La confirmación de una explosión a bordo del submarino ARA San Juan, ocurrida el miércoles 15 poco después de la última comunicación mantenida con su base naval, desató la bronca de los familiares de la tripulación, quienes perdieron toda esperanza en la posibilidad de un rescate exitoso.
Mientras los voceros oficiales pedían cautela, los familiares se mostraban furiosos con los funcionarios. “Atado con alambre”, fue la expresión más utilizada para describir el estado del submarino. Todo indica que la nave se encontraba en estado calamitoso y que durante estos ocho días de angustia, el gobierno intentó ocultar o minimizar el incidente. Esto se manifestó con claridad cuando el ministro de Defensa Oscar Aguad y el jefe de la Armada Marcelo Srur desplazaron al vocero de la fuerza por haber desestimado que se hubieran registrado intentos de contacto provenientes de la embarcación.
"Inauguraron un submarino pintado por fuera en 2014, nada más", denunció la esposa de uno de los marinos desaparecidos.
La nave, fabricada en Alemania, llegó al país en 1985. Fue sometida a la reparación de “media vida” entre 2009-2013 y en 2014 volvió a operar, cuando el ministerio de Defensa era ocupado por Nilda Garré. Ese mismo año sufrió un incidente grave. “Tuvieron inconvenientes en 2014, no pudieron emerger; pero emergieron y no trascendió”, recogió Página 12 (23/11). Según información consignada por La Nación (22/11), los problemas con las baterías de la nave –donde se habría originado la falla que desató el desastre– “los trae desde su diseño en Alemania, en los albores de la década de 1980”.
La premura por mantener operativa una nave en estado tan deplorable probablemente se vincule con el interés por hacerla participar de los “ejercicios avanzados de guerra antisubmarina” que forman parte de las 22 maniobras conjuntas con tropas yanquis autorizadas por el Senado un par de meses atrás. Esas operaciones incluyen el combate al “terrorismo, la piratería y el contrabando” –es decir, tareas de represión interna.
Quienes claman ahora por el reequipamiento de las fuerzas armadas en nombre de la defensa nacional no deben olvidar que un rearme tutelado por el imperialismo no hará otra cosa que reforzar el carácter semicolonial de la Argentina y la dependencia respecto de sus proveedores. Bajo el gobierno de Macri se acentuó la penetración del imperialismo en el aparato represivo local, bastante avanzada durante los gobiernos K (leyes antiterroristas, “colaboración” en la causa AMIA, etc). En 2014, cuando el genocida César Milani era jefe del Ejército, el gobierno kirchnerista también autorizó el ingreso de tropas extranjeras.
En estas horas, el radical Aguad y su equipo son blanco de críticas por su falta de ‘expertise’ en materia de defensa. Tampoco sabía de Comunicaciones y sin embargo allí debutó en el gabinete nacional. Apodado “el milico” por su cercanía y amistad con represores de la dictadura, Aguad llegó a Defensa para asegurar el involucramiento de las fuerzas armadas en la “lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”, bajo doctrina del Departamento de Estado yanqui.
Rechazamos cualquier tentativa de manipular la tragedia del ARA San Juan para acentuar este rumbo pro-imperialista y reclamamos el completo esclarecimiento de la cadena de responsabilidades que derivaron en este desastre.
Jacyn
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