El presidente Macri estuvo a cargo del cierre del Congreso Eucarístico Nacional, con la presencia de enviados del Vaticano.
El evento fue el marco que cobijó a todas las expresiones políticas existentes, a excepción del PO y del FIT. La Iglesia se erigió como garante de la coalición de ajustadores, desde Libres del Sur, que gobierna junto al PRO en Mendoza y junto a Urtubey en Salta, pasando por el PRO, la UCR y todas las fracciones del PJ.
A esta garantía clerical para seguir ajustando al pueblo, el presidente le ofrendó más aborto clandestino:
“Jesucristo, señor de la historia, te necesitamos: para incluir a todos y vencer todas las formas de pobreza, para erradicar la corrupción en todas sus manifestaciones, para proteger la vida desde su concepción hasta la muerte, para cuidar la naturaleza de nuestra causa común, para convivir en paz con todos los pueblos de la tierra”, dijo Macri.
La cuestión del aborto es el caballito de batalla del predominio ideológico del clero en América Latina. Sin embargo, en pocos países éste ha logrado tal nivel de penetración en el Estado: el status constitucional que tiene el credo católico en Argentina; su sostenimiento económico, desde el pago de jubilaciones, sueldos y el otorgamiento de tierras públicas hasta la redacción del artículo 19 sobre el comienzo de la vida de la “persona humana” en el Código Civil, cuya propuesta original del kirchnerismo era aún más retrógrada que la actual, colocan al Vaticano como un Estado dentro del Estado. Desde la reforma constitucional del ‘94 bajo el menemismo, a la reforma del Código Civil y Comercial del kirchnerismo, todos los gobiernos no hicieron más que reforzar a la secta vaticana.
A la Iglesia le caben las leyes de autoamnistía de todos aquellos que dominan este régimen social, y que estaban presentes. El Congreso Eucarístico evitó tratar temas tales como la pedofilia, aunque casos escandalosos como el de Illarraz tocan a la propia provincia de Tucumán que ejecutó su encubrimiento. Ni qué decir de la complicidad de la diócesis de Luján–Mercedes para con el reo López y socios en la obra pública como Calcaterra, que terminó facturando la reconstrucción de la basílica de Luján tres veces más de lo que indicaba el pliego original.
El pacto entre los partidos del ajuste y el clero resuena sobre el cuerpo de niñas como la wichí en Salta, a la que el desprecio total por parte del Estado hizo llevar casi a término una gestación que la ponía en riesgo y sin posibilidades de sobrevida del feto. O de la niña correntina de 12 años obligada a parir, y que se encuentra hoy en riesgo de vida.
Manzur, su poder judicial y su Iglesia ofrecieron al enviado del Papa un marco por demás gratificante para la realización del Congreso: una provincia que mantiene detenida a Belén, acusada de abortar, en uno de los episodios más bochornosos del oscurantismo estatal y judicial.
La pelea por poner en pie un movimiento independiente por el aborto legal sigue en pie, luego de 12 años de falsas expectativas. Primero, desviaron el objetivo de la lucha por el aborto legal, reduciéndolo a un cambio de formulación del artículo 86 del código penal. Luego, supeditaron esta lucha a los intereses de camarilla de un kirchnerismo que jugó exclusivamente para frenar avances. “Cuiden a Cristina”, fue la consigna con la cual Francisco transó su apoyo al kirchnerismo en crisis, a cambio de la defensa de las prerrogativas clericales por parte de los K.
Las palabras de Macri demuestran que existe una prolongación de esta estrategia en el actual gobierno.
La defensa del aborto clandestino, el negociado que implica tanto para los que practican abortos quirúrgicos, como para el negocio farmacéutico y para el del tráfico de niños, fue y es la música que los gobernantes argentinos tocan en los oídos del Vaticano, a cambio de un blindaje confesional para ejecutar el ajuste.
Para quienes creyeron escuchar que Vidal flexibilizaba su postura y la del gobierno hacia la despenalización, hace un mes atrás y frente a la primer gran crisis con el Vaticano, pueden hoy saber que sólo estaba jugando el juego ya practicado por el kirchnerismo: la delicada temática del aborto clandestino, con sus secuelas de muertes, detenciones y vejaciones para las mujeres más pobres, es sólo usada como prenda de extorsión hacia la Iglesia.
La clave es la puesta en pie de un movimiento independiente de mujeres que no transe sus reivindicaciones y desarrolle a fondo la lucha por el aborto legal y contra el poder de una institución tan descompuesta como el propio Estado que la cobija.
Vanina Biasi
No hay comentarios:
Publicar un comentario