “yo no fui”. Cuando la detuve y cuando desde la muchedumbre que nos rodeaba empezaron a gritar, diciendo que ella había disparado, le pregunté otra vez si ella había disparado sobre Lenin, respondió que en efecto había sido ella. Nos rodearon soldados rojos y milicianos armados que no permitieron que la lincharan y la condujeron al Comisariado Militar del distrito de Zamoskvoretski.
Ahí durante el primer interrogatorio que se inició a las 11 horas y treinta minutos de la noche, se estableció la identidad de la terrorista. A Lenin le disparó Fanny Kaplán. Según sus palabras le disparó por iniciativa propia. Antes de la revolución ella era anarquista, luego había ingresado al partido de los eseristas. Y tanto en el primer interrogatorio como en los últimos, ella insistió en que el atentado los había realizado sola, sin aconsejarse con ningún miembro de su partido. También esta versión la mantuvo entonces la dirección del partido eserista, que en setiembre de 1918, en una declaración oficial deslindó toda responsabilidad respecto del acto terrorista. Solo más tarde fueron descubiertos los resortes secretos que condujeron a cometer este crimen.
Lo ocurrido el 30 de agosto en la fábrica de Michelson conmovió a quienes fueron testigos directos del atentado y a quienes se enteraron de él a través de la radio y de los diarios.
Los disparos que resonaron inesperadamente en el patio de la fábrica produjeron confusión entre los obreros. Pero se escuchó una voz que decía. ¡Calma camaradas! ¡Esto no tiene importancia! ¡Manténgase organizados!
Las palabras pertenecían a Lenin, quien al pronunciarlas cayó y sobre él se inclinó el chofer Stepán Guil.
¿Lo detuvieron o no?, preguntó Vladimir Ilich pensando que había disparado un hombre.
Guil junto con los compañeros de la fábrica, acomodó con cuidado al herido en el automóvil. Este partió.
Iván Polutorni, uno de los acompañantes, recuerda cómo llegaron al Kremlin.
Cuando Lenin se quejó de que el brazo le dolía mucho, trató de prestar los primeros auxilios al herido. “Le saque el abrigo, la chaqueta, la manga de la camisa estaba llena de sangre, la rompí y vi la herida de la cual manaba la sangre. ¿Cómo detener el flujo? Ibamos por la Bolsháya Polianka una de las calles del distrito Zamooskvoretski.
Ahí está la casa de la comunidad de Iverskaya donde hay haya una sala de reconocimiento de enfermos. ¿No sería mejor, le digo, pasar a la comunidad?
Aquí le harían una curación.
“Responde, no me detendré en ninguna parte, voy directo al Kremlin”.
Pero hasta el Kremlin quedaban todavía unos 10 ó 15 minutos de marcha y la sangre manaba con más fuerza.
Casualmente me encuentro en un bolsillo un trozo de cuerda y le pido al camarada que va sentado conmigo que me ayude y le ligué el brazo más arriba de la herida.
Cuando por fin el automóvil, sin disminuir la velocidad, entró al territorio del Kremlin y se detuvo junto a la entrada del edificio donde vivía Lenin, este salió del auto con ayuda de los camaradas que lo acompañaban.
Pero cuando le propusieron “Nosotros lo llevaremos Vladimir Ilich”, el se negó rotundamente y dijo con firmeza Caminaré sin ayuda.
Herido gravemente, Lenin subió en silencio hasta el tercer piso, salvando los 52 escalones.
Des de la ventana del departamento al ver que Lenin salía del auto con ayuda de sus acompañantes, su hermana María Uliánova bajó precipitadamente a su encuentro. El la tranquilizó diciendo que no era nada especial, que solo era una herida en el brazo.
A todos los que se entrevistaron con Lenin durante los primeros días después de haber sido herido les sorprendía su sangre fría y si entereza.
El jefe de las masas revolucionarias, el revolucionario que había pasado la escuela de la clandestinidad, soportado los arrestos, detenciones en cámaras de incomunicación y el destierro siberiano de tres años, estaba preparado para cualquier prueba. Al día siguiente de ser herido Lenin le dijo tranquilamente a Vladimir Rózanov, el cirujano que lo trataba, “Esto puede sucederle a cualquier revolucionario”.
