sábado, 25 de noviembre de 2017

Cuando el triunfalismo electoral queda atrás en el tiempo



A la búsqueda del ARA San Juan y la crisis que esto genera, se agregan las trabas que sufre la reforma laboral en el Senado de la Nación. El peronismo negocia el ajuste mientras trabaja por su reconstrucción.

Solo unas pocas semanas transcurrieron desde el evento en el Centro Cultural Kirchner donde el presidente Macri intentó dejar marcada la impronta del “reformismo permanente”. El panorama, en el final de noviembre, aparece lejos de aquella imagen triunfalista que dejaran las elecciones del 22 de octubre.
Este viernes, los rostros adustos del presidente y del ministro de Defensa, dejaron en evidencia la crisis política abierta por la desaparición del submarino ARA San Juan. Hoy se cumplen diez días de búsqueda y las únicas certezas son la impericia de la Armada y los fuertes cortocircuitos entre la jefatura de esa fuerza y el Ministerio que dirige Aguad.
Esto no impide que, desde el mismo oficialismo y sectores afines, se intente aprovechar la dramática situación que viven las familias de los tripulantes para apuntalar un discurso reaccionario.

Revés en el Congreso Nacional

En la tarde de este jueves, mientras se profundizaba la crisis abierta por la desaparición del submarino, el gobierno recibió otro golpe. En este caso, venía desde la Cámara de Senadores. Miguel Ángel Pichetto pateaba el tratamiento de la (contra) reforma laboral hasta pasado el 10 de diciembre, a la espera de un hipotético “acuerdo” en la conducción sindical. Algo que, de por sí, aparece de difícil concreción.
Pichetto, así como impuso un revés al gobierno en la reforma laboral, le otorgó una ventaja al ofrecerle una nueva fórmula para la actualización de las jubilaciones. Que nadie se ilusione. Serán apenas $60 pesos más en la primera actualización, si la comparación se hace en relación a lo consensuado con los gobernadores.

La Banelco y el moyanismo

La decisión de Pichetto nació, como él mismo dijo, para evitar las “críticas por izquierda”. Cuando actuaba como cabeza del kirchnerismo en el Senado, el rionegrino tenía una amplia gama de aliados en el FpV que cubrían ese flanco. Las cosas han cambiado. Ahora, ante las acusaciones de “una nueva Banelco”, Pichetto prefirió guarnecerse.
La fisura en el frente gremial y las modificaciones que se vio obligado a aceptar el gobierno en el “borrador” expresan, en última instancia, la falta de consenso social para una reforma neoliberal. Lo que es llamado relación de fuerzas expresa los límites sociales a una política de ataque abierto a la clase trabajadora.

El peronismo busca reorganizarse

Se ha abundando en señalar que la gran ventaja del oficialismo reside en la crisis y división del peronismo. La firma del Pacto Fiscal evidenció a los mandatarios provinciales negociando su propia porción de los fondos nacionales. La conducción de la CGT, antes de volar a Roma, firmó un pacto atendiendo a sus propios intereses de casta.
Pero el peronismo, pensando en 2019 y en 2021, trabaja en su reconstrucción. En ese marco, el peronismo bonaerense camina hacia una renovación parcial de la mano de Gustavo Menéndez. Éste logró imponerse en la rosca interna a un Fernando Espinoza con pocos aliados. Con esa política “renovadora” comulga parte de la burocracia sindical, como lo mostró Pablo Moyano en una entrevista reciente, al pedir “lugar para los jóvenes”.
No pareciera ser esa la única simpatía del dirigente Camionero. Hace pocos días, en las redes sociales, hubo “buena sintonía” con la expresidenta y senadora electa Cristina Fernández.
La experiencia del último lustro mostró al moyanismo trabajando para fortalecer el macrismo como opción electoral. ¿Será el turno de hacer la misma tarea, pero en dirección contraria?

LID

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