sábado, 8 de agosto de 2009

Fernando Gertel


El 19 de julio de 1976, junto con el Secretario General del PRT Mario Roberto Santucho, caían nuestros compañeros: Liliana Delfino, compañera de "Roby", Ana María Lanzilotto, embarazada de ocho meses y su compañero, Domingo Menna, Benito Urteaga y Fernando Gertel. Rendimos nuestro homenaje a todos ellos con el respeto y el cariño que merecen.
¡Hasta la victoria siempre, queridos compañeros!

PRESENTES CADA DÍA

Fernando, mi compañero.

Fernando Gertel tenía 29 años cuando lo secuestraron, la tarde del 19 de julio de 1976, en un bar de la localidad de San Antonio de Padua, al noroeste del Gran Buenos Aires, donde estaba citado con un compañero de militancia.
“¡Se los llevaron! Se los llevaron los militares!” – gritaba parte de la gente arremolinada en el lugar.
- No, tomalo vos porque me va a tirar el café – me había dicho Fernando minutos antes, entregándome nuestro hijo, al bajar del coche, disimulando precaución para no alarmarme.
Recuerdo que entré a un negocio para hacer unas compras; a los tres minutos escuché los gritos y salí. Me acerqué a las señoras que hablaban y gritaban -como si yo fuese una vecina más- y me fui caminando junto con una de ellas preguntando qué había pasado y me contaron. Caminé y caminé con el bebé en los brazos, me tomé el colectivo y después me enteré que todos estaban cayendo... Que habían matado a Santucho...
Aquel fue el peor día en la historia del PRT-ERP. Fernando era el confiable secretario y enlace del buró político del PRT. También se ocupaba de las finanzas del partido.
Tuve que ir y decir a su madre - yo vivía con mis suegros – a decirle a la mamá que se acababan de llevar a su hijo... (en diciembre del año anterior lo habían llevado a su hijo mayor).
Nos habíamos conocido a fines del '73. Fernando trabajaba entonces en el diario El Mundo. Simpático hasta la picardía, tenía empero un defecto al que me resigné: no le gustaba bailar. Mientras yo era maestra en una zona carenciada de Avellaneda y estudiaba psicología, él tenía hecha más de la mitad de la carrera de contador público.
Ingresó a Económicas en enero del '66 y al comenzar los setenta lo encarcelaron por su militancia. Estaba en la cárcel de Rawson aquel 22 de agosto de 1972, el día de la famosa fuga. Fernando no alcanzó a escaparse y por esa contingencia salvó su vida. Lo enviaron a la prisión de Resistencia, Chaco. Absuelto por la justicia, quedó detenido por el estado de sitio, se acogió a la opción para exiliarse, viajó a Chile y regresó al asumir Cámpora la presidencia constitucional, en mayo del '73.
Fernando no retomó la carrera. Siendo estudiante, estuvo empleado como asesor contable. Para las finanzas era increíble. En julio del 74 nos fuimos a vivir juntos y fue entonces cuando pudo demostrarme sus dotes de cocinero.
Era un vínculo muy fuerte el que teníamos. Fue el único hombre del que tuve un hijo. ¡Yo estaba muy enamorada! Tenía 21 años y él 27... Era un tipo brillante. Un día de diciembre tuve la confirmación del embarazo que habíamos buscado. Le di la noticia a Fernando minutos antes de que la policía irrumpiera en el departamento y me detuviera en virtud del recién declarado estado de sitio (él pudo escapar por el balcón).
En mi caso, las reglas de humanidad fueron respetadas. Pude continuar mi embarazo, parir y amamantar a nuestro hijo, Guillermo, que nació el 1º de agosto del '75. Me liberaron antes de fin de año y después me reencontré con Fernando.
Durante el tiempo que estuvo a nuestro lado fue el mejor padre, el más amoroso. En aquella época los pañales descartables eran un lujo exótico. Mis pañales son los más blancos , se ufanaba Fernando lavando a conciencia los clásicos de lienzo. Poco antes de su secuestro empezó a preocuparse porque con once meses Guillermito todavía no caminaba. Y en medio de los continuos sobresaltos de su peligrosa militancia, se dedicó a estimular a nuestro hijo.
Era de River.
