jueves, 6 de agosto de 2009

SEIS MESES SIN LUCIANO ARRUGA


Ausencia y desaparición, en el país del Nunca Más

La ausencia es un sentimiento que filósofos y poetas han tratado de escudriñar, desde los albores de la civilización. Sin embargo, hay una ausencia particularmente perversa: la impuesta. Esa que nace por atropello, por despotismo y por brutalidad.

“La secta del gatillo alegre y la picana es también la logia de los dedos en la lata”.
Rodolfo Walsh, La secta del gatillo alegre y la picana (1969).

El último día de enero de este año, la familia Arruga comenzaba a vivir ese tormento de no saber el destino de un familiar. El 31 de enero Luciano Nahuel, un pibe de 17 años que trabajaba en una fundidora y ocasionalmente cartoneaba, no regresaría a su casa en el Barrio 12 de Octubre, una zona humilde de Lomas del Mirador, conocida como la “Villa de los Paraguayos”, partido de La Matanza. Desde entonces en el ceno de la familia y de los amigos late una certeza: la policía del Destacamento Policial del barrio lo secuestró y lo hizo desaparecer.

La historia que termina con la desaparición de Luciano Arruga comenzó el 21 de septiembre del 2008. Ese día, según reveló, Vanesa Orieta, hermana de Luciano, la policía del Destacamento de Lomas del Mirador lo detuvo y a pesar de no contar con instalaciones para albergar a detenidos, lo mantuvo allí hasta entrada la noche, por averiguación de antecedentes. En ese Destacamento creado al calor de los reiterados pedidos de “mano dura”, encabezados por la agrupación Vecinos en Alerta de La Matanza, presidido por Gabriel Lombardo (socio político de Francisco De Narváez), Luciano fue brutalmente golpeado y amenazado por los gerontes del gatillo fácil. “Vos, negrito de mierda, vas a terminar en un zanjón”, le dijeron.
Esa primera golpiza quedo asentada en el policlínico de San Justo y los días que siguieron a esa privación ilegal de la libertad no fueron fáciles para Luciano. Las amenazas fueron constantes. “Un día le pusieron la 9 milímetros en el pecho y le dijeron ‘negro, quédate quieto porque si no te lo vuelo’”, cuenta Vanesa.
“Se sabe a ciencia cierta que estuvo en ese destacamento”, asegura Pablo Pimentel, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) y abogado de la familia. Esa misma información consta en la causa que investiga la UFI 1 de La Matanza. Esa misma noche su madre decidió efectuar la denuncia en esa unidad policial del oeste del gran Buenos Aires. Y de manera similar a lo ocurrido en el caso de Miguel Bru, detenido y desaparecido en la ciudad de La Plata, un trámite rápido y sencillo se transformó -lo sabrían luego-, en el primer indicio de que algo se quería ocultar. En el Destacamento le negaron en primera instancia el duplicado de la denuncia efectuada y luego “le agregaron cosas que ella no había dicho”, como que “mi hermano fumaba marihuana y que tenía antecedentes por robo”, relata Vanesa.
“Lamentablemente en los barrios marginales del Conurbano, la liberación de zonas y robos en patrulleros no es un hecho aislado”, explica Pimentel. El modus operandi de la policía se alimenta de los chicos de las zonas marginales. Por negarse a ser parte de ese mundo oscuro, corrupto y delictivo fomentado por la policía, con la complicidad del poder político y judicial, Luciano Arruga hace 6 meses que no esta en su casa, con su mamá Mónica y sus hermanos Mario, de 13, y Mauro, de 10.
“Es indignante y causa mucho temor que en el país de los desaparecidos la policía siga secuestrando, torturando y desapareciendo personas” dicen los amigos, familiares y vecinos de Luciano desde el blog que crearon para encontrar las respuestas que a aún no llegan ni por parte del poder judicial ni el poder político, que ni siquiera se ha tomado la molestia de recibirlos. Hoy la causa sigue caratulada como averiguación de paradero y es tramitada por la fiscalía 1, a cargo de la Dra. Celia Cejas Marti.
Los familiares y amigos, junto a organizaciones sociales, sindicales, políticas y de derechos humanos; reclamaron por Luciano con un festival cultural el sábado 1º de agosto. Fue a pocos metros de ese destacamento donde sobran palos y faltan respuestas. Actuaron las Manos de Fillipi, Andando Descalzo y otros grupos. Sin embargo, los micrófonos de canales y radios estuvieron con Biolcatti en la Rural.
A 25 años del retorno a la vida democrática, las prácticas de la última dictadura desaparecedora siguen vigentes. Todavía la democracia es más débil que la metodología macabra del terrorismo de Estado enquistada en sus instituciones. Antes, dictadura. Hoy, la policía corrupta, el poder político que no demostró querer torcer el rumbo de los antiguos paradigmas de disciplinamiento y control social y la Justicia que más que ciega parece sorda.
Si hay ausencia impuesta, es decir, desaparición e impunidad, el alivio no llega. Lo saben las Madres y las Abuelas. Lo sabe Rosa Bru, los padres de Walter Bulacio, de Marita Verón y la familia de Jorge Julio López, entre tantos otros. Esas mismas prácticas siguen siendo denunciadas con un mismo grito: Aparición con vida y castigo a los culpables.

Martín Luna -

Especial de Cacodelphia. Un viaje a la Oscura ciudad. Miércoles 19 a 21Hs. Radio Estación Sur 91.7 La Plata.

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