Rubén Rivera
No hay duda de que el pueblo oaxaqueño sacara las conclusiones necesarias para lograr no sólo la salida de Ulises Ruiz, el cual efectivamente saldrá de una u otra forma, sino para convertir a la APPO en organismo de lucha revolucionaria para avanzar por el único camino en donde es posible obtener una victoria que no sea parcial, el camino del socialismo.
Ha pasado ya un año desde que fue desmantelado la ultima barricada de la APPO (cinco señoras) y de que se ocuparon las instalaciones en Radio Universidad, lo que se podría catalogar como el fin de la lucha comenzada en mayo del 2006. Por supuesto esto no significó el fin de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), más bien el término de la coyuntura que le dio surgimiento.
El año 2006 fue especialmente trascendental para la lucha de clases en México, la onda revolucionaria que inunda desde hace años en América Latina, impactó al país de lleno, expresándose en distintos frentes, especialmente en el sindical, con el estallido de diversas luchas como la de los mineros y particularmente en lo que se refiere a Oaxaca respecto al magisterio. Además de ello el conflicto electoral llegó a puntos verdaderamente álgidos. Nuevamente la burguesía recurrió al Fraude electoral para evitar la entrada al gobierno central de una alternativa de izquierda poco conveniente para los intereses tanto de la oligarquía local como los de los imperialistas norteamericanos.
Como en todos los procesos en ningún caso hay una línea recta, ya sea ascendente o descendente, no obstante podemos dividir la lucha de la APPO en tres grandes momentos, uno fue desde su nacimiento producto de la convocatoria de la Sección XXII del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación hasta los acontecimientos del 2 de noviembre del 2006. Esta fase se caracteriza por el ascenso constante de la lucha y las acciones desesperadas y todas a la defensiva por parte del gobierno estatal y federal que notaban como el doble poder, al menos en la capital de Oaxaca era un hecho.
No obstante desde entonces era evidente un cierta vació político de parte de los elementos dirigentes de la APPO, las masas había hecho todo, absolutamente todo, incluso enfrentaron a las fuerzas represivas de Ulises Ruiz para reinstalar el plantón de maestros en junio y lograron establecer el poder de la APPO en los meses de julio, desde entonces hasta octubre no la máxima autoridad era la APPO , el gobernador vivía a salto de mata e incluso la legislatura y el poder legislativo local tuvieron que escapar de la Ciudad. Decía Federico Engels que para todo movimiento revolucionario el factor clave era mantener la ofensiva. Eso tiene mucho sentido; cuando un movimiento de masas ha rebasado el orden burgués, aún sin que lo haya derribado por completo, hay una cierta fase de desconcierto por parte del aparato del estado y por parte de la burguesía misma. No saben exactamente a lo que se enfrentan. Es un momento clave dado que es posible que la sucesión de iniciativas populares no tengan una respuesta organizada y coherente por parte de la burguesía y sus esbirros del Estado. En esos momentos se puede hacer de todo, el problema fue que la dirección de la APPO no fue conciente de ello. Llegó un momento en el que terminó supeditando la solución del problema a la salida de Ulises Ruiz, incluso la propuesta de congreso constituyente estatal, ya de por si muy manipulable por parte del estado, se remitió a una constituyente pero de la APPO.
Es muy común que en esos procesos se de la tendencia de un ala de la dirección a pretender a llegar a un acuerdo, o al menos una actitud ambigua que permite negociar algún aspecto que de salida política al conflicto. Cuando se trata de problemas de índole estrictamente local esta idea puede tener cierta lógica, no obstante cuando el asunto es la irrupción de un nuevo poder, una negociación de transacciones es en el fondo un error que se paga muy caro. La dirección de la APPO hizo el juego de las ambigüedades al negarse a participar de llenó en la lucha contra el fraude electoral del 2 de julio. Por supuesto a la dirección de lo que después sería la CND no vio problema en ello. Un planteamiento de unidad hubiera sido imposible de rechazar por un movimiento que crecía y que a finales de julio movilizaba ya a millones de personas.
