viernes, 24 de junio de 2016

Crisis del kirchnerismo y desafíos de la resistencia al macrismo

El caso López y la crisis de un proyecto. Una nueva versión de la teoría del entorno que no cierra. La izquierda y el planteo para luchar contra el ajuste y la corrupción.

El caso de corrupción de José López fue un cimbronazo en la política nacional que obliga a barajar y dar de nuevo.
En un nuevo contexto, se reabre un debate entre los millones que buscan las vías para enfrentar a la derecha macrista que está en el gobierno y ajusta las condiciones de vida del pueblo trabajador.
El kirchnerismo, que había declarado el objetivo de encabezar una “resistencia con aguante” al gobierno de Macri, no solo no lo ha hecho en estos seis meses, sino que ahora ha sufrido un duro golpe del que no está claro que pueda recuperarse.
Por estas horas, decenas de dirigentes peronistas piensan en nuevos armados para el 2017, mientras que miles de militantes y simpatizantes que honestamente creyeron en el “proyecto” se encuentran desilusionados. Esta vez las evidencias de que la corrupción llegaba hasta los altos círculos del kirchnerismo son demasiado evidentes.
Si el kirchnerismo ya había perdido en buena medida el poder real tras las elecciones, esta vez quedó también demasiado golpeada su autoridad moral para encarnar un proyecto político con pretensiones progresistas. La lucha contra el ajuste no la pueden (ni quieren) encabezar ex funcionarios enriquecidos en la función pública.
En la última trinchera, y armado por la carta pública de CFK de la semana pasada, un sector se aferra al “yo no fui” de la ex presidenta, o a la denuncia de los planes de ajuste del macrismo en comparación con años mejores para el pueblo trabajador.
Sin embargo, son argumentos que sólo podrán convencer a una minoría. Es difícil a esta altura ensayar una nueva versión de la teoría del entorno para explicar que Cristina no sabía nada pero que estaba rodeada por Amado Boudou, Julio de Vido, José López, Aníbal Fernández, Ricardo Jaime, Lázaro Báez y tantos otros.
José López no cayó del cielo. El kirchnerismo, lejos de toda bandera progresista, preparó en los años anteriores el terreno para el avance de la derecha. Lo hizo nombrando a César Milani al frente del Ejército, dándole rienda suelta al ex carapintada Sergio Berni para reprimir los reclamos obreros, eligiendo a dedo candidatos como Daniel Scioli o Aníbal Fernández, haciendo alianzas con burócratas sindicales y gobernadores feudales, y también con sus escándalos de corrupción.
La izquierda tuvo razón al votar en blanco. Si desde el principio este espacio planteó que aquel no era el “equipo” para enfrentar a la derecha macrista, cada nuevo hecho posterior le dio la razón. Bajo el nuevo gobierno, el Frente para la Victoria votó en el Senado la entrega a los fondos buitre, reprimió y ajustó en Santa Cruz y Tierra del Fuego, y ahora con sus escándalos de corrupción le dio al macrismo las tan ansiadas noticias que necesitaba para el segundo semestre, mientras para el pueblo trabajador no hay ninguna buena. Todo un combo funcional a la derecha.
La izquierda votó en blanco porque no es cómplice ni del ajuste, ni de la represión, ni de la entrega, ni de los José López. “Tragarse sapos” excusándose en las “contradicciones del proyecto” siempre termina siendo funcional a la derecha. Por eso hoy es Macri quien festeja.
Mientras que el peronismo intentará reorganizarse hacia la derecha, la conclusión es que solo un proyecto independiente de los capitalistas puede encarnar los intereses del pueblo trabajador.
No es solo un balance, sino también una perspectiva para los desafíos que vienen. Porque seis meses de macrismo dejaron en crisis al kirchnerismo, pero también mostraron que hay fuerzas del pueblo trabajador para salir a luchar. De lo que se trata es de desarrollar otra alternativa junto a los miles que ya lo vienen haciendo con la izquierda en cada lugar de trabajo, de estudio y en cada barrio.

La resistencia contra el ajuste y la impunidad

La alegría de Cambiemos tendrá patas cortas. El signo de la situación puede volver a cambiar pronto, sobre la base del enorme descontento popular con los tarifazos, la inflación, los despidos y escándalos como los de López, pero también los de Panama Papers.
El macrismo, que hoy se regocija con la crisis del kirchnerismo, se enriqueció igualmente de la mano del Estado. La familia Macri hizo su fortuna como contratista, y fue ampliamente beneficiada por la última dictadura militar. Pero no son solamente historias del pasado: además de Panama Papers, hay que señalar que Ángelo Calcaterra, primo (¿y testaferro?) de Macri y titular de IECSA, participó en más de una licitación como socio de Lázaro Báez. Por nombrar otro caso problemático, el Ministro de Energía, Aranguren, decreta actualmente tarifazos que lo benefician a sí mismo, que es accionista millonario de Shell.
Por eso hace falta una política de otra clase, independiente de todos los partidos que representan los intereses de los capitalistas, y con dirigentes que cobren lo mismo que una maestra, como los diputados del Frente de Izquierda.
Esta semana Myriam Bregman planteó en el Congreso Nacional que la izquierda no habla solamente de la “corrupción de un solo lado”, sino que plantea una salida contra este flagelo estructural en el Estado capitalista, al cual están vinculados todos los partidos del régimen junto a empresarios.
Solo desde una perspectiva anticapitalista se pueden plantear las únicas medidas que pueden acabar con la corrupción: terminar con el secreto bancario; abrir los libros de contabilidad de todas las empresas vinculadas a la obra pública para que sean investigadas por representantes elegidos por los trabajadores y especialistas de las universidades públicas nacionales; control obrero de la obra pública y expropiación de las empresas implicadas en casos de corrupción; auditar a las empresas de servicios públicos para saber qué hicieron con los subsidios millonarios que recibieron del Estado; reestatizar los puertos donde se hacen maniobras para evadir impuestos; nacionalizar el comercio exterior para evitar negociados con exportaciones e importaciones; crear una banca estatal única para evitar la fuga de capitales; elección por sufragio universal de todos los jueces; y juicios por jurados elegidos por el pueblo.
Pero ese programa no se podrá implementar sin una gran fuerza social que pelee por él. Por eso la izquierda participa también en cada lucha contra el ajuste y pelea por la recuperación de los sindicatos, las comisiones internas y cuerpos de delegados, para ponerlos al servicio de las luchas de los trabajadores, en momentos en los que toda la burocracia sindical está en tregua, dejando pasar los planes de ajuste. Importantes batallas hubo en este sentido en las últimas semanas, en los sindicatos del neumático, alimentación, gráficos o jaboneros, donde se desarrollaron grandes campañas clasistas. Lo mismo en los centros de estudiantes, para intervenir en la crisis de la educación y la lucha por el boleto, o en el terreno de la lucha por los derechos de las mujeres que se organizan para salir a pelear contra toda forma de opresión.
La Izquierda Diario refleja cada día estas peleas, y busca ser una voz que llegue a cada rincón del país como una herramienta para organizar la bronca de forma independiente de los partidos de los capitalistas, planteando una salida a los padecimientos del pueblo trabajador.

Fernando Scolnik
@FernandoScolnik

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