El Boletín Nº 1 sobre el estado de salud del Presidente del Soviet de Comisarios del Pueblo anunciaba a las 23 horas del 30 de agosto. “Se han constatado dos heridas con arma de fuego sin salida; una bala ingresando por encima del homóplato izquierdo, penetró en el tórax, interesó la parte superior del pulmón provocando una hemorragia interna en la pleura y se atascó en la parte derecha del cuello, más arriba de la clavícula derecha. La otra bala penetró en el hombro izquierdo, fracturó el hueso y se atascó bajo la piel en la región humeral izquierda; hay a la vista un caso de hemorragia interna. El pulso es de 104. El enfermo está totalmente consciente. Han sido llamados los mejores especialistas y cirujanos para que se hagan cargo del tratamiento.
Desde el 31 de agosto hasta el 18 de septiembre cuando apareció el último boletín con el Nº 38 la nación entera se despertaba alarmada cada día. ¿Cómo está de salud Ilich?
Durante los primeros días, la situación era seria. Nadezhda Krúpskaya, la esposa de Lenin escribía más tarde.
“Indudablemente la vida de Ilich en peligro a un pelo de la muerte”.
Los íntimos se preocuparon especialmente la primera noche. Entonces estuvo junto a Lenin Alexandr Vinocúrov médico que ocupaba el cargo de Comisario del Pueblo para la Seguridad Social. Siendo uno de los había llegado a la reunión del Soviet de Comisarios del Pueblo, Vinocúrov fue el primer medico que examinó al herido.
Fue una noche de alarma a causa de la incesante hemorragia interna y de la debilidad, expresó al día siguiente al describir el estado del paciente. Pero el corazón del vigoroso defensor del proletariado y el campesinado pobre resistió en la lucha contra el peligro mortal y, ya en la mañana, fue posible decir que la tarde del segundo día, el camarada Lenin ya bromeaba con los médicos que lo trataban.
Hay otro testimonio el del cirujano Vladimir Rózanov quien fue llamado la mañana del 31 de agosto. “Tomé la mano derecha de Vladimir Ilich para tomarle el pulso; Vladimir Ilich aprieta débilmente mi mano seguramente saludando y dice con voz bastante clara. “No es nada ellos se inquietan inútilmente”, estas palabras se refieren a sus familiares y allegados.
Busco su pulso y para espanto mío no lo encuentro a veces está como filiforme.
En su calidad de enfermo gravemente herido, a Lenin le estaba prohibido hablar. No le daban libros ni diarios. Eso a él lo cansaba y como no quería someterse al dictado de los médicos se sobreponía a su dolor.
Durante el primer día de postración llegaron al Kremlin tres soldados rojos, representantes del Primer Regimiento de Fusileros de Moscú. Venían directamente de un mitin en los cuarteles militares para entregar una resolución adoptada allí. Ahora es difícil imaginar cómo lograron convencer a los médicos de turno para que les permitieran pasar hasta donde yacía Lenin.
Pero de alguna forma los convencieron.
Uno de ellos Piotr Nóvikov relató lo siguiente: Ilich hacia señas con los ojos para que me acercara más. Me molestaba el fusil, se lo pasé a mi compañero y me acerqué mucho, inclinándome hacia la cama. Vladimir Ilich dijo con voz queda. Déle saludos a los camaradas de su regimiento. Dígales que estoy seguro de que ellos sabrán mantener en sus manos las conquistas de Octubre.
Ya durante la segunda noche, el Soviet de Petrogrado, por línea directa consultó a Kremlin sobre el estado del jefe y obtuvo la siguiente respuesta; “Ahora a pasado el peligro mayor. El enfermo se siente bien y muy animado.
Sin embargo pasaron aún algunos días antes de que Lenin se levantara de la cama.
Entre los que visitaron a Lenin después del atentado estuvo el escritor Máximo Gorki. En los primeros tiempos cuando recién había vencido la revolución, él no se reunía con el jefe de ella, discrepaba seriamente con él en la valoración de la Revolución de Octubre y no creía en las fuerzas creadoras de las masas semianalfabetas.
El atentado contra Lenin, la reacción de los obreros y campesinos ante este hecho, dispuestos como un solo hombre a levantarse en sus defensa y por último la conversación con Ilich a principio de septiembre de 1918 produjeron en el escrito una impresión imborrable. Según su propia opinión se inició un cambio en sus juicios. Sobre este encuentro cuenta Gorki en su relato “Lenin”.
Fui a verle cuando aún no dominaba bien del todo el brazo y apenas podía mover el cuello, donde le había dado la bala. En respuesta a mi indignación, dijo con desgana, como se habla de algo que produce hastío. “Es la pelea”.
¿Qué se le va a hacer? Cada uno actúa como puede.
Nuestro encuentro fue muy cordial, pero claro los penetrantes ojos del simpático Ilich que todo lo veían me miraban a mí, “oveja descarriada” con manifiesta condolencia.