¡Si contara lo que leía...! Estando preso leyó desde la vida de León Trotsky, el Manifiesto, todas las obras de Marx, Engels y Lenin, hasta Von Clausewivz, de todo. ¿Qué literatura le gustaba? La literatura soviética y, por supuesto, material vietnamita.
Pero él era un hombre más de militancia. En la época en que todos guitarreaban él estaba preso, no le coincidieron los años…
Fernando Mario Gertel había nacido en Mendoza el 26 de enero de 1947, seis años después que su hermano Angel. Sus padres eran refugiados polacos, arribados al país en 1938. David Gertel fue un religioso de la colectividad judía y su esposa Clara Diament una mujer de ideas comunistas.
El matrimonio llegó un año antes de la invasión alemana a Polonia, el comienzo de la Segunda Guerra Mundial. David y Clara resultaron los únicos supervivientes de sus respectivas familias. Padres, hermanos y hasta sobrinos murieron en los campos de concentración nazis.
Judíos antes que polacos, los Gertel eran sionistas de izquierda. Sus hijos pertenecían a agrupaciones juveniles del sionismo local, pero después del golpe de Onganía se volcaron a la izquierda argentina hasta incorporarse al PRT.
Ambos respetaban mucho al padre, aunque fue la madre quien inicialmente más los influyó con sus ideas. Angel Gertel, de carácter jovial como su hermano, también estuvo preso durante la dictadura de Lanusse y volvió por un tiempo a la cárcel bajo el gobierno de la viuda de Perón.
Visitando a sus hijos y ayudando a los presos, Clarita, quien no llegaba al metro cincuenta de estatura, se hizo conocida en las cárceles argentinas. Cierta vez trepó a un banquito para hacerse escuchar por el director de un penal. El hombre era muy alto y ella quería comunicarle las reivindicaciones de los detenidos políticos...
“ Yo habla todo idioma, yo soy argentina y habla muy bien argentina” , decía – sic - mi suegra. En diciembre de 1975, Clarita tuvo que presentar un habeas corpus por la desaparición de Angel y siete meses después, otro por Fernando. Ambos fueron supliciados y asesinados en el Centro de Clandestino de Detención de Campo de Mayo.
Hicimos muchas gestiones, además del Hábeas Corpus presentado por la mamá. Estaba la CADHu, había abogados como Luis Duhalde que estaba en España y Rodolfo Mattarolo; Martín Federico, que es juez y era abogado cordobés; Leonardo Despuy, que es representante frente a las Naciones Unidas de una organización de Derechos Humanos; el Dr. Aragón, que era el rector del Liceo Avellaneda... Había entidades con gente que ya comenzaban a movilizarse por la Comisión Argentina de Derechos Humanos, la CADHu o el Comité Argentino de Solidaridad Internacional en París, en Madrid y tantos otros...
Cuando llegué a París empecé a trabajar en el Comité Argentino de Solidaridad y fundamos con Claudia Lareu, Matilde Herrera y otras personas, la Comisión de Familiares de Desaparecidos, que es la primera comisión de familiares que se formó en el exterior. Ahí ya eran rutina las presentaciones. Digo “rutina” bien ¿no...? Es como un protocolo, presentamos, viajamos a Ginebra, expusimos los casos ante la Cruz Roja , ante todos los organismos como Amnesty, CIMADH, todas las instituciones internacionales que ya ni siquiera puedo nombrar porque son tantas...
Todo lo que había por hacer, se hizo…
Se integraron todas las listas, incluso hasta de pertenencia cultural: Fernando estaba entre los desaparecidos que vienen de la cultura judía, digo cultura y no religión porque no era religioso…
Tiempo después, Clarita y su marido marcharon a un nuevo exilio, esta vez en Europa. Los precedimos con mi pequeño Guillermo. Mi hermano Celso se negó a acompañarme diciéndome que prefería morir combatiendo...
No siento que la sangre derramada haya sido inútil: que nunca la tristeza acompañe mi nombre , era nuestro lema.
Por supuesto sí unas lágrimas posibles...
Pero también esta imagen, hoy, con jóvenes capaces de tener la historia en movimiento, nos ayuda para saber que nada ha sido en vano.

Diana Cruces.

El Combatiente

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