El movimiento de la APPO era más profundo, pero el de la lucha contra el fraude era mucho más amplio. Un dato sintomático de la explosividad de la situación la da el mismo Andrés Manuel López Obrador, el cual señala que según consulta Mitovsky durante el mes de julio a nivel nacional el 10% de la población, más de 11 millones, estaban de acuerdo con un levantamiento armado, lo cual es un porcentaje altísimo comparado con cualquier otra situación.
Pero esa no era la perspectiva de las direcciones de la APPO y de la futura CND, en ambos casos se opto por resistir, es decir ceder la iniciativa.
El país vivió momentos clave desde el 2 de julio hasta la declaración de Felipe Calderón como presidente electo el 5 de septiembre, en ese periodo la burguesía estuvo a la defensiva y temiendo por su futuro.
Pero el momento pasó, en septiembre se iniciaron preparativos, para mediados de octubre ya la PFP se había dado cita en Oaxaca.
La ofensiva en contra de la APPO se hizo patente el 26 de octubre fecha en que en diversas barricadas fueron asesinados distintos activistas, con es pretexto de imponer el "orden" la PFP inicia su ofensiva, aún así el 2 de noviembre fecha en donde todavía fue posible infligir una derrota a las fuerzas represivas, no obstante a partir de ese entonces se hacía más que evidente buscar táctica para romper el cerco policiaco militar que ha se había tendido contra la APPO y que amenazaba con cerrarse. Esta fecha, el 2 de noviembre podría significar el fin de la segunda etapa en la vida de la APPO. Desde entonces Oaxaca pasó de ser un territorio liberado a convertirse en terreno en disputa, en donde las victorias tácticas del movimiento appista sólo retrasaban el avance estratégico de las fuerzas armadas disfrazadas de PFP.
Esta segunda etapa que podríamos llamar de desmantelamiento del doble poder duró hasta el 29 de noviembre, fecha en la cual fue levantada la última barricada. Desde entonces la APPO desapareció como instancia de doble poder, aunque siga siendo la principal expresión de lucha de clases en Oaxaca.
Esta segunda fase, la del desmantelamiento del doble poder es también la del establecimiento del reino del terror en Oaxaca. Las huestes reaccionarias locales y federales pasaron de emplear francotiradores como principal instrumento de acción a organizar verdaderas cacerías de brujas de activistas. No hay que olvidar que para esas fechas los asesinos de Ulises Ruiz ya habían asesinado a más de 20 compañeros.
Paradójicamente mientras todo estado sucedía la APPO realizaba su congreso constitutivo el 11 y 12 de noviembre en el que planteaba la tarea de construir "un nuevo pacto social (...) teniendo como punto central de lucha, la creación de una nueva constituyente para la elaboración de una nueva constitución". Entre los ejes programáticos ninguno se planteaba algún cuestionamiento del sistema ni ir más allá de lo planteado en la constitución nacional vigente (ver documento completo en www.asambleapopulardeoaxaca.com/appo/congresoconstitutuvo.pdf). ¡El movimiento que había construido un organismo de doble poder aspiraba como mucho a regresar al estado anterior con algunas mejoras!, claro sin Ulises Ruiz. Una de sus tareas, que demuestra el sentido político del congreso fue aplicar los resolutivos del foro "Construyendo la Democracia y la Gobernabilidad".
Constituyente al respecto fue "con los nuevos hechos de violencia e ingobernabilidad que se han dado en Oaxaca, propiciado por el malo gobierno, este congreso solicita enérgicamente al senado de la república decrete la desaparición de poderes y el juicio político contra Ulises Ruiz". Otro hecho, también sintomático es que ante el regreso a clases decretado por Rueda el congreso no tuvo más que dar su beneplácito, sin ser capaz de realizar una crítica seria a la actuación claudicante de dicho dirigente.
