La caracterización de la economía argentina radica en la necesidad de considerar su potencialidad efectiva en relación a su explotación real y en ese sentido su extensión territorial su dotación de recursos y su despareja distribución territorial, hacen pensar en la propuesta aun no definida de recrear un plan de desarrollo acorde a sus necesidades y a la inserción en el plano tanto regional como internacional.
Una Argentina a dos velocidades entre el desarrollo agroindustrial y otros sectores industriales -mas afectos al mercado interno- y cierta herencia de primor industrial en sectores claves dan una idea somera o de una base en común para prestar atención a la industrialización en el largo plazo capaz de sustituir bienes y así disminuir la necesidad de divisas externas diversificándose la matriz económica y de alentar en aquellos sectores donde el país puede dar una delantera en el mercado mundial.
Se debe contar –paralelamente– con un Estado proclive a este desarrollo capaz de orientar el crédito interno hacia esa función sin dejar de establecer un mercado interno de capitales y de fomentar los centros e institutos de investigación proclives a esta actividad localizados a lo largo del territorio nacional, tratando de imbricar Estado con Sector Privado pero sin dejar de lado la quizás necesaria creación de empresas industriales estatales en aquellos sectores donde los privados sean renuentes aun de desarrollarse.
Si bien el caso de Corea del Sur estuvo / está imbuido por cuestiones geopolíticas en relación a su largo desarrollo industrial previo pasado rural a partir de la década de los 60 existe un dato poco conocido y es que este país tomo varias lecciones de industrialización y estado industrial de la Argentina de aquellos tiempos.
La humilde experiencia de crecimiento industrial de la última década puede ser un puntapié para pensar en una propuesta extensa en el tiempo y en el espacio que pueda finalmente dar el estadio de desarrollo correspondiente y reducir en forma plena los todavía altos niveles de desempleo y pobreza estructural que afectan a delimitados espacios del país.
Un mercado interno de más de 40 millones de habitantes que son la 3ra economía latinoamericana no es un dato menor y de un contexto mundial donde re novadas geo potencias como China, Rusia, India y el Sudeste Asiático puede ser no solo destino de nuestras exportaciones, sino que podemos también intercambiar tecnología y así disminuir nuestra dependencia externa sobre el mundo occidental desarrollado.
Para ello no solo dependemos de una sólida estrategia que sea consensuada con todos los actores sino re direccionar los esfuerzos macroeconómicos dejando de ser solidos tomadores de deuda para financiar déficits comerciales fiscales y de cuenta corriente como la actual administración ha establecido y de implementar una política fiscal que aligera a los sectores concentrados y en favor de estos mismos afecta a los sectores medios y bajos de la sociedad imponiendo ajustes fiscales.
Las pequeñas y medianas empresas que son las generadoras netas del trabajo industrial deben ser las pioneras en este proceso radicando en el mercado interno y pudiendo establecer cierta internacionalización capaz de generar mayor valor agregado a la economía.
Los mitos construidos sobre las ventajas naturales allá por el siglo XIX fueron derribados por el caso de Japón país son recursos naturales que se ha convertido en potencia industrial a pesar de su trágica participación en el conflicto de la 2da Guerra Mundial, país casi sin espacio que concentra a más de 100.000.000 de habitantes que comenzó a copiar o a igualar productos occidentales para luego dar lugar a una producción de mayor competitividad tecnológica.
Los argentinos nos debemos un debate serio en lo que respecta a nuestro desarrollo a largo plazo que sea capaz de atravesar limitados periodos gubernamentales de lo contrario la agenda pendiente nublara nuestro destino de manera permanente.
Nunca es tarde mientras los actores propendan a pensar cuales son nuestras condiciones en función de un contexto mundial de tensiones geoeconómicas permanentes.
Ezequiel Beer. Geógrafo UBA y analista político.
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