viernes, 1 de julio de 2016
Segundo semestre: el macrismo preso de su propio discurso
Al gobierno se le agotó el discurso de la "herencia recibida". Hoy comienza la segunda parte del año con un panorama económico recesivo. La crisis del kirchnerismo y la resistencia.
El segundo semestre comienza hoy en un marco de recesión económica y con todos los partidos del régimen embarrados en el ajuste y la corrupción.
Por estas horas, el macrismo es víctima de su propio discurso. Embretado entre la necesidad de culpar al gobierno anterior por el ajuste económico, y el apuro por anunciar una luz al final del túnel que ayudara a pasar las penurias al menos con alguna esperanza, el gobierno nacional se largó tempranamente a prometer que todo mejoraría para el segundo semestre.
La semana pasada el ministro Prat Gay insistió en este sentido cuando afirmó en Nueva York que “el trabajo sucio ya fue hecho”, queriendo dar a entender que la etapa de “sinceramiento” de la economía ya había quedado en el pasado.
Una parte de esta afirmación es cierta. El gobierno hizo el “trabajo sucio” que el gran capital le pedía que hiciera: devaluó, levantó el cepo al dólar, dispuso tarifazos, bajó y eliminó retenciones, arregló con los fondos buitre, e incluso vetó la Ley Antidespidos para darle mayores certezas a los empresarios y así crear un “buen clima de negocios”, como les gusta decir a los CEO de Cambiemos.
No obstante, el problema para el gobierno nacional es que todo esto no dio como resultado la esperada “lluvia de inversiones” que esperaba para relanzar la economía. Por eso esta semana Mauricio Macri se quejó ante un encuentro de hombres de negocios: “no podemos tener empresarios que estén mirando qué va a hacer el Estado por mí, sino empresarios y ciudadanos que digan qué van a hacer por el país”.
El Brexit, además, empeora el panorama para las esperadas inversiones.
De este modo, el dilema para el macrismo es que mientras continúan la inflación y la recesión, como expresiones más agudas de la situación económica, se acerca peligrosamente el 2017, año electoral decisivo para el futuro de Cambiemos. Mientras que desde los sectores más ortodoxos le exigen más ajuste al gobierno para atacar los desequilibrios de la economía, otras voces en la Casa Rosada advierten del peligro político que esto traería aparejado.
Como un boomerang entonces, al macrismo su propio discurso se le vuelve en contra y el segundo semestre será, sobre todo, una encerrona. De ahora en adelante tendrá que explicar no ya las malas noticias debidas a la “herencia recibida”, sino por qué no se cumplen sus anuncios referidos a las bondades de la segunda mitad del año.
Puede ocurrir que por algunos meses los aumentos en paritarias, que se aplican mayormente en el segundo semestre, y el cobro del aguinaldo, disimulen un poco la pérdida de poder de compra para un sector de la población, pero el pueblo trabajador no parará de recibir malas noticias durante los próximos días: nuevos aumentos están anunciados para julio en los valores del subte, las expensas en los edificios, las tarifas de los celulares, la medicina prepaga y para los monotributistas, entre otros rubros. El que pierde es el salario.
Lejísimos ya de la luna de miel que tuvo al comenzar el gobierno, el macrismo enfrentará en los próximos meses nuevos desafíos, con parte de su capital político gastado ya por la creciente bronca popular con el ajuste, y escándalos como los de Panama Papers.
La resistencia al ajuste en el segundo semestre
Del lado de los que buscan resistir las políticas del PRO, también ha cambiado el panorama.
Si algún respiro tiene el macrismo en este contexto, es la crisis del peronismo, y la tregua que le da la burocracia sindical.
Durante los primeros meses del gobierno de Cambiemos, el kirchnerismo, tras el golpe electoral, despertó expectativas en millones que creyeron en el discurso de la “resistencia con aguante” a las políticas del macrismo.
Sin embargo, pronto se notó la distancia entre los discursos y los hechos. Los dirigentes sindicales alineados con el gobierno anterior lejos estuvieron de poner en pie un plan de lucha a la altura de lo necesario para enfrentar el ajuste, dejando pasar los despidos y el ataque al salario. Eso vale tanto para Antonio Calo, líder de la CGT alineada con el gobierno anterior que ahora negocia la unidad con Moyano y Barrionuevo, y también para las variantes supuestamente más combativas del sindicalismo kirchnerista como “Beto” Pianelli, dirigente del sindicato de los trabajadores del subte que en estos meses dejó pasar tanto despidos como planes de flexibilización laboral.
Más aún, en estos meses el Frente para la Victoria no sólo votó en el Senado leyes como la del pago a los fondos buitre y la falsa reparación histórica a los jubilados que habilita un blanqueo a los evasores y fugadores, sino que en provincias que gobierna como Tierra del Fuego o Santa Cruz aplicó tantos o más planes de ajuste que el macrismo, acompañados de persecusión a los que luchan, sin diferenciarse sustancialmente, por ejemplo, de lo que hace Gerardo Morales en Jujuy.
A su vez, por parte de los ex funcionarios del Frente para la Victoria, los escándalos de corrupción, especialmente el relacionado a José López que dejó en evidencia que los manejos fraudulentos llegaban hasta los altos círculos del poder, golpearon la autoridad moral del espacio político, cuestionando de conjunto los valores progresistas del “relato” y poniendo en cuestión todo el proyecto político.
Sergio Massa se propone quedar como alternativa mientras se desgasta el kirchnerismo y el macrismo paga los costos de ser quien ajusta. Pero su propio prontuario que va desde la derecha liberal de la Ucedé de Alvaro Alsogaray hasta el Frente Renovador, pasando en el medio por el menemismo y el kirchnerismo, lo impugnan de antemano como una alternativa para el pueblo trabajador.
En este marco, millones que simpatizaron con el gobierno anterior hoy se encuentran desilusionados pero buscan las vías para enfrentar a la derecha que está en el gobierno. La izquierda les propone participar juntos en cada lucha, pelear en común por recuperar las organizaciones de los trabajadores de manos de la burocracia sindical, enfrentar las crisis de la educación y de la salud, organizarnos por los derechos de las mujeres, y construir juntos una alternativa política opuesta a la de los partidos del ajuste y la impunidad, independiente de los capitalistas. La Izquierda Diario se propone ser un medio con llegada a millones para pelear por estas ideas y colaborar con el triunfo de estas batallas.
Fernando Scolnik
@FernandoScolnik
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