No hubo un solo acuerdo concreto respecto a las acciones de la PFP como no fuera el de reforzar la única barricada que quedaba en ese entonces. La cual fue desmantelada el 29 de noviembre casi sin necesidad de enfrentamientos. En suma había una gran contradicción entre los acuerdos de la APPO y la posibilidad de su puesta en práctica, la razón. Que no se veía en ese momento es que el movimiento ya no tenía la iniciativa, la había cedido al estado y al no darse cuenta de ello estaba incapacitada para reaccionar.
El 1 de diciembre la mayor parte de los dirigentes de la APPO estaban escondidos, la acción represiva de las huestes de Ulises Ruiz vivía su máximo esplendor, al grado que se organizaban autenticas cacerías de activistas en todos los puntos de la ciudad.
Con todo esto resulta verdaderamente sorprendente que aún ciertos dirigentes de la APPO quisieran actuar como si el gobierno local y el federal no estuvieran coludidos, de hecho el día 4 de diciembre Flavio Sosa esperaba ser recibido por funcionarios de gobernación. La detención del dirigente de la APPO se efectuó con una escenografía digna de la detención de un "enemigo publico" del tipo de un capo o un secuestrador. Todo estaba tramado de tal modo que la APPO fuera definitivamente aniquilada.
Ese fue el final de la segunda fase, a partir de entonces a comenzado la tercera, la cual contiene algunos elementos contradictorios, lo cual es natural dado que la estabilidad en Oaxaca y en todo el país ya es imposible.
En primer lugar un elemento positivo es que gracias a la cohesión del movimiento magisterial como columna vertebral, la APPO ha logrado superar la fase más difícil, la de sobrevivir a pesar de la represión, unas veces selectiva otras abierta y descarada.
La APPO ha pasado pues a consolidarse como una coalición de organizaciones capaz de dar respuesta a las agresiones que Ulises Ruiz lanza contra el pueblo organizado oaxaqueño.
No obstante es evidente que Ulises Ruiz ha fortalecido su posición basado en la intensa represión, en el apoyo del gobierno federal y en el vacío político que la dirección de la APPO no ha podido resolver. De hecho a partir de esto el priísmo fue capaz de orquestar un fraude abrumador en las elecciones del 15 de agosto donde el pueblo oaxaqueño no tuvo otra opción que la abstención, y decimos que no tuvo otra opción dado que los resultados arrojaron el triunfo del PRI en todos los distritos electorales, obteniendo 90 de los 147 municipios, lo cual sólo se puede explicar por la utilización del aparato corporativo y coercitivo que aún subiste en Oaxaca.
Durante todo este año se han vivido momentos que han mostrado la esencia del régimen de Ulises Ruiz, uno fue la realización forzada de la Gelaguezta en agosto, la cual se realizó en medio de un impresionante aparato de seguridad y reprimiendo salvajemente a los manifestantes en cuando las provocaciones orquestadas por el aparato represor surtieron efecto. Otro momento fue sin duda la agresión a los manifestantes de la APPO que pretendían colocar una ofrenda de día de muertos en donde se ubicó la histórica barricada de 5 señoras, el 2 de noviembre. No hay duda de que en ambos casos la represión desmedida ha tenido como objetivo mantener el clima de terror que imposibilite la organización, afortunadamente lejos de ello la APPO ha podido mantenerse y no sólo ello sino que tiene todo el potencial para fortalecerse y recuperar las posiciones perdidas en cuando la coyuntura a nivel nacional lo permita.
No hay duda de que el pueblo oaxaqueño sacara las conclusiones necesarias para lograr no sólo la salida de Ulises Ruiz, el cual efectivamente saldrá de una u otra forma, sino para convertir a la APPO en organismo de lucha revolucionaria para avanzar por el único camino en donde es posible obtener una victoria que no sea parcial, el camino del socialismo.
Viva la APPO
Vivan todos los caídos en la lucha
A construir la izquierda socialista y revolucionaria
Unidos y organizados Venceremos
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