jueves, 16 de junio de 2016
Una crisis que recién empieza
La crisis desatada por la detención in fraganti del ex secretario de Obras Públicas José López estalla en el corazón del kirchnerismo. Pero sus consecuencias se proyectan al conjunto del régimen político.
La figura de López atraviesa al kirchnerismo desde que gobernaba Santa Cruz hasta hoy, siempre asociada a concesiones o contratos de la obra pública, desde planes de vivienda hasta tendido de rutas. Con seguridad, los millones subrepticios que intentó esconder son apenas una muestra del vasto sistema de “retornos” urdido en favor de diferentes grupos capitalistas, y no sólo de Lázaro Báez. La primera corruptela que involucra a López es la adjudicación de los gasoductos del sur en favor del grupo internacional Skanska (2008). En aquel momento, el episodio fue paulatinamente enterrado tanto en el plano mediático como en el judicial, cuando del “modelo” todavía se servían las diferentes fracciones capitalistas.
López es el Ricardo Jaime de los “señores del cemento”. Allí donde el desquicio ferroviario parió la masacre de Once, en este caso asistimos al derrumbe del sistema vial o al agravamiento del déficit habitacional. A este régimen sistemático de desfalco del presupuesto público y confiscación de la mayoría trabajadora, el kirchnerismo y sus voceros lo llamaron “la reconstrucción de la burguesía nacional”.
Crisis política
Pero la burda caída de José López también agarra con la guardia baja al macrismo. La corruptela de los “barones de la obra pública” estalla horas antes de que Cambiemos y sus opositores voten un amplísimo indulto en favor de la clase capitalista argentina, que ha fugado capitales o evadido con la complicidad de los tres poderes del Estado. La exclusión de funcionarios o ex funcionarios del blanqueo sólo ha servido para disimular la inclusión completa del conjunto de estos evasores capitalistas, a cambio de penalidades ínfimas y de la garantía de eximirlos a futuro de los impuestos que gravan la riqueza. A López le tocan las rejas, pero a sus jefes capitalistas les toca el blanqueo. Entre ellos no sólo están los empresarios amigos: también hay que incluir a los macristas Calcaterra o Caputo, cuyos negocios con el Estado los asociaron, en más de una oportunidad, con Lázaro Báez.
Entre las atribuciones de López figuraba el manejo de la ex obras sanitarias, donde “era el encargado de armar las licitaciones de infraestructura” (Clarín, 15/6). Pero en vez de abrir las cuentas de esa caja negra, el gobierno ha aplicado un monumental tarifazo sobre el agua. El macrismo hace aspavientos con la corrupción tK, pero le ha trasladado los costos del desfalco al pueblo argentino. Lo mismo ocurre con el gas, la luz o el transporte.
La detención de López coloca también una carga explosiva sobre la coalición política que pretendía fundarse a partir de la ley de megablanqueo, junto a los gobernadores y senadores pejotistas y kirchneristas. Para no interferir en ese “consenso de las manos sucias”, el macrismo llegó al punto de demorar el pedido de desafuero de De Vido, que sólo promovió cuando el escándalo de López había estallado.
Pero la ruta del dinero de la obra pública salpica a todos estos nuevos socios de Macri, comenzando por la provincia de Tucumán. Es que López era socio de Alperovich, e incluso pretendió ser su sucesor, lo que finalmente logró Manzur. Hoy, Alperovich-Manzur están en la fila de los “amigos de Cambiemos”. El escándalo del monasterio también puso de manifiesto un conjunto de vínculos entre la camarilla K y la jerarquía de la Iglesia. Durante la “década ganada”, la familiaridad con los obispos transó el silencio de éstos a cambio de preservar las prerrogativas clericales.
En definitiva, la coalición del ajuste, el blanqueo y los fondos buitre está poblada de unos cuantos “López”.
Kirchnerismo
El intento del kirchnerismo por despegarse de López no duró un suspiro. Después de autorreivindicarse por haber promovido “la exclusión de funcionarios del blanqueo”, el bloque de diputados del FpV votó… contra el desafuero de De Vido. En cualquier caso: si los kirchneristas se deslindan del kirchnerismo -es lo que está ocurriendo aceleradamente en estas horas- asistimos entonces a su demolición política. La pretensión de explotar el fermento popular a favor del “volveremos” ha sufrido un golpe letal. El Frente Ciudadano queda reducido a una coartada, ni siquiera política, sino judicial. El derrumbe tiene que ser todavía más agudo para los chavistas o ex izquierdistas que descubrieron tardíamente al kirchnerismo, con el único propósito de bloquear una evolución política independiente de los trabajadores.
El macrismo querrá servirse de “las bolsas de López” para correr el eje de la conmoción popular planteada por los tarifazos, la recesión, la carestía y los despidos, y reforzar la tesis de la “herencia recibida”. Detrás de este episodio, sin embargo, afloran conclusiones mucho más profundas: quieren ajustarnos en beneficio de los nuevos -y viejos- socios de López. Respondamos como los controladores aéreos, las organizaciones de desocupados, los compañeros de Ecotrans, los de la Línea B del subte, o sea, con una lucha decidida. Con la misma determinación, tenemos que dirigirnos a los trabajadores y a la juventud para superar al nacionalismo corrupto y fracasado y desarrollar una alternativa política de los trabajadores.
Marcelo Ramal
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