domingo, 19 de noviembre de 2017

El asesinato de Ramón Falcón, la mano de hierro de la oligarquía



El 14 de noviembre de 1909 fue asesinado en un atentado el Coronel Ramón Falcón, ejecutor de las brutales represiones durante la huelga de los inquilinos y la Semana Roja.

En la mañana del 14 de noviembre de 1909 el Coronel Ramón Falcón, por entonces Jefe de la Policía de Bs. As., marchaba en su coche junto a su secretario Alberto Lartigau tras despedir los restos de su amigo el ex director penitenciario Antonio Ballvé en el cementerio de la Recoleta. Cuando el coche tomó rumbo al sur, un joven anarquista llamado Simón Radowitzky, corrió rumbo al coche y arrojó la bomba que le daría muerte al coronel, su secretario y al cochero. Falcón no llegó al hospital.
Simón Radowitsky, un inmigrante ruso, fue detenido y se salvó de la pena capital por ser menor de edad. Luego fue trasladado al penal de Ushuaia y tras un intento de fuga, es detenido en Chile. En 1930, con el indulto de Yrigoyen es expulsado a Uruguay y en 1936, se unió a las filas de los republicanos en la guerra civil española.

La Argentina donde interviene Falcón

Ramón Falcón nace en 1855, y su vida acompaña el período de consolidación del Estado nacional. Desde fines del siglo XIX y con Julio Argentino Roca en el gobierno (1880-1886 y 1898-1904) se afirma la subordinación de las provincias a la capital, y la expansión del territorio nacional a partir de la campaña del desierto, de la cual Falcón participa siendo muy joven.
Las oligarquías terratenientes de base ganadera, exportan a Inglaterra las mejores carnes y cereales y, con la ampliación del mercado externo, aparece una incipiente industria nativa, donde proliferan los talleres de producción artesanal. Este desarrollo rudimentario del capitalismo argentino, requiere de mayor mano de obra y para ello se fomentan políticas inmigratorias. Para 1890, las estadísticas registran el ingreso de un millón y medio de personas provenientes del viejo continente, sobre todo de España e Italia. Con la inmigración, vendrán también militantes políticos socialistas y anarquistas, hijos de experiencias como la Comuna de Paris de 1871, y las revoluciones burguesas de mediados del siglo XIX. Traen bajo el brazo, las ideas más avanzadas del proletariado mundial.
A mediados del siglo XIX, el movimiento obrero va haciendo sus primeras experiencias y formando las primeras sociedades y sindicatos: en 1857 se funda La Sociedad Tipográfica Bonaerense. Entre 1860 y 1870, aparecen las primeras prensas obreras y se fundan nuevos sindicatos: Carpinteros, Panaderos, Albañiles. En 1887 se funda La Fraternidad, agrupando a maquinistas y fogoneros. Los anarquistas cumplirán un rol clave en este proceso de organización del movimiento obrero argentino.
Las expectativas de estos inmigrantes europeos no fueron colmadas por la realidad de las condiciones materiales de vida. El problema de la vivienda, las condiciones del trabajo, y el ambiente represivo, del cual Ramón Falcón era todo un símbolo, agudizaban las contradicciones del modelo nacional. A las jóvenes organizaciones obreras, el Estado le oponía la firmeza del sable marcial.
A partir de 1906, el gobierno de Figueroa Alcorta lo designó a Falcón Jefe de la Policía de Buenos Aires. Durante tres años, Falcón sería el responsable de la actividad represiva en la Capital Federal y dirigió las dos represiones más sintomáticas de la época: la huelga de los inquilinos y el 1° de mayo de 1909.

La huelga de inquilinos

Para 1907, había 150.000 personas viviendo hacinadas en alrededor de dos mil conventillos, y en condiciones sanitarias paupérrimas. En agosto de ese mismo año, el gobierno aumentaría el precio de los alquileres. Surge en el barrio de San Telmo, un movimiento donde se reclama la baja del 30% del alquiler, mejoras sanitarias, y la eliminación de los tres meses de depósito para acceder a una pieza.
El movimiento se extiende a otros barrios de Capital y a otras ciudades, como Rosario y Bahía Blanca. Entre el 1 y 2 de octubre la “huelga de los inquilinos” cuenta con 250 conventillos tomados. En ese momento comenzó el enfrentamiento con la Policía. El Coronel Falcón, desalojó por la fuerza el conventillo “14 Provincias” que cobijaba a alrededor de 200 familias, y cae asesinado el obrero Miguel Pepe de tan solo 17 años.

