jueves, 2 de junio de 2016

A 40 años de su muerte, recuerdos de Ringo Bonavena



Fue uno de los asesinatos más brutales y con una figura popular como víctima. Ezequiel Fernández Moores, periodista deportivo y autor del libro Díganme Ringo, recordó la impronta del boxeador rebelde y transgresor, los motivos de su muerte y anécdotas de su vida. Fue en Radio La Retaguardia, en Otras Voces, Otras Propuestas.

“Ringo tenía 33 años, ya sentía el ocaso de su carrera como boxeador. Queda con su contrato en manos de este mafioso, Joe Conforte, y Ringo comienza a ver que el negocio del mafioso podía ser más interesante que lo que le quedaba de carrera arriba de un ring. Se presenta una noche una en la que se muestra a visitantes una ampliación del burdel, un prostíbulo gigante, casino incluido. Él se presenta casi como si fuera el dueño del lugar, además hace como un juego de seducción con la esposa del mafioso, Sally Conforte. Claro, no estaba en Parque Patricios, estaba en la casa del mafioso. En esa escalada, el mafioso ordenó que le metieran un balazo en el pecho”, recordó el periodista sobre el inicio del conflicto que llevó a Bonavena a la muerte.
Fernández Moores contó: “Hizo un juego de seducción con Sally. Era una relación muy extraña, era un matrimonio de mafiosos que cuidaban más sus negocios que el amor. Con uno de los matones de Conforte había tenido problemas. Además, había se había casado nada más que para tener un papel con una chica que había sido una chica de mafioso, quien terminó disparándole. Fue una circunstancia extraña. Los hermanos llegaron a decirme que ellos no creen en nada de lo que se reconstruyó en el expediente; dicen que lo mataron directamente cuando dormía, que es imposible que le hayan disparado desde tan lejos y le hayan acertado tan en el centro. El mafioso era medio dueño del lugar y esto le daba un poder especial”, informó sobre las irregularidades denunciadas en la investigación.

Efemérides

Bonavena murió el 22 de mayo de 1976, día en que ocurrió una de las peleas más recordadas en la historia del boxeo argentino: “Galíndez contra el norteamericano Richie Kates en Johannesburgo. Fue recordada por lo épico, especialmente, porque a Galíndez le abrieron la ceja, tuvieron que darle siete puntos. Galíndez no paraba de perder sangre, se la secaba en la camisa del árbitro, Stanley Christodoulou. Tuvo un triunfo épico. A Galíndez lo llevaron al hospital, de la excitación que tenía después de ese combate salvaje, no sabían cómo hacerle bajar un cambio porque había que empezar a coserlo; el médico decía: ‘Yo así no puedo coserlo’.Y así fue cuando Lectoure decidió comunicarle que a Ringo, ídolo de Víctor Galíndez, lo mataron en Estados Unidos. Se Desplomó Galíndez, lloró, y así le empezaron a coser los puntos de la herida”, relató Fernández Moores.
“Los periodistas que cubrieron ese entierro me dicen que estaban sorprendidos, porque nunca, desde el Golpe, se veía gente en las calles. Salió una multitud. Primero fueron, dicen, ciento cincuenta mil personas al Luna Park, donde se hizo el velatorio. Hasta Borges —muy antiperonista, sabemos— ironizó diciendo que a Ringo lo lloró más gente que a Perón. Durante el cortejo, el coche fúnebre sufre un desperfecto mecánico justo frente al Congreso, y la gente comenzó a gritar: ‘¡Asesinos! ¡Asesinos!’; pero no le gritaba a los militares que estaba matando gente, sino que al matrimonio Conforte. Era una escena muy surrealista. Esa es la Argentina del 76”, mencionó el periodista sobre la reacción intensa, y un tanto contradictoria, de la población ante la muerte de Bonavena.

El personaje

“Primero se entrenó en San Lorenzo. Parece que ya tenía su picardía natural y se mandó alguna macana, lo echaron y se fue a Huracán”, aseguró Fernández Moores. Adentrándose en los rasgos del carisma del deportista, el periodista reflexionó: “No sé si es esa cosa porteña, por un lado, que nos lo acercaba más afectivamente. Por otro lado, esa cosa de porteño fanfarrón pero querible. Era muy querible. Toda la gente a la que entrevisté por el libro Díganme Ringo me habló enojada en algún momento y después decían: ‘Y... bueno, viste cómo era Ringo’. Zulma Faiad me dijo algo así como que Ringo era ese grandote que aparece en la tele haciendo cagadas: Martillo Hammer”.
Sobre la producción gráfica que hizo Fernández Moores a partir de la historia de Bonavena, explicó: “Después del libro me sirvió para acercarme mucho al boxeo desde el lugar del personaje, y no tanto desde el deporte. Cuando escribí el libro, veinticinco años atrás, miraba el boxeo de un modo más crítico. El personaje de Ringo me sirvió para acercarme de otra manera al boxeo. Empecé a estar mucho más atento. Y, obviamente, después del libro, la fecha me es para nada indiferente”, aseguró.

La Retaguardia

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