MENSAJE DE LA 36
El presidente de Colombia pateó el tablero del “canje humanitario”
La crónica corresponde al Diario de la derecha colombiana El Tiempo donde se manifiestan las supuestas razones del rompimiento de las conversaciones para el canje humanitario de prisioneros en Colombia, entre el gobierno colombiano y las fuerzas guerrilleras de las FARC.
La supuesta razón del rompimiento fue una llamada que hizo el presidente de Venezuela al comandante del Ejército colombiano, general Mario Montoya.
A eso de la 1:15 de la tarde de ayer, el general Montoya, recibió una llamada de la senadora Piedad Córdoba pidiéndole información sobre los secuestrados en poder de las FARC.
Pero una vez el general se puso al teléfono, quien tomó el mando de la comunicación fue el presidente venezolano, Hugo Chávez.
Fuentes del Gobierno creen que la llamada se pudo haber hecho desde Cuba, donde el presidente Chávez y la senadora Córdoba
hicieron escala, en su vuelo procedente de Europa.
Sorprendido por el hecho, tan pronto terminó la llamada y sin revelar datos sustanciales a Chávez, el general Montoya se dirigió a la Casa de Gobierno, para poner el asunto en conocimiento del presidente Álvaro Uribe.
Montoya hizo el relato de la situación al Presidente Uribe a eso de las 2 de la tarde y desde ese momento el Presidente inició una ronda de consultas con diferentes autoridades y consejeros, que solo terminaron pasadas las 10 de la noche con la decisión anunciada: el fin de la mediación de Chávez y Córdoba en el acuerdo humanitario.
Aunque Uribe se sorprendió con el hecho, la situación no le era ajena. En Santiago de Chile, hace dos semanas, Chávez le sugirió a Uribe la posibilidad de llamar a algunos generales, pero el mandatario colombiano fue tajante en su negativa.
Con ánimo conciliador, Uribe bromeó en esa situación: “Hugo: no me llames a los generales, porque se me vuelven chavistas”.
El presidente colombiano entendió que el episodio de Santiago había servido para echar una especie de seguro a esa posibilidad considerada como “imposible de aceptar”.
Pero la situación parece ser más grave aún. Luego de las consultas realizadas por el presidente Uribe durante toda la tarde del miércoles, la Casa de Gobierno pudo establecer que no había sido el único caso. Chávez y Córdoba habían utilizado la misma táctica con otras autoridades y personalidades, por lo que el Gobierno colombiano cree ahora que los dos “desarrollaban una agenda paralela y oculta”, a la que desplegaban regularmente frente a las pantallas de televisión.
Analizada esta situación, Uribe consideró “intolerable este hecho, por ser imposible de aceptar”.
La senadora Córdoba, quien se encontraba con el presidente Chávez, no había arribado a Colombia hasta el miércoles de noche, según dijeron fuentes allegadas a su residencia.
El presidente Uribe, después de conocer los detalles de lo ocurrido y haber estudiado la situación, tomó la decisión de asumir personalmente el proceso y no permitirá, por ahora, la intervención de cualquier otro agente en el llamado acuerdo humanitario.
Uribe relatará hoy más detalles de los hechos que lo llevaron a poner fin a la mediación de Chávez y Córdoba en este asunto.
Uribe había renovado toda su confianza en Chávez y hasta dijo que estaba seguro de que no había hoy en el mundo otra persona mejor a la que la guerrilla le entregara a los secuestrados.
El pasado lunes, el Gobierno anunció que le daba hasta el 31 de diciembre a Chávez para lograr resultados en su mediación. El ultimátum lo hizo luego de un evidente malestar por las declaraciones de Chávez a su llegada a Francia, al revelar que Uribe le había dicho que él estaba dispuesto a reunirse con “Marulanda”.
El Gobierno señaló que ese era un diálogo confidencial.
El martes, Chávez llegó a su reunión con el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, sin las anunciadas pruebas de vida de los secuestrados por las FARC.
Sarkozy dijo que tales pruebas eran indispensables “para asegurarse de la sinceridad de las FARC en la búsqueda de una solución humanitaria”.
En cambio en Caracas con el anuncio del Gobierno de Colombia, de dar “por terminada la facilitación de la senadora Piedad Córdoba y la mediación del Presidente de Venezuela Hugo Chávez, a quienes agradece la ayuda que estaban prestando”, el presidente de Colombia, Álvaro Uribe, “está liquidando la mediación y el diálogo para un canje humanitario”, sostuvo este jueves el presidente de la Comisión de Política Exterior de la Asamblea Nacional (AN), Saúl Ortega.
La razón de esta decisión del Gobierno de Colombia, de acuerdo con un comunicado dado a conocer la noche del miércoles, es que “la senadora Piedad Córdoba llamó telefónicamente al comandante del Ejército, General Mario Montoya, le pidió una cita y, a continuación, le pasó al teléfono al Presidente Hugo Chávez de Venezuela. El Presidente Chávez le hizo al General Montoya preguntas sobre secuestrados por las FARC”.