La Semana roja

El 1° de mayo de 1909, se concentra en Plaza Lorea los gremios que integran la Federación Obrera Regional Argentina (FORA) para conmemorar a los mártires de Chicago y para denunciar las condiciones de vida y de trabajo que padecía la clase obrera argentina. Alrededor de 70.000 obreros acuden al acto. La concentración fue atacada por la Policía de Ramón Falcón, como cuenta el historiador Osvaldo Bayer:
“En ese momento llegó un auto al cruce de la Avenida de Mayo con Salta, en el que viajaba nada menos que el jefe de la Policía, coronel Falcón. Frente a su presencia, los anarquistas reaccionaron al grito de “abajo el coronel Falcón”, “mueran los cosacos”, “guerra a los burgueses”. A Falcón, directamente le gritaban “perro”. Esa fue la señal para que el jefe de policía ordenara el ataque de los uniformados contra las masas obreras. Se desató una lluvia de balas y, con ellas, comenzó uno de los grandes dramas de las luchas obreras. Atacó, además, la caballería de la policía. Caían los obreros, la plaza se quedó vacía y el pavimento sembrado de gorras y charcos de sangre.”
Fueron 12 los obreros muertos y 80 los heridos. La FORA y la Unión General de Trabajadores (UGT), convocaron al paro en medio de una presión represiva por parte del régimen, que clausuraba locales obreros y partidarios. El patrullaje armado, impedía cualquier tipo de reunión o mitin. Del paro participan 220.000 huelguistas solo en Capital Federal aunque el movimiento se expande también a ciudades como Rosario, La Plata y Junín, entre otros puntos del país. En el transcurso de la huelga, el Ejército ocupó la ciudad y los piquetes de huelguistas se extienden a las empresas.
El día 4 de mayo, al entierro de las víctimas del 1° de mayo asisten 300.000 personas. Durante los días 5 y 6 de mayo, se producen enfrentamientos a tiros entre los huelguistas y la Policía. Finalmente, y por primera vez en la historia, el Estado tiene que sentarse a negociar con las organizaciones obreras. El presidente del Senado, se entrevistó con el comité de huelga acordando la abolición del código de penalidades, la libertad de los presos políticos y la reapertura de los locales obreros.
El único punto de demanda en que la oligarquía del Jockey Club no quiso ceder, a través de sus representantes en el Estado, fue la renuncia de Falcón al mando de las fuerzas policiales.
Es que la oligarquía entendía, que la brutalidad de Ramón Falcón, no respondía sólo a la naturaleza de su personalidad. La brutalidad policial encarnada en Falcón, expresaba el problema político que tenía la oligarquía: mantener el orden sin ceder ninguna libertad democrática mínima, y sin instituciones que mediaran o lograran encorsetar a ese joven proletariado que no paraba de construir organizaciones y asociaciones.
La acción de Simon Radowitsky expresó el odio de los trabajadores contra la brutal represión estatal que personificaba Falcón. El joven anarquista sufrió la cárcel y la persecución y su nombre estuvo presente en los reclamos del movimiento obrero argentino exigiendo su libertad. Su acción expresaba, no obstante, la estrategia política de un sector del anarquismo que desligaba estas acciones individuales de las organizaciones de masas y de la perspectiva de la revolución y del enfrentamiento con la clase dominante de conjunto, depositando la esperanza en acciones individuales liberadoras. Sus consecuencias, por otro lado, no favorecieron las condiciones para la lucha de masas. Tras el atentado, se impuso el estado de sitio por dos meses. También se detuvo y se deportó a más de 500 activistas de distintas tendencias, tanto socialistas como anarquistas. Se clausuraron periódicos y se cerraron locales partidarios. Incluso, se organizaron grupos patrióticos y xenófobos, formados por jóvenes de la elite, que atacan a los obreros. Los mismos que años después atacarían a los miles de obreros organizados y dispuestos a luchar en la famosa Semana Trágica de 1919.

Lautaro Pastorini

Fuentes:

El bondadoso ajusticiador. Osvaldo Bayer.
El crimen político. Osvaldo Bayer.
Historia Crítica del Sindicalismo. De los orígenes hasta el partido Laborista. Aragón, H. Ediciones IPS
Cien años de historia obrera en la Argentina (1870 -1969). Lotito,D., Luzuriaga,J., Moretti,W., Rojo,A. Ediciones IPS.

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