jueves, 23 de noviembre de 2017
Ara San Juan: reclamemos toda la verdad
Las revelaciones de un organismo internacional respecto de una explosión submarina en la zona donde desapareció el submarino Ara San Juan –y en la fecha coincidente con su última comunicación- ha colocado en el tapete la posibilidad cierta de un desenlace trágico, tanto para la nave como para sus ocupantes.
Pero la información sobre este grave hecho continúa desenvolviéndose con la misma ambigüedad e incertidumbre con la cual transitó en estos ocho días. Como parte de ello, el ministro de Defensa afirmó haberse enterado por un medio de información –y no por el jefe de la Armada– de la desaparición del submarino. Por caso, el dato de una avería eléctrica reportado horas antes de que se perdiera contacto con la nave tomó estado público muy tardíamente.
Algunos periodistas han atribuido esta desinformación a una impericia mediática o comunicacional. La cuestión, sin embargo, es bastante más profunda: indagada acerca del carácter de la misión que practicaba el Ara San Juan, la jueza interviniente en la causa ha respondido que “se trata de una información sensible y de un secreto de Estado”, recordando su carácter de ´nave de guerra´. De esta afirmación podría deducirse que la confidencialidad se relaciona con razones de defensa nacional. Pero la hipótesis no se condice con la trayectoria del Ara San Juan: es que el submarino desaparecido se ha destacado por su participación en operaciones de colaboración con la marina norteamericana; entre ellas, los operativos Unitas, articulados para reafirmar el dominio político y militar del imperialismo sobre el continente. El manejo conspirativo respecto de lo ocurrido con el ARA San Juan es indisoluble de esta función militar, incluso antagónica con la propia soberanía nacional. Recientemente, la presión en favor de intensificar esa colaboración con las misiones imperialistas se ha reforzado: el gobierno requirió al Senado la autorización para la realización de operaciones militares conjuntas, con fuerte acento en el mar. En ese cuadro, se concretó esta misión del ARA San Juan, cuyas condiciones de conservación y mantenimiento han sido fuertemente debatidas en estas horas. Todo indica que la vida de los 44 marinos ha sido jugada en un tablero ajeno al de la autonomía nacional.
Los voceros oficiales están lejos de dar explicaciones certeras al país y a los familiares de la nave. En cambio, sus medios afines no demoraron en reclamar un rearme del Ejército argentino. Han coincidido con ese reclamo varios opositores al gobierno, en este caso, desde posiciones nacionalistas.
Pero el rearme de un Estado semicolonial sólo puede reforzar los lazos con sus opresores, y el lugar de las FFAA argentinas como segundo violín de las operaciones militares del imperialismo; y se liga con la tentativa de incorporar a los militares a la represión interna en nombre de la “lucha contra el narcotráfico”.
La soberanía nacional exige de la ruptura con los opresores, o sea, de los pactos económicos y políticos que atan al país con el capital imperialista y con sus Estados. El fracaso de los partidos de la burguesía nacional en este plano traslada esa tarea histórica a los trabajadores y a su propio gobierno. A esta perspectiva deben unirse los miembros de las fuerzas armadas que quieran luchar contra el Estado y los gobiernos que los han convertido en peones de las potencias imperialistas. Con esta comprensión política, expresamos nuestra solidaridad con las víctimas y familiares del ARA San Juan; reclamamos que se informe pública e integralmente sobre la misión del submarino y sus objetivos, y que se esclarezcan todas las responsabilidades políticas en este grave episodio.
Marcelo Ramal
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