A los pocos minutos, Lenin dijo acaloradamente. Quien no está con nosotros está contra nosotros. Eso de que hay gente independiente de la historia es una quimera.
¿La alianza de los obreros con los intelectuales?
¿Si? Eso no está mal ¡Que va!
Dígales a los intelectuales que se sumen a nosotros.
Este encuentro es testimonio de cómo Lenin catalogaba el crimen cometido.
En un acto terrorista él veía no la trágica casualidad, sino una manifestación regular de la agudeza de la lucha interna y externa contra el Poder soviético. En esta cruel “pelea” como lo denominó Lenin, los enemigos hacían lo que sabían: recurrían a métodos traicioneros y disparaban por la espalda desde un rincón.
Pero en los meses que siguieron a Octubre de 1917, se habían hecho otras tentativas claras de castigar al hombre que estaba al frente de las masas populares. En la siniestra lista de atentados contra Lenin, elaborada por historiadores soviéticos figuran los siguientes hechos.
En diciembre de 1917 el consejo militar de los eseristas discutió un plan para asesinar al jefe del estado soviético. Sin embargo los primeros que iniciaron la preparación concreta del atentado no fueron los eseristas sino los monarquistas representantes del partido más reaccionario de aquel tiempo. Ofrecieron a un asesino a sueldo una gran suma a cambio de eliminar a Lenin.
A fines de diciembre de ese mismo año llegó el recibo de Lenin, en el Smolni, un estudiante con un revólver cargado. Fue detenido. Confesó que su intención era disparar pero que no se había atrevido.
El 1º de enero de 1918 en Petrogrado, en uno de los puentes del Fontanka, personas desconocidas dispararon al auto en que Lenin regresaba de un mitin. Con él iban la hermana María Uliánova y un antiguo conocido de Lenin, el socialdemócrata suizo Fritz Platten.
Al escuchar los disparos no se desconcertó, rápidamente le agachó la cabeza a Lenin. Una bala rozó el brazo de Platten.
¿Quién había disparado?
Había varias versiones. Cuando le comunicaron a Lenin la búsqueda de los participantes en el atentado dijo:
¿Para qué?
¿Acaso no hay otros asuntos?
Esto es absolutamente innecesario. ¿Qué tiene de sorprendente que durante la revolución haya descontentos y empiecen los disparos?
Cuando se dio término a las investigaciones relacionadas con el grupo de conspiradores que habían atentado contra la vida de Lenin, se agudizó bruscamente la situación en los frentes de la guerra civil. Los que habían participado en el complot dirigieron una carta a Lenin solicitando ser enviados al frente en carros blindados para los combates de avanzada contra el enemigo que atacaba. Manifestando generosidad y sin pensarlo Lenin ordenó “Terminad el proceso. Liberadlos, enviadlos al frente”.
Solamente cuando los actos terroristas adoptaron mayores proporciones, el Gobierno de la joven República soviética pasó a tomar medidas extraordinarias de respuesta. El “Terror rojo” cuya leyenda emerge de tiempo en tiempo y es avivada artificialmente en el capitalismo, tal como ahora se piensa debatir en el parlamento Uruguayo acerca de los crímenes, fueron medidas forzosas dictadas por las duras circunstancias de aquel momento, necesaria para defender las conquistas de Octubre de los atentados del enemigo.
Por disposición de la Comisión Extraordinaria de Rusia para la lucha contra el sabotaje y la contrarrevolución fueron fusilados Fanny Kaplán, la eserista que había disparado contra Lenin, y Víctor Kanneguiser miembro del grupo eserista y asesino de Utritski.
Los enemigos de la revolución urdían contra ella complots secretos con el fin de asesinar al jefe de Gobierno soviético y derrocar el nuevo poder. Lenin era una figura política de gigantesco significado y eso lo entendían perfectamente sus enemigos. Su eliminación podría descabezar a la revolución. A pesar de ello y eso también era de conocimiento de los contrarrevolucionarios, él evitaba precauciones especiales en relación con la guardia, se entrevistaba con multitud de personas y hablaba en los mítines. Los conspiradores tenían la esperanza de utilizar las costumbres del dirigente para llevar a cabo sus criminales intenciones. En la red de complots y en la vorágine de las revueltas estaban implicadas diferentes fuerzas antisoviéticas que contaban con el apoyo de los estados capitalistas.
