Ahora ya sabemos que el ministro de Finanzas, Luis Caputo, no es el único miembro del Poder Ejecutivo que figura en los documentos investigados del Paradise Papers. En las últimas horas los periodistas con acceso a la documentación revelaron que también figura el ministro Energía Aranguren.
La acusación en su contra que surge de los documentos es más que pesada: Aranguren presidió una sociedad offshore de Shell radicada en Barbados, armada con el objetivo de vender gasoil a América Latina. Esa actividad no cesó cuando el ex presidente de la petrolera anglo-holandesa fue designado ministro. Es más, ya con Aranguren en el ministerio de Energía la sociedad offshore que había presidido ganó 13 licitaciones para la importación de gasoil. Sólo por siete de estas compras la sociedad offshore ganó 150 millones de dólares.
La importación de gasoil y gas licuado fue uno de los grandes negociados por los que se investiga a De Vido y a otros funcionarios que compartieron con él responsabilidades en el Ministerio de Planificación. Con la revelación periodística de los Paradise Papers queda claro que ese modus operandi alcanza al gobierno actual.
La figura de Aranguren es emblemática porque resume en una sola persona las dos facetas de la corrupción: la de los funcionarios y la de los empresarios. El ex titular de Shell se ha beneficiado así por partida doble.
Si la Justicia ha decidido dictar la prisión preventiva a los miembros del gobierno anterior, al considerar que en su carácter de ex funcionarios tienen aún poder para obstruir la acción judicial, ni que decir que ese argumento es mucho más valedero para los funcionarios actuales que detentan el control del aparato del Estado.
La posibilidad de que Macri decida ante estas revelaciones decidir la separación de Aranguren y Caputo son menos que nulas. Después de todo él mismo figura en los documentos de los Panamá Papers. El silencio del ´ala republicana´ del gobierno, con Carrió a la cabeza, prueba por si hiciera falta que son defensores de una administración de corruptos.
La corruptela del gobierno actual echa sus raíces en el funcionamiento mismo del capital. Para terminar con ella es necesario ir a fondo, o sea, terminar con el capitalismo y sus gobiernos.
Gabriel Solano
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