domingo, 20 de agosto de 2017
El clasismo frente a la marcha de la CGT
Una columna independiente y una política independiente
La movilización del 22 de agosto es – afirmó el ministro Rogelio Frigerio- “producto de una crisis de conducción de la central”. En gran medida es así y por eso hay que intervenir y, a la vez, caracterizar detenidamente sus límites.
La marcha está desvinculada de los conflictos actuales – por cuya victoria la burocracia sindical no movió un dedo- y carece de cualquier perspectiva de continuidad. Se anunciará un Confederal para “analizar un plan de lucha” en una fecha indeterminada de septiembre pero sin referencia alguna al paro general. Lo confirma la reunión que mantuvieron las CTA con Schmid y Pablo Moyano: los que viven cacareando a favor de un paro se limitaron a firmar un documento estrictamente reivindicativo que agrega un pedido por Santiago Maldonado y no propone una sola medida de acción. Para los K, la marcha es, ante todo, funcional a la campaña de Unidad Ciudadana.
Será, además, una marcha “blindada”, como explicó el mismo Pablo Moyano. Los diez mil camioneros que estarán a cargo de la seguridad no dejan dudas sobre la preocupación de la burocracia por evitar otro “7 de marzo” y limitar la jornada a una movilización regimentada y de aparato.
Finalmente, “Gordos” e “independientes” se pronunciaron tempranamente contra la marcha y, aunque terminaron cediendo, es muy probable que se empeñen en vaciarla.
El telón de fondo de la convocatoria es la disputa desatada por el control de la CGT entre esta fracción y la burocracia liderada por el clan Moyano.
El plenario convocado por Pepsico
Por iniciativa de los trabajadores de Pepsico se realizó un plenario para discutir la participación en la marcha y la moción, informada por la comisión interna en la apertura, de constituir una columna independiente y proponer a la CTA confluir en algún punto para ingresar juntos a la Plaza de Mayo, de manera de amplificar el reclamo del paro general.
El planteo dio lugar a un intenso debate, que se plasmó en numerosas intervenciones, en torno a lo que La Izquierda Diario llamó en un artículo “la política hacia las centrales y sindicatos” con el objetivo de que “dentro de la marcha se dé una pelea común”; planteando “pelear para que las organizaciones de masas actúen de forma progresiva”.
De los varios oradores del PTS que defendieron la proposición de unificar con la CTA, quién mejor la expuso fue Claudio Dellecarbonara, de la minoría del Subte. La formación de una columna común para pedir un paro nacional pondría de relieve, en sus palabras, una contradicción en la burocracia. Con esta política - ejemplificó - los trabajadores del Subte podrían “convencer a Beto” (refiriéndose a Pianelli) de la necesidad de luchar.
Es una vieja de tesis del morenismo según la cual promover acciones comunes con la burocracia permite lograr, por presión de sus bases, superar sus objetivos o, en caso contrario, desenmascararla.
Los dirigentes de la Coordinadora Sindical Clasista que polemizaron con la idea, destacaron la soberanía de Pepsico para orientar su lucha pero también que la convocatoria, sobre la que debíamos resolver, era de la CGT y no de Pepsico. Explicaron, a modo de ejemplo, que los SUTEBA Combativos no podían marchar “para reclamar un paro” con Yasky y Baradel, los enterradores de huelga docente y de la lucha de los santacruceños contra el ajuste de la gobernadora Alicia Kirchner. Lo mismo cabe para Wasiejko, ex burócrata del SUTNA y actual adjunto de la CTA, “entregador serial de las reivindicaciones de los trabajadores del neumático”. Semejante cosa equivaldría a “lavarles la cara” a los burócratas y, lejos de ayudar a que su base rompa con ellos, introduciría una enorme confusión.
La columna independiente, con la consigna del paro activo (como hicimos el 7 de marzo) es un acierto, pero no puede valer sólo para una parte de la marcha: “la independencia de la burocracia debe ser hasta el final”.
El kirchnerismo - tanto la CTA como la Corriente Federal que actúa dentro de la CGT - viene de deponer la movilización del 7 de agosto por un pedido de Cristina Fernández para no entorpecer la campaña hacia la PASO.
En el debate también quedó refutada la falacia, repetida en su intervención por Carlos Artacho, dirigente telefónico del PTS, según la cual “dos de cada tres votantes habían rechazado el ajuste”, ya que ni los Massa, los Randazzo, las Bertone o los Schiaretti son opositores al ajuste. Todos ellos garantizaron las leyes del macrismo y ejecutan en sus provincias el ataque a los trabajadores. De allí la importancia de establecer una delimitación tajante de ellos y de sus tributarios sindicales.
Otros oradores, como Edgardo Reynoso de la UF-Oeste y dirigente de Izquierda Socialista, también desarrollaron ampliamente los argumentos contrarios a la propuesta de unificar con la CTA. En cambio, el secretario general de ATE-Brown y representante de Rompiendo Cadenas, rechazó el planteo de movilizar de forma “independiente”.
Columna independiente
Finalmente se acordó que los sectores combativos y antiburocráticos marcharíamos en una columna independiente, partiendo de la carpa de Pepsico, con las consignas: basta de despidos, reincorporación de los trabajadores de PepsiCo y de todos los despedidos; basta de ajuste, rebaja salarial y tarifazos impuestos por el gobierno nacional y los gobernadores; por la aparición con vida de Santiago Maldonado; no a las persecuciones a los delegados y luchadores; por un paro nacional, ninguna tregua.
El acierto de la batalla política librada por la CSC-PO quedó rápidamente confirmado por la reunión de la CGT y las CTA y luego por la resolución de la Mesa Nacional de la CTA, en la que - como denuncian los propios trabajadores de Pepsico en una carta pública - no se menciona su lucha, ni la exigencia de un paro nacional; aunque sí llaman a la CGERA, la Confederación General Empresaria, a conformar un “espacio multisectorial".
Para ayudar a los trabajadores a romper el “chaleco de fuerza” de la burocracia el clasismo debe desarrollar una política sistemática de denuncia y actuar con total independencia de ella.
Miguel Bravetti
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