En sus memorias Nadezhda Krúpskaya describió los nexos entre la contrarrevolución interna y la externa: “Era una época difícil. Habiendo perdido todo en la gran revolución proletaria, la burguesía buscaba la ayuda en el extranjero; hoy toma dinero para organizar el levantamiento y mañana pedirá ayuda a las tropas alemanas, consagrándose al saqueo de la población y moviéndose de una orientación a otra”.
En septiembre de 1918 cuando Fanny Kaplán compareció ante el tribunal Revolucionario, para la “Checa” aún estaba muy confuso quién era el real organizador del crimen cometido por ella. Sólo después de cuatro años vinieron a descubrirse los muchos hilos que unían los disparos en la fábrica del ex fabricante Michelson con una larga serie de acciones terroristas contra la revolución y su jefe. Entonces en Moscú se realizó un proceso, cuya denominación vale citar en su totalidad. “Contra el Comité Central y algunos miembros de otros organismos del Partido de los Socialistas revolucionarios acusados de lucha armada contra el Poder Soviético, de organizar asesinatos y de mantener relaciones desleales con estados extranjeros.
La denominación misma del proceso denota el contenido y los métodos de las acciones criminales del partido de los eseristas que seguía un peligroso rumbo político. Mientras más lejos iba, más se distanciaban los caminos de este partido con el camino del pueblo revolucionario.
Sin embargo el terror individual contra los dirigentes de la revolución vencedora era utilizado no sólo por los eseristas, sino también por organizaciones monárquicas y por los “guardias blancos” que le habían declarado la guerra al poder popular. Este se encontraba rodeado de enemigos externos, por cuanto a los diferentes grupos clandestinos que estaban actuando en el país se les prestaba apoyo desde el exterior, no sin la ayuda de representantes diplomáticos de las potencias imperialistas. A los enemigos internos y externos los unía el común objetivo de restaurar el régimen derrocado. El atentado contra Lenin era un eslabón en la cadena de actos terroristas, ideados por la elite eserista y realizado por grupos de combatientes clandestinos, a uno de los cuales habían ingresado Fanny Kaplán a comienzos de agosto de 1918.
Es dudoso que alguien vaya a negar que, si no hubiera sido por los disparos de la terrorista eserista, el fundador del estado soviético hubiera podido vivir largamente. Entonces en el otoño de 1918 su fuerte organismo venció rápidamente las consecuencias de la grave herida.
Ya al sexto día, aprovechando la ausencia de los médicos, un poco más fortalecido, Ilich se levantó de la cama por primera vez y se paseó por el corredor.
Aunque la temperatura le subía un poco, él se sentía vencedor. Todos los días se desvivía por su trabajo. Al cabo de una semana pidió la colección del diario “La voz del campesino trabajador”. El 12 de setiembre, los médicos le permitieron leer y al décimo octavo día participó en la reunión del Consejo de Comisarios del Pueblo.
En estos pocos días otoñales del año 1918 se manifestó el indoblegable coraje del jefe de la revolución. Su heroísmo, escribía Gorki, es una sencilla y ascética inclinación, ferviente en un honesto intelectual, un revolucionario ruso firmemente convencido de que es posible la justicia social, es el heroísmo de un hombre que rechazó todos los goces del mundo para dedicarse a un trabajo difícil a fin de buscar la felicidad de la gente.
Hoy después de tantos años de transcurridos aquellos graves acontecimientos, que provocaron la muerte temprana de Vladimir Ilich Lenin cuando era un hombre todavía joven, poco tiempo después.
Igualmente debemos pensar que le a tocado el glorioso sitial al pueblo y la revolución cubana, a su partido y a su líder Fidel Castro el honroso papel de herederos de la vanguardia de la revolución socialista internacional.
Degeneró la revolución en la ex Unión Soviética y los países del este europeo convirtiendo en un doloroso golpe sin duda el más duro de los golpes recibidos por los luchadores sociales de todo el mundo.
Pero ello no ha significado el triunfo del enemigo principal el imperialismo norteamericano y sus socios capitalistas.
Pero el triunfo del socialismo no está en cuestión ni en duda, el socialismo sigue teniendo plena vigencia y sigue vivo y coleando a nivel planetario.
Esta razón sólo la pueden apreciar en el presente quienes no se han entregado ni se sienten derrotados ante sus propios fracasos.
De quienes continúan luchando por la unidad, con la fuerza de optimismo, sin hacer una sola concepción a la ideología del enemigo de la burguesía, sin darle tregua a la burguesía y sus llamados al dialogo y paz social.
Cuba sigue siendo socialista por que resistió y resistirá. Aún en soledad.
Por que en su resistencia prosigue siendo un faro que ilumina a todos los revolucionarios de este continente.
