miércoles, 22 de noviembre de 2017

Munición gruesa contra los jubilados



La columna vertebral del pacto con las provincias y en cierto modo de todas las reformas –laboral, jubilatoria e impositiva– es la confiscación al bolsillo de los jubilados y al Anses.

Ahora conocemos que la indexación que reemplazará a la fórmula de movilidad jubilatoria se aplicará trimestralmente, en base a los datos de los dos trimestres anteriores, de manera que ya sabemos que en marzo el aumento será de un 5%.
El “rugir” del peronismo de los gobernadores y de la CGT obligó a incluir una fórmula ligada a la recaudación: de allí la inclusión de un “plus” equivalente al 5% del porcentaje de aumento del PBI. Entonces, para el caso de que la economía se recupere al ritmo de un 3% de crecimiento durante el 2018, el plus sería para todo ese año de un 0,15% sobre el total de aumento en el año. Macri, la CGT y el PJ se han burlado de todos.
De este modo, se confirma el cálculo que hizo Ismael Bermúdez en Clarín, de una pérdida en el bolsillo de los jubilados que oscilaría entre $120 y 140 mil millones el año que viene, perdiendo enteramente los diez puntos de atraso de 2016. Tanto es así que en el Presupuesto 2018, el oficialismo incluyó en su versión inicial (ahora reformada) un 22% de aumento en el gasto de jubilaciones.
En segundo lugar, la edad de intimación jubilatoria patronal se eleva a 70 años tanto para hombres como para mujeres, lo que significa cinco años más para los primeros y diez años más para las trabajadoras. En este punto hay que señalar que la norma exceptúa de este alargamiento al Estado. ¿Una concesión? De ninguna manera. De este modo se intimará a jubilarse a los empleados estatales, quienes no serán reemplazados por el congelamiento de plantas dispuesto en el pacto de responsabilidad fiscal con las provincias. La jubilación será, además de los cortes de contrato y despidos, una manera de achicar la planta del Estado.
Como hemos denunciado durante la campaña electoral, la opcionalidad es falsa por completo. El trabajador que gana un promedio nacional apenas por encima de la línea de pobreza, tiene por opción la miseria cuando tiene que jubilarse con la mitad del haber que viene cobrando. El jubilado al momento del retiro es víctima del doble efecto de un salario que está lejísimo de la verdadera canasta familiar y de la aniquilación del 82% del último mejor haber. Teniendo en cuenta la expectativa de vida (76,33 años), la jubilación a los 70 implica aportar 50 años para disfrutarla durante seis. Hay que apuntar que semejante aumento de la edad de jubilación, taponará centenares de miles de puestos de trabajo a la juventud, sobre la base de la superexplotación de quienes ya trabajaron una vida.
Otro aspecto de la confiscación en marcha es la mentira de que repone el 82%. Se trata del 82% del salario mínimo, vital y móvil, hoy ya vigente de hecho en la paupérrima mínima de $7.246, que cobra la abrumadora mayoría de los jubilados, equivalente al 82% de los $8.860 del salario mínimo. Pero la cuestión no acaba allí, porque la ley propuesta dispone ese monto sólo para los casos con 30 años de aportes, lo que excluye a buena parte de los jubilados de la mínima que no llegan a esos años, en una Argentina con el 33,7% de trabajadores en negro y un nivel elevadísimo de evasión patronal que no siempre se puede probar.

Regímenes especiales

El ataque a los jubilados, no obstante, tiene otras aristas muy graves. En el pacto fiscal con las provincias se atacan los llamados “regímenes especiales” que rigen aún en 13 provincias. Se viene la llamada “armonización” para reducir la “ayuda” fiscal nacional a las provincias que no pueden financiar sus propias jubilaciones. Con las reformas tributarias el poder del Estado nacional para apretar a las provincias crece, no disminuye.
En ese paquete también se apunta a la docencia en general y a la docencia universitaria en particular, que conquistó el 82%: los 150 mil docentes universitarios y su jubilación a los 25 años de antigüedad forman parte de los “privilegios” de sectores de trabajadores, en tanto se reducen los impuestos al capital por distintas vías. En la misma mira están los trabajadores de Luz y Fuerza y los Judiciales. Estiman un “ahorro” de $79.000 millones por este concepto. Los decretazos pueden ser la vía para estos casos.
La reducción de impuestos al capital –como la progresiva reducción de Ganancias del 35% al 25%, y, en parte, la de Ingresos Brutos en cada provincia–, será financiada en buena medida por el Anses. Al elevar al 100% la coparticipación de Ganancias, unos 60 mil millones irán de las arcas del Anses a financiar el nuevo esquema impositivo a favor de los capitalistas, con la excusa de “promover la inversión”.
Pero otro golpe al Anses, de magnitud enorme, lo constituirán las rebajas de aportes patronales. La ley impositiva enviada prevé llegar en cinco años a la exención de aportes a los primeros $12.500 del salario de cada trabajador. Se trata de un golpe colosal al Anses. La reducción es difícil de medir a moneda constante, pero no baja, a plata de hoy, de $80 mil millones.

Abajo la reforma jubilatoria

Este plan de confiscación a los jubilados no es el único golpe a los trabajadores, desde luego, ni a los propios jubilados, porque la carestía, con tarifazos del orden del 70% en la luz y del 45% en el gas, en el área metropolitana, abarca a los que no están en la mínima u “ostentan” alguna propiedad para complementar sus ingresos; también por la vía de la carestía de las tarifas que se trasladan a los precios.
El movimiento obrero tiene enfrente un plan de guerra muy vasto, dentro del cual se encuentra el ataque al salario diferido que significa la jubilación para nosotros.
Los socialistas del PO luchamos contra esta reforma. Denunciamos al PJ que la negoció con Macri mediante la CGT y los gobernadores, desde Vidal hasta Alicia Kirchner. Llamamos a debatir el tema en asambleas obreras, a movilizar a los jubilados en barrios y sindicatos, a luchar por el 82%, a partir de reponer los aportes patronales y terminar con el trabajo en negro.
Pongamos al movimiento obrero en pie de lucha contra este plan de guerra contra la mayoría laboriosa nacional.

Néstor Pitrola

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