Según afirma Uribe, “en la reunión de Santiago de Chile, el Presidente Uribe le había dicho al Presidente Hugo Chávez que no estaba de acuerdo con que el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela se comunicara directamente con el Alto Mando institucional de Colombia”.
Pero las reacciones contra la decisión de Uribe no se hicieron esperar y la mañana de este jueves el presidente francés, Nicolás Sarkozy, pidió a su homólogo colombiano “mantener el diálogo” con el Jefe de Estado venezolano a fin de lograr la liberación de los retenidos de las FARC, entre ellos Ingrid Betancourt, indicó una fuente cercana a la presidencia de Francia, según reporte de AFP.
Sarkozy, “encargará al embajador de Francia en Bogotá, actualmente en París, de llevar una carta para ser entregada al presidente Uribe para pedirle que mantenga el diálogo con Hugo Chávez”, destaca AFP.
El presidente francés no llamará al jefe del Estado colombiano “en lo inmediato”, indicó la presidencia francesa. “Esperará que la temperatura baje un poco”, precisó.
La Federación internacional de los comité Ingrid Betancourt, que poco antes había solicitado la intercesión de Sarkozy ante Uribe para que vuelva a autorizar la mediación de Chávez en el caso de los rehenes, insistió en la necesidad de un contacto directo e inmediato del presidente francés con su homólogo colombiano.
“Queremos que el presidente Nicolás Sarkozy llame directa e inmediatamente al presidente Uribe”, manifestó el vicepresidente de la FICIB, Olivier Roubi.
De su lado, el Comité de solidaridad con Ingrid Betancourt de la región parisina se “felicitó” y declaró su satisfacción “por poder contar con el apoyo permanente de Francia”, pidiendo “solemnemente a Uribe que tenga en cuenta la demanda de Sarkozy”.
“Seguimos pensando que Hugo Chávez es la mejor opción para liberar a Ingrid Betancourt y a todos los rehenes”, insistió el jueves por su parte el portavoz de la Presidencia francesa, David Martinon.
Si hay una posibilidad de liberar a la rehén Ingrid Betancourt, secuestrada en Colombia, esta opción se llama Hugo Chávez, había declarado este miércoles Jean, David Levitte, consejero diplomático del presidente francés Nicolás Sarkozy.
“El diálogo Uribe, Chávez es para nosotros la mejor posibilidad de éxito, si es que existe alguna”, había estimado en referencia al presidente colombiano Álvaro Uribe.
El martes, Hugo Chávez fue recibido por Nicolás Sarkozy y ambos se entrevistaron luego por separado con los familiares de la rehén franco, colombiana.
Chávez no estuvo en condiciones de traer una prueba de supervivencia de Ingrid Betancourt, pero sí el compromiso escrito del número uno de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC, Manuel Marulanda, de que dichas pruebas estarían disponibles antes de fin de año.
El jefe de Estado francés, Nicolás Sarkozy, habría propuesto Martinica como lugar para una eventual reunión entre el presidente venezolano, Hugo Chávez, y el jefe de la guerrilla de las FARC, Manuel Marulanda, según dijo el miércoles en París Juan Carlos Lecompte, esposo de la rehén Ingrid Betancourt.
Lecompte participó el martes en las reuniones de la familia Betancourt con Sarkozy y Chávez.
Chávez volvió a Caracas el miércoles y ese mismo día, Álvaro Uribe había indicado que la mediación se terminaría “en el mes de diciembre” pero, poco después cambió de opinión y puso fin brutalmente a la mediación de Chávez, acusándolo de injerencia en los asuntos internos colombianos.
El Departamento de Estado de Estados Unidos y la oligarquía colombiana presionaron a Álvaro Uribe para que interrumpiera las negociaciones de paz, que gestionaban el presidente venezolano, Hugo Chávez Frías, y la senadora colombiana, Piedad Córdoba.
Las razones de la injerencia estadounidense radican en el prestigio mundial que Chávez podría haber obtenido tras concretar el éxito del proceso de paz en Colombia.
La prensa y venezolana acusa que mientras Estados Unidos ante los ojos del mundo busca la guerra en América Latina, al pretender convertir un conflicto político en uno armado en Bolivia, para sacar a Evo Morales del poder, el presidente Hugo Chávez está promoviendo la paz en Colombia. Esta es una figura que le era imposible de soportar al gobierno de ese país.
Si bien la perspectiva de paz conseguida con esta intermediación, le servía al Gobierno colombiano de una forma coyuntural, por otro lado le planteaba a éste un desafío a mediano plazo del cual no podría zafarse: las fuerzas conservadoras y oligárquicas internas de Colombia.