Y Cuba ayudó a parir la revolución Bolivariana, el proceso político y social en Bolivia llevado a cabo por Evo Morales, y la gloriosa resistencia combativa de los insurgente guerrilleros de las FARC conducido por su líder Manuel Marulanda Vélez.
Por que los pueblos de Uruguay, Brasil, Argentinas, Ecuador, Chile intentaron un cambio social, y los fracasos corresponden a los dirigentes y no a las grandes masas que los pusieron en los sitios de poder.
Hoy los pueblos del Oriente, tal como los señalara Lenin en su discurso a los pueblos de oriente está siendo mucho más heroica que las que debieron enfrentar otros pueblos en su lucha por la liberación nacional y el socialismo. Irak, Afganistán, Palestina, Líbano Siria, Irán enfrentan al imperialismo con éxito mediante la guerra y los mercenarios imperialistas ven desangrar sus economías.
Cae el dólar a sus niveles más bajos históricos, aumenta el precio del barril del petróleo al record actual de casi los cien dólares.
Para los pueblos del mundo ya no existen dudas que Bush y su equipo de gobierno representan le fascismo, después de haber llegado al poder mediante el fraude electoral.
Y ahora la descomposición en la región de Medio Oriente y Asia es tal que los aliados más inmediatos del imperialismo y de Bush, tales como Pakistán y Turquía parecen no responder a los mandatos de los verdugos planetarios.
La lucha contra el fascismo y el imperialismo exige que los partidos de izquierda, empleen todos los esfuerzos destinados a ese fin, y no brinden apoyo a los que transan y se asocian enviando tropas de ocupación como relevos de marines norteamericanos a ocupar otros pueblos. A enviar partidas de dinero para sostener las guerras imperialistas, y de quienes celebran convenios supuestamente antiterroristas con el gobierno de los Estados Unidos.
A los orientales nos corresponde enraizar esta lucha de hoy contra el imperialismo con las luchas revolucionarias del Protector de los Pueblos Libres José Artigas quien decía “Nada debemos esperar sino de nosotros mismos”.
Las experiencias dolorosas y tristes de la URSS y demás países socialistas del este europeo no deben servirnos más que para aprender y tomar consciencia de que el socialismo como decía el Che no debe ser un mero sistema de reparto. Hay que forjar conciencia para no convertirse en un reducido de nostálgicos utópicos, convencidos que el socialismo es un imposible de construirlo con hombres de este mundo.
Desde que el Frente Amplio llegó al poder muchas verdades se han develado ante nuestros ojos.
Primero hemos aprendido a conocer a hombres que los considerábamos distintos, más valientes, más inteligentes, más sacrificados, más capaces, más hermanos, más revolucionarios.
Gracias a dios hoy los vemos en su justo término y no como quisiéramos que fueran.
En segundo lugar esta etapa ya se ha quemado y era necesaria atravesarla para que el pueblo se desengañara.
En tercer lugar los trabajadores, los jubilados, las capas medias de la población probaron durante más de un siglo con los partidos de la burguesía y ahora agotaron la opción progresista, la tercera vía, el despacíto por las piedras y el resultado está a la vista.
Pero en cuarto lugar debemos valorar también que el pueblo está consciente que es capaz de poner y sacar a quien quiere y esta fuerza es la que lo hará resurgir nuevamente.
En el orden ideológico, político y organizativo estos tres años han servido `para avanzar en una nueva dirección honesta, sana, y firme, la de la Asamblea Popular.
Nos cerraron los Comités de Base, nos desplazaron de los lugares de decisión, nos llevaron a el único camino de la paz social y la Asamblea Popular se convierte en una fuerza organizada cuya base ya se conoce pero cuyo techo está por verse aún y no tiene límites.
Con la Asamblea Popular a la cual sin duda se le sumarán muchas otras experiencias colectivas e individuales, el pueblo ha comenzado a movilizarse y expresarse.
La experiencia de asamblea, de poder participar, opinar y proponer es además de muy interesante, inteligente por que nunca como hoy en la actualidad se vuelve más urgente y necesario pensar entre todos, sumar y multiplicar ideas.

LAS UNICAS CONSIGNAS QUE CABEN HOY FRENTE A UN NUEVO ANIVERSARIO DEL TRIUNFO DE LA REVOLUCIÓN SOCIALISTA DE OCTUBRE ES VOLVER A DECIR ENTRE TODOS.

¡HASTA LA VICTORIA SIEMPRE!
¡PATRIA O MUERTE VENCEREMOS!
¡LIBERTAD O MUERTE!

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