El prestigio de Chavez como mediador en un conflicto que lleva decena de años aumentaba su prestigio a nivel internacional, y a la vez ponía alas FARC en su verdadero rol de ejército beligerante y que en lugar de banda terrorista como se le pretende catalogar obtenían espacios en los medios de comunicación como fuerza política que son.
Ahora con esta actitud arrogante e impensada, Uribe en cambio si se muestra como una persona intolerante y manejada por los militares colombianos, la oligarquía de ese país y el Departamento de Estados de los Estados Unidos.
Sin duda el centro de la paz y la comprensión mayor por resolver la guerra en Colombia por métodos políticos pacíficos se centro durante todo este tiempo en Caracas y no en la violenta y militarizada capital de Colombia Bogotá, cuna y sede del narcoterrorismo de estado.
Ya hace poco que habíamos dado cuenta que al Congreso Norteamericano y a la oligarquía colombiana le molestaba ver a la Senadora Piedad Córdoba, y al Presidente de Venezuela Hugo Chávez abrazados, conversando o sonriendo animadamente junto a los guerrilleros de las FARC.
Esta decisión seguramente no está huérfana de planes más globales por parte del imperialismo y del ejercito colombiano, contra las FARC, inclusive contra el propio Presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
¿Es que pensarán atacar con grandes contingentes militares los campamentos de las FARC?
¿Pensarán los yanquis emplear tropas y comandos especiales dentro de Colombia para participar directamente en la guerra?
¿Evaluará el Pentágono como imprescindible antes de intentar invadir a Venezuela, terminar con las fuerzas insurgentes de las FARC, seguros aliados del gobierno de Venezuela en caso de una agresión imperialista?
¿En cualquiera de esas variantes seguramente la vida de Ingrid Bentancourt y del resto de los prisioneros de las FARC poco y nada le importarían a Uribe y a los Estados Unidos.
Los principales diarios colombianos se hicieron eco de la decisión del Presidente de la República de Colombia, Álvaro Uribe, de terminar intempestivamente la mediación del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, en el proceso de canje humanitario entre el gobierno colombiano y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia FARC.
Numerosos diarios colombianos consideraron como sorpresivo el cambio de la posición del Mandatario colombiano con respecto a la mediación de Chávez en el canje humanitario.
El diario colombiano “El Mundo”, reseñó: “el presidente Uribe sorpresivamente cambió la decisión, que horas antes había reiterado enfáticamente, de que las gestiones tanto de Hugo Chávez como de Piedad Córdoba, irían hasta el 31 de diciembre”.
De acuerdo al diario El Mundo el presidente colombiano habría expresado que “nosotros -por el gobierno colombiano- tenemos una contradicción profunda con el terrorismo, que lo vamos a derrotar, pero tenemos respeto y gratitud por la gestión humanitaria del Presidente Chávez. Y eso hay que repetirlo hoy y mañana, en Colombia y en el extranjero, en privado y en público”, puntualizó el Mandatario.
De igual manera las reacciones de los sectores políticos colombianos han sido reflejados por los medios de ese país.
Gustavo Petro, senador del Polo Democrático declaró al diario El Heraldo: “A pesar de los errores de pacto de los mediadores, quienes pierden son los secuestrados, me parece que el presidente Uribe no puede seguir reaccionado visceralmente, sin tener en cuenta la vida humana que está sacrificando, que en este caso es el de las víctimas”.
Del mismo modo en El Heraldo se recoge la reacción la esposa del senador Jorge Eduardo Gechem Turbay quien permanece secuestrado por las FARC desde hace 4 años.
Lucy De Gechem expresó: “lamento profundamente esta decisión que ha tomado el presidente Uribe, me coge de sorpresa, cuando todos estábamos ilusionados, con la facilitación. Prima más la vida de los secuestrados, y él debería haber considerado esa parte antes de tomar es decisión”.
El diario El País reproduce declaraciones del esposo de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, Juan Carlos Lecompte dijo que esa decisión los desilusionó ya que les sorprende que el presidente Uribe haya “botado a la basura” todos los esfuerzos que se han hecho para lograr el intercambio humanitario.
“Lo que el presidente Uribe está haciendo es poner más obstáculos para el acuerdo humanitario. El presidente Chávez es el único que puede resolver el problema, daña toda la ilusión que tenemos”, aseveró Lecompte.
Sin duda que además de todas las consideraciones políticas que se puedan hacer, el precio más alto lo han de pagar los secuestrados, los presos y los familiares de ambos.
Si a Uribe o a algún general yanqui o colombiano, se le ocurre utilizar el método de rescate violento, asistiremos al peor de los resultados, seguramente.
Esto además nos da una última pauta, en relación a la imposibilidad de obtener resultados positivos y humanitarios bajo los gobiernos de fascistas como Bush y